El pasado 22 de noviembre, gracias a Roca Editorial y al buen hacer de Silvia Fernández, tuvimos la ocasión de compartir conversación con Jesús Cañadas, que se encontraba en Madrid (y esa misma tarde viajaba a Salamanca) para presentar su libro Las tres muertes de Fermín Salvochea. Aprovechamos un rato a mediodía, antes de comer, en el Hotel Gran Vía Catalonia, para acomodarnos y preguntarle sobre la novela y sobre Salvochea que, históricamente, es un personaje muy interesante. Alcalde anarquista de Cádiz entre 1871 y 1873 y procedente de una familia adinerada, gobernó sobre todo para los más necesitados, para el pueblo llano, lo que le granjeó muchos enemigos entre la clase pudiente y la iglesia. Jesús nos contó que ya forma parte de la mitología de Cádiz y que allí cualquiera sabe quién fue.
Jesús Cañadas es gaditano, nacido en 1980, licenciado en Comunicación por la Universidad de Granada. Su primera novela es del 2011, El baile de los secretos. En 2013 publicó Los hombres muertos. Su novela más reciente es del 2015 antes de Las tres muertes de Fermín Salvochea, es Pronto será de noche, un thriller apocalíptico.
Ante un libro tan original como el que teníamos entre manos, la pregunta obligada era de dónde surge la idea de escribirlo. Jesús respondió tajante: este libro nace del hartazgo. O, como dicen en Cádiz, de la "jartura" que él tenía de ver cómo un enorme porcentaje de obras de ficción se ambientan en los mismos sitios. Siempre asesinos en serie en Nueva York, siempre los marcianos cargándose la Casa Blanca y él se preguntó: ¿por qué no llevarlo a un sitio más cercano? ¿Por qué no acercar una ficción a algo más suyo, a su Cádiz natal? En una novela suya anterior, Los hombres muertos, ya se había ido hasta Providence, Londres, Berlín, Damasco... y ahora le apetecía venirse a Cádiz. Por eso decidió ambientar la novela allí para, después, adornarla con los mimbres que a él le gustan: misterio, suspense, un toquecito gótico, algo sobrenatural, un poquito de miedo, acción, aventura... Esas son las coordenadas en las que habitualmente se mueve al escribir y las quería en su ciudad. Y realmente era un reto porque cuando se piensa en Cádiz se piensa en sol, en una ciudad luminosa, playa, "pescaíto" frito y chirigotas. Llevar allí una historia de suspense y misterio, más oscura, suponía un desafío. Este es el DÓNDE de la novela.
Para el CUÁNDO, le apetecía irse un poco al pasado, para lo que empezó a escarbar en la historia de Cádiz. Podría haber situado la novela en 1812, pero era un momento muy manido desde el bicentenario de la Constitución de Cádiz. Fue entonces cuando se topó con la figura de Fermín Salvochea, un inmortal del acervo popular de Cádiz, el alcalde que se puso de parte de los pobres. Pero además hay otras leyendas en la ciudad, sobre todo porque es una ciudad con más de tres mil años de historia en la que han vivido fenicios, tartesos, romanos,árabes, cristianos... que han ido creando capas en ella, no sólo físicas sino también culturales y de muchas historias. A todo eso quería sumarle un puntito fantástico pero pasado por el tamiz de las cosas que le interesan, por lo que decidió coger a Salvochea y rodearle de las leyendas que a él le contaba su padre de pequeño.
Una de esas leyendas se refiere al teatro romano de Cádiz, que se sabe que es uno de los más grandes del mundo pero que se encuentra casi todo bajo tierra, sólo se pueden visitar algunas filas superiores de gradas. Está rodeado, además, por lo que se supone que es un auténtico laberinto de cuevas subterráneas que se extiende por todo Cádiz y que llegaron a usar los piratas y contrabandistas para sus chanchullos. Ese laberinto se llama Las Cuevas de Maríamoco, que se supone que era una bruja que vivía en ellas y se comía a los niños. También está la leyenda del hombre-pez, un tipo que apareció varado en la playa, al que llevaron a la iglesia de Santo Domingo para reanimarle. Aquel hombre sólo sabía decir "liérganes, liérganes" y más tarde se supo que había llegado a nado desde el pueblo cántabro de Liérganes. Con todo esto se decidió a crear una trama que envolviese a las leyendas y convertir Cádiz en una especie de realismo mágico pero tenebroso, creando una mitología que aunase todas esas historias.
Pero ahora le faltaba el QUÉ: hubo que darle, decía Jesús, muchas vueltas al "chícharo" para que cuadrase todo. Lo malo fue que cuando ya había empezado la novela se dio cuenta de que Salvochea como protagonista no funcionaba. Y no lo hacía por su carácter de leyenda y porque no podía anclar la visión del lector a un personaje casi mitológico. El lector necesita un ancla más cercana a él, por eso pensó en darle un contrapunto a Salvochea, una especie de Doctor Watson de Cádiz. Y ahí es donde entra la parte personal de la novela: el Doctor Watson que le dio era un borracho, un putero y un vividor basado realmente en la figura de su abuelo Juaíco que fue barbero en el Cádiz de los 40 y 50 del siglo pasado, que tuvo dos peluquerías y las perdió jugando a las cartas y que sembró la ciudad de hijos ilegítimos. Nos confesaba Jesús que, cuando a él le contaban cosas de su abuelo siempre pensaba que era alguien muy lamentable pero del que podía salir un gran personaje literario. Y por eso lo eligió. Aunque el QUÉ de la novela no va sólo de Salvochea y Juaíco sino que su centro es su protagonista, Sebastián, un niño que ha dejado de creer en su padre y debe aceptar que no es el ser todopoderoso que creía sino que es simplemente su padre. Eso es algo que él tuvo también que hacer en su momento y, de alguna manera, Las tres muertes de Fermín Salvochea le ha servido para hacer las paces con la memoria de su padre.
Acerca del género de la novela, nos aseguró que si le preguntan a él no diría que es una novela fantástica; diría que es una novela negra, de aventuras, costumbrista y transversal. O, como dice José Carlos Somoza, degenerada porque no tiene un género concreto. Y es que en su literatura intenta que estén todas las cosas que le gustan, no sólo el terror.
Respecto a cómo interpreta la literatura, fue tajante: reivindica mucho el carácter lúdico de la literatura porque nadie empieza en ella leyendo a Schopenhauer. La literatura no tiene que ser sólo necesaria, seria, indispensable... tiene que ser TODO. Nos contó que él se enganchó a la literatura leyendo El pequeño vampiro y ya no la pudo dejar. En cuanto a que su novela ya es, ahora que se ha publicado, de los lectores nos retó, con su mejor humor, a pelear porque se niega a creer que su obra sea ya sólo de los lectores. Un lector le puede dedicar veinte euros y una semana, pero él le dedicó trece meses de trabajo por lo que "lo dejamos en custodia compartida", afirmó.
Se puso sobre la mesa si la novela era también una novela de objetos y Jesús lo corroboró. Los objetos que aparecen, las tijeras, el libro, el reloj, en realidad unen las dos líneas temporales por las que discurre la acción. Están en el pasado y tienen su reflejo en el momento presente. Y es que fue su padre quien le metió el gusanillo de lo fantástico con todas las historias y leyendas que le contó cuando era pequeño. Incluso el personaje de Sebastián basa su nombre en Bastian, de La historia interminable porque tiene que creer en la fantasía. Debe creer. El punto de partida real de Las tres muertes de Fermín Salvochea es Big Fish, película y libro que le marcaron mucho y que, además, conoció el año que murió su padre. En cuanto al Teatro de los Horrores que aparece en la novela, en realidad lo creó para otro de los personajes, el Pani. Cada uno de los protagonistas tiene un conflicto propio, unos miedos. El Pani es hijo de un maltratador, algo que en la época se veía como algo normal. Jesús quería reivindicar ese tema desde la figura de el Pani, de cómo se enfrenta a ello. Y en ese momento Jesús Cañadas nos dejó una frase preciosa: La imaginación no te va a salvar la vida pero te va a ayudar a entenderla.
Las tres muertes de Fermín Salvochea es una novela de niños y monstruos, monstruos imaginarios y también terriblemente reales. También quería que Cádiz se convirtiese en un personaje más pero ¿cómo se podía conseguir eso? Pues a través de sus habitantes, por eso crea un mosaico de personajes ante los que quiso que el lector les imaginase vidas y que pensase en la historia que albergaban dentro de cada uno. Con la gente que puebla Cádiz es como la ciudad está viva en la novela. Y es que Jesús quería que la historia que ha escrito no pudiese ambientarse en otro lugar.
Le preguntamos cuál era su personaje favorito y contestó sin dudar que Antonia. De lejos. Representa a todas las mujeres que han estado en el mundo antes que nosotros, a las que la vida se ha encargado de vapulear física y psiquicamente por activa y por pasiva y que, a pesar de todo, mantienen una dignidad inmensa, mayor que la de todos los que las rodean. Jesús quería que quien leyese su libro recordase lo mucho que han pasado esas mujeres y cómo han seguido adelante con su vida, cómo han resistido todo con una dignidad "acojonante". Antonia, para él, tiene las escenas más memorables de la novela, no por espectaculares sino por significativas. Es un personaje que está basado directamente en su abuela no sólo por nombre sino por todo lo que le rodea, pero quien lo inspira es realmente su madre.
Ya casi terminando la charla, Jesús aseguró que hay que pasárselo bien escribiendo. Se puede hablar de temas muy serios pero dándole un toque fantástico que haga disfrutar al escritor y al lector. Y por qué no, un toque de humor que, en Las tres muertes de Fermín Salvochea, hace que se empatice mucho con los niños protagonistas. También nos adelantó que ya tiene ideas para futuras novelas y confía en que ésta vaya bien para poder sacarlas a la luz. Después hubo firmas, fotografías y más risas porque Jesús Cañadas nos lo puso realmente fácil y mostró un buen humor fantástico.
Las tres muertes de Fermín Salvochea es un libro distinto, muy entretenido, con personajes que llegan al lector y lleno de magia y misterio. Disfrutadlo, de verdad que merece la pena.
Gracias de corazón a Jesús Cañadas por el buen rato y la complicidad, a Roca Editorial y a Silvia Fernández por organizarlo, a Pepa de Locura de Libros por poner siempre tanto de su parte y a María Cabal por su siempre brillante compañía.