Desde hacía un tiempo estaba un poco desencantada con la literatura iberoamericana porque las novelas que había ido leyendo no terminaban de llenarme. Y lo cierto es que no supe que el autor de Los héroes sentimentales era peruano hasta que tuve el libro en mis manos pero no tuve un segundo de duda: fue leer las primeras páginas y quedarme completamente enganchada de una historia poderosa y dura, llena de matices, con personajes inolvidables. Además sucede en un momento bastante reciente de la historia del Perú que aun tiene muchas y dolorosas cicatrices allí: la guerra interna desatada en los años 90 por la presencia de Sendero Luminoso, el grupo subversivo maoísta, que sembró el país de cadáveres y de terror. Lo que aquí nos ha llegado de lo que fueron aquellos años sangrientos no es ni la mitad de lo que realmente sucedió y esta novela abre los ojos no solo a lo que no sabemos sino a cómo lo vivió la población. Lo hace mostrándonos a varios protagonistas de diferentes capas de la sociedad y al modo en que se enfrentaron a lo que sucedía. Pero también nos detalla cuáles son las motivaciones por las que actúan como lo hacen, en una trama en la que todo encaja sin fisuras.
Personalmente os recomiendo su lectura porque os va a impactar y a sorprender. Es la narración de años terribles de violencia y muerte en Perú, una historia que, sin duda, merece ser conocida.
Personalmente os recomiendo su lectura porque os va a impactar y a sorprender. Es la narración de años terribles de violencia y muerte en Perú, una historia que, sin duda, merece ser conocida.
Los héroes sentimentales es la primera novela de Rodrigo Murillo Bianchi y ha sido la ganadora del Premio José Ángel Mañas de la Editorial Nuevos Talentos. Rodrigo nació en Perú en 1986. Estudió Derecho pero no encontró mucha satisfacción personal en su ejercicio, por lo que se licenció en Historia. Viajó a Europa y se convirtió en politólogo y periodista. Tiene un máster en Política Internacional y otro en Historia.
Gracias a la Editorial Nuevos Talentos tuve la oportunidad de entrevistar a Rodrigo el pasado 17 de julio. Acabó siendo una apasionante charla no solo sobre la novela, sino también sobre historia y la situación política de Perú durante la época de Sendero Luminoso y sus consecuencias hoy día. Os aseguro que conversar con Rodrigo Murillo es apasionante y os invito a leer esta entrevista porque muchas de las cosas que me contó os van a sorprender.
"Cuando la ideología se vuelve un fin en sí misma deja de ser ideología"
P.- La historia que narras en Los héroes sentimentales es dura, más si pensamos en todo lo que sucedió en la realidad. ¿Por qué eliges esa parte de la historia reciente de Perú? ¿Qué te empujó a escribirla?
R.- Estudié una maestría en Historia en el pasado y un libro que por entonces me fascinó fue 2666 de Roberto Bolaño: son cinco historias distintas pero su eje conductor es el mismo, Ciudad Juárez que en la novela se llama Santa Teresa. Lo que quería hacer en este libro es que lo que escribo se traduzca como un reflejo de la sociedad. Para encontrar esa sociedad tenía que encontrar también personas emblemáticas de ella: los militares, la iglesia y las clases altas y bajas. De ahí salen Santiago Ferrer y el capitán Alfonso Jenkins, el héroe y el villano de la historia; Basilio, el sacerdote jesuíta comedido cuyo origen es muy humilde y que trata de ayudar siempre a los más desfavorecidos, y, finalmente, Maximiliano Prado, el millonario que esconde un conflicto interno enorme.
P.- ¿Con alguno de estos personajes te identificas más a nivel personal? ¿A alguno le has dado algo más personal tuyo?
R.- Con quien más tengo que ver es con Santiago Ferrer porque cuando era joven quise ser marino, alistarme en la Marina. Finalmente no lo conseguí pero sí lo hizo un gran amigo mío. En mi familia hay algunos militares, como mi abuelo. En el Perú ha habido gente muy buena y muy capaz en el ejército pero nunca han podido marcar la diferencia. Santiago Ferrer es así: es bueno pero no puede marcar la diferencia porque las decisiones que toma en base a su humanidad le llevan por un camino equivocado. Sin embargo el villano, Alfonso Jenkins, acaba saliendo bastante bien parado, esa es la paradoja de la historia. A veces tengo la sensación de que los malos siempre ganan. El capitan Jenkins puede hacer que te plantees muchas cosas, pero no era un loco. Y seguramente todos hemos conocido a alguien así: pragmático, violento, pero quién sabe cómo reaccionarían si fuesen puestos a prueba. Pero sobre todo busqué que incluso en las páginas más tristes de la novela quedasen plasmadas las motivaciones últimas de los personajes.
P.- Tu manera de narrar resulta sumamente envolvente y me ha recordado en cierto modo a la tradición narrativa más clásica de hispanoamérica. ¿Qué autores son tus referentes o cuáles te han influído más?
R.- Cuando escribí esta novela a quien más había leído era a Vargas Llosa y Bryce Echenique. Además tenía una gran pasión por Roberto Bolaño pero no creo que mis influencias vengan de ellos. También he leído a autores españoles como Blasco Ibáñez, al que admiro como enorme narrador, y Chávez Nogales, que en sus libros sobre la Guerra Civil Española habla de los dos bandos como heroícos, equivocados pero valientes, con personalidad muy española. Los españoles son muy apasionados y retadores: retan mucho a la muerte. También admiro a Arturo Pérez Reverte porque no tiene miedo a meterse y a hablar de la Historia y no hace perder el tiempo al lector. En el mundo de la literatura hay un prejuicio muy cerrado de que los escritores que venden mucho y están en las listas de best sellers no son literatos a admirar. Hay que ser muy bueno para escribir algo que interese a tanta gente.
P.- Aquí en España solemos preguntar si se es escritor de mapa o de brújula. ¿Tú cómo te defines?
R.- (Se ríe cuando se lo explico) Soy mucho más de brújula. Me hago un documento de Excel con los personajes y el desenlace y a medida que los voy creando descubro algunas voces que aparecen de la nada y esas voces pueden cambiar el final o el devenir de los protagonistas.
P.- ¿Se te "desmandan" los personajes?
R.- Eso es increíble. Una vez leí una entrevista con un famoso autor norteamericano que decía que tenía que escribir todos los días porque si dejaba de hacerlo los personajes se le iban para otro lado. Y a mí me pasa.
P.- Tu novela se encuadra en el género histórico-político, pero también contiene intriga y situaciones dramáticas. ¿Te has planteado escribir otros géneros, otro tipo de novela?
R.- No soy muy partidario de las etiquetas o los géneros. Mi gran sueño es hacer una "novela total" al estilo de las novelas-río pero sin perder al lector en cosas triviales. Mezclar thriller político, novela histórica, algo de novela negra enmedio, pero sin una etiqueta con qué catalogarlo. Sobre todo no perder la temática política, que es lo que me impulsa a escribir.
P.-Me han llamado la atención algunos pasajes de la novela en los que pones voz a una mujer de una zona rural casi perdida del Perú. Su manera de hablar el castellano, tan peculiar, aprendido tarde por tener el quechua como lengua materna es fascinante. ¿Es así realmente?
R.- Es algo que me han comentado más lectores. En una etapa de mi vida yo viajaba bastante a comunidades rurales muy aisladas para practicar el quechua, aunque no lo hablaba fluido. Entendí muy bien esa manera de hablar el castellano. Pero lo que me sorprende es que en la larga historia literaria del Perú nunca antes haya habido un libro en el que sus personajes hablen como se habla en zonas muy amplias del país. Es posible que, al leerme, haya gente del propio Perú que me cuestionen ese modo de hablar, pero es mi memoria fidedigna de cómo lo hacen.
P.- ¿Cómo fue para la población de Perú, cómo se vivió el terror de Sendero Luminoso?
R.- Es un tema verdaderamente traumático. Se trataba de un movimiento subversivo maoísta que, además, tenía una variante muy poco moderna de pensamiento. El trasfondo de esta lucha estaba nutrido de viejos odios sociales del país. Los testimonios de la gente que participó en esta historia tan triste han sido tan dramáticos y la violencia tan excepcional que actualmente no se habla del tema. En el libro de Chaves Nogales, A sangre y fuego, sobre la Guerra Civil Española, el autor cuenta que las historias de violencia por parte de los dos bandos eran tan terribles que la nacionalidad española, durante años, se consideró un agravio, una vergüenza. Yo creo que pasó igual en el Perú y prefieren que este horror no salga a la luz porque la violencia es tan desgarradora que se siente vergüenza de tu propio país.
P.- La llegada al poder de Fujimori con sorpresa en la segunda vuelta de las elecciones incluída, supuso el principio del fin de Sendero Luminoso. ¿Cómo consiguió un perfecto desconocido que casi ni hablaba castellano con fluidez ganar esas elecciones? ¿Y cómo sonsiguió un apoyo tan fuerte incluso después de dar un golpe "de facto" durante su mandato?
R.- Todo el mundo le apoyó. Ahora ocurre, y ha pasado con casi todos los dictadores, que una vez que dejan el poder pretenden explicarles en base a conceptos como la maldad o la corrupción pero sin explicarles a ellos. En este caso lo cierto es que los peruanos aceptamos darle el poder a Fujimori. Tras ganar las elecciones en 1990, da un golpe de estado en 1992 y curiosamente la población del Perú, en muchas encuestas y estudios, le apoyaban mayoritariamente. Fujimori utilizó la guerra contra Sendero Luminoso como excusa para tener el poder y el estar acabando con los subversivos le reportaba ese gran apoyo popular. Sólo después salió a la luz la enorme corrupción del régimen. Para entender lo que pasó hay que entender las circunstancias de lo que estaba ocurriendo entonces: a pesar de todos los escándalos de corrupción de Fujimori, la gente recuerda su lucha para acabar con Sendero Luminoso. Quizá por eso su hija, en las últimas elecciones, quedó a un solo punto porcentual de ser presidenta del Perú.
P.- Quizá la primera sorpresa de Fujimori fue vencer en las elecciones de 1990 sin que nadie lo esperase.
R.- Esa llegada al poder y el apoyo masivo que recibió en la segunda vuelta es muy sorprendente para los no peruanos. Era japonés (aunque con la nacionalidad peruana también), apenas sabía hablar español...y enfrente tenía a Vargas LLosa, que es una gran figura tanto en el Perú como a nivel internacional. Era la primera vez que en unas elecciones había un candidato con una proyección tan respetada internacionalmente. Todo el mundo pensó que ganaría sin problemas. Pero en una elección muy rara y absolutamente inesperada Fujimori se hace con la victoria de forma apabullante. Fundamentalmente porque se mostró ante la gente como un técnico puro que iba a mejorar la economía y a pacificar el país.
P.- ¿Y actualmente cuál es la situación en Perú? ¿Qué queda de aquellos años terribles, plagados de atentados y muertes?
R.- Es un Perú que a nivel de cifras marcha muy bien. Económicamente es uno de los mejores países de América Latina pero, lamentablemente, también es uno de los más corruptos. Sendero Luminoso supuso un gran trauma en la población en lo que se refiere a la izquierda como proyecto político capaz de regir un país. Sendero Luminoso y sus integrantes eran ultraextremistas y retrógrados pero la gente se ha quedado con la impresión, entre el trauma y la violencia que ejercieron, de que la izquierda no trae nada bueno. A ello le ha sucedido no hace mucho la experiencia de Venezuela. Hoy día hay casi 400.000 venezolanos exiliados en el Perú y en Colombia más de millón y medio y de ellos, muchos están en la calle pidiendo limosna o aceptando trabajos degradantes para poder sobrevivir. Eso en el Perú ha terminado de deslegitimar por completo a la izquierda. Actualmente la gente está muy desencantada de la política y eso ha generado que empresarios poderosos sin escrúpulos y muchos condenados por corrupción estén sentados en el Congreso. Y esto lo digo con gran tristeza y con gran vergüenza. Fujimori ha dejado un legado inmenso de corrupción y sus portavoces siguen ahí. Fue condenado y estuvo en prisión pero en 2017 obtuvo el indulto porque la gente le sigue recordando como el gran luchador contra Sendero Luminoso y de ser el artífice de la pacificación del Perú. La población está acostumbrada a la corrupción pero no a la guerra y con Fujimori se consiguió la paz. Ya no había miedo a salir, a que te pusiesen una bomba en una esquina.
Muchas gracias a la Editorial Nuevos Talentos y a María Penedo por descubrirme este libro y a este autor. Y millones de gracias a Rodrigo Murillo por su amabilidad y por la grata conversación. Aprendí mucho y descubrí cosas inesperadas.
R.- Es algo que me han comentado más lectores. En una etapa de mi vida yo viajaba bastante a comunidades rurales muy aisladas para practicar el quechua, aunque no lo hablaba fluido. Entendí muy bien esa manera de hablar el castellano. Pero lo que me sorprende es que en la larga historia literaria del Perú nunca antes haya habido un libro en el que sus personajes hablen como se habla en zonas muy amplias del país. Es posible que, al leerme, haya gente del propio Perú que me cuestionen ese modo de hablar, pero es mi memoria fidedigna de cómo lo hacen.
P.- ¿Cómo fue para la población de Perú, cómo se vivió el terror de Sendero Luminoso?
R.- Es un tema verdaderamente traumático. Se trataba de un movimiento subversivo maoísta que, además, tenía una variante muy poco moderna de pensamiento. El trasfondo de esta lucha estaba nutrido de viejos odios sociales del país. Los testimonios de la gente que participó en esta historia tan triste han sido tan dramáticos y la violencia tan excepcional que actualmente no se habla del tema. En el libro de Chaves Nogales, A sangre y fuego, sobre la Guerra Civil Española, el autor cuenta que las historias de violencia por parte de los dos bandos eran tan terribles que la nacionalidad española, durante años, se consideró un agravio, una vergüenza. Yo creo que pasó igual en el Perú y prefieren que este horror no salga a la luz porque la violencia es tan desgarradora que se siente vergüenza de tu propio país.
P.- La llegada al poder de Fujimori con sorpresa en la segunda vuelta de las elecciones incluída, supuso el principio del fin de Sendero Luminoso. ¿Cómo consiguió un perfecto desconocido que casi ni hablaba castellano con fluidez ganar esas elecciones? ¿Y cómo sonsiguió un apoyo tan fuerte incluso después de dar un golpe "de facto" durante su mandato?
R.- Todo el mundo le apoyó. Ahora ocurre, y ha pasado con casi todos los dictadores, que una vez que dejan el poder pretenden explicarles en base a conceptos como la maldad o la corrupción pero sin explicarles a ellos. En este caso lo cierto es que los peruanos aceptamos darle el poder a Fujimori. Tras ganar las elecciones en 1990, da un golpe de estado en 1992 y curiosamente la población del Perú, en muchas encuestas y estudios, le apoyaban mayoritariamente. Fujimori utilizó la guerra contra Sendero Luminoso como excusa para tener el poder y el estar acabando con los subversivos le reportaba ese gran apoyo popular. Sólo después salió a la luz la enorme corrupción del régimen. Para entender lo que pasó hay que entender las circunstancias de lo que estaba ocurriendo entonces: a pesar de todos los escándalos de corrupción de Fujimori, la gente recuerda su lucha para acabar con Sendero Luminoso. Quizá por eso su hija, en las últimas elecciones, quedó a un solo punto porcentual de ser presidenta del Perú.
P.- Quizá la primera sorpresa de Fujimori fue vencer en las elecciones de 1990 sin que nadie lo esperase.
R.- Esa llegada al poder y el apoyo masivo que recibió en la segunda vuelta es muy sorprendente para los no peruanos. Era japonés (aunque con la nacionalidad peruana también), apenas sabía hablar español...y enfrente tenía a Vargas LLosa, que es una gran figura tanto en el Perú como a nivel internacional. Era la primera vez que en unas elecciones había un candidato con una proyección tan respetada internacionalmente. Todo el mundo pensó que ganaría sin problemas. Pero en una elección muy rara y absolutamente inesperada Fujimori se hace con la victoria de forma apabullante. Fundamentalmente porque se mostró ante la gente como un técnico puro que iba a mejorar la economía y a pacificar el país.
P.- ¿Y actualmente cuál es la situación en Perú? ¿Qué queda de aquellos años terribles, plagados de atentados y muertes?
R.- Es un Perú que a nivel de cifras marcha muy bien. Económicamente es uno de los mejores países de América Latina pero, lamentablemente, también es uno de los más corruptos. Sendero Luminoso supuso un gran trauma en la población en lo que se refiere a la izquierda como proyecto político capaz de regir un país. Sendero Luminoso y sus integrantes eran ultraextremistas y retrógrados pero la gente se ha quedado con la impresión, entre el trauma y la violencia que ejercieron, de que la izquierda no trae nada bueno. A ello le ha sucedido no hace mucho la experiencia de Venezuela. Hoy día hay casi 400.000 venezolanos exiliados en el Perú y en Colombia más de millón y medio y de ellos, muchos están en la calle pidiendo limosna o aceptando trabajos degradantes para poder sobrevivir. Eso en el Perú ha terminado de deslegitimar por completo a la izquierda. Actualmente la gente está muy desencantada de la política y eso ha generado que empresarios poderosos sin escrúpulos y muchos condenados por corrupción estén sentados en el Congreso. Y esto lo digo con gran tristeza y con gran vergüenza. Fujimori ha dejado un legado inmenso de corrupción y sus portavoces siguen ahí. Fue condenado y estuvo en prisión pero en 2017 obtuvo el indulto porque la gente le sigue recordando como el gran luchador contra Sendero Luminoso y de ser el artífice de la pacificación del Perú. La población está acostumbrada a la corrupción pero no a la guerra y con Fujimori se consiguió la paz. Ya no había miedo a salir, a que te pusiesen una bomba en una esquina.
Muchas gracias a la Editorial Nuevos Talentos y a María Penedo por descubrirme este libro y a este autor. Y millones de gracias a Rodrigo Murillo por su amabilidad y por la grata conversación. Aprendí mucho y descubrí cosas inesperadas.