Son esos diez años los que Juan Pedro Cosano nos va a poner ante los ojos en Nadie podrá quererle como yo, los que duró el matrimonio entre el rey español y María Luisa de Orleans, sobrina de Luis XIV. Un matrimonio de conveniencia que, para sorpresa de propios y extraños, fue feliz y estuvo envuelto en cariño y complicidad. Solo la "supuesta" infertilidad de la reina ensombrecía la unión. Estamos ante una novela de las que abren los ojos y el corazón, de las que nos empujan a querer saber más. De las que hacen cambiar opiniones y eliminar prejuicios. Pasad, que os daré detalles.
MI QUERIDA LISI
Tras un matrimonio concertado y por poderes en Fontainebleu con el rey español Carlos II, María Luisa de Orleans, sobrina de Luis XIV de Francia (el Rey Sol), llega a España. Carlos, tras siglos de endogamia entre las casas reales y con problemas desde su nacimiento, es un hombre feo, medio tullido, al que los cuadros de la época, por más que lo intentan, no consiguen agraciar. Nadie da nada por el matrimonio de los nuevos reyes aunque, contra todo pronóstico, son felices. Pero va pasando el tiempo y la reina no queda embarazada, lo que se convierte en la comidilla de la corte y la coloca en el punto de mira de los enemigos del rey y de quienes aspiran a hacerse con el trono español. Sin que nadie lo espere y de forma trágica y rápida, María Luisa muere, dejando al rey completamente desolado. La sospecha de que haya podido ser envenenada empieza a susurrarse. El rey Carlos, a sabiendas de que no puede fiarse de nadie, encarga una investigación al dramaturgo real, gran admirador de la reina, Francisco Antonio de Bances y Cardamo. El Imperio Español comenzaba a tambalearse y las grandes potencias pugnan por colocar a sus candidatos bien situados en la linea de salida al trono.
Estamos frente a una novela histórica bien armada y mejor contada y también frente a uno de los misterios históricos que tanto llaman la atención en cuanto se rasca un poquito. ¿Realmente la reina María Luisa fue envenenada? El autor, Juan Pedro Cosano, en el encuentro que mantuvimos con el en el Club de Lectura, nos contó que le "saltaron las alarmas" cuando leyó una biografía de la reina escrita por el Duque de Maura en la que más que hablarnos de la vida de María Luisa se dedicaba a intentar convencer al lector de que no había sido envenenada. Si casi tres siglos después alguien como él le dedicaba sus páginas, algo habría. También están las palabras de la propia reina en su lecho de muerte, asegurando que la habían envenenado.
Cosano, que ya me había fascinado en su anterior obra, El rey del Perú, cambia el registro y el momento histórico para situarnos en Madrid, en la corte de Carlos II, para regalarnos una ambientación fabulosa, tanto de la ciudad y todos los estratos sociales, como de la vida en palacio. Y lo que es, en mi opinión, lo mejor de todo: nos descubre a un Carlos II alejado de los estereotipos. No se queda en lo físico, sino en sus características como hombre y como gobernante. Un rey que mantuvo intacto el poder del Imperio Español, que consiguió sanear la economía aumentando el poder adquisitivo de sus reinos, que recuperó las arcas públicas y que supo rodearse de ministros de talla, los cuales, a su vez, colocaban en los puestos importantes a conocedores de las materias y no a nobles por su apellido. Un rey de paz, que se alejó de los conflictos y las guerras.
Además de tratarse de una fantástica novela histórica, tenemos una interesante subtrama de "detectives", en la que Candamo se ve inmerso para tratar de averiguar la verdad sobre la muerte de la reina. De este dramaturgo hay muy poca información, pero tuvo que ser todo un personaje por el que el rey Carlos II sentía un gran afecto y simpatía. Curiosamente, tras la muerte de la reina María Luisa, la obra de Candamo, vibrante y alegre anteriormente, se tornó más oscura y con más tintes políticos. Curiosamente, también se sospecha que murió envenenado.
Por las páginas de Nadie podrá quererle como yo aparecerán muchos personajes históricos de la época, dotados, todos, de una naturalidad apabullante, fuera, como en el caso del rey, de cualquier estereotipo. Los diálogos fluyen y la narrativa de Cosano nos envuelve consiguiendo emocionarnos y que nos sintamos parte de lo que está ocurriendo. Que nos pongamos, casi, en la piel de un rey que parecía sumar todas las desgracias físicas, pero capaz de sentir, de amar, de tomar decisiones. Con un elenco de secundarios sobresaliente, cada uno perfilado de forma admirable y que encajan en cada momento sin estridencias y sin parecer meros figurantes.
Que he disfrutado mucho leyendo esta novela creo que es evidente. Me gustan muchísimo, los libros que, además de entretener y mantener mi atención, me enseñan, me crean interés para investigar. Y este es un gran ejemplo de literatura para deleitarse y también para aprender. Para buscar. Para hacernos preguntas y sacar conclusiones. Para reivindicar la figura de Carlos II como hombre y rey y olvidarnos de leyendas negras y de mentiras una y mil veces repetidas.
"Y se alejó hasta perderse, como un fantasma, feo y contrahecho pero tremendamente digno, en la claridad lechosa del inmenso Salón de Reinos."