Que el Getafe Negro me encanta, creo que es bien sabido. No sólo por los nombres de los ponentes, participantes y escritores que vienen a presentar sus libros o a participar en mesas redondas, sino por cómo ha ido creciendo y consolidándose en el panorama de los festivales de novela negra y policiaca. Este año, si se puede hacer alguna crítica, ha desconcertado un poco la tardanza en publicar el programa definitivo, que a una semana del comienzo aún no estaba cerrado del todo. Pero salvando este imponderable, el resultado final ha sido brillante y ha estado plagado de grandes citas. No he podido acudir a todas las que hubiese querido, trabajo y obligaciones mandan, pero sí a las que más me interesaban y hoy os traigo una muy especial: la mesa redonda sobre Periodismo y Literatura que se celebró el pasado 20 de octubre en Tibermotor de Méndez Álvaro.
Moderada por Lorenzo Silva, comisario del festival, la mesa contaba con la presencia de cuatro periodistas que han dado el salto a la narrativa: Quico Chirino, autor de A la izquierda del padre y jefe de local del diario Ideal de Granada; Felipe Serrano, periodista de la Cadena Ser y su libro La flor del magnolio; Luis Núñez Villaveirán, con su novela 18 días, periodista de reportajes especiales multimedia para El Mundo y Juanjo Braulio, autor de Sucios y malvados, periodista valenciano de larga trayectoria tanto en medios privados como institucionales. La conversación fluyó con facilidad desde el primer momento y resultó apasionante, sobre todo cuando se tocaron las reticencias que muchos lectores tienen acerca del periodista que escribe un libro y que suele ser más sangrante si la periodista es mujer. Dejan de verse sus méritos periodísticos para centrarse en si de verdad merece estar en las estanterías o, si llega el caso de resultar premiadas en algún certamen, no se lo han concedido por ser quien es.
Lo primero que Lorenzo les pidió fue que hablasen de sus libros. Quico Chirino explicó que no consideraba que su novela fuese negra sino, más bien, una crónica social de finales de los 80 en la que se describe la vida y el fatalismo que rodean una barriada del extrarradio. Sobre todo le interesa una historia que provoque al lector y que contenga hechos que ya hayan existido o que muy bien podrían existir. También en su obra ha introducido una reflexión sobre los medios de comunicación.
Felipe Serrano nos contó que antes de La flor del magnolio ya había escrito otros dos libros que no son de ficción. Al haber hecho crónica política durante muchos años quería distanciarse de ello y meterse de cabeza en la ficción, aunque acabó dándose cuenta de que ésta, en muchos sentidos, tiene mucho que ver con el relato periodístico. Juanjo Braulio confesó que, con motivo de su profesión, le ha tocado contar cosas que parecián mentira pero resultaban ser verdad, así que, como novelista, ha intentado contar mentiras para, así, plasmar verdades. Puso como ejemplo al personaje de Richelieu en las novelas de Dumas, cómo el autor francés nos ha convencido de sus oscuros ardides para hacerse con el trono u hostigar a la reina. Partiendo de la verdad histórica, Dumas crea un entramado de mentiras que han pasado a la historia de la literatura. En Sucios y malvados quería hablar, sobre todo, de la violencia de género como terrorismo de baja intensidad que, en los últimos años, se ha cobrado más muertes que las de ETA, Grapo y el 11-M juntos. Aseguró que la literatura te permite contar lo que el periodismo no te permite y que, a la hora de escribir, su profesión le ha dado una obsesión por el dato, por la exactitud de lo que escribe.
Por su parte Luis Núñez Villaveirán explicó que él empezó en el periodismo como rebelión juvenil contra sus padres. Era una manera de contar historias que, muchas veces, dan más miedo que cualquier ficción. Para escribir su novela ha partido de una entrevista que tuvo hace tiempo con una persona que había estado en una cárcel de Marruecos. Actualmente acaba de volver de los terribles incendios de Galicia y ha conseguido entrevistar a antiguos pirómanos: le ha servido para corroborar que la maldad pura existe en este universo. Eso es lo que ha tratado de plasmar en 18 días. Y asusta.
En lo que los cuatro estuvieron de acuerdo es en que la literatura actúa sobre lo probable y el periodismo sobre lo probado. De hecho Quico Chirino manifestó que la narrativa le permitía una suerte de ajuste de cuentas sobre hechos de los que saben que están, que han sucedido, pero que, como periodistas, no pueden probar. Respecto a si un periodista, por definición, tiene que ser forzosamente un buen escritor Felipe Serrano negó esta premisa. El periodismo, sobre todo, es inmediatez y la escritura tiene terreno abonado para la reflexión y el sosiego. Hubo una frase de Felipe que me encantó: el periodismo es literatura con prisas.
En cuanto al poder de los medios de comunicación, Juanjo Braulio aseguró que los medios de comunicación son armas y tienen intereses muy concretos. Por supuesto que esto es legítimo, incluso a la hora de defender una postura y la contraria si eso reporta beneficios (puso otro ejemplo palmario: Jordi Évole y Paco Marhuenda trabajan ambos para el Grupo Planeta y no pueden tener ideas más contrapuestas). En realidad te está vendiendo ambas cosas y obteniendo beneficio de las dos, pero en eso radica también la diversidad. A la hora de escribir una novela te liberas de los esquemas que requiere el periodismo, de sus ataduras. A nivel personal Juanjo cree que en los últimos tiempos se ha vuelto al periodismo militante, ese en que cada medio, periódico o cadena de radio o tv se posiciona políticamente o con determinadas ideas. A finales del siglo XIX y principios del XX los partidos políticos tenían sus propios periódicos y desde ellos lanzaban sus mensajes o sus proclamas, lo que se veía como completamente normal. Fueron los lores de la prensa británica los que rompieron con esto y los que lanzaron la prensa sensacionalista, consiguiendo fuertes beneficios con noticias como los crímenes de Jack el Destripador.
Los cuatro periodistas y escritores aceptaron que en una novela puedes escribir de la forma más libertaria posible, aunque puede suceder que no te lea nadie. Pero te liberas de tabús, de las barreras que día a día se encuentran en su trabajo diario como periodistas. Luis afirmó que en las novelas se hace un ajuste de cuentas con la profesión, pero también en lo sentimental y en lo social. Por ejemplo, en el sangrante tema de la inmigración, que él ha vivido muy de cerca, una novela puede servir para contar lo que en la realidad no se ha defendido o tratado como se debería. Cree que la literatura sirve para ese tipo de reivindicaciones también.
En cuanto al estilo de escritura al pasarse a la novela, estuvieron de acuerdo en que a la hora de escribir ficción cambian por completo la manera de expresarse aunque sí mantienen ciertos automatismos como la pasión por el detalle, por dar veracidad a los hechos. Obviamente, ambos tipos de escritura, aunque alejados en estilo, pueden estar conectados aunque la novela, la narrativa, otorga muchos más recursos a la hora de escribir: primero por la libertad que concede, al no estar sometidos a los esquemas más rígidos del periodismo (tanto a nivel de número de palabras como de tratamiento de la noticia) sino también por las ténicas y figuras retóricas que pueden utilizar. Novela es, para ellos, sinónimo de libertad escritora.
Tras casi dos horas de charla que se hicieron muy cortas, Lorenzo Silva puso punto final agradeciendo a los integrantes de la mesa y al público su asistencia. Hubo tiempo para alguna firma y para comentar con ellos cómo había transcurrido el coloquio, en un ambiente muy cordial.
Antes de acabar me gustaría agradecer de forma especial a Juanjo Braulio por su amabilidad y por haber estado pendiente de avisarme personalmente de su participación en esta mesa redonda. Y gracias también a Lorenzo Silva no sólo por haber llevado la moderación con entusiasmo y buen ritmo, sino en especial por su gentileza siempre conmigo en todas las ocasiones en que coincidimos.
Muchas gracias, Yolanda, por esta crónica tan minuciosa. Siempre es un placer leerlas cuando una no puede estar presente en el evento. Besos
ResponderEliminar¡Se ve que lo disfrutaste!
ResponderEliminarUn besos
Pagaría `por poder asistir, es un lujazo poder hacerlo. Muchas gracias por tu crónica que nos acerca un poquito y nos mata de envidia.
ResponderEliminarUn beso
A mí estas cosas me dan una envidia...el año pasado estuve en Cartagena Negra con Lorenzo y Nieves Abarca y Vicente Garrido y disfruté como una enana.
ResponderEliminarUn beso guapa!
Gracias por la crónica. Yo, un año más, no pude asistir a nada de lo que me interesaba.
ResponderEliminarBesos