Al igual que soy una enamorada de la historia de mi ciudad, lo soy de sus fotografías antiguas y sus planos. Porque la geografía de Madrid ha cambiado sustancialmente, aunque a fecha de hoy sigue habiendo lugares comunes con la época, como la Plaza Mayor, la Puerta del Sol (aunque, desde luego, no tiene nada que ver con la actual), Puerta Cerrada o la Plaza de la Cebada (en aquel entonces no pasaba de Plazuela de la Cebada). Perderme en el plano de 1620 mientras leía ha sido un disfrute añadido. Libelo de sangre convierte a Madrid no solo en un escenario único y fascinante sino en un protagonista más, con sus calles estrechas, la pobreza campando a sus anchas en muchas de ellas, el frío mordiente del invierno, la capital del imperio más grande conocido que se desmoronaba casi ante los ojos de sus habitantes.
Constantemente recordaba, durante su lectura, una frase de mi siempre admirado capitán Alatriste:
"A este tiempo infame lo llaman Siglo de Oro. Más lo cierto es que, quienes lo vivimos, oro vimos poco, y plata la justa. Sacrificios estériles, gloriosas derrotas, corrupción, picaresca, miseria y poca vergüenza, de eso sí que tuvimos a espuertas. Lo que pasa es que luego uno va y mira un cuadro de Diego Velázquez, oye unos versos de Lope o Calderón, lee un soneto de don Francisco de Quevedo, y se dice que tal vez mereció la pena."
"...POLVO SERÁN, MÁS POLVO ENAMORADO." - FRANCISCO DE QUEVEDO
En una noche heladora y oscura, tres bebés son dejados en el torno de la inclusa. Cada uno llega allí por notivos diferentes, pero con un solo fin por parte de quienes les depositan: ponerles a salvo y evitarles la muerte por hambre y frío. Este es el desolador arranque de Libelo de Sangre tras el que, a modo de "flashback", la acción se remonta a tres meses atrás. Allí entraremos en la vida de Sebastián Castro, que ejerce de escribano en la Villa y cuenta con una brillante reputación, y su esposa, Margarita Carvajal. Acaban de ser padres de su segundo hijo y todo parece marchar de forma amable y tranquila en su día a día. Pero la acusación contra ellos de haber participado en un libelo de sangre (delito por el que se culpaba a los judíos de sacrificar a niños cristianos para hacerse con su sangre) les pone a merced de la Santa Inquisición. Su hijo mayor, Alonso, de apenas trece años, decide hacer todo lo que sea posible por salvar a sus padres, abandonando su cómoda vida. Aprenderá a sobrevivir en las calles gracias a dos pilluelos, Antonio y Juan, y no pierde la esperanza en que el dinero o un inesperado golpe de suerte salve a sus padres de la hoguera. Un sueño comienza a hacerse fuerte en su mente: estudiar Leyes en la universidad e impedir las injusticias sobre los inocentes.
Si hay algo que resulta evidente desde que empezamos a perdernos en las páginas de Libelo de Sangre es que estamos disfrutando de un auténtico viaje en el tiempo. La ambientación, las descripciones, el lenguaje... todo está tratado con mimo y colocado en su lugar. Madrid se nos presenta como la Villa en la que conviven, sin problema, reyes, nobles, clérigos y ciudadanos pudientes mezclados con gentes de clase muy humilde, de los que solo han de preocuparse por si comerán hoy. Un Madrid como cabeza de un descomunal imperio, pero con los pies de barro. Y, sin embargo, un Madrid vivo, caballero y pícaro, donde los mentideros eran el lugar habitual de intercambio de noticias y cotilleos. También un Madrid brillante y culto, lleno de genio y talento a pesar de todo.
Sandra Aza ha dibujado la ciudad con precisión, por lo que, a pesar de los cambios sufridos por ella desde aquel 1620, no es complicado orientarse por sus calles. Pero también hace el mismo ejercicio con los ropajes de los protagonistas, los interiores de las viviendas, el trato entre iguales y con los servidores e, incluso, la gastronomía de la época. La labor de documentación ha debido ser brutal.
Libelo de sangre es, en ese sentido, una novela costumbrista, pero, sobre todo, es una novela de acción, de aventuras y muchas desventuras. Además es un cálido canto a la familia y a la amistad, esos lazos que no se rompen por mucho que se estiren. Y también a la capacidad de sobrevivir incluso en las peores circusntancias, a intentar no perder la dignidad ni el honor que, en muchas ocasiones, es lo único que nos queda.
Estructurada en 57 capítulos y con un desarrollo ligero y fácil de leer a pesar de su extensión (más de 800 páginas), nunca tenemos la sensación de estar ante decorados de cartón piedra ni ante comportamientos impostados, todo fluye, todo es natural. Esto último es muy de agradecer sobre todo en los diálogos, que en algunas novelas históricas suenan impostados y muy poco realistas.
Si tengo que ponerle algún "pero" a esta novela es que, a pesar de todo lo anterior, ha habido alguna escena que sí me ha parecido poco real y, quizá, algo teatral, pero afortunadamente son apenas unos párrafos que no afectan al conjunto. Y, de igual manera, algunos diálogos con la criada gallega de la casa de Sebastián y Margarita, obligan al lector a un esfuerzo de comprensión, aunque acabas por cogerles el aire.
Iremos conociendo cómo funcionaba la Inquisición en sus procesos, sentiremos el temor que causaba a buena parte de la población. También cómo funcionaba la compra de la limpieza de sangre para los judíos o descendientes de judíos, siempre en el punto de mira tanto del tribunal eclesiástico como del resto de la población, que nunca dejó de considerarles ajenos y hasta peligrosos. Incluso a aquellos que ya habían cambiado su fe y vivían y se comportaban como cristianos viejos. Siempre tuvieron la espada colgada sobre sus cabezas.
Para todos aquellos que disfrutáis de la novela histórica, dejaos embrujar por Libelo de sangre, una gran primera novela que augura un buen futuro en la escritura a su autora, Sandra Aza. Su pasión por la literatura es patente a lo largo de toda la trama al igual que sus recursos como escritora, alternando episodios de gran intensidad con otros más templados en los que asimilar lo que está sucediendo. Una novela para disfrutar y emocionarse. No puedo más que recomendarla.
"Madrid, que no hay ninguna villa, en cuanto el sol dora y el mar baña, más agradable, hermosa y oportuna, cuya grandeza adorna y acompaña la Corte de los Césares de España" - Lope de Vega
Habrá que tenerla en cuenta. Besos
ResponderEliminarMe has convencido y eso que no estoy yo muy de histórica últimamente, pero gusta todo lo que nos cuentas.
ResponderEliminarBesos.
Me encanta la novela histórica y procuro acercarme a ella cada vez que se presenta algún título apetecible o que se ambiente en una de mis épocas históricas favoritas. Me apunto el título para más adelante. Besos
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarme la llevo; me gusta todo lo que cuentas así que la apunto para ver si puedo hacerme con ella.
Un beso, guapa
Hola, la novela histórica me gusta mucho y esta tiene una pinta estupenda, me la llevo para futuras lecturas. Besinos.
ResponderEliminarPara los madrileños será un flipe leer esta novela. Es interesante lo que cuentas, así que me has hecho un bonito descubrimiento. Feliz fin de semana preciosa. Besos
ResponderEliminarUna novela y reseña maravillosa ♥️♥️♥️
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ResponderEliminarFantástica reseña para una novela que no defrauda.
ResponderEliminarLo leí y quedé encantada con la novela, la disfrute y aprendí al mismo tiempo. Esperando la segunda parte ya que su autora, Sandra Aza, nos lo ha prometido.
ResponderEliminarMe encanta este tipo de lectura ,
ResponderEliminarAunke me esperaba la segunda parte .
Me h e kedado con ganas de la 2 parte .
Me ha encantado, espero que pronto llegue la segunda parte
ResponderEliminar¿Para cuando la segunda parte?
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