viernes, 22 de enero de 2021

NO MORIRÁS de Blas Ruiz Grau

¿Cómo cerrar una trilogía? ¿Cómo poner punto final a una historia que lleva a sus espaldas años de trabajo, de documentación, con personajes que sabes que ya se han quedado en la memoria de muchos lectores? No debe ser fácil, desde luego. Quienes me conocéis, sabéis que no soy mucho de seguir sagas. No sé si es la edad, que me hace no querer cosas a largo plazo, pero en los últimos años opto casi siempre por novelas y libros autoconclusivos, lo que no quiere decir que me cierre por completo a bilogías, trilogías o similares si quien las escribe me gusta o (y lo digo con todas las consecuencias) me cae bien. Yo nunca había leído al Blas autopublicado, el que contaba con legiones de seguidores. Llegue a él con No mentirás, la primera entrega de esta trilogía dedicada al "mutilador de Mors", que veía la luz a través de Ediciones B. Y bueno, pues creo que algunos recordaréis que en mi reseña, aunque remarcaba que la historia era muy entretenida, que atrapaba al lector y que contaba con giros sorprendentes, hablé de ciertos fallos, del mal uso de algunas palabras y de un puñado de incongruencias que, en mi opinión, deberían haberse filtrado y mejorado con una buena corrección y una edición cuidadosa.

Pero Blas es un superviviente (en todas las facetas de su vida) y sabe agarrarse fuerte a las tablas necesarias para capear el temporal. Se atrevió dar un paso adelante en su modo de narrar en la segunda entrega, No robarás, puliendo muchas de las cosas que antes estaban llenas de aristas. Y ahora, en No morirás, ha vuelto a dar un salto de calidad. No puedo negar que el modo de escribir de Blas es muy personal. Muy propio. No se parece a nada que hayamos podido leer antes. Prima, por encima de todo, el uso de frases cortas, la inmediatez, la tensión desgranada a cada vez mayor velocidad. Quizá no es un estilo muy ortodoxo, pero es el suyo, y en él se maneja con una soltura envidiable. No morirás cierra no solo la trilogía, sino un ciclo, y lo hace cuadrando todos los elementos. 

NO ERES EL DIABLO. ERES UN INTENTO

Nicolás Valdés lleva más de un año sin dar señales de vida. Desapareció del mapa al final de la anterior entrega, desbordado por todo lo que había sucedido e incapaz de hacer frente siquiera a su reflejo en el espejo. Sus compañeros de la policía han tratado de seguir con sus vidas y sus trabajos, pero se sienten, en cierto modo, traicionados por la espantada de Nicolás. Fernando, a su vez, parece haberse hibernado y tampoco ha vuelto a dejarse ver ni a cometer ninguna atrocidad. Pero esta calma tensa tiene de fondo un temporizador para que, en un determinado momento, todo vuelva a saltar por los aires. Y es que solo una persona podría hacer que Nicolás vuelva de su exilio voluntario para enfrentarse, en un último duelo, a Fernando, que ha aprovechado su "descanso" para planificar y ejecutar un plan que volverá a sembrar el terror en Madrid. El fin último es acabar con Nicolás, destrozándole también emocionalmente. La partida ha comenzado. 

Contado así, a priori, y para alguien que solo ha seguido la trilogía desde fuera, podría plantearse la pregunta de ¿otra vez Fernando matando gente con un plan oculto? Pues sí y no. Fernando es un asesino psicópata convencido de que lo que hace, hay que hacerlo. Que el fin justifica los medios y que hay ciertos hechos que no pueden quedar impunes. Matar, para él, es la manera de conseguir llegar a su meta particular y lo hace a conciencia, disfrutando y creando un escenario que, visualmente, impacte. Cada muerte es un mensaje a descrifrar, una miguita en el camino que lleva a su objetivo final. Obviamente, no lo pone fácil y, además, acelera el ritmo para que seguirle sea una tarea de titanes.

En este momento, Nicolás Valdés es cualquier cosa menos un titán. Optó por borrarse de todo en una decisión egoísta y poco valiente, pero que tenía mucho que ver con su agotamiento psicológico. Pero ahora es momento de volver, aunque la decisión no sea fácil. Un terrible suceso en el Templo de Debod y una fotografía van a ser una soga que tire de él de vuelta a Madrid. Y aquí le esperan sus amigos, sus compañeros y sus superiores que siguen escocidos y decepcionados por la huída del inspector, especialmente Alfonso. Pero no hay tiempo que perder, la espoleta ha saltado y ahora han de volver a formar una piña unida.


En No morirás vamos a volver a conocer la parte más íntima de los protagonistas, incluso la que no comparten con nadie. En el caso de Sara, por algo que puede afectar a su vida y su futuro. Sara vive con una máscara, buscando el respeto de sus compañeros y no dejando ver ni una sola debilidad. Pero lo que le sucede en esta entrega hará que su personaje evolucione, que se le rompan algunos diques de contención y que se de cuenta de que sola no puede escalar todas las montañas. Alfonso no cambia, es ese amigo que todos querríamos tener, capaz de decirnos las cosas que nadie más nos diría y que, aunque esté enfadado hasta la ira, conserva la lealtad. A Nicolás esta fortaleza le hace falta. Sabe que marcharse fue la peor decisión de su vida, pero estaba perdido en su propia autocompasión. Ahora va a tener que dejar todos sus fantasmas a un lado y agarrar fuerte las riendas de un caballo desbocado, mientras intenta recuperar la amistad y el apoyo de los suyos. 

Si bien, como os decía al principio, el estilo de Blas tiene sus propias particularidades, en esta tercera entrega ha seguido puliendo tanto diálogos como la parte narrativa. Sigue utilizando frases cortas, que a veces son como disparos de metralleta, especialmente en las escenas más tensas consiguiendo que, como lectores, nos sintamos cada vez más inquietos. Él mismo reconoce muchas veces que su técnica no es la más pulida ni la más ajustada a los cánones, pero a medida que escribe los defectos que puede tener los va difuminando y haciéndolos más pequeñitos. Hay veces que la línea temporal se le acorta en exceso y otras en que puede pecar de generosidad en lo que a homenajes a compañeros escritores se refiere, pero al fin y al cabo es lo que él quiere, lo que busca y lo que le convence.

Toda la acción de No moriras transcurre en las calles de Madrid, una ciudad que aparece dibujada con soltura y que pasa a ser un tablero único para que Fernando y Nicolás traten de darse jaque mate. La aparición de Carlos, sometido y aplastado bajo la personalidad de Fernando, que lucha por volver a la luz, será una de las bazas más atractivas de la novela. 

Tensión a raudales, crímenes terribles, una cuenta atrás angustiosa... motivos hay más que suficientes para disfrutar cada capítulo de No morirás. Y, por supuesto, llegar al final de ese duelo, sea el que sea. ¿Nicolás o Fernando? Se admiten apuestas.

6 comentarios:

  1. Bueno, pinta fenomenal!!
    Lo anoto, además me encanta el género.

    Besotes

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  2. Pues fíjate que a mí la primera entrega me gustó pero es cierto que quizá desde la distancia no lo suficiente para seguir y veo que no ha ido más que creciendo. También Laky coincide en que el cierre es buenísimo, aunque es cierto que te tiene que gustar el estilo, pero a mí no me disgusta, eh? Es un libro!
    Besos

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  3. No sé, cada vez me cuesta más animarme con este género y aún más si ya vsn varios libros. Estoy un poco rarita con las lecturas, lo reconozco.
    Un beso

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  4. Te leo y sólo me apetece volver a perderme entre las líneas de "No morirás". 🌷🌷🌷

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  5. Hola reina mía. Tenía ganas de leer esta reseña, la última de la trilogía porque yo sí recordaba aquella primera opinión tuya. Me alegro mucho que Blas haya dado un salto de calidad. Como dices, es un superviviente. No he leído esta saga aunque sí que conozco a Blas de otro libro anterior, que no tiene nada que ver con esto. Me parece un tío majo y sincero, honesto y abierto, así que me alegro un montón que le vaya bien. A ver si saca libro nuevo, al que me pueda enganchar. Como tú, no suelo ser de sagas, pero con alguna me animo. Besos

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  6. No me animé con esta trilogía y ahora ya va a ser que ni loca me meto con los tres tochos y eso que, según os leo, veo que los hubiera disfrutado, pero la vida no me da para más.
    Besos.

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