Como creo que nos pasa a muchos en estos tiempos extraños: mi ánimo no está para echar cohetes. Muchas facetas de mi vida han dejado de existir, la falta de contacto con mi familia y amigos me acabará convirtiendo en una especie de ermitaña feroz y el tema laboral mejor lo obviamos para no llorar. Supongo que por todo eso me quedé pegada desde la primera página a Con esto y un bizcocho, porque no es más (ni menos) que el relato del día a día de una familia que tiene que enfrentarse a lo bueno, a lo malo y a lo regular pero contado de un modo tan cómplice y tan acogedor que acabas sintiéndote parte de ellos. Es positividad pura, esperanza, superación de las cosas que la vida no pone de cara... pero sin lecciones de moral ni frasecitas de autoayuda. Y ambientada en Vigo, donde pasé uno de los mejores veranos de mi vida y bajo cuyo puente de Rande descansan unos galeones de los que puede que os hable algún día. Venid, que os cuento.
COMO UN CALDO CALIENTE EN UN DÍA DE VERANO
Mariana Nogueira regresa a la casa familiar de Vigo tras una temporada de trabajo y vida en Madrid. Un terrible accidente de coche ha dejado en ella muchas secuelas físicas de las que tiene que recuperarse, aunque la herida más profunda la lleva en el alma: el chico que conducía el coche en el que ella tuvo el accidente falleció y se siente tremendamente culpable. La vuelta a su casa, a sus orígenes, al cariño de su padre y sus hermanos, que se van a desvivir por ella, son la mejor ayuda que puede tener pero, además, su padre la animará a visitar a un psicólogo, el doctor Ventura, para que también sanen las llagas del alma. El camino va a ser largo, pero Mariana, incluso dentro de la felicidad que le supone estar con los suyos, no deja de perderse en la pena y la culpa por lo sucedido. Paso a paso las nubes de su cabeza comienzan a disiparse, pero una llamada a su móvil le removerá acontecimientos del pasado. Sin embargo, lo que parecía un paso hacia el abismo se convertirá en el asidero más importante para querer volver a vivirlo todo.
Así en frío y a priori puede que parezca una historia sin demasiada "chicha", ¿verdad? Lo que la convierte en especial es el modo en que Amara Castro Cid lo cuenta. No se recrea en el sufrimiento, ni en la pena, ni trata de dar consejos, ni nos lanza frases motivadoras. Es la vida pasando ante nuestros ojos. Y he de confesarlo: mientras leía esta novela me he sentido como la pequeña cerillera del cuento de Andersen. Seguro que la recordáis: esa niña pequeña que vendía cerillas la noche de Nochebuena, con un frío atroz en la calle y, buscando calentarse, se sentó y comenzó a encender los fósforos. En la luz de cada uno imaginó un hogar caliente y acogedor, una familia amorosa, el amor, los abrazos. Pues esa era yo, sin su triste final, leyendo Con esto y un bizcocho. Miraba a través de las ventanas la felicidad ajena, el amor incondicional de un padre, las amigas que siempre están, la seguridad de un hogar y, qué le voy a hacer, he añorado muchísimo lo que nunca tuve.
Mariana es la pequeña de cuatro hermanos. Con apenas 24 años no deja de ser, en cierto modo, una niña. A pesar de que ha vivido independiente en Madrid, toda su familia y Cecilia, la mujer que la ha cuidado desde pequeña, hacen lo imposible por ampararla, protegerla. Iremos conociendo a todos los miembros de la familia, a los que Amara describe siempre con cierta luz y con toques muy inteligentes de sentido del humor. Cada uno tiene sus problemas, luchan sus pequeñas batallas diarias, pero juntos son invencibles. No es una novela en la que pasen grandes cosas, ni en la que los personajes se vean forzados a ser héroes. Es un día a día. Familiar, entrañable y positivo.
También hay momentos duros: la culpa de Mariana y su pena, las páginas pasadas en la vida de alguno de los personajes que duelen por lo reconocibles, esas tristezas cotidianas que todos vamos acumulando, que nos miman y nos quitan la tierra bajo los pies. Pero el amor y la familia tamizan esos momentos oscuros que acaban siendo los de cualquiera.
Supongo que el mensaje principal de Con esto y un bizcocho es que el pasado está ahí y nada lo puede cambiar, aunque sea el más terrible del mundo. Pero lo que sí podemos hacer es mirarlo desde una perspectiva diferente, tomar otros caminos para rodearlo y que no nos embista como un Vitorino loco. Aceptarlo y asumirlo, procurar que nos haga el menor daño posible y perdonarnos... qué fácil parece y qué complicado es en realidad ¿verdad? Mariana va a transitar esos caminos paralelos y acabará por ir de la oscuridad a la luz (la metáfora del portal en el que tiene su consulta el doctor Ventura tiene mucho de esto) pero, como os decía arriba, sin ánimo moralizante, sin dar lecciones.
La forma en que Amara Castro Cid nos cuenta esta historia es como una mantita en el sofá una tarde de lluvia. O como esa taza de caldo caliente en un día de verano: parece que no es la mejor idea, pero nos entona, nos hace dejar de sudar y, al final, tenemos mucho menos calor. Esto lo aprendí en Egipto con las infusiones de karkadé. En el encuentro Zoom que tuvimos con la autora nos dijo que ella no puede hacer gran cosa por mejorar en mundo, pero sí que algunas personas se sientan mejor después de leer su libro. Y lo consigue, os lo aseguro.
Cada uno de los personajes, incluso los que al conocerlos se nos hacen más antipáticos, acaban demostrando que son cercanos, que acompañan, que luchan sus propias batallas personales pero están cuando se les necesita. La vida tiene futuro, siempre. Que la familia no son solo lazos de sangre sino que se puede construir de muchas maneras, pero todos necesitamos a alguien que nos sujete cuando sopla el vendaval.
He acabado Con esto y un bizcocho tan sorprendida como emocionada y un poco dolorida (aunque esto último es puramente personal). No esperaba que una novela de este tipo de gustase tanto ni que me hiciese sentir tanto. Y si bien es verdad que ha conseguido que vuelva a echar en falta lo que ni tuve, ni tengo, ni tendré, mi corazón agradece haberlo leído. Dadle una oportunidad, es una novela perfecta para "despejarnos" y para sonreir al acabarla.
Yo tampoco puedo evitar terminar la frase del título. Cuando lo vi me llamó la atención pero pronto otros títulos tomaron más peso y como no nos da tiempo a leer todo lo que queremos se quedó en el camino. Besos.
ResponderEliminarMe hizo viajar a los años en los que yo también fui la niña en mi casa. Única chica de cuatro hermanos, no fui mimada ni consentida, pero si muy "protegida". Al igual que a ti, el estilo de Amara me ha cautivado ❤️. Qué bello leerte Yoli 🤩🤩🤩.
ResponderEliminarMe hizo viajar a los años en los que yo también fui la niña en mi casa. Única chica de cuatro hermanos, no fui mimada ni consentida, pero si muy "protegida". Al igual que a ti, el estilo de Amara me ha cautivado ❤️. Qué bello leerte Yoli 🤩🤩🤩.
ResponderEliminarMagnífica reseña Yoli!!!💖💖
ResponderEliminarMe gustan estas historias en la que efectivamente parece que hay poca chicha, como si simplemente narrar la vida fuera moco de pavo. Tomo nota del título, del que te confieso hubiera dejado pasar sin dudarlo, yo soy muy fetichista para estas cosas y este no me convence.
ResponderEliminarBesos.
Lo has clavado, sin grandes aspavientos ni frases el mensaje esta claro y solo hay que tomarlo. Buena lectura.
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarme has convencido y eso que nunca me hubiera fijado en este título.
Un beso
Hola Yolanda,¡ que preciosa te ha quedado la reseña y que emotiva!. Lo vi en la librería cuando fui a encargar otro libro, pero no tenía ni idea de que iba, porque esta es la primera reseña que leo. Tomo nota. A mi también me pasa que empiezo a leer el título y lo termino por mi cuenta. Besinos.
ResponderEliminarSe me había pasado por completo esta novedad pero tengo que ir descartando títulos porque se me acumulan las lecturas, aunque esta la dejo en standby viendo cuanto la has disfrutado. Besos
ResponderEliminarPues la verdad es que no me había llamado nada la atención este libro y ahora, después de leerte...lo cotidiano parece que no da para mucho pero las vidas siempre tienen profundidad detrás por sencillas que sean. Me lo anoto y ya decidiré.
ResponderEliminarBesos
Pues parece un libro de esos que me gustan. Por aquí, ya ni llueve, con lo bien que me vendría para leer esta novela. Y lo de recurrir al caldito aunque sea verano, pues mira, no te diré que no. Como decía mi madre, no alimenta pero caliente el cuerpo jejeje... En fin, que veo que parece una lectura de esas amables, que sientan tan bien, aunque también se narren situaciones duras o complicadas. Anoto. Besos
ResponderEliminarNo me llamaba ni el título ni la portada pero me gusta lo que cuentas así que la voy a apuntar a ver si llego a ella.
ResponderEliminarBesos