martes, 29 de junio de 2021

NOCHE Y NIEBLA EN LOS CAMPOS NAZIS de Mónica G. Álvarez

Retomo el blog, después de unas semanas de puro agotamiento mental, con un libro de esos que, a priori, no elegiría. No porque carezca de interés ni porque no sea un gran ensayo, que lo es, sino porque a mí todo lo que tenga que ver con los campos de concentración me escuece mucho en el alma. Por eso procuro alejarme de ellos en lo posible. Lo que me decidió a leerlo fue que, según vi en el dosier de prensa, eran historias de superación y de esperanza, de once mujeres españolas que consiguieron sobrevivir al horror del campo de Ravensbrück y rehicieron sus vidas. Historias que, en muchos casos, ellas mismas no contaron en primera persona, sino a sus hijos o familiares más cercanos que son sus mejores valedores hoy día. Incluso hubo alguna que procuró no contar gran cosa sobre aquella experiencia terrible y han sido sus descendientes los que han reconstruido lo que sucedió.

Mónica G. Álvarez se ha documentado, ha buscado a las que aún viven o a quienes podían hablar de ellas, ha viajado al propio campo de concentración y se ha empapado del dolor que siguen destilando sus muros. Pero sobre todo ha reconstruido las vidas de once mujeres valientes que supieron superar la peor de las experiencias y cuyo legado debe ser conocido y reconocido. 

EL INFIERNO EMPIEZA AQUÍ

Escuchar los nombres de los campos de concentración provoca un escalofrío muy reconocible en cualquiera con un mínimo de sensibilidad. A mí me sucede siempre. Campos de barracones en los que la labor de matar se convirtió en un engranaje muy bien engrasado: primero se mataba la identidad, la humanidad de los allí recluidos, se les reducía a números y a despojos humanos vestidos a rayas y marcados como a reses, y después se les mataba físicamente. Montañas de muertos. Ni piedad, ni dignidad, ni derecho a nada más que a desaparecer. 

Entre los miles de prisioneros que el Tercer Reich decidió que había que exterminar en aquella "Solución final", que aún espanta por su metódica frialdad, un grupo de mujeres españolas, la mayoría huidas a Francia durante de Guerra Civil (incluso militando en la Resistencia Francesa) acabaron en esos campos. A la mayoría se las registró como Nacht und Nebel, Noche y Niebla, una categoría temida por encima de otras ya que estaban condenadas a la cámara de gas después de vivir en las peores condiciones y de sufrir innumerables humillaciones.

Noche y Niebla en los campos nazis, escrita con vigor periodístico pero sin perder de vista las desgarradoras experiencias de estas mujeres, nos habla de once supervivientes que hicieron lo posible por no perder su propia humanidad, por levantarse una y mil veces, por luchar contra un monstruo enorme y aterrador que las amenazaba día tras día. Es un libro directo, real, tal como merecen sus protagonistas. No se hurtan escenas o situaciones que nos van a erizar la piel, atrocidades médicas, castigos que hoy creemos imposibles, pero es necesario que nada de todo aquello se olvide.


Todo lo que se recoge en este libro debería servir como concienciación, tanto para las nuevas generaciones como para los que ya tienen cierta edad, porque enseña a cómo poder reconocer el odio, darnos cuenta de que ese odio es capaz de transformarnos en lo peor y cometer actos que no parecen humanos. Las once historias que la autora nos trae tienen como base común que todas ellas, las mujeres protagonistas, fueron deportadas desde Francia y, como la propia autora nos confesó en el encuentro que mantuvimos con ella, ninguna de ellas hubiera podido ser contada sin la ayuda de sus familiares, que llenaron los huecos vacíos y hablaron de su vida como madres, esposas y abuelas. 

A fecha de hoy, estas once mujeres, como tantos otros asesinados o supervivientes en los campos, han sido olvidadas. Nunca se las ha reconocido ni se les ha rendido ningún tipo de homenaje. "Al margen de cualquier ideología política", decía Mónica, "deberíamos hacerlo y reconciliarnos. Igual que con todo lo referente a la Guerra Civil, la reconciliación es necesaria para sanar las heridas, no para reabrirlas". 

En el libro se nos cuenta que estas once mujeres hallaron su motivación para resistir en sus convicciones ideológicas, pero Mónica nos aseguró que no creía que esta fuese su razón única. El amor ayudó siempre. Amor a sus semejantes, a sus compañeras de infierno, al marido, a la pareja, a la familia que habían dejado atrás. En los campos de concentración, para sobrevivir, necesitabas agarrarte a algo fuerte. Hubo quienes lo hicieron a su fe, cada asidero era importante. Da igual de qué se tratase.

Cada capítulo y cada biografía van encabezados por una frase que no es de la autora sino de cada una de las protagonistas. Algunas de ellas han podido ser contadas por ellas mismas, pero en otros casos ya no podía ser, por lo que son otros quienes les dan voz, generalmente sus hijos o su familia más cercana. También cada capítulo se inicia con una anécdota curiosa de la protagonista, algo dulce o amable que, al igual que la frase, las represente, nos cuente con una pequeña pincelada cómo eran o como siguen siendo. El orden de las biografías se basa simplemente en el orden cronológico de su llegada a Ravensbrück, porque de eso sí que hay registros. Es realmente complicado no meterse hasta el cuello en cada una de las historias, aunque nos hielen el alma, porque son las víctimas las que hablan.

Noche y Niebla en los campos nazis es una lectura que duele, sí, pero realmente necesaria porque no podemos olvidar nada de lo que sucedió en el holocausto. En un momento histórico en que muchos se empeñan en reconstruir la historia a su gusto, negar realidades o falsear lo que sea necesario, libros como este hacen falta. Mónica G. Álvarez ha hecho un trabajo muy brillante para sacar a la luz once pedazos de Historia con mayúsculas, aunque para ellas sea solo su historia, la de su vida, la de sus recuerdos. Os invito a conocerlas.

jueves, 3 de junio de 2021

AGUA DE LUNA de Juan Ramón Lucas

En nuestro club de lectura siempre recordamos en primer encuentro que tuvimos con Juan Ramón Lucas, tras publicarse su primera novela, La maldición de la casa grande. Se celebró en el Hotel de las Letras, en Madrid, y lo que empezó siendo un encuentro más o menos al uso, se convirtió en una charla distendida y muy divertida en la que hubo tiempo hasta para que Juan Ramón nos enseñase fotos y curiosidades del protagonista de su novela en su propio teléfono móvil. Fueron más de tres horas que se pasaron en un suspiro. La novela, además, nos sorprendió por ser una gran narración de un momento y un lugar de nuestra historia bastante desconocidos. La noticia de la nueva novela de Juan Ramón me supuso una alegría, tenía muchas ganas de ver su evolución como escritor.

Agua de luna no tiene nada que ver con La maldición de la casa grande, hay un cambio sustancial tanto en el tema como en la forma de escribirla, incluso yo diría que, tal vez porque el tema lo requiere, hay mucha más inmediatez, más tensión, más ligereza en la narración y en los diálogos. También es completamente actual y eso requiere adaptarse a los modos, hechos y actitudes de hoy día. Y por qué no decirlo: asusta un poco, algo más a quienes tenemos hijos, al darnos cuenta de lo vulnerables que somos frente a Internet y las redes sociales y a cómo podemos perder lo que más amamos sin darnos cuenta siquiera de qué demonios ha pasado. Una novela que nos da mucho que pensar.

DEL AMOR Y OTROS DOLORES

Julio Noriega y Alicia Lebrato forman un matrimonio triunfador y brillante. Ella es una afamada periodista y él un actor conocido y reconocido. Tienen una hija, Greta, que ya ha cumplido los 18 y que en muchas ocasiones se siente sola. En un viaje a Almería con sus amigas conoce a Khaled Hassani, un hombre de negocios iraquí que, al parecer, se dedica al comercio de fruta y verdura. Greta queda fascinada y, tratando de buscar información sobre él, comienza a indagar en internet y a encontrar páginas relacionadas con el islamismo. Ese es el inicio de la ruptura de la vida presente de Greta, que aspiraba a ser actriz y llevar una existencia parecida a la de su familia. Todo da un vuelco inesperado y amenazante.

Cuando Greta desaparece, su padre inicia también un viaje paralelo al de su hija. Encontrarla se convierte en su único fin, aunque para ello tenga que tratar con personas capaces de matar o morir matando. Los caminos de ambos les llevan a un territorio hostil, peligroso y desconocido en el que el bien y el mal, la verdad y la mentira y el dolor y la esperanza se mezclan de tal modo que pierden su propia naturaleza. Julio Noriega dejará atrás al hombre tranquilo y casi conformista que era, desafiándose a sí mismo, con tal de recuperar a su hija. 

Como os decía antes, esta novela provoca un escalofrío muy reconocible en cualquier lector, pero especialmente a quienes tenemos hijos. Todos hemos temido que, a través de las redes sociales, contacten con cualquier tipo de depredador que pueda destrozarles la vida. Lo que le sucede a Greta en Agua de luna es algo que puede sucederle a cualquiera, nadie está libre de este tipo de cosas. Greta vive un gran desencuentro con sus padres, tiene carencias afectivas que se agravan tras una decisión que afecta a su abuela, con quien tiene una gran confianza y a la que adora. Esta novela, en gran parte, nos habla de cómo pueden saltar las relaciones familiares en pedazos en el momento más inesperado y, en especial, de la falta de comunicación entre padres e hijos.

Cuando la abuela de Greta se va, se lleva con ella también la infancia de la chica. Se va su referente y su ancla emocional. Este es el giro fundamental de la novela porque, aunque el vínculo con su abuela sigue existiendo, ahora hay una distancia física que a Greta se le hace inmensa y es cuando empieza a cambiar. Lo tiene todo, pero no lo que de verdad necesita, que es el afecto de los suyos. Y ahí Juan Ramón es cuando empieza a llevarnos a un terreno inquietante y peligroso: la vulnerabilidad ante el ciberespacio. Ante esos anzuelos que se tienden muy fácilmente, que no parecen inseguros ni dañinos, pero capaces de "pescar" a cualquiera

Los integristas usan las redes y ese ciberespacio basándose en el engaño, ofreciendo un mundo que no es real, totalmente idealizado, en el que ofrecen un gran campo de oportunidades a los jóvenes. Usan el lenguaje más adecuado, seducen, convencen... Muchos jóvenes quieren escapar de la realidad que viven habitualmente y se lo creen, creen en ese mundo de color de rosa que les están mostrando aunque detrás esté el mismísimo infierno. Caen en certezas que les graban a fuego, como que son necesarias ciertas muertes para conseguir el ideal de vida y sociedad. Si, además, hay carencias afectivas o problemas familiares, tienen mucho campo abonado.

La familia de Julio, Alicia y Greta, acomodada y conocida, es la manera que tiene Juan Ramón Lucas de hacer que la sociedad en la que viven se conmocione por lo que les está pasando cuando la niña desaparece. Ninguna familia está libre de que algo así le pueda suceder, pero poniendo en el punto de mira a personas famosas, la onda expansiva de la desaparición es mucho mayor. Gracias a ello puede hablar, aunque lo hace de un modo un poco tangencial, del papel de los medios de comunicación en casos como este.

Agua de luna es una novela que impacta, emociona y crea preguntas. Nos hace enfrentarnos a una realidad que está ahí, más cerca de lo que creemos, y lo hace a través de dos hilos argumentales: el de Greta y el de Julio. Dos viajes, dos modos de enfrentarse a la realidad, dos verdades o dos mentiras. A mí me ha provocado más de un escalofrío, pero creo necesarias novelas como esta. A veces la realidad es cruel, dura y nos golpea cuando menos lo esperamos. Os la recomiendo.


martes, 1 de junio de 2021

ESPÍAS DEL IMPERIO de Fernando Martínez Laínez

Si hay una época histórica que me encanta es aquella en la que los Tercios españoles dominaban Europa. Mal pagados y con carencias de todo tipo, sobre todo en el llamado Siglo de Oro, tuvieron en jaque a base de valor (y muchos redaños, que diría mi admirado Reverte) a los ejércitos de todas las potencias del momento, que los temían como a una vara verde. Conocí la escritura de Fernando Martínez Laínez gracias a su fantástica trilogía de los Tercios (Las lanzas, La batalla y El declive), pero su producción es extensa. Posteriormente pude conocerle personalmente en el marco del Certamen de Novela Histórica de Úbeda y guardo un maravilloso recuerdo de mis charlas con él, ya que compartimos mesa y mantel en más de una ocasión. Escucharle es aprender y caminar por la Historia. 

El libro que hoy os traigo, Espías del Imperio, es un ensayo fascinante sobre los servicios secretos en la época de los Austrias escrito, además, con ligereza, de modo casi periodístico y aportando tantos detalles  curiosos, tantas historias no contadas o poco conocidas, que la lectura se vuelve irremediablemente adictiva. Un tributo, como explica el autor, a todos aquellos que arriesgaron su vida para defender los dominios españoles sin esgrimir una espada y a base de información e inteligencia.

GUARDIANES DE SECRETOS

La tan traída y llevada leyenda negra acerca de España, de la Monarquía Hispánica, de nuestros reyes y de los españoles en general ha hecho que, a lo largo de los siglos, nuestros servicios de inteligencia fuesen menospreciados por "especialistas" extranjeros, sobre todo ingleses y franceses. Pero la trascendencia que estos servicios tuvieron en los movimientos políticos de la época y en el desarrollo de las guerras fue importantísima, fundamental... y, como siempre, silenciada y despreciada. Pero es un hecho indiscutible que en la España de los siglos XVI y XVII tuvo los más eficaces y dinámicos servicios de inteligencia, con una amplísima red de agentes que trabajaban sin descanso y que fueron una herramienta decisiva en la toma de decisiones políticas, económicas y militares.

En Espías del Imperio, Fernando Martínez Laínez recoge y expone información sobre cómo actuaron algunos de estos agentes y espías, entre los que sobresalen nombres tan conocidos como Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, Juan de Idiáquez (espía personal de Felipe II) o Francisco e Aldana. Espías que, con su trabajo y con la información que recogían dieron forma al proyecto gobernante de la Casa de Austria en España y en el mundo. 

Los siglos XVI y XVII fueron los de mayor relevancia de España en el mundo, en un momento en que nuestros territorios ocupaban buena parte de Europa, América y el Mediterráneo, además de otras posesiones. El Imperio Español era el más grande y poderoso, por eso el resto de potencias europeas lo tenían como enemigo, si bien las relaciones comerciales y diplomáticas siempre estaban activas. Fernando, en el encuentro que mantuvimos con el Club de Lectura, nos confesó que este libro nace del cabreo contra la leyenda negra y demostrar que esa insignificancia o chapucería que nos colocan en cuanto a servicios secretos no es más que una falacia creada por las bibliografías inglesa y francesa, que siempre buscan arrimar el ascua a su sardina.


Digan lo que digan estos enemigos históricos de España, nuestra inteligencia fue la más importante, con grandes éxitos que ellos se empeñan en ocultar y que funcionaba como un reloj, magníficamente estructurada y construida. Conoceremos, por ejemplo, la figura de Juan de Idiáquez, maestro de espías y brazo derecho de Felipe II, con quien se entendía muy bien. Él fue fundamental para el desarrollo de nuestros servicios de Inteligencia. 

Espías del Imperio es una obra divulgativa, sí, pero sobre todo es una lectura entretenidísima que nos aporta mucha información sin hacerse pesada. El autor usa un lenguaje sencillo, "engrasando" las partes que pudiesen resultar más densas con jugosas anécdotas, como si se tratase de una crónica periodística al alcance de cualquier lector. Y es que el factor humano era fundamental en aquella época, sobre todo por las distancias y los tiempos necesarios para hacer llegar las noticias. Felipe II, por ejemplo, revisaba todos y cada uno de los documentos que le llegaban y de todo se dejaba constancia, como prueban los archivos de Simancas, Roma o Bruselas. Los mejores correos de la época eran los españoles, de los que se encargaba la familia alemana Thurn y Taxis. ¿Adivináis de dónde viene el nombre de los actuales taxis?

Fernando Martínez Laínez es un gran narrador que conoce, además, muy bien los resortes de la narrativa periodística. Los capítulos, por ejemplo, dedicados a Francisco de Quevedo, que fue el hombre mejor informado de Italia, son una delicia. Y es que muchos de los espías no eran profesionales como tales, sino soldados, de ahí su estupendo conocimiento del terreno. Por su labor militar, en muchas ocasiones debían desempeñar labores de inteligencia y lo hacían por sentido patriótico, no vivían de ello, aunque sí consta, por ejemplo, que a Miguel de Cervantes le pagaron un viaje al norte de África.

Es imposible pensar en una gran potencia como era España en aquel momento sin entender que contaba con un poderoso servicio de inteligencia. Este libro sirve para conocer las bambalinas de la escena principal, la que consta en primer plano en los libros de Historia. Detrás se movían los hilos, los intereses, los movimientos políticos, la guerra secreta. Si no se tienen en cuenta estos aspectos, la Historia está incompleta. Os invito a conocer un poco más esa parte trasera de la Historia, vais a encontrar muchos motivos para sorprenderos.