Cuando leí Las batallas silenciadas, la primera novela de Nieves Muñoz, lo primero que me sorprendió fue su ritmo narrativo, relamente ágil y que marcaba perfectamente la intensidad de cada escena. Me gustó descubrir el otro lado de una guerra tan cruel y descagarradora como resultó ser la I Guerra Mundial y verlo desde el punto de vista de las enfermeras que estaban allí, casi en primera línea, tratando de salvar vidas con Irene Curie a la cabeza. Era una novela que, a pesar de todo, trataba de transmitir esperanza y en la que se mostraban fuerzas y debilidades tanto de vencedores como de vencidos. Sí que es verdad que, cuando la comentamos en el podcast del Certamen de Novela Histórica de Úbeda, coincidimos en que había una parte de ella que no nos terminaba de cuadrar, aquella que tocaba el tema de la magia, aunque la autora tuvo la gentileza de explicarnos los motivos.
Ahora, en Las damas de la telaraña, ese aspecto vuelve a aparecer, pero, quizá porque ya estaba preparada, no me ha resultado tan extraño esta vez. Creo que la historia que nos narra Nieves en esta novela tiene fuerza suficiente para que, si hay algo que no te convence demasiado, quede cubierto por ella. A mí me ha servido para asentarla como autora de novela histórica y para disfrutar de unos personajes que acaban por quedarse contigo, además de meterme por completo en una trama que lleva un crescendo fantástico desde los primeros capítulos.
"ESTÁBAMOS ENVUELTOS EN ALGODÓN, EN HILOS DE SEDA, EN TELAS DE ARAÑA" ANAÏS NIN
Claudine y Niní son dos amigas inseparables a pesar de su diferente clase social. Las dos tienen un sueño: convertirse en la bailarina principal de la Ópera Garnier de París, pero el destino se confabula contra ellas. Niní pertenece a una buena familia y vive en un buen barrio parisino, pero Claudine malvive en Montmartre con su madre, que, en su día, fue prostituta de lujo. Al menos cuenta con el amor de Adrien y la amistan incondicional de Alain, sus refugios en los días malos y para evitar el peligro de las bandas que se han adueñado de las calles. Sus sueños acaban por romperse y sus caminos se separarán. Claudine se queda en París, pero le va a tocar vivir una auténtica pesadilla. Niní viajará a Togolandia, una antigua colonia alemana en África, lugar en el que va a sufrir lo indecible, pero reaparecerá como una mujer nueva en un hospital de Zurich.
El hilo que las une es mucho más fuerte de lo que pueden pensar. Y seguirán unidas a pesar de que acaben convirtiéndose en algo de lo que siempre quisieron huir: una vendiendo su cuerpo y la otra intentando conseguir los secretos del Imperio en medio de una guerra que empieza a despedazar Europa. Estamos en los albores de la I Guerra Mundial, en una época en la que aún las colonias en África eran una realidad. Vamos a conocer el París más luminoso y también el de los barrios más obreros y asistiremos al desastre que se avecina y que va a consumir buena parte del continente. Pero seremos testigos, sobre todo, de una historia profundamente humana con unos protagonistas capaces de quedarse en el corazón del lector.
Las damas de la telaraña es una novela dura, que en muchos capítulos va a conseguir estremecernos. No solo por las historias humanas que contiene, sino porque se nos desgrana el devenir de Alemania a nivel político y social, con las consecuencias que pocos años después tendría para Europa. Hay escenas difícilmente olvidables, que hacen sufrir, que se clavan en el alma. Pero también es una hermosa historia de amistad y lealtad con unos personajes que van creciendo y cambiando a lo largo de la novela, que resultan profundamente humanos, con defectos y virtudes. Junto a los personajes ficticios aparecen otros reales que, actualmente, nos resultan perfectos desconocidos pero que en su momento tuvieron gran importancia, como Rodrigo de Saavedra, diplomatico español de la embajada de España en Bruselas, cuya labor durante la ocupación alemana en Bélgica fue decisiva para salvar muchas vidas, o Edith Cavell, una enfermera británica que cobijó en su hospital de Bruselas a soldados tanto ingleses como alemanes y franceses. También me ha resultado apasionante conocer la red de espionaje de La Dama Blanca, integrada en su mayoría por mujeres.
La acción abarca casi veinte años. Las vidas de Claudine, Niní, Alain y Adrien se van intercalado con la convulsa situación europea y una guerra atroz que llenó el continente de muerte, hambre y pobreza. El estilo narrativo de Nieves, muy cuidado, es capaz de transmitir los sentimientos más nobles y también la crueldad y la crudeza cuando es necesario. Nos ha dejado una hermosa historia de amistad y superviviencia, en la que brillan con luz propia las ganas de vivir de sus protagonistas, de luchar por tener un día más. La vida en los hospitales también pasa ante nuestros ojos (Nieves es enfermera y sabe de lo que habla) y resulta curioso saber que en Bélgica servían, además, como apoyo a las redes de espionaje, sobre todo por la coincidencia de soldados de diferentes nacionalidades,
Con Las damas de la telaraña, Nieves Muñoz da un salto adelante en su escritura con una novela intensa, dura y real en la que brillan de forma especial sus protagonistas. Quizá esos detallitos de magia ancestral, como en la novela anterior, sean los que menos me convencen, pero Nieves los pone con un propósito muy concreto que, creo, cada lector debe interpretar y valorar. Os recomiendo su lectura, sé que os va a convencer.