lunes, 14 de noviembre de 2022

BALVANERA de Francisco Narla

Entre los muchos libros que abarrotan las estanterías de mi casa, tengo un especial cariño a los que me han dedicado sus autores, porque los siento más míos si cabe. Y de los que tengo dedicados, hay un hueco hecho en mi corazoncito para los de Francisco Narla, porque a sus palabras y su firma siempre añade un dibujo único que vas viendo nacer y crecer ante tus ojos, mientras él te habla o compartes detalles de la lectura con él. Conocí la literatura de Narla cuando, hace años, mi amiga Espe movió hilos para que el propio autor me mandase su libro firmado. Era Assur y me enamoré de su manera de escribir, del protagonista, ese héroe hispano que venció a los vikingos, y sobre todo de Furco, el perro que lo acompaña y que, creo, se acabó conviertiendo en la mascota deseada de todos los que leímos la novela.

En Balvanera, Francisco Narla nos traslada al siglo XVI, al Yucatán, en Nueva España, en un momento histórico en que la conquista estaba casi empezando, y con Europa en medio del conflicto entre la Reforma y la Contrarreforma. Y lo hace con una novela que lleva por subtítulo La puta beata, el fraile descreído, el indio cojo y el hideputa honrado, que ya es toda una declaración de intenciones. Supongo que la primera pregunta que todos nos hacemos cuando leemos la portada es cómo llegan a coincidir esos cuatro personajes y por qué. Pues embarquémonos en Balvanera, que va a haber muchas sorpresas.

UN PLAN, UNA NAO Y EL ROBO DEL PALO DE TINTE

Su madre era puta y su padre, inglés y aún sabiendo que el apellido era lo que conseguía hacerte vivir sin hambre, Camacho estaba empeñado en llevar una vida honrada y ganarse el pan. A pesar de ello, el destino se empeñó en mandar todos sus planes al carajo. Pero allí, en Nueva España, en el Yucatán, las bodegas de la Balvanera se están llenando con la mercancía más valiosa del momento: el palo de tinte. Y Camacho junto con tres peculiares compañeros, trama un plan para hacerse con parte de lo que guarda la nao, que prontó partirá para Sevilla.

¿Y cómo llegó Camacho a semejante tesitura, si su vida era la de un trabajador incansable y honrado? Los infaustos hados del destino quisieron que, cuando ya había ahorrado lo suficiente para emprender su propio negocio, una traición le hizo perder el dinero y los buenos pensamientos. Ya solo le queda la vida de la que siempre había tratado de escapar, visto su origen: robar y delinquir. Pero en su nueva faceta no va a estar solo: van a acompañarle Catalina, una puta beata, Gundemaro, un fraile franciscano más partidario de los burdeles que de las capillas, y un indio cojo que no pronuncia palabra. Entre todos maquinarán un plan que, si sale bien, puede sacarles de pobres para una buena temporada: robar en la nao Balvanera, que está cargada hasta los topes de palo de tinte. Este preciado material sirve para teñir los paños de negro y es muy apreciado en España, donde se pagan fortunas por él. La idea es arriesgada y tiene pocas posibilidades de salir bien, pero ¿quién sabe?

Camacho, el protagonista, es un ejemplo de la sociedad de la época: si no se era hidalgo, resultaba muy complicado abrirse camino. Tanto él como sus compañeros de "aventuras" y el resto de personajes que van apareciendo en la novela están maravillosamente dibujados y definidos. Son reales, están vivos y son profundamente humanos, con sus virtudes y defectos. Y lo mismo sucede con la ambientación de aquel Yucatán, con sus lluvias que parecían torrentes, su clima (tan diferente al español), los paisajes... es profundamente sensorial, porque casi pueden sentirse los olores, el calor, la humedad. Incluso degustar su gastronomía. 

En muchos momentos, la novela me ha parecido un homenaje, no sé si buscado o no, a la mejor novela pìcaresca española, en la que los que nada tienen buscan las vueltas y los medios para conseguir lo que necesitan. Pero también hay interesantes reflexiones acerca de la diferencia de clases y lo mucho que condicionaba tu nacimiento a la hora de caminar por la vida. Gundemaro, el fraile, le sirve al autor para tocar, sin profundizar en exceso y sin hacer un ensayo sobre el tema, un tema un tanto espinoso: el continuo enfrentamiento entre dominicos y franciscanos sobre el derecho que España tenía para la conquista y, sobre todo, el modo de hacerla.

Sus casi 700 páginas son una inmersión total en el tiempo y en el espacio, pero no es una novela que permita la lectura rápida. Francisco Narla utiliza un lenguaje cuidado, casi preciosista, que a muchos les puede obligar a tirar de dicionario, pero que a mí me ha fascinado y me ha permitido una lectura pausada, disfrutando de cada capítulo y de una historia original y muy brillante. Hasta me ha sacado más de una sonrisa; el sentido del humor es tan necesario como el drama o la tensión en una novela de este tipo. Si tengo que ponerle un pero, es que, en ocasiones, el ritmo se ralentiza y "rompe", de alguna manera la acción.

Merece mucho la pena unirse a la cuadrilla de Camacho y sus compañeros y descubrir qué era aquel palo de tinte que tanto se valoraba entonces. En la España de los Austrias, vestir de negro era signo de poderío y de buena posición y aquí vamos a descubrir bastantes curiosidades sobre el tema. Estamos ante una magnífica y sorprendente novela que no os va a dejar indiferentes, seguro. No la dejéis escapar, que la Balvanera partirá pronto.


4 comentarios:

  1. No lo había pensado, pero sí, un homenaje a los pįcaros

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  2. Maravillosa reseña, como es habitual. Lo compré en la Feria del libro y lo tengo en pendientes, pero es de los que mas pronto que tarde caerán. Mil gracias, reguapa. ANA , LECTURAS Y CURIOSIDADES

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  3. Gracias, la verdad que tenía ganas pero ahora aún más, casi todo de Narla me ha gustado y este espero que también. Besos

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  4. Yo como Ana también me lo compré en la feria (de hecho creo recordar que estabamos juntas ) y lo tengo firmadito esperando turno. Tras leerte creo que lo voy a colar en el montón de arriba

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