Que Inés Plana publique nueva novela es siempre buena noticia, al menos para mí. Sabía que esta nueva historia no iba a tener a Julián Tresser al mando, un protagonista que se ha ganado a los lectores con su personalidad y su evolución, pero Inés sabe muy bien cómo hilar historias que atrapen, hacer giros en la trama que descolocan lo que creías saber y crear personajes que se quedan contigo de muchas maneras. La vida, a veces, nos obliga a tomar caminos diferentes y eso es lo que Inés ha tenido que asimilar y sufrir en carne propia, pero escribir, como ella bien dice a menudo, la salva de lo peor. Y aquí está de nuevo, brillando en una novela: un estupendo thriller psicológico que, como es marca de la casa, esconde más de lo que parece al principio.
Fugitiva, además, plantea una serie de dilemas morales que interpelan a lector y que nos hacen preguntarnos de qué seríamos capaces ante una situación como la que vive la protagonista. Cuánto dolor podemos soportar. Cómo reaccionaríamos cuando nos arrebatan a quien más queremos en el mundo de una manera injusta y cruel. Hasta qué punto justicia y venganza se parecen. Son preguntas que, en ocasiones, nos golpean en la cara, como me sucedió con Talión de Satiago Díaz. Vamos a conocer a Rosaura, merece mucho la pena...
"¿SABRÁS MI NOMBRE SI TE VEO EN EL CIELO?" - TEARS IN HEAVEN, ERIC CLAPTON
Hay veces que la mala suerte se lleva como un tatuaje en la piel. Y eso es lo que parece que le sucede a Rosarura Castán desde siempre. Alejada de su familia desde la muerte de su madre, de la que se culpa, no ha tenido más remedio que aprender a vivir sola, a no tener apoyos. El único regalo que ilumina su existencia es Adrián, su hijo, nacido de una relación que no llegó a nada. Adrián es el centro de su vida, un chico inteligente, universitario, cariñoso y apegado a su madre, aunque con algunos secretos que ella desconoce. La mala suerte vuelve a cebarse con Rosaura de la peor manera posible cuando Adrián es hallado asesinado en un parque de Madrid. Enloquecida de dolor y ciega de ira, arrolla con su coche a un chico bastante conflictivo al que todo señalaba como autor del crimen. Pero la cruel realidad es que no lo era, que Rosaura ha matado a un inocente y acaba en la cárcel. Desde ese momento su obsesión es la certeza de que el asesino de su hijo sigue libre y que tiene que dar con él. Aprovechará su primer permiso penitenciario para encontrarle, aunque eso le suponga huir y convertirse en una fugitiva.
La primera premisa que sobrevuela toda la trama es el tema de la justicia. ¿Realmente funciona como debería? ¿Hay casos a los que se presta más atención que a otros o crímenes que quedan impunes? Y es que dos años después de la muerte de Adrián, el juez ha archivado el caso por falta de avances en la investigación, pero para Rosaura sigue siendo una llaga abierta en su alma, porque, a pesar de que su vida no ha sido precisamente un camino de rosas, algo hermoso había germinado en ella con la llegada de Adrián. Su muerte vuelve a convertir su vida en un páramo azotado por tormentas.
Desde que se convirtió en vecina de barrio de Moratalaz, ha mantenido una relación cordial y cómplice con Petra, su vecina, y su hijo Ignacio, un hombre ya en la cuarentena que parece no terminar de madurar y que vive casi de sueños. Petra es su gran amiga, su consejera, su paño de lágrimas. Pero cuando Rosaura se convierte en fugitiva, eso cambia. Lo hace porque Ignacio se implica muy directamente en ayudar a Rosaura y Petra sabe que eso puede perjudicarle mucho. De nuevo, la madre como protección, como escudo, aunque eso suponga "echar a los leones" a su gran amiga.
La delgada línea que separa la justicia de la venganza también está muy presente en Fugitiva. Si bien cuando Rosaura acaba con la vida de quien cree asesino de su hijo lo hace para vengarse, las consecuencias de este acto redirigen, de alguna manera, lo que quiere y lo que persigue: que el asesino o asesinos de su hijo acaben en la cárcel, que sufran como ella ha sufrido allí dentro. Se siente desamparada por un sistema que cree que no ha cumplido con lo que es justo, que no le ha dado respuesta a su dolor, que Adrián ha muerto y a nadie parece importarle. Hay críticas al sistema judicial vigente en varios diálogos de la novela. A cómo los ricos parecen tener más ventajas y a salvarse de ciertas cosas, por ejemplo.
El hilo del que Rosaura empieza a tirar son unas cartas que recibe remitidas por un tal Cruz, desde Barcelona, en las que le pide que haga justicia, que investigue, que saque a la luz quién está detrás del asesinato de su hijo... porque, según vamos leyendo, descubriremos que hay muchas esquinas oscuras en las que nadie ha mirado. Un trasfondo inquietante y complejo que va más allá de un supuesto intento de robo que salió mal en un parque. Hasta Barcelona la llevarán sus pasos a Rosaura, para encontrar a este misterioso Cruz. Lo que no espera que este viaje la lleve también al reencuentro con su pasado y con la única familia que le queda, su hermana Beatriz.
Escrita en capítulos cortos y narrada con brío, en todo momento vamos a acompañar a Rosaura. Cuando decide que no va a volver a la cárcel, que va a encontrar la verdad de una vez por todas, nos convierte en cómplices y en observadores privilegiados. Personalmente, he asumido el riesgo encantada. Quizá porque tengo dos hijos y sé que son el único motivo por el que sería capaz de lo imposible. Y porque Inés consigue que te sientas muy cerca de su protagonista y compartas su dolor y su búsqueda. Rosaura ya conoce las consecuencias de tomarse la justicia por su mano y es algo que le pesará de por vida, pero no puede esperar. La policía no encuentra pruebas, todo parece perderse en el olvido y no va a permitirlo. El camino que ha emprendido no es sencillo y sí muy peligroso.
Fugitiva es una estupenda lectura que sabe captar nuestra atención desde las primeras páginas y que nos mantiene alertas y pegados a ella hasta el final. Que nos obliga a plantearnos muchas preguntas y que está llena de personajes muy bien perfilados. ¿De qué seriáis capaces por un hijo? El debate está más que abierto.