lunes, 9 de noviembre de 2020

A PRUEBA DE FUEGO de Javier Moro

Desde siempre me han encantado las biografías. Algunos de mis libros de cabecera están dedicados a las vidas de personajes históricos que me apasionan de muchas maneras, especialmente de la época medieval y edad moderna. Pero, en realidad, cualquiera me vale si el o la protagonista tienen interés. El libro anterior de Javier Moro, Mi pecado, con el que consiguió el Premio Primavera en 2018, a pesar de tratarse de la biografía novelada de la actriz Conchita Montenegro, me dejó un poco fría, lo reconozco. Aquí podéis leer la reseña que publiqué en su día. Me pareció excesivamente plana y contada casi como un documental, pero sin ninguna pasión. Sin embargo, en la novela que hoy os traigo, A prueba de fuego, las cosas cambian mucho. Contar la historia de un hombre que fue un adelantado a su tiempo, de quien Nueva York está llena de edificios y referencias y del que hay tan poca información es un reto y creo que Javier Moro lo supera con nota

Fueron unas cartas las que dieron a Javier Moro el empujón definitivo para articular esta novela. Como os decía, hay poca información sobre la vida de Rafael Guastavino, a pesar de que sus obras perduran en el tiempo y son un referente, pero gracias a un afortunado giro del destino pudo contactar con uno de sus descendientes directos que había heredado de su madre un buen paquete de cartas. En ellas halló el armazón definitivo de su libro, porque le permitó reconstruir la mayor parte de la biografía de Guastavino, su intensa doble vida, su dedicación a su hijo, Rafaelito Guastavino, y su pasión por la arquitectura. La historia de un hombre que dejó huella y que, como suele ser nuestra costumbre, hemos dejado en una esquina del olvido.

LAS BÓVEDAS DE NUEVA YORK

El 1 de febrero de 1908 fallecía Rafael Guastavino, aunque su necrológica se publicó al día siguiente en The New York Times, que le calificaba como "el arquitecto de Nueva York". Pero su relación con la ciudad compenzó en 1881. En aquel momento, Rafael y su hijo Rafaelito malvivían en uno de los barrios más populares de la ciudad después de haber llegado hasta allí sin dinero y sin saber ni una palabra del idioma. Rafael ya había adquirido cierta fama en Valencia pero en la Gran Manzana es un emigrante desconocido que habrá de luchar por lo que desea. Gracias a su tesón, a su capacidad inmensa de trabajo y a sus geniales ideas arquitectónicas, se convertirá en una referencia, especialmente por sus técnicas para evitar incendios en sus edificios, algo que le encumbró a ojos de los magnates estadounidenses. La Estación Central de Nueva York (tantas veces vista en el cine), buena parte de metro de la ciudad, el Museo de Historia Natural, el Carnegie Hall... todas son obras suyas. Pero también conoceremos su compleja e intensa vida personal, sus amores, sus relaciones, a sus hijos, sus relaciones sociales con lo mejor de la sociedad del momento. Todo un caleidoscopio de piezas que se unen para formar una imagen con sus luces y sus sombras, pero fascinante en cada aspecto.

Es la primera vez que Javier Moro utiliza la primera persona para narrar una novela. Y lo hace dándole voz, como hilo conductor, al hijo del protagonista, Rafael Guastavino Expósito, Rafaelito, que también fue su mejor y más cercano colaborador. A lo largo de la novela, él será el encargado de contarnos la vida de su padre, sus recuerdos con él, sus vivencias y sus trabajos. Rafael Guastavino sentía devoción por su hijo y le fue formando a su lado hasta que se convirtió también en un gran arquitecto innovador. Incluso, tras la muerte de su padre, él siguió trabajando y fue uno de los artífices del desarrollo de la construcción en los Estados Unidos en los años 20 del pasado siglo. 


La novela nos va a llevar por los diferentes escenarios por los que transcurrió la vida de Rafael Guastavino: Valencia, Barcelona, Nueva York, Asheville... En todas estas ciudades dejó su impronta y todas le inspiraron. Las palabras de Rafael hijo nos muestran el gran entendimieno que hubo con su padre a lo largo de su vida, un entendimiento que estuvo siempre por encima de sus diferencias personales. A pesar de su éxito como arquitecto, su vida personal siempre iba mal. Casado por "obligación" con Pilar Expósito, su mala relación con ella aceleró el viaje de Guastavino a Nueva York. Pero el amor de su vida fue Francisca Ramírez, una culta e inteligente mexicana, aunque su vida común tuvo poco de fácil, ya que Guastavino podemos decir que "coleccionaba amantes".

Toda la perfección y la solidez de sus obras arquitectónicas son el contrapunto a esa compleja vida personal, como si escapase de los problemas y de lo que no le gustaba centrándose en el trabajo y poniendo en él lo mejor de sí. Siendo evidente la detallada documentación que ha tenido que manejar Javier Moro para escribir esta novela, la información siempre queda detrás de la narración y, de ese modo, al lector no se le abruma con datos y descripciones técnicas: aunque documentación y narración están entrelazadas, en la segunda la que prima. Las lagunas que Javier Moro encontró a la hora de cerrar bien toda la historia las ha rellenado, como él mismo nos confesó en el encuentro vía Zoom que tuvimos en el Club de Lectura con él, usando la lógica y también gracias a expertos en el trabajo y vida de Guastavino como Fernando Vegas. Pero es muy cierto que, en este caso, la realidad supera cualquier ficción.

A prueba de fuego es todo un descubrimiento. No solo por conocer la figura de Rafael Guastavino, que aquí se engrandece y se reconoce por fin, sino por ponernos ante los ojos una época y unas obras que hoy día podemos seguir contemplando con fascinación. La ciudad, la sociedad del momento (hay cameos geniales de Bufalo Bill, de Walt Disney, de Sorolla...), las peculiares formas que Guastavino tenía de relacionarse, sus reuniones siempre con su hijo pequeño a su lado se nos narran con agilidad pero también con la fuerza necesaria para mantenernos interesados en todo momento. Se incluyen además, en el centro del libro, una serie de fotografías del protagonista y de sus obras, que nos permiten contextualizar aún mejor la magnitud de lo que consiguió.

Merece mucho la pena leer A prueba de fuego y viajar hasta ese final del siglo XIX para conocer a un hombre único y excepcional que, a día de hoy, sigue siendo referente un en la arquitectura. Un español que ya es inmortal en sus bóvedas y sus edificios y a quien, creo, debemos rendir tributo. Os aseguro que os vais a sorprender.


8 comentarios:

  1. ¡Hola! Aunque no es una novela de mi mi estilo, andaba buscando impresiones para regalárselo a mi padre, y en vistas de que está bien conseguida se lo cogeré. Me alegro que te haya gustado, ¡muchas gracias por tu reseña!

    Nos vemos entre páginas
    La vida de mi silencio

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  2. Pues no sé, tus palabras animan a la lectura, pero lo cierto es que el tema en sí mismo no me seduce y teniendo tanto apetecible pendiente de leer...
    Besos.

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  3. Hola, de Javier Moro solo he leído El sari rojo que me encantó y este no me importaria leerlo. Apuntado me lo llevo. Besinos.

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  4. Me encantaría leerlo y más con las Buenas impresiones que te ha causado!.
    Mil gracias por la reseña
    Saludosbuhos!!!

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  5. Hola, guapa:
    he tenido en las manos esta novela por lo menos un par de veces pero no me he decidido. He leído un par de libros del autor y me han gustado y esta me pica la curiosidad lo que pasa es que el tema, la arquitectura, no me gusta nada así que por eso me lo estoy pensando. Tu reseña inclina un poco la balanza a su favor, ya veremos.
    Un beso

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  6. Beautiful cover.
    www.rsrue.blogspot.com

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  7. he leído varios de este autor, el último Mi Pecado que no terminó de convencerme. Este lo tengo apuntado, tu opinión me anima.
    Besos

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  8. Si te digo la verdad, no era un libro que me hiciera tilín. Me gustan las biografías como a ti, pero últimamente ando seleccionando libros según el día, o casi el momento del día. Tú me entiendes. Este lo tengo en la estantería. No sé si lo leeré pronto o no. Espero encontrar el acomodo interior para hacerlo. De momento, voy saltando de un lado a otro, según que me dé. Besos

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