Conocí esta novela y a Laura Martínez Belli en el marco del último Certamen de Novela Histórica de Úbeda, gracias a la iniciativa de traer autores hispanoamericanos de novela histórica para conocer cómo escriben y encaran el género allí. Puedo asegurar que la presentación que hizo Laura de esta novela fue fascinante. Aún no estaba publicada en España, pero se nos anunció su pronta llegada y los ejemplares de la edición mexicana que allí se pusieron a la venta se agotaron rápidamente. Y es que algo hay en Frida Khalo que siempre nos hace prestar atención. Quizá su pintura no nos guste, pero ella tiene un aura diferente, como una energía que nos atrae, que casi hipnotiza. Frida hizo de su sufrimiento, arte, es cierto, pero también tuvo una biografía intensa, apasionante, plena...y, en muchos momentos, complicada de entender, sobre todo en su relación con Diego Rivera.
La mesa herida es también el título de un cuadro perdido de Frida Khalo. Desapareció en Varsovia en 1955 y, desde entonces, nada se ha vuelto a saber de él. Este misterio permite a Laura Martínez Belli crear una novela en dos tiempos y dos voces, conocer a Frida casi desde dentro, desde su desgarro y su dolor, tanto físico como emocional y conocer a Olga Simonova, una amante del arte que trabaja dentro y para el Partido Comunista de la Unión Soviética. Dos historias unidas por un cuadro y una pasión. ¿Vamos?
"NINGÚN LUGAR ES MÁS TRISTE QUE UNA CAMA VACÍA" - FRIDA KHALO
En 1935, Frida descubre que su marido, Diego Rivera, la ha engañado con su hermana Cristina y queda devastada. Con el alma rota, usará la mesa sobre la que descubrió a los amantes para pintar un cuadro que cuente todo el dolor que siente, toda la traición, toda la pena. Un cuadro enorme, comparado con el tamaño de los que ella solía pintar y que acabó donando a la Unión Soviética. Jamás volvió a verlo. Años después, en 1947, Olga Simonova, secretaria en la Sociedad para las Relaciones Culturales con el Exterior en Moscú, que ha arrinconado en el fondo de su corazón su amor por el arte para llevar una vida gris bajo la burocracia del Partido Comunista, contempla por primera vez La mesa herida, que se encuentra almacenada y casi olvidada. El hecho de que la pintura sea considerada "fea" y, además, contraria a lo que allí y entonces debía pintarse y exponerse, provoca que se de la orden de que el cuadro sea quemado y olvidado. Pero Olga sabe que tiene que hacer algo para evitarlo y decidirá arriesgarse para conseguir salvarlo.
A través de las dos líneas temporales, veremos como Frida y Olga son dos mujeres unidas por el arte, pero también por el dolor. Estamos ante un misterio histórico real, la desaparición de La mesa herida, y Laura Martínez Belli crea una deslumbrante novela alrededor de este misterio, mezclando realidad y ficción como si fuese un perfecto encaje de bolillos.
Es curioso, sobre todo, y muy visual el contraste de color entre ambas tramas. Frida Khalo y el México del momento estaban llenos de colores y matices, de olores, de flores y tejidos deslumbrantes y así era también su pintura; sin embargo, cuando la acción pasa a Olga, toda la narración se tiñe de gris, se apaga, el ambiente se vuelve frío y monocromático. Hasta los sentimientos son escondidos bajo la ropa y la piel. Olga es una mujer con un gran bagaje cultural, que habla varios idiomas y ama el arte profundamente, aunque los años que lleva como prudente y sumisa secretaria de un alto cargo han sepultado, de alguna manera, ese amor. Su marido partió a la guerra cinco años atrás y jamás ha vuelto a saber nada de él. Vive en un piso compartido con Valentina, una mujer mayor que ella que ha perdido a sus hijos en esa misma guerra. La visión del cuadro de Frida Khalo provoca una revolución en su interior, como si algo volviese a la vida dentro de ella.
Frida Kahlo, en sus capítulos, se nos muestra de una forma más intimista y personal, alejándola del mito. Es una mujer traicionada por quienes más ama y ese dolor se suma a los muchos que padece desde que el accidente en un tranvía estuvo a punto de costarle la vida. Su cuerpo jamás se recuperó del todo, sufrió infinidad de operaciones y perdió tres embarazos, algo que la marcó profundamente. Su relación con Diego Rivera es compleja, para Frida supone casi una dependencia absoluta, también a nivel económico. Un lazo dañino que es más obsesión que otra cosa. Un amor desesperado que casi nunca encuentra respuesta con la misma intensidad.
Las dos tienen mucho en común. Olga ha perdido a su marido, o eso parece, pero no puede olvidarlo. También ha perdido un hijo a poco de la partida de él a la guerra. Y, como se verá en la novela, tampoco corresponde a Olga con el amor y la fidelidad que ella le profesa. Frida, a pesar de todo, es alegre y parlanchina; Olga lo sería si tuviese ocasión. A las dos las une su pasión por el arte y lo que una creó, la otra trata de salvarlo de quienes solo lo conciben como instrumento ideológico.
La mesa herida es una novela maravillosa, llena de matices, escrita con elegancia y gusto, con un lenguaje cuidado y una ambientación extraordinaria. Nos hace interesarnos, una vez más, por la figura de Frida Kahlo, tan caleidoscópica y casi irresistible, y a conocer cómo se movían las altas esferas soviéticas para imponer su discurso único, algo que, en ocasiones, da cierto escalofrío por parecerse un poco a situaciones actuales. Hay, además, diez capítulos finales, narrados en primera persona con la voz de Frida Khalo que nos habla desde el más allá tras su muerte, y que son bellísimos y muy reveladores.
Laura Martínez Belli ha escrito una novela única, de las que se quedan contigo después de acabarla y que nos despierta las ganas de investigar y saber. Hay lecturas que te llenan el alma y La mesa herida es una de ellas. A veces es necesario ver, y no solo mirar, para darnos de bruces con lo extraordinario. Aquí tenéis un buen ejemplo.
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