lunes, 26 de mayo de 2025

EL SIGLO DEL MILAGRO de Rodrigo Costoya

 

Desde que descubrí a Rodrigo Costoya con El custodio de los libros, novela con la que ganó el Certamen de Novela Histórica de Úbeda en 2020, me fascinó su habilidad para trasladarnos a la época en que ambienta sus historias. A lo largo de este tiempo, he asistido también a su evolución como escritor, a cómo ha ido depurando el estilo, eliminando aquellas cosas que podían entorpecer la lectura, y consiguiendo un ritmo mucho más intenso. Igualmente, ha ido ganado en profundidad en el perfil psicológico de los personajes, permitiendo que el lector empatice mucho más con ellos, entendiendo por qué hacen las cosas como las hacen. Para mí, Santiago de Compostela es una de mis ciudades mágicas: da igual cuántas veces vaya, siempre me toca el corazón. Y entrar en la catedral es sentir cómo te hablan sus muros: cuánta fe, cuánta alegría, cuánta esperanza y, también, cuanto dolor albergan y seguirán albergando. Personalmente, creo que importa poco si quien reposa en la cripta es el apóstol Santiago o no, porque es una cuestión de fe. Lo que importa es en lo que se ha convertido Compostela: en un centro religioso de primer orden, en una ciudad "de poder", en un lugar al que todo el mundo, de una manera u otra, quiere ir. Y no hablamos solo de cristianos católicos: su camino, que ya existía antes de la creación de Compostela (como otros tantos paralelos que desembocan en el Atlántico), acoge a creyentes y no creyentes. Es un camino iniciático y de autoconocimiento, de descubrimiento, de cultura y de arte.

En El siglo del milagro, Rodrigo nos lleva hasta el siglo XI a conocer a una figura fundamental en la historia de Santiago de Compostela: el obispo Diego Gelmírez. Un hombre que elevó la ciudad a la categoría de lo que es hoy, aunque para lograrlo tuviese que transitar por sendas no demasiado claras. Caminar por Santiago es seguir las huellas de Diego Gelmírez. Venid, el paseo resultará revelador. 

NUNCA ES DEMASIADO TARDE PARA ENCONTRAR EL CAMINO

Diego Gelmírez nace en el 1068; es hijo de un militar de confianza del obispo de Compostela, Peláez, encargado de vigilar las posibles incursiones de vikingos o árabes por mar. Diego estudiará en la escuela catedralicia y, junto a sus compañeros, muestra un enorme interés por las obras de la catedral que se está levantando: parece que no avanzan y que se han quedado paradas tras construir la cabecera. Es un momento complicado también políticamente: García, rey de Galicia, se encuentra preso por orden de su hermano Alfonso VI y los nobles gallegos hierven de indignación. La extraña muerte de su otro hermano, Sancho, en la toma de Zamora, tampoco ayuda. 

La conspiración del arzobispo Peláez para que Guillermo en Conquistador se haga con el trono de Galicia hace que padre de Diego abandone la lealtad que le profesaba y, sabiendo el peligro que puede correr lo hijo, lo envía a la corte de Toledo, donde dará las primeras muestras de su natural inteligencia y su habilidad diplomática, lo que llama la atención del rey Alfonso VI, que acabará por tomar en cuenta sus consejos. Allí también conocerá a Hugo de Cluny, el hombre fuerte de la Iglesia en Europa, que también se percata del potencial del joven. Desde ese momento, asistiremos al crecimiento de la figura de Diego y a cómo llego a convertirse en un hombre poderoso, sagaz, inteligente y con capacidad de decisión, que llevó a cabo un proyecto que la propia Iglesia negaba: convertir a Compostela en una ciudad a la altura de Roma y Jerusalén.

Reconozco que la figura de Diego Gelmírez la tenía dentro de mi saquito personal de "personajes oscuros y con malas mañas", pero tras leer la novela de Rodrigo Costoya me lo he replanteado y de qué manera. Conocer al detalle cómo fue capaz de llevar a lo que era una ciudad de segunda división a un portentoso centro de la cristiandad, incluso tomando decisiones complicadas, rozando la ilegalidad del momento, hace buena la frase de que el fin justifica los medios. Y si Compostela se convirtió el el prodigio que llegó a ser y es hoy, se lo debemos a él. Gelmírez, aun siendo un hombre de iglesia, se nos muestra en la novela profundamente pragmático: sabe lo que tiene que hacer, sabe jugar sus cartas y lo hace con maestría.

En el trasfondo de todo está la veracidad del enterramiento encontrado y en el que, al parecer, estaban los restos del Hijo del Trueno, el apóstol Santiago. Creo que cada uno de nosotros tenemos una respuesta o, al menos, una opinión para eso, pero ¿realmente importa? Ahí lo dejo; como debate es apasionante.

Está muy bien contado el momento histórico en el que vive Gelmírez y que Rodrigo va perfilando perfectamente, pero sin abrumar. El matrimonio de Urraca con Raimundo de Borgoña; el viaje de Diego Gelmírez a Roma para que Compostela sea nombrada sede apostólica (con unos documentos que lo acreditan...¿o no?); el nacimiento del hijo bastardo de Alfonso VI;  las intrigas de Teresa, hermana de Urraca, para escindir el condado portugués de la corona de León o el nombramiento de Diego como arzobispo de Compostela. Eran tiempos complicados que se nos cuentan con brío, a través de capítulos cortos, algunos de sólo una página, algo que le da una viveza a la narración realmente intensa.

Hay también tiempo para momentos bélicos y de tensión, como la llegada de los almorávides a la península, que arrasan con todo a sangre y fuego, incluso a los musulmanes que vivían aquí. Los encontronazos entre las diferentes taifas y la amenaza que suponen los nuevos invasores añaden un punto más de incertidumbre en la narración.

Diego Gelmírez, como protagonista central de la novela, se nos muestra capaz de cualquier cosa para conseguir sus objetivos, urdiendo planes arriesgados y, quizá, poco éticos, pero siempre explica los motivos por los que lo hace. Rodrigo lo ha dibujado pleno de humanidad: sí, sabe mover bien los hilos, pero también aparecen sus miedos, sus dudas... una fragilidad puntual que consigue que nos posicionemos a su lado y comprendamos bien sus porqués. Pasando constantemente de un escenario a otro, viviremos lo que sucede en la corte de Alfonso VI, en la vida de Urraca, en las taifas moras o el en reino de Aragón, componiendo un caleidoscopio perfecto del momento histórico. Y aunque Gelmírez es el pilar fundamental de la novela, hay tiempo para hablar de la frialdad de los matrimonios de conveniencia entre los reinos, las luchas de poder y las traiciones, y esto Rodrigo lo hace apoyándose en magníficos secundarios como Álvar Fáñez (el Cid aparece de forma tangencial), la mora Al-Sayda, Sancha (hija de Urraca y Raimundo) o doña Eylo.

Compostela se convertirá en una de las luces de la cristiandad y la peregrinación hasta allí, un hito fundamental que a fecha de hoy sigue brillando con fuerza. Hubo un origen para todo ello y ese origen fue Diego Gelmírez. Sé que quizá me digáis que no tiene nada que ver, pero no he podido dejar de recordar la maravillosa frase que, en la película Gladiator, Marco Aurelio le dice a Máximo: "Una vez hubo un sueño llamado Roma, solo podías susurrarlo... a nada que levantabas la voz se desvanecía, tal era su fragilidad". Gelmírez se atrevió a levantar la voz para elevar a Compostela a lo más alto. Descubrid el El siglo del milagro cómo lo consiguió.


miércoles, 7 de mayo de 2025

CRUCES de Alex Landragin

 Hay lecturas que te encuentran o con las que, sin esperarlo, te topas y te quedas fascinada. Y esto me ha pasado con Cruces, de Alex Landragin, y publicada por Duomo: mi compañera de podcast, Ren, de Momoko.blog, me habló de él y las dos nos enamoramos de cómo estaba editada, de la belleza de su portada y del resumen, escueto, que se nos ofrecía. Debo decir que el libro ha superado con creces mis expectativas. Realmente no tenía muy claro qué me iba a encontrar en él, pero que una de las partes estuviese dedicada a Baudelaire me ganó, ya que este poeta "maldito" es uno de mis favoritos de siempre.

Me he encontrado con una lectura diferente, peculiar, llena de matices y en la que el autor crea para el lector todo un ejercicio de inmersión en las épocas y en los ambientes. Cuenta con el aliciente, además, de poder leerse de dos maneras diferentes, al estilo de Rayuela o aquellos famosos libros de Elige tu propia aventura, aunque el resultado varía muy poco. En mi caso, solo hice la lectura lineal, pero sé por Ren que la historia no cambia de forma sustancial. Sea como sea, creo que Cruces es un libro que hay que leer y disfrutar, porque es un ejercicio literario brillante en el que todo acaba engarzado y que es radicalmente distinto a cualquier cosa que hayamos leído antes. Y vosotros, ¿estaríais dispuestos a meteros en el cuerpo de otra persona, a cambiaros por ella, pero preservando todos vuestros recuerdos?

"¿QUÉ ES EL AMOR? EL ANHELO DE SALIR DE UNO MISMO" - CHARLES BAUDELAIRE

Cruces es la primera novela de Alex Landragin, un escritor nacido en Francia, de raíces armenias y criado en Australia y, desde luego, ha superado la prueba de manera sobresaliente. La historia arranca con un prefacio escrito por un encuadernador, a quien una baronesa encargó el trabajo de hacer un tomo con tres manuscritos. Solo le puso una condición: que no podía leerlos, debía limitarse a hacer el trabajo encargado con su habitual cuidado y con la mejor selección de materiales. Pero, al poco, recibe la noticia de que la baronesa ha muerto asesinada y, sabiendo que nadie le va a reclamar los manuscritos, decide leerlos y publicarlos. Los tres manuscritos son La educación de un monstruo, Ciudad de fantasmas y Cuentos del Albatros que, en principio, no parecen tener demasiado en común ni seguir una línea troncal concreta. Pero de su lectura se van a extraer las conclusiones más inesperadas.

Como os decía arriba, estos relatos pueden leerse de forma lineal o bien seguir la llamada "Secuencia de la baronesa", en la que al final de cada capítulo nos redirige a otra página, sea del mismo manuscrito o de los otros dos. Yo me limité a leerlo de forma lineal y reconozco que me quedó una sensación tan plena de buena lectura, que obvié la "Secuencia de la baronesa"; mi compañera Ren sí lo hizo (podéis leer su reseña aquí) y, como ha explicado también en el podcast del Certamen de Novela Histórica de Úbeda, no hay cambios reseñables en la evolución de la historia. 

El primer manuscrito, La educación de un monstruo, es, sin duda, mi favorito. El poeta Charles Baudelaire vive sus últimos años en Bruselas y nos narra todo en primera persona. Baudelaire transita por una existencia miserable, enganchado al laúdano, que es lo único que le funciona para paliar los dolores que le causa la sífilis; no tiene dinero para nada, pasa hambre y se hospeda en una suerte de pensión fría y húmeda que va pagando tarde y mal. Conocer a una misteriosa dama, madame Edmonde, le otorga un respiro, pero hay algo extraño y misterioso en ella. Este relato me resultó maravilloso. Cómo la voz de Baudelaire, roto en cuerpo y alma, nos describe su soledad, su pobreza extrema, su dependencia del láudano, el frío, la humedad, las calles oscuras... pero también sale a relucir su carácter, en el que lo políticamente correcto no existe. Es tremenda la escena en una cena con gente "bien" de la sociedad bruselense en la que pone a caer de un burro a Bélgica y a sus mujeres. Para enmarcar, os lo aseguro.

El segundo relato es Ciudad de fantasmas, ambientada en el París de la Segunda Guerra Mundial. Allí vive Walter Benjamín, un judio que permanece en la ciudad de forma ilegal y cuya existencia siempre está amenazada por ser descubierto y deportado...y una más que posible muerte. De su mano vamos a pasear por el París de la época, en la que se mezcla el glamour con las esquinas oscuras, Visitaremos a los "bouquinistes" del Sena y nos empaparemos de la tensión que atenaza la ciudad, especialmente a parte de su población. Walter conocerá a una hermosa mujer, Madeleine, en el cementerio de Montparnasse y acabarán viviendo juntos. Pero Madeleine desaparece durante horas o noches enteras y Walter desconoce casi todo de ella, aunque se enamora sin remedio. FInalmente, ambos personajes se verán inmersos en una trama de asesinatos cuyo origen, al parecer, es tratar de hacerse con el manuscrito de La educación de un monstruo, de Baudelaire, y en la que está implicada la misma Coco Chanel. Pero al final de este relato hay algo que, de pronto, te recoloca todo. Y es profundamente mágico.

En Cuentos del Albatros, Alex Landragin nos lleva a la Polinesia y cambia por completo el panorama y el paisaje: de los grises húmedos de Bruselas y la tensión que opaca por completo las calles de París, nos trasladamos a un cielo profundamente azul, a la naturaleza desatada, a los olores que embriagan. Y es en este relato cuando vamos a comprender perfectamente qué es lo que se nos está contando. La historia de Alula y su profundo amor por Koahu, la búsqueda que ella realiza a través del tiempo y del espacio y la explicación de lo que es realmente un "cruce", convierte los tres manuscritos en una increíble aventura, en un desesperado intento de reencontrase con el amor perdido.

No quiero hacer spoilers, esta novela está escrita para ser descubierta página a página, para dejarse envolver por una prosa cuidada, profunda, que nos hace sentir, que nos transporta. Una novela de la que, cuando entendemos todo, nos enamoramos sin remedio. Con lo complicado que es hoy día ser original en los planteamientos y en las tramas, Alex Landragin ha hecho un ejercicio sublime de literatura. Solo me resta deciros que, si podéis y tenéis ocasión, os dejéis llevar por Cruces. Quizá la próxima vez que alguien os mire a los ojos intensamente, comprendáis que es posible que ese alguien os esté buscando desde hace mucho, mucho tiempo.