El pasado lunes 8 de mayo la Editorial Roca y Pepa de Qué locura de libros nos convocaron a los miembros del Club de Lectura a un encuentro con Elia Barceló en el Hotel Villa Real de Madrid. El lanzamiento de la nueva novela de Elia, El color del silencio, fue la excusa perfecta para una conversación relajada y apasionante en la que pudimos conocer detalles de la novela y del modo de escribir y crear historias de la autora. Elia Barceló tiene ya un gran bagaje literario, con varias novelas escritas, además de ensayos y cuentos. También obtuvo el Premio EDEBÉ de literatura juvenil en 1997.
Por feliz casualidad, cuando llegamos al hotel, Elia estaba con Fernando Aramburu, el autor de Patria, que nos saludó uno por uno con su mejor sonrisa y se mostró encantado de posar en la foto de grupo, como podéis ver aquí.
El color del silencio es una novela que cautiva de forma irremediable, escrita con elegancia y dosificando la tensión hasta la última página. Una historia familiar marcada por la trágica muerte de la hija mayor, Alicia, en Marruecos en 1969, muerte que su hermana, Helena Guerrero, jamás ha superado y por la que se sigue sintiendo culpable. Helena es un personaje potente, una mujer de 68 años de fuerte e indomable carácter, que ha conseguido convertirse en una de las pintoras más importantes de la actualidad. Pero la familia de Helena oculta también otros misterios además del crimen de Alicia, secretos que Helena, ahora que ha vuelto a Madrid a la boda de su nieta, puede tener la posibilidad de descubrir.
La conversación, como no podía ser de otra manera, comenzó centrándose en el personaje de Helena. Elia nos confesó que sabía que era alguien que no iba a caer bien. Es dura, directa, cruel a veces en lo que dice a los demás. Además prefirió alejarse de todo, incluso de su propio hijo, para vivir su vida sin ataduras y sin rendir cuentas a nadie. A medida que avanza la novela iremoa sabiendo los motivos que han empujado a Helena a ser como es, pero no resulta una protagonista amable ni una mujer convencional. Además se mueve en un mundo eminentemente de hombres (las pintoras son bastante niguneadas aunque tengan un talento descomunal) y en ese mundo Helena quiere reivindicar su valía y su obra. Y lo hace contra viento y marea. Le preguntamos a Elia si se había inspirado en alguien conocido para ella y nos aseguró que no, aunque sí tenía rasgos de varias mujeres a las que había conocido. Helena es quien es también por ser hija de quien es, de Blanca y de Goyo, unos padres de armas tomar. Su madre era muy moderna para la época y eso también la marcó.
Comentamos que uno de los escenarios más fascinantes de la novela era la finca de La Mora, la casa familiar en Marruecos, con sus jardines y su ambiente exótico y cálido. Un lugar que albergó los mejores momentos de la familia Guerrero pero también la llegada de la noticia del asesinato de Alicia mientras iba a recoger unas telas. La Mora pasa a ser un personaje más de la novela, por todo lo que significa para los protagonistas incluso con el paso de los años.
Al ser una novela tan intensa, con saltos constantes al pasado y al presente, le preguntamos a Elia por el modo en que plantea la escritura. Nos dijo que jamás usa una escaleta, ni esquemas previos, ni eso que hacen algunos autores de saber qué se va a escribir en cada capítulo y hasta con qué palabras. Considera que eso es trabajo y ella no concibe la escritura como tal. Sí que le da muchas vueltas al argumento durante un tiempo: imagina, "ve" lugares, escenas, resoluciones, pero lo hace mientras está inmersa en otras tareas cotidianas. Lo que sí tiene que tener claro es dónde empieza la historia y a dónde quiere llegar. A partir de ese momento sí que va imaginando escenas sueltas que le sirven como piedras para cruzar un río: los huecos de en medio están vacíos y esos son los que va rellenando cuando se sienta a escribir. Incluso puede despertar de madrugada con una idea muy clara en la cabeza, pero le da rabia que al encender la luz parece que se diluya. "Ojalá pudiese escribir a oscuras", nos confesó.
Al principio de la novela, Helena Guerrero se somete a una especie de terapia de grupo llamada Constelación. A todos nos había llamado la atención esta práctica, en la que uno de los miembros cuenta un episodio de su vida y otros hacen una "representación" de familia o amigos que estuviesen en esa situación, interpretando sus papeles. Pero sin saber nada sobre ellos. Elia nos contó que es una práctica muy extendida en Alemania y Austria entre gente de mediana edad y que tiene muchos parecidos con el psicodrama. Nadie sabe exactamente cómo funciona, pero parece ser que da resultados. En las Constelaciones pasan cosas raras pero que ayudan a las personas que están en ellas. A Elia le habló de ellas una amiga psicoterapeuta. También su propio marido, en un curso que realizó de mediación de conflictos, las descubrió y llegó a participar en alguna con resultados sorprendentes.
Respecto al contenido de la novela, hablamos de que es una historia que alberga mucho dolor y sufrimiento, pero realmente ¿qué familia o qué persona no los arrastran también de diferentes maneras?. Lo único cierto es que cuando de verdad aprendemos, nos morimos porque cuanto más sabes , menos tiempo te queda y tus experiencias son algo que no se hereda, no se las podemos traspasar a nadie. Elia nos aseguró que a ella la literatura le ayuda a aprender "de segunda mano", para seguir acumulando experiencias.
En El color del silencio, como exponía antes, hay constantes saltos del pasado al tiempo actual y viceversa, pero la línea argumental se sigue sin dificultad. Coincidimos todos en que ir de un tiempo a otro no supone ningún problema porque, además, están perfectamente diferenciados. La novela toca también el sangrante tema de los niños robados, una práctica habitual durante el franquismo y que, aunque sale de cuando en cuando cada cierto tiempo, al cabo de pocas semanas vuelve a acallarse. A Elia siempre le interesó el tema de las desapariciones, no sólo aquí en España sino en otros países del mundo. Recordó cómo el poeta argentino Juan Gelman le habló de su hijo y su nuera, desaparecidos durante la dictadura argentina. Ella estaba embarazada. Gelman supo que había dado a luz una niña pero nada de lo que pasó con ella, por eso de embarcó en una cruzada personal para encontrarla.
Posteriormente tuvo muchos datos de lo que había sucedido en España con los hijos de los "rojos", dados en adopción a familias afectas al régimen. Incluso nos contó los experimentos que un reputado psiquiatra de la época, entregando a hijos de "rebeldes" o republicanos a familias de "probada rectitud" para comprobar si primaba más la genética o la educación dada por los nuevos progenitores.
Elia nos aseguró que escribir El color del silencio le había hecho sufrir mucho, porque ella siempre quiere sentir lo que sienten los protagonistas. Además siempre ha pensado que lo que escribe le tiene que gustar a alguien más que a ella. Sus historias vienen siempre de la vida misma y la vida no tiene género, no es masculina ni femenina. Simplemente es. También nos hizo partícipes de que su novela favorita es El Mago de John Fawles, una novela gótica que mezcla el thriller, una historia iniciática, conceptos filosóficos y toques eróticos. Es una búsqueda de la autenticidad individual que nos recomendó a todos.
Hubo tiempo después para que nos firmase los ejemplares y para las fotografías de rigor. Elia nos emplazó para la próxima Feria del Libro de Madrid, en la que estará, para volver a encontrarnos.
Hemos decubierto no sólo a una escritora con mucho que contar y con un concepto de la literatura y el arte de escribir fascinantes, sino una mujer cercana, cálida y llena de matices que sabe trasladar a quienes la escuchamos o la leemos. Desde aquí sólo puedo recomendaros que os dejéis atrapar por El color del silencio, una novela maravillosa y en la que los silencios de años acabarán por romperse para recuperar los colores de la vida plena.
Gracias a Pepa y a la Editorial Roca por esta estupenda tarde.
Cada vez tengo más ganas de esta novela.
ResponderEliminarUn beso ;)
Me pasa lo mismo, tengo ganas de leer la novela.
ResponderEliminarBesos
Está claro que fue un encuentro muy interesante. Yo debo admitir que hasta hoy mismo ni siquiera conocía la novela, pero he leído una reseña y ya la tengo apuntada como futura lectura.
ResponderEliminarBesos.
Me gusta mucho el título de esta novela. ¿De qué color es el silencio? Depende del día y del momento. Incluso a veces, el silencio es transparente... Y la novela espero tener ocasión de leerla. Me ha dejado ojiplática el experimento de la psiquiatra para ver si era más importante la genética o la educación ¡como si la ideología política estuviera grabada en los genes!. Ah! cuando vuelvas a ver a Elia dile que quizá no sea fácil escribir a oscuras (aunque yo he escrito algún haiku sin encender la luz, a tientas), pero que siempre le puede dictar al móvil lo que se le ocurra :-) Besines. <3
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