El pasado 28 de abril, en nuestro lugar de encuentro habitual, el Café de Oriente, el club de lectura contó con la presencia de Javier Alonso García Pozuelo. Javier acaba de publicar su primer libro con la editorial Maeva, La cajita de rapé, una novela policiaca ambientada en el Madrid de 1861 y protagonizada por el inspector Benítez. Antes del encuentro ya habíamos hablado entre nosotros del fantástico trabajo que ha hecho Javier en la recreación del Madrid de la época no sólo en cuanto a lugares, calles o edificios sino también la gastronomía, la vestimenta de los personajes y hasta los olores.
Javier llegó puntual a la cita con un fantástico buen humor y ganas de participar, lo que convirtió el encuentro en una tarde en la que las risas y la complicidad estuvieron muy presentes. Traía consigo, además de su libro, un ejemplar de Los generales de Isabel II de José Luis Comellas, que contiene las biografías de Narváez, Espartero, O'Donell y Serrano y que fueron fundamentales en el reinado de Isabel. Particularmente, y lo confieso sin rubor, me quedé fascinada con el libro (que además cuenta con una edición muy cuidada) lo que provocó que Javier, con mucha guasa me dijese que me gustaba más éste que el suyo.
Después de ponernos al día en cuanto a lecturas comunes, gustos, anécdotas y pedir una primera ronda, le preguntamos a Javier cómo surgió la idea de esta novela. Nos confesó que después de haber estudiado para médico y de trabajar varios años como profesor en una escuela que preparaba a estudiantes de medicina para sus exámenes, descubrió que todo eso no era lo suyo. Y respecto al tema, lo eligió porque el siglo XIX le gusta especialmente, aunque lo fue descubriendo poco a poco. Su interés por la historia se despertó en el pueblo de La Solana en el que escuchó muchas historias de la Guerra Civil pero sin ningún rencor, simplemente como experiencias vividas y eso le impactó sobremanera. A partir de ese momento empezó a leer libros de historia: primero de la Gran Guerra y después de la Guerra de la Independencia, que le fascinó especialmente. Ese fue el punto de partida.
Respecto al protagonista, el inspector Benítez, le preguntamos si estaba basado en alguien que conocía. Nos contó que sus padres vivían en San Blas, un barrio periférico de Madrid, pero mientras estudió la carrera vivió con sus abuelos. En el mismo edificio vivía su tío Gabriel con el que tiene una gran relación y en él se basó un poco para el personaje. La acción de la novela se centra sobre todo en el barrio de La Latina (cercano a la Plaza Mayor y el actual Rastro) que en la época de la novela tenía bastante importancia. Famosos eran sus edificios galdosianos, las tabernas, los cafés... Además le daba bastante juego, nos aclaró, porque en esa zona podía describir también las casas de viviendas de la zona más al sur de Madrid: las famosas corralas con un patio central y baño común. El contraste de los dos tipos de vida en el mismo barrio le pareció muy interesante.
Javier explicó que ha intentado ser muy fiel a la época y a la vida cotidiana de ese momento, incluyendo la prensa, lo que se comía, los menús... lo que más le importaba era transmitir verosimilitud aunque luego haya licencias literarias pero que no afectan en absoluto a la veracidad de los datos. De ahí el detallado trabajo de campo y de documentación. Aclaró que a veces no es necesario patearse las calles y los escenarios para hacerse una idea, pero sí es imprescindible conocerlos con detalle para no caer en errores. Hay un momento en la novela en que el inspector Benítez camina hacia comisaría con otro de los personajes y se habla hasta de la inclinación de la calle. Él sí se visitó con detalle La Latina (barrio que debe su nombre a Beatriz Galindo, apodada "la Latina" por sus conocimientos de esta lengua y en otros muchos campos, y que contó con la confianza de Isabel la Católica nombrándola preceptora de sus hijos) adentrándose además en portales y casas que aun se conservan de la época. La ubicación de dónde se comete el robo existe al igual que el lugar en que se hallaba la comisaría, en la calle Atocha.
Al principio tenía cierta inseguridad y se obsesionó porque cada lugar del que hablaba hubiese existido realmente. La tienda de huevos que se menciona al principio de la novela estaba realmente en esa calle en la que, según documentos de la época, también había una trapería y un prostíbulo. Hoy día ya no están por eso hay que hacer un buen trabajo de imaginación.
El trabajo para escribir la novela le llevó unos cuatro años. Algo más de uno se lo llevó la tarea de documentación y, tras acabar ésta, eligió el barrio. La Latina le tiraba mucho por la mezcla de ambientes que existía en esa segunda mitad del siglo XIX. Ha intentado cuidar incluso la manera de hablar de las diferentes clases sociales y también de algunas regiones y eso sí que le llevó tiempo. En cuanto a las licencias, se las permite en la narración pero no los anacronismos porque, como decía antes, la verosimilitud es lo que prima en toda la novela.
En cuanto a la elección de Maeva como editorial, nos explicó que ésta hace poco que se ha lanzado a publicar a autores nacionales y están intentando abrirse a ese mercado. Con su novela han hecho una excepción adelantando la publicación para que se produjese antes de la Feria del Libro de Madrid. Además está muy agradecido porque le aceptaron la novela tal cual, sin apenas cambiar nada. Javier aseguró que él si que cambió cosas porque el primer manuscrito tenía casi 600 páginas y el crimen del principio (esto no es spoiler, está en las primera páginas) sucedía pasadas las cien primeras. El sufrir el rechazo de una gran editorial, muy fundamentado, le abrió los ojos a reducir el número de páginas y colocar el crimen al principio para mantener el interés desde ese momento.
Respecto al título, La cajita de rapé, está basado en un objeto que sale en la novela y que él colocó como un "Macguffin" (un elemento que hace que los personajes avancen en la trama pero que no tiene relevancia en si mismo, es una excusa argumental) que los protagonistas van siguiendo pero que no tiene importancia. Es un símbolo: aparece tarde en la novela y como símbolo de algo terrible.
La cajita de rapé es una novela escrita en presente, algo realmente poco habitual, y lo hizo porque cree que así se mantiene la tensión con más intensidad. Fue un reto personal porque buscaba la inmediatez en los sucesos que narraba y seguir a los protagonistas al mismo ritmo que ellos avanzaban. Se forzó a escribirlo como alguien que estaba viviendo en la época.
La conversación en todo momento fluyó con naturalidad y con muchos momentos divertidos, porque Javier es muy cercano y con un arrollador sentido del humor. Al finalizar tuvimos firmas y fotos y la promesa de volvernos a encontrar pronto en la Feria o en otros encuentros. Será un auténtico placer.
Gracias a Javier, a Pepa Muñoz de Qué locura de Libros por organizarlo y a la Editorial Maeva
Que suerte la tuya el poder asistir a tantos actos de este tipo. Por mi ciudad vienen con cuenta gotas a presentar novelas de este tipo. Gracias por la crónica y la novela me la apunto porque me gustó su trama cuando me enteré de que la publicaban. Besos
ResponderEliminar¡Gracias por lo que dices de la trama, Marina! No sé desde dónde escribes, pero ojalá algún día pueda ir a tu ciudad con mi cajita de rapé. Besos, Javier
Eliminar¡Mil gracias, Yolanda! ¡Me encanta la crónica! Un besazo
ResponderEliminarFue uno de los encuentros mas entretenidos y divertidos que hemos tenido. Javier Alonso es un encanto y su cajita de rapé un regalazo de novela. Esperamos verte pronto de nuevo!
ResponderEliminarYolanda, la crónica, de categoría. Como sólo tu sabes hacerlas. Bss
Esta novela es para leerla con un mapa de Madrid del XIX al lado. Me parece muy interesante, y creo que la leeré eventualmente. Pero no sé cuándo. Me he quedado atónita cuando he visto el precio de la versión para el Kindle... Respecto a la reseña, querida Yolanda, chapeau!. Besos <3 <3 <3
ResponderEliminarPues fíjate que esta novela no la conocía o no me había parado en ella. Gracias por compartir con nosotros estos encuentros a los que tenéis el privilegio de asistir.
ResponderEliminarBesos