Curioso título, ¿verdad? Y más curioso aún que yo me anime con una historia en la que el amor (o más bien un desamor tóxico y traumático) está tan presente. Me conocéis bien: perdí la fe hace años, pero en este caso no nos metemos de cabeza en una historia de arco iris y unicornios rosas, sino en el modo en que el amor mal entendido puede llevarnos a una casi completa autodestrucción. No es una historia fácil la que Cruz nos muestra en esta novela, pero sí es la historia de muchas mujeres, al margen de su estatus social; quizá lo que más sorprende es que una profesional reputada, con una economía saneada, vida completa, una familia que siempre la apoya y un círculo social sólido pueda caer en las garras de un hombre capaz de despedazarla psicológicamente y de convertirla en la sombra de lo que era.
Esta es la segunda novela de Cruz Sánchez de Lara tras Cazar leones en Escocia que también contaba con una mujer como protagonista, pero en una trama mucho más, por ponerle una etiqueta, de "amor y lujo". En esta ocasión nos damos de bruces con un libro con escenas que cuesta leer y que nos lleva a descubrir que el amor, la obsesión, puede desbaratar la vida más completa y la mente más organizada para hacernos caer en un infierno y en una mentira que nos rompa de muchas maneras.
JUGANDO CON LOS LÍMITES
Clea Castán es una joven arquitecta especializada en reformas que ha ido ganándose una muy buena reputación a base de trabajo y dedicación. Su padre es un consultor de prestigio y Clea se ha criado en un ambiente lleno de belleza, aunque, desde siempre, ha intentado llevar una vida independiente gracias a su profesión y contando, en todo momento, con el amor y el apoyo incondicionales de sus padres. Pero todo va a saltar en pedazos. La reforma de un palacete en Biarritz la lleva a conocer a Henry, un aristócrata inglés de innegable atractivo, y a vivir con él un amor apasionado, desbocado y sensual en un ambiente de lujo. Clea cae rendida, se ciega por completo. Pero todo el brillo que desprende Henry hacia afuera esconde una oscuridad temible compuesta de celos, maltrato, un egoísmo casi patológico y mucha perversión. Un amor que va comiéndose literalmente a Clea, reduciéndola a la nada y arrojándola a un pozo oscuro del que no sabe cómo salir.
Quizá esa sea la pregunta: ¿cómo escalar desde el abismo en el que hemos caído si ya hemos volado todos los puentes y destrozado los asideros para escapar? Pero vayamos por partes, porque lo cierto es que en el arranque de la novela a Clea es muy difícil comprenderla. De hecho, en muchos momentos, de lo que sentimos ganas es de darle un par de bofetadas para ver si reacciona. Y es que la novela empieza casi por el final, por la muerte de Henry y el duelo desgarrador e incomprensible de Clea. Solo a medida que la acción nos lleve a ir descubriendo cómo fue su historia empezaremos a entender muchas cosas, incluso esa muerte. Habrá que descubrir muchos "por qué" para conocer la verdad.
Este es un libro que tiene como telón de fondo el maltrato, pero no es ese su tema principal. Y tiene un mensaje claro: lo que le sucede a Clea nos puede suceder a todos, al margen de cómo sea nuestra vida o cómo seamos nosotros. Clea se nos muestra contradictoria, a veces fuerte y a veces muy frágil, pero solo cuando tengamos todas las piezas del puzle podremos ver la imagen completa. En la primera parte, como os decía antes, Clea nos pone, literalmente, de los nervios. Se hace muy complicado empatizar con ella, te enfada, te indigna y no entiendes por qué hace lo que hace y se comporta así. A medida que seguimos leyendo, se atemperan esas sensaciones porque descubrimos que no es la muerte del amado lo que hace que Clea esté devastada, aunque también, sino porque también ella está muerta en vida de muchas maneras; porque no es capaz de remontar una corriente que la ha arrastrado demasiado lejos.
Toda la parte positiva de la vida de Clea la conforman sus padres, su tía y sus amigas, pero ninguno de ellos entiende nada. Intentan estar a su lado hasta que la cuerda se tensa tanto que hasta su propio padre le da un ultimátum buscando que reaccione. En ese escenario, el mensaje que nos llega es que nadie sale de la violencia o de las peores cosas de la vida solo; Clea necesita a los suyos, pero también reencontrarse, perdonarse y volver a mirar a la vida de frente. Salir del infierno puede suponer llevarse algunas cicatrices, pero ser capaz de vivir con ellas.
Maldito Hamor (porque en la vida de Clea todo acabará escribiéndose con la H de Henry) es una novela que araña, nada complaciente, dura en muchos pasajes, pero también es una historia de superación, de esperanza y de la capacidad del ser humano para sacudirse los peores yugos. Para comprender que el dinero y una buena posición social no nos protegen de determinados depredadores y que muchas frutas esconden una pulpa amarga y oscura detrás de su aspecto brillante y apetitoso. Todos y cada uno de nosotros iremos a la frutería muchas veces y, en alguna ocasión, una de esas piezas podridas caerá en nuestra bolsa. Puede que no seamos conscientes hasta que los gusanos colonicen todo el frutero y entonces no sepamos qué hacer. Pero con eso, como con tantas cosas en la vida, se acaba con ayuda, una buena limpieza y, si llega el caso, con un frutero nuevo. Todo para que el amor no tenga nada delante que nos haga tropezar.
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