lunes, 17 de septiembre de 2018

SE LLAMABA MANUEL de Víctor Fernández Correas

Creo que ya lo he dicho en alguna otra ocasión, pero siento una especial fascinación por los libros que me "hacen burbuja". Esos que por lo que cuentan, por cómo lo cuentan y por lo que te hacen sentir al leerlos te llevan por completo dentro de la historia. Estás leyendo y lo ves. Ya no son sólo imágenes que te llegan, es que estás allí. Sientes el frío o el calor, la lluvia, el barro en los zapatos. Hueles, incluso, a comida al pasar ante un restaurante junto al protagonista. Notas el tejido de una manta en la punta de los dedos. Es complicado de explicar, aunque seguramente a muchos os pasa lo mismo. Y con Se llamaba Manuel he tenido mi burbuja particular desde la primera página. La inspiración y el talento de Víctor Fernández Correas han sido capaces de llevarme a ese Madrid de 1952 sin necesidad de equipaje. Mi memoria familiar, en especial la de mis abuelos, ha completado el conjunto. Me he dejado llevar, sin más, por una historia que no necesita de grandes efectos especiales ni detalles técnicos para captar la atención del lector sin dificultad. Una historia, sobre todo, de vidas y de supervivientes. Pero también de muerte y de la necesidad de conocer la verdad. Del pasado y de cómo puede marcar el presente. 

EL AUTOR: VÍCTOR FERNÁNDEZ CORREAS

 

Nacido por azar y por la inmigración en Saint Denis, en los alrededores de París, pero extremeño decorazón y estirpe, lleva años trabajando alrededor del periodismo y la información. Su primera novela, tras algunos premios de relato en su tierra, fue   La conspiración de Yuste en 2008. En 2012 publicó La tribu maldita, cambiando por completo de registro. En 2016 colaboró con un relato en la antología Cervantes tiene quien le escriba. Su actividad escritora está siempre en marcha, como podéis comprobar en su blog y en redes sociales. Se llamaba Manuel ha sido editada por Versátil Ediciones.


EN BLANCO Y NEGRO


Es complicado hacerse una imagen mental del Madrid de 1952 sin verla en blanco y negro y con una extensa gama de grises perdiéndose en un horizonte que ya no reconocemos. También el resto de España, que aun no terminaba de coserse las heridas de una guerra fratricida. Se decía que volvía a amanecer, que todo recomenzaba. Pero la pobreza, el hambre y las ruinas seguían siendo dueñas de todo. En ese Madrid, mitad ciudad, mitad pueblo de calles polvorientas, la mañana de Nochebuena aparece el cadáver apuñalado de Manuel Prieto en el Cerro Garabitas, uno de los puntos más elevados de la Casa de Campo. El inspector Gonzalo Suárez, de la comisaría de la calle Leganitos, se hace cargo de la investigación ayudado por Julián Ordóñez, un joven policía sevillano casi recién llegado a Madrid. 

Este es el punto de partida de una narración que tiene mucho de poliedro: varias caras que conforman una única figura. No solo seguiremos las pesquisas del inspector Suárez para saber qué sucedió para que Manuel Prieto acabase muerto y quién pudo ser el culpable. También seremos testigos de las maquinaciones del teniente Arturo Saavedra, que trata de llevar adelante las negociaciones que permitan a España albergar bases estadounidenses, con la contrapartida económica que eso supondría. Y los pasos en la sombra de Margarita Uriarte, comunista convencida, que trata de averiguar, junto con otros compañeros, qué se esconde detrás de esas negociaciones. Tres hilos argumentales que, a priori, parecen no tener nada que ver pero que acaban entrecruzándose en ese tapiz que Víctor Fernández Correas ha tejido con mimo.

Suárez, de quien nos sentimos muy cerca a lo largo de las páginas, es íntegro y sólido aunque guarde muchas preguntas dentro de sí. No quiere aceptar que el asesinato de Manuel sea tratado como algo sin importancia porque, a medida que investiga, se da cuenta de que hay muchos rincones oscuros. Marga Uriarte, fría, incapaz de amar, vive sostenida por un odio que casi se ha convertido en lo único que la mantiene en pie. Una mujer resuelta y valiente, a su modo, capaz de enfrentarse a cualquiera en un momento en que la figura de la mujer era solo válida en las cocinas y en los salones. Arturo Saavedra es un arribista que no duda en utilizar a su familia para llegar a donde quiere. Creo descubrirle un cierto matiz de psicópata de manual, incapaz de sentir empatía por nadie y sólo pendiente de lo que quiere y lo que desea. Ni siquiera su propio hijo es capaz de arrancarle un gesto de ternura.  Ellos tres llevan el peso de las tres historias que se cruzan en la novela, tres historias que no están tan alejadas unas de otras como parece.


No son ellos los únicos protagonistas. Hay mucho de coral en esta novela, con "secundarios" de lujo que completan el conjunto: Liborio Solís, el Canelita, confidente de la policía cuando le conviene y capaz del más absoluto silencio si es necesario. Un hombre al que su condición sexual, en esa época, ponía en el punto de mira de mucho y un personaje que se acaba convirtiendo en imprescindible. Con su puntito histriónico, hay en la novela una escena especialmente divertida (que no destripo para que descubráis) que me recordó a una del mismo corte de la genial película RocknRolla, que aprovecho también para recomendaros. Joao, el "malo" más clásico, al que casi podemos poner rostro. Rosa Prieto, la madre de Manuel, tan sola en su desgarro y en su pobreza. Tica Sainz, la mano que ayuda y sostiene con la calidez de quien ha conocido bien en frío. Inés, el refugio de Gonzalo Suárez, aun cuando él no deje negarse la entrada. Y como no, Manuel. Ese gran protagonista en elipsis que está en cada página y a la vez no está. Alguien a quien iremos descubriendo desde la perspectiva de otros pero que nadie parece haber conocido del todo. Él es el gran puzle y el que da encaje a todas las piezas de Se llamaba Manuel.

El gran acierto de Víctor, con un estilo absolutamente reconocible, es dotar a la novela de un escenario completamente creíble y que acaba por envolvernos sin remedio. Un Madrid que trataba de levantarse a pesar de las heridas y en el que los locales de lujo y la bonanza de ciertos sectores de la sociedad escondían, en la parte de atrás, barrios enteros sin luz ni agua, de calles sin asfaltar, de infraviviendas. El frío acaba siendo casi real al leer. Incluso el propio hogar de Gonzalo Suárez, un funcionario de carrera, sufre la carencia, muchos días, de una buena cena o del calor necesario. La documentación, sin duda, ha sido tratada con mimo, cuidada al máximo.

Con los años y ese olvido que los españoles solemos tener para nuestra propia historia, ha sido más que interesante recordar aquellas conversaciones entre los gobiernos español y estadounidense para albergar bases militares de los EEUU en nuestro territorio. Era una manera de conseguir dinero para las arcas nacionales, mermadas hasta por debajo del mínimo, y a las que no ayudaban ni las terribles sequías ni el bloqueo al que se nos sometía por parte de Europa. Pero también era una manera de volver a contar en los escenarios internacionales, conseguir una puerta que, al menos, se mantuviese entreabierta. Para las clases más pudientes, también era una ocasión de hacer planes o alegrarse. Para el resto ni siquiera tenían importancia. Importante era comer todos los días.

Se llamaba Manuel es un reflejo fantástico de una época que no es tan lejana y de la que aun, muchos, guardan recuerdos. Una historia que arranca con un asesinato y que se va complicando e cada capítulo, marcado con una fecha y un lugar. Un retrato fiel de cómo éramos en 1952 y que nos permite comprobar que, en muchas cosas, o hemos cambiado demasiado. Pero sobre todo es una lectura que te hunde en líneas, te acoge y te transporta. Animaos a saltar.







13 comentarios:

  1. ¡Hola guapa!

    Coincidimos en todo; es una novela maravillosa que te envuelve y te atrapa desde el principio. A mí me dio pena terminarla.

    Un beso

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  2. También me ha gustado mucho y sin duda volveré a leer a este autor porque más allá de una buena trama me he encontrado una prosa y una narración fantastfan.
    Besos

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  3. No me importaría leerla, en las reseñas que he ido viendo la ponéis fenomenal =)

    Besotes

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  4. Mira que me llama la atención esta novela desde que la empecé a ver por estos mundos, y a cada reseña que leo mi interés va a más. Besos.

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  5. Maravillas habláis todos de esta novela, me voy como las locas a buscarla porque bastante tengo con lo que tengo pero si se cruza...
    Besos.

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  6. Este es un libro que no me atraía en un principio y al final con cada reseña ha ido calándome.-

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  7. Ay, y yo sin leerla, me apetece mucho esta novela pero no he podido hacerle un hueco en verano, a ver si estos meses puedo ponerme con ella, que con cada reseña que leo pienso que me estoy perdiendo una muy buena lectura.
    Un beso

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  8. Impresionante reseña de una impresionante novela. Enhorabuena Yolanda.

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  9. Me has abierto el apetito nunca saciado de novelas que "te tocan" y se comprueba por tu magnífico texto que esta es de esas.

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  10. Al final voy a tener que leerla, habláis maravillas.
    Besos

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  11. Ay Yolanda, qué reseña tan bonita te ha quedado. Yo estoy enamorada de la novela desde que vi la cubierta. El contexto me encanta y si la novela transmite esas emociones, me encantaría leerla a la voz de ya. A ver si tengo oportunidad de hacerme con ella. Besos

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  12. La verdad es que sí que nos ha hecho viajar a todos. La ambientación que ha conseguido es impecable y tú teniendo además otros aderezos no me extraña que lo hayas disfrutado tanto. Te ha quedado una reseña de lujo.
    Un besote.

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  13. Le tengo muchas ganas y despues de leer tu reseña mas aun!!

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