lunes, 23 de septiembre de 2024

SIEMPRE VIENEN DE NOCHE de Alberto Caliani

 Con esta novela me estreno con Alberto Caliani como autor, a pesar de que buenos amigos, tanto lectores como escritores, me habían hablado muy bien de sus libros. Y la cosa es, como bien sabéis, que si hay algo que me encanta leer son tramas en las que haya "muertis" (palabra robada a mi admirada Ainara Ariztoy, de Funerarte), uno o más misterios y, si además hay ambientación histórica, me rindo con armas y bagajes. Me llamó la atención el título cuando vi esta novela en el catálogo de Ediciones B y más aún la frase que había debajo: "Cuando las campanas suenan, la muerte ronda al monasterio de Piedra". Estaba entonces en plena vorágine de la Feria del Libro, pero supe que tenía que leerla. Además ya conocía a Alberto y me apetecía mucho leerle. Así que no me lo pensé. También es verdad que he tardado, al final, más de lo que pensaba en ponerme con ella, porque mi mes de julio fue estresante. A pesar de todo, aquí estoy, presta a contaros lo que descubrí en sus páginas.

Mientras la leía, descubrí que algunos de los personajes principales ya lo habían sido de novelas anteriores de Alberto, pero os aseguro que se puede leer de forma completamente independiente y no perdemos nada de información. Sí, se hace mención a esas "aventuras" previas, pero como las cuentan con bastante detalle en algunas conversaciones, realmente no las he echado de menos. Así pues, vayamos a Nuévalos, muy cerquita del monasterio de Piedra. Y recordad: si escucháis las campanas, encerraos en casa.

"¡YUNQUES, SONAD; ENMUDECED, CAMPANAS!" - ANTONIO MACHADO

Corre el año del Señor de 1543. Es noche cerrada y un novicio encuentra en el bosque a una joven que corre aterrada, con la ropa destrozada y gritando a voz en cuello. Los gritos alertan a los monjes y uno de ellos la reconoce: es Daniela, la hija del comendador de Nuévalos, que desapareció una noche y fue asesinada. Se halla bajo tierra desde hace cuatro años. Pero, ¿cómo es eso posible? Los muertos no se levantan de sus tumbas... ¿o sí? Sin embargo la desaparición de Daniela no ha sido la única. Desde hace tiempo, otras jóvenes se han volatilizado, incluso más de una ha sido encontrada muerta, con sus cadáveres en terribles condiciones. En Nuévalos, que vive sometido a un clima de miedo constante, saben que el sonido de las campanas augura la llegada de los demonios y todos se encierran en sus casas, atrancando puertas y ventanas, suplicando porque esta vez no sea su hija la que caiga en sus manos. 

Para tratar de averiguar qué está pasando en Nuévalos, el secretario de Carlos I, Francisco de los Cobos, encarga a Dino D'Angelis, al que considera su mejor agente, que se desplace allí e investigue sobre el terreno. D'Angelis pide ir acompañado de Charlène Dubois, médico personal de la familia del emperador y a la que considera casi una hija. También irá con él su inseparable Neuit, un chiquillo de una tribu al que encontró abandonado y en peligro cuando estaba con la expedición de Orellana, y del que Dino se ha hecho cargo desde entonces. Dino no cree en la naturaleza diabólica de lo que sucede en Nuévalos, pero demostrarlo va a ser una tarea muy complicada.

Siempre vienen de noche ha sido etiquetada como "thriller histórico" y con ella podríamos abrir de nuevo el melón de qué es y qué no la novela histórica. Obviamente, el contexto lo tiene. Estamos en el reinado de Carlos I, aparecen personajes históricos reales y se van filtrando detalles de los está sucediendo o ha sucedido en España y Europa. ¿Se narra un hecho que sucedió realmente? No, pero sí se ha encuadrado en una época y esta aparece como ambientación en todo momento. Pero como este es un debate que da para largas conversaciones, lo aparco hasta nueva ocasión.

Lo que sí he descubierto es que Caliani se mueve como pez en el agua creando situaciones de intriga y misterio, que sabe muy bien cómo dosificarlas para mantener siempre al lector en una tensión constante esperando un nuevo giro, aunque, cuando lo da, nos suele pillar con la guardia baja. Y también sabe tirar de ironía, especialmente gracias a Dino D'Angelis, un tipo cuanto menos peculiar, pero que acaba por caer muy bien a pesar de su chulería, sus directas indirectas y sus constantes ganas de tocar las narices a todo el que se le pone por delante. Los diálogos que mantiene con Neuit, ya casi un preadolescente, que habla un español de retales, pero que es capaz de ponerse a la altura de Dino, son realmente divertidos. Se adoran, aunque no lo digan, y se entienden casi con mirarse. Y es que Neuit, ha aprendido las mañas de su "protector" y no se calla ni debajo del agua.

Cuando llegan a Nuévalos, el comendador, Ricardo de Cortada, parece haber arrojado la toalla. El no haber sido capaz de proteger a la población, la muerte de su hija y su inesperada aparición le tienen sumido en un estado que alterna la rabia con la desesperación. Su hijo, Víctor, un hombre joven y ya viudo, que marchó a estudiar y que es todo lo contrario a él, es el que mejor recibe a Dino y sus acompañantes. En el pueblo, hace tiempo que las visitas de los demonios se "facilitan", dejando abiertas las puertas de las murallas. Hay un clima de rendición absoluta sumado el del miedo. Durante buena parte de la novela no pude evitar sentir cierta semejanza con una de mis películas favoritas, El bosque, pero después esto se diluyó tras varios giros en la trama que descolocan de forma inesperada.

La investigación de Dino le lleva a ir descubriendo muchos detalles que parecen conformar una imagen, pero que no acaba de verse completa. Algunos de los vecinos tienen muchas cosas que ocultar y hay lugares en las inmediaciones de Nuévalos que también esconden secretos. Alberto Caliani ha creado un pequeño universo alrededor de Nuévalos y los terrenos que lo circundan, describiendo perfectamente los intrincados bosques, los caminos, la geografía del pueblo. Pero, sobre todo, lo que domina es la psicología de los personajes, cómo evolucionan, cómo se enfrentan a lo que no tiene explicación.

El miedo modela las almas llenándolas de aristas. Y en Nuévalos ese miedo es algo tangible que Alberto consigue que se meta hasta el estómago del lector en determinados momentos. Lo sobrenatural está presente y, aunque Dino va sacando a la luz cosas que contradicen esta supuesta realidad, pocos son quienes lo creen. Han visto a los demonios. Saben de lo que son capaces. Y ya son demasiadas muertes. Hay en la novela escenas duras; terribles, incluso, pero no creo que sobren ni que haya que "dulcificarlas". La época es la que es y las cosas se solucionaban de manera muy diferente a la de hoy. La violencia estaba muy presente y los castigos y las venganzas se gestionaban de forma implacable, por decirlo de alguna manera. La tensión, la dureza, la sangre y los hechos atroces que van saliendo a la luz están perfectamente explicados y se aligeran, de cuando en cuando, gracias a Dino, a Neuit y a la Lobera, una mujer muy especial que vive en el bosque con dos lobos y en la que Dino encontrará una aliada muy eficaz. Y es que los diálogos son uno de los puntos fuertes de la novela, siempre directos, naturales, cargados en muchas ocasiones de ironía y cierta mala leche.

El misterio de los demonios de Nuévalos sirve a Caliani para hacer un muy buen estudio de cómo el miedo y la angustia son capaces de cambiar pueblos enteros. El instinto de supervivencia y la protección de los suyos también es una variable que maneja con buen pulso. Siempre vienen de noche ha conseguido mantenerme pegada a sus páginas hasta el final, un final que no deja cabos sueltos, aunque creo que lo importante de esta novela es cómo se llega a él. El viaje es apasionante. Así pues, coged vuestro equipaje y perdeos en las páginas de Siempre vienen de noche. No lo olvidéis: el sonido de las campanas anuncia funestas visitas.


1 comentario:

  1. ¡Pintaza! Yo tampoco he leído nada de Caliani y este no se me escapa porque al igual que tú, me gustan las novelas históricas con uno o varios misterios.
    Un beso grande. ;)

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