martes, 24 de noviembre de 2020

EL CUSTODIO DE LOS LIBROS de Rodrigo Costoya

Cuando vi la portada definitiva, me enamoré. Sin remedio. Uno de esos pálpitos en los que piensas que lo que hay dentro va a ser un absoluto disfrute lector. Además, la concesión del Premio "Ciudad de Úbeda" de Novela Histórica no es cosa menor: lleva un trabajo previo de la comisión lectora minucioso, una selección de finalistas rigurosa y cuenta con un jurado de primer nivel. La calidad de las obras presentadas es muy alta y los ganadores de los últimos años lo hicieron con novelas apasionantes, en los que la Historia vivía y tomaba color ante nuestros ojos. Y así ha sido también en esta edición: El custodio de los libros, titulado originalmente Misarela, sorprende por su viveza, por no ser una simple recreación de una época, una suerte de escenario en papel: realmente nos lleva allí, a aquellos años convulsos entre 1464 y 1502, que fueron testigos de una guerra por el trono de Castilla, de una unión de reinos, del descubrimiento que cambió el mundo y parte de sus consecuencias. Pero asistiremos a ellos desde Galicia, no en primera línea, y desde los ojos y oídos de los protagonistas de esta historia en la que iglesia, nobles, deanes, pescadores y monjes van a ver su existencia alterada por hechos más próximos, pero igualmente intensos y muy reales.

Haber podido conocer al autor, Rodrigo Costoya, en el marco del Certamen de Novela Histórica de Úbeda me ha servido para comprender aún mejor todo lo que encierra El custodio de los libros y que, por encima de todo, es pasión: pasión por la Historia, por la literatura, por conocer, por escribir, por soñar. El paisaje agreste y las azules aguas de la ría de Arousa nos dan la bienvenida y nos abren la puerta a un relato intenso, de los que dejan raíces en el lector y en el que los libros se convierten en protagonistas principales. Destruir el conocimiento es destruir lo que nos hace humanos, nuestra memoria, lo que somos y hasta lo que seremos. 

LOS OJOS DE BAIA CAMEÁN

 

 "Cuando un libro arde mueren todas las vidas que lo hicieron posible, todas las vidas en él contenidas y todas las vidas a las que ese libro hubiese podido dar, en el futuro, calor y conocimientos, inteligencia, goce y esperanza. Destruir un libro es, literalmente, asesinar el alma del hombre." A. Pérez Reverte

Corre la segunda mitad del siglo XV y a un pequeño monasterio de la ría de Arousa llega un viajero con un cargamento tan valioso como peligroso: libros y códices que contienen saberes y textos de un valor incalculable, sacados a escondidas de la Escuela de Traductores de Toledo para evitar su destrucción. Luís de Ligunde, el fraile que los porta, no es un monje al uso, ya que pertenece a la Orden de Rodas, caballeros hospitalarios con el voto de defender a los débiles. Su destino es la Misarela, un pequeño eremitorio de difícil acceso, en el que será bien acogido por su vicario para ordenar y conservar los libros que tantos cuidados necesitan. Pero la paz y el recogimiento que fray Luís parece haber encontrado se truncan cuando ha de salvar de las aguas de la ría a una adolescente, casi niña, a punto de ahogarse y junto a la que se encuentra, en el fondo, un joven cargado de cadenas por quien ya nada se puede hacer. La oscura y poderosa sombra del señor de Junqueras, que gobierna esas tierras del Caramiñal, empieza a tomar su forma más amenazante en el horizonte de fray Luís y en el de todos los habitantes de la Pobla.

No es Luís de Ligunde un hombre que se deje atemorizar con facilidad, pero la prioridad de mantener a salvo los códices que se hallan bajo su custodia es lo que rige todas sus decisiones. El problema es que ahora hay una jovencita, Baia, que necesita su ayuda. Su voto le obliga y también su conciencia. Sabe que lo que le ha sucedido a ella no es un simple accidente y ponerla a salvo es absolutamente necesario. Con la ayuda de Joam Pastor, abad del monasterio de Antealtares, y del señor de Boiro, Ares López, urde un plan para esconder a Baia lejos de las manos del señor de Junqueras. 

El custodio de los libros, como os decía al principio, es una novela histórica magníficamente documentada, sobre todo en lo que a las tierras de Galicia se refiere, pero Rodrigo Costoya no abusa de toda esa documentación para demostrar cuánto sabe. Lo que hace con ella es crear un escenario real, poniendo ante nuestros ojos no un decorado de cartón piedra, sino la vida en una época concreta, con sus sonidos, sus olores, sus pueblos y ciudades y, sobre todo, sustentada por unos personajes profundamente humanos, con todas sus virtudes y sus defectos, capaces de lo mejor y lo peor. Unos personajes que nunca caen en el estereotipo de "buenos" y "malos" sin más aristas que las típicas. Actúan, sienten, sufren, dudan, se equivocan y aciertan, pero nunca son estatuas parlantes ni arquetipos.

Luís de Ligunde, por ejemplo, es un hombre bueno y comprometido, pero esconde bajo su hábito una espada que no dudaría en blandir si llegase el caso. La cruz de ocho puntas que porta en su pecho es la que guía su camino. Pero también se ve sacudido por la emoción de la belleza. El señor de Junqueras y el arzobispo de Compostela, Fonseca, por ejemplo, se mueven mejor en la batalla o en las intrigas políticas y sus pasiones marcan casi todos los actos que llevan a cabo. Quizá el único personaje que, parafraseando al maestro Machado, sea "en el buen sentido de la palabra, bueno" es Tato, el criado de la Misarela con cuerpo de hombre y mente de niño, incapaz de maldad alguna.

Narrada en capítulos cortos, enérgicos, que facilitan la lectura y nos hacen querer seguir adelante sin parar, viviremos junto a los protagonistas la revuelta de los habitantes de la Pobla contra el señor de Junqueras, las intrigas políticas de Galicia y Castilla, rota en mil pedazos por la guerra entre partidarios de Enrique IV y su hermano Alfonso y por las que la siguieron después; el secuestro del arzobispo Fonseca y el plan para robar el tesoro de la Catedral de Santiago; el nacimiento de un niño, en mitad de una tormenta, que siempre lucirá los ojos de su madre. Todo esto, junto con venganzas, intereses cruzados entre la iglesia y el señor de Junqueras, la construcción de un nuevo monasterio y la invención de la imprenta como recurso para poder copiar los libros sin necesitar amanuenses o copistas, facilitando el acceso al saber y al conocimiento, forman el deslumbrante caleidoscopio que Rodrigo Costoya ha creado para nuestro disfrute. Y creedme, se disfruta mucho.

En una época en que el mundo comenzaba a cambiar para no volver a ser nunca como antes y más allá del mar nuevas fronteras se hacían reales, preservar los libros y el saber que contienen se convierte en una necesidad imperiosa. Nuevas generaciones y nuevas bibliotecas precisarán de ellos. También El custodio de los libros es una llamada contra el integrismo, la ignorancia, la obediencia ciega, la intransigencia y un hermoso canto al amor por los libros y el conocimiento. Algo que siempre deberíamos tener muy presente, pero que, en aquellos años, era tarea de valientes porque, si las cosas o los intereses políticos o de la iglesia giraban un poco, podían amanecer atados a un poste con una pira a sus pies. 

Os recomiendo muchísimo esta novela. Os aseguro que es tan impactante como adictiva y, a nivel histórico, una maravilla. Además nos permite interesarnos por algunos personajes que esconden más de una personalidad bajo sus apellidos y descubrir que, seguramente, hay cosas que no son como siempre nos han contado. ¿Qué tal si empezamos por Pedro Madruga? Investigad, investigad... 

***Rodrigo Costoya, nacido en Torrelavega en 1977, pero de padres gallegos emigrados a Cantabria por trabajo, volvió pronto con su familia a Galicia para criarse en Compostela. Profesor de enseñanza secundaria en el IES Rosalía de Castro, es un gran y precoz apasionado por la lectura. "El custodio de los libros" fue también finalista del Premio de Novela Torrente Ballester. Es la segunda novela del autor,  tras la autopublicada "Portosanto", que ya lleva tres ediciones en su versión en gallego.



 


                                                                         

viernes, 20 de noviembre de 2020

CRÓNICA DE LA IX EDICIÓN DEL CERTAMEN DE NOVELA HISTÓRICA DE ÚBEDA

Que este no está siendo un año fácil, ya lo sabemos todos. No voy a abundar en la tristeza, en las vidas que se siguen perdiendo ni en las restricciones que, nos gusten más o menos, nos sirven para mantenernos a salvo del dichoso Covid. Hoy quiero loar la valentía de quienes, a pesar de esta marea que nos arrastra y nos pasa por encima, pelean porque la cultura siga siendo visible, que se mantenga por encima de esta especie de manta de tristeza y calles vacías en que se nos ha convertido la vida. La organización del Certamen de Novela Histórica de Úbeda ha luchado con todas sus fuerzas para que este encuentro de autores, público, medios y recreaciones históricas pudiese celebrarse. Con todas las medidas de seguridad y cumpliendo hasta el último detalle de la normativa aplicable en el caso de Andalucía, lo que provocó una reestructuración de los actos y cambios de horarios hasta el último momento. También sufrió bajas tanto de autores participantes como de medios que suelen estar presentes; la amenaza del virus es poderosa, los transportes no funcionan con normalidad y la preocupación y el temor a compartir espacio con más personas son motivo suficiente.

Con todo, que el Certamen pudiese celebrarse con cierta "normalidad" creo que era una prioridad. Una demostración de que la cultura es segura, de que este tipo de eventos deben seguir adelante aunque sea con un calendario más reducido y una menor presencia de público. El Certamen de Novela Histórica de Úbeda ha adquirido la suficiente entidad e importancia para que se merezca estar ahí: vivo, visible y brillante a pesar de todas las circunstancias. En mi caso, acudir era también una prioridad. Tras tantos meses sin salir apenas de casa, disfrutar de encuentros en directo con los autores y volver a compartir charlas con los miembros de la organización y el resto de medios presentes ha sido un regalo. Un bálsamo para curarme un poquito las heridas. Gracias, Pablo Lozano y gracias a la organización por no rendiros, por pelearlo y por vuestro inmenso trabajo. 

El primer evento del Certamen tuvo lugar el jueves 12 de noviembre con la entrega del premio "Ivanhoe" a toda su trayectoria a Santiago Posteguillo, que lo recogió personalmente y que señaló en su discurso que "hay que seguir haciendo cultura, porque con la cultura la vida es menos dura". Agradeció también a la organización por mantener el certamen pese a las dificultades. Posteriormente presentó su última novela, acompañado de Javier Velasco, Y Julia retó a los dioses, antes de pasar a la sesión de firmas y mostrar su intención de volver más veces al Certamen. 


VIERNES 13 DE NOVIEMBRE

Tras una visita guiada por Rocío, de SEMER Turismo y Cultura, al hermoso Palacio Vela de los Cobos y una comida conjunta con los escritores y medios ya presentes en la ciudad, por la tarde tuvimos un encuentro, en el patio del Hotel Álvar Fáñez, con Juan Luis Pulido para hablar de su novela Lloran las piedras por Al-Andalus. Presentado por Pedro Pablo Uceda, en su obra, viajamos al siglo XIII, a los años posteriores a la derrota de los ejércitos musulmanes en las Navas de Tolosa, un marco histórico que, según Pulido, "no está demasiado trabajado ni tratado en la literatura". En esta ocasión, la narración nos llega desde la perspectiva de un andalusí. Dos visiones del mundo, enfrentadas, y dos culturas que nada tenían que ver una con la otra. Los árabes llamaban también a la Batalla de las Navas de Tolosa la Batalla de la Cuesta, desde donde les llegó un vendaval de hierro y furor que fue extendiéndose por Jaén, Córdoba, Sevilla... Los andalusíes no entendían cómo eso era posible, ya que se sentían superiores a los cristianos. 


El autor nos explicó que siempre busca la verosimilitud dentro de la historia que narra, aunque pueda jugar con la Historia, ya que se trata de ficción, y que le gusta, sobre todo, que el lector se sienta dentro de esa historia. Por eso busca el equilibrio entre los hechos históricos y la ficción: su gran reto es encontrar ese equilibrio perfecto.

SÁBADO 14 DE NOVIEMBRE

Por la mañana tuvimos ocasión, por vez primera en el Certamen (y es una actividad que, seguramente, se irá intensificando en ediciones posteriores), de un encuentro solo para medios (periodistas y blogs invitados) con Francisco Bocero. De su mano conocimos su última novela, El último sueño del rey, en la que nos traslada al siglo XVIII, un siglo que él cree que ha quedado oscurecido por la decadencia producida en el XVII y la conflictividad social y política del XIX. Viviremos los últimos días del rey Fernando VI, recluido en el mal llamado Palacio de Villaviciosa de Odón, ya que se trataba de un pabellón de caza, sumido en la depresión y la melancolía tras la muerte de su esposa, Bárbara de Braganza. Un rey que no estaba destinado a reinar, muy prudente y que, durante toda su vida, trató de que España no se viese inmersa en ningún conflicto bélico. 


Paco Bocero nos habló de la época, del reinado de Fernando VI, de su matrimonio, de las relaciones con su padre, Felipe V, y su madrastra Isabel de Farnesio. También de los dos grandes ministros de su reinado, Carvajal y Ensenada, posteriormente sustituido por Wall. Y, como no, del gran Farinelli, el divino castrado, que trataba, con su voz y como ya hizo con Felipe V,  aliviar la profunda pena en que se hallaba inmerso el rey. 

Tras esta interesante charla, nos dirigimos al Hospital de Santiago para asistir a la entrega del Premio Ciudad de Úbeda de Novela Histórica a Rodrigo Costoya, merecedor del galardón en esta edición por su obra El custodio de los libros. Tras los discursos oficiales, Rodrigo nos habló de sueños, cumplidos y por cumplir. De cómo vivir junto a la Catedral de Santiago de Compostela, en esos últimos metros del Camino de Santiago, le había hecho llegar los sueños y los deseos de todos los que caminaban bajo su ventana. También nos habló de Colón y de su origen gallego y agradeció profundamente el premio y la valentía de la organización, por primar la cultura por encima de todo.

Después nos presentó, de la mano de Javier Velasco, la novela ganadora, una novela ambientada en Galicia y en un pequeño convento junto a la ría de Arousa, Misarela, lugar al que llega Luis de Ligunde con un cargamento especial y secreto: los libros que se encontraban en la Escuela de Traductores de Toledo y que han de ser salvados de las llamas. Misarela existía en esa época y también la mayor parte de los personajes que aparecen en el libro. Aseguró que la define como una novela de ambientación histórica, incluso de aventuras y que parte de hechos históricos ciertos, aunque añadiéndole una serie de elementos y un ritmo concreto para que no resulte aburrida al lector. "Pasan muchas cosas al margen de los hechos históricos. Y son cosas que les pasan a las personas, que marcan sus vidas".

  

A continuación le tocó el turno a Santiago Mazarro y sus Senderos salvajes, novela que fue finalista en la edición del pasado año. Pedro Pablo Uceda fue el encargado de su presentación y de hacer las preguntas sobre el momento histórico y el argumento, basado en la vida de Manuel Lisa, un auténtico pionero en el Oeste del actual Estados Unidos. Un español emprendedor, aventurero y con una clara visión comercial, que llegó al entonces desconocido Parque de Yelowstone, que trató de buscar un camino transversal y fluvial que llevase del Atlántico al Pacífico y que levantó puestos fronterizos en los actuales Montana y Luisiana. Sus tratos con tribus no conocidas hasta el momento y su éxito comercial con pieles le convirtieron en toda una figura, caída hoy en el olvido. A través de los ojos del sobrino de Lisa (único personaje no real junto con el naturalista de la expedición) conoceremos ese mundo nuevo que Manuel Lisa puso en los mapas. Tengo que agradecer, de manera especial, la mención que Pedro Pablo hizo de la reseña de Senderos salvajes que colgué aquí en el blog. Esas cosas calientan el corazón. 


Para finalizar la jornada, tuvimos a Luis Manuel López Roman y Oscura Roma, la primera entrega de la saga de Marco Lemurio. La presentación corrió a cargo de Javier Velasco y la entrada de ambos provocó gran hilaridad, al llegar al escenario del Hospital de Santiago vestidos a la usanza romana. Oscura Roma transcurre en el año 67 a.C. en la Subura, uno de los barrios más oscuros y peligrosos de Roma. La novela tiene todo el telón del momento histórico en que transcurre, pero incluye algunos aspectos sobrenaturales que le dan un toque distinto. La ambientación de un barrio del que hoy día se sabe poco, es uno de los alicientes de la novela y el trabajo de Marco Lemurio, que se dedica a "espantar fantasmas" en casas de patricios romanos. convierten a Oscura Roma en una feliz sorpresa literaria. Los misterios de su pasado, los detalles de su vida, de la vida de su madre y una sombra que parece perseguirle añaden "chispa" a esta novela.


 Por la tarde estaba prevista la recreación de la Evacuación de Sennar, pero tuvo que ser aplazada al domingo por la lluvia, que nos sorprendió en medio de los ensayos. Y es que en esta ocasión hemos sido muchos los que nos hemos apuntado a participar en las recreaciones, incluidos autores.

DOMINGO 15 DE NOVIEMBRE

El único evento literario del día era la de la novela El primer senador de Roma, de Juan Torres, en el Hospital de Santiago, a quien tuve el placer de presentar (gracias a la organización por su confianza). En una charla distendida, hablamos del marco histórico, el siglo II a.C., durante la Tercera Guerra Púnica, un periodo del que Juan nos aseguró que era poco conocido a pesar de su intensidad. Hablamos también de Escipión Emiliano, protagonista de la novela, al que el autor tildó de "oscuro" y bastante arribista; de Cornelia y sus luces y sombras y de Catón, obsesionado con la idea de que Cartago fuese derrotada a cualquier precio. Estamos ante una novela que contiene intrigas políticas y familiares, alianzas, deslealtades y que nos presenta unas escenas bélicas muy visuales, muy reales, narradas con fuerza y con la dosis justa de violencia. La escena política romana era un avispero y El primer senador de Roma sabe contarnos todos los detalles de una época por la que Juan Torres siente una gran admiración y nunca deja de interesarle.

El mediodía del domingo, soleado, con calorcito y unos cielos azules de postal, nos permitió disfrutar de las dos recreaciones históricas previstas para esta edición. En primer lugar la aplazada Evacuación de Sennar, en Sudan, una ciudad situada a orillas del Nilo Azul, sublevada bajo la guerra santa proclamada por Al Mahdi. Las tropas y ciudadanos europeos que allí residían trataron de escapar, pero la mayoría no lo consiguió. Y, a continuación, la Batalla de Rorkes Drift, dentro de la guerra anglo-zulú, en la que apenas 150 soldados británicos se enfrentaron a más de 3000 guerreros zulús para defender, con éxito, una estación misionera. Una victoria que se produjo apenas unas horas después de la humillante derrota británica en Isandhlwana. 

La priotecnia, los uniformes, la puesta en escena, la participación del público y la dirección de Pablo Lozano convirtieron las dos recreaciones en dos momentos brillantes e inolvidables. 

 

CONCLUYENDO

Como os decía al principio, esta ha sido una edición extraña y diferente, pero ahí ha estado el Certamen de Novela Histórica capeando el temporal y mostrando la cara más luminosa de la cultura. Quiero agradecer de nuevo a Pablo Lozano y a la organización su invitación un año más, su trabajo, su dedicación y su energía, incluso sus noches sin dormir, que sé que han sido unas cuantas. A la comisión lectora, por el enorme trabajo que hacen leyendo y seleccionando las novelas que llegan para participar en el premio de novela. Al jurado, por su buen hacer. A Jesús Delgado, por sus maravillosas fotografías, algunas de las cuales ilustran esta crónica. Al Ayuntamiento de Úbeda y las entidades colaboradoras, por su apoyo. A los recreadores, que cada año nos sorprenden y nos emocionan. A los periodistas y blogs presentes, por promocionar un evento tan maravilloso. 

El próximo año será la X Edición y ójala, para entonces, tengamos tiempos más propicios y hayan vuelto los abrazos, la cercanía y la normalidad para poder celebrarla a lo grande, como se merece. Volveremos. 

Larga vida a la novela histórica.

 


lunes, 9 de noviembre de 2020

A PRUEBA DE FUEGO de Javier Moro

Desde siempre me han encantado las biografías. Algunos de mis libros de cabecera están dedicados a las vidas de personajes históricos que me apasionan de muchas maneras, especialmente de la época medieval y edad moderna. Pero, en realidad, cualquiera me vale si el o la protagonista tienen interés. El libro anterior de Javier Moro, Mi pecado, con el que consiguió el Premio Primavera en 2018, a pesar de tratarse de la biografía novelada de la actriz Conchita Montenegro, me dejó un poco fría, lo reconozco. Aquí podéis leer la reseña que publiqué en su día. Me pareció excesivamente plana y contada casi como un documental, pero sin ninguna pasión. Sin embargo, en la novela que hoy os traigo, A prueba de fuego, las cosas cambian mucho. Contar la historia de un hombre que fue un adelantado a su tiempo, de quien Nueva York está llena de edificios y referencias y del que hay tan poca información es un reto y creo que Javier Moro lo supera con nota

Fueron unas cartas las que dieron a Javier Moro el empujón definitivo para articular esta novela. Como os decía, hay poca información sobre la vida de Rafael Guastavino, a pesar de que sus obras perduran en el tiempo y son un referente, pero gracias a un afortunado giro del destino pudo contactar con uno de sus descendientes directos que había heredado de su madre un buen paquete de cartas. En ellas halló el armazón definitivo de su libro, porque le permitó reconstruir la mayor parte de la biografía de Guastavino, su intensa doble vida, su dedicación a su hijo, Rafaelito Guastavino, y su pasión por la arquitectura. La historia de un hombre que dejó huella y que, como suele ser nuestra costumbre, hemos dejado en una esquina del olvido.

LAS BÓVEDAS DE NUEVA YORK

El 1 de febrero de 1908 fallecía Rafael Guastavino, aunque su necrológica se publicó al día siguiente en The New York Times, que le calificaba como "el arquitecto de Nueva York". Pero su relación con la ciudad compenzó en 1881. En aquel momento, Rafael y su hijo Rafaelito malvivían en uno de los barrios más populares de la ciudad después de haber llegado hasta allí sin dinero y sin saber ni una palabra del idioma. Rafael ya había adquirido cierta fama en Valencia pero en la Gran Manzana es un emigrante desconocido que habrá de luchar por lo que desea. Gracias a su tesón, a su capacidad inmensa de trabajo y a sus geniales ideas arquitectónicas, se convertirá en una referencia, especialmente por sus técnicas para evitar incendios en sus edificios, algo que le encumbró a ojos de los magnates estadounidenses. La Estación Central de Nueva York (tantas veces vista en el cine), buena parte de metro de la ciudad, el Museo de Historia Natural, el Carnegie Hall... todas son obras suyas. Pero también conoceremos su compleja e intensa vida personal, sus amores, sus relaciones, a sus hijos, sus relaciones sociales con lo mejor de la sociedad del momento. Todo un caleidoscopio de piezas que se unen para formar una imagen con sus luces y sus sombras, pero fascinante en cada aspecto.

Es la primera vez que Javier Moro utiliza la primera persona para narrar una novela. Y lo hace dándole voz, como hilo conductor, al hijo del protagonista, Rafael Guastavino Expósito, Rafaelito, que también fue su mejor y más cercano colaborador. A lo largo de la novela, él será el encargado de contarnos la vida de su padre, sus recuerdos con él, sus vivencias y sus trabajos. Rafael Guastavino sentía devoción por su hijo y le fue formando a su lado hasta que se convirtió también en un gran arquitecto innovador. Incluso, tras la muerte de su padre, él siguió trabajando y fue uno de los artífices del desarrollo de la construcción en los Estados Unidos en los años 20 del pasado siglo. 


La novela nos va a llevar por los diferentes escenarios por los que transcurrió la vida de Rafael Guastavino: Valencia, Barcelona, Nueva York, Asheville... En todas estas ciudades dejó su impronta y todas le inspiraron. Las palabras de Rafael hijo nos muestran el gran entendimieno que hubo con su padre a lo largo de su vida, un entendimiento que estuvo siempre por encima de sus diferencias personales. A pesar de su éxito como arquitecto, su vida personal siempre iba mal. Casado por "obligación" con Pilar Expósito, su mala relación con ella aceleró el viaje de Guastavino a Nueva York. Pero el amor de su vida fue Francisca Ramírez, una culta e inteligente mexicana, aunque su vida común tuvo poco de fácil, ya que Guastavino podemos decir que "coleccionaba amantes".

Toda la perfección y la solidez de sus obras arquitectónicas son el contrapunto a esa compleja vida personal, como si escapase de los problemas y de lo que no le gustaba centrándose en el trabajo y poniendo en él lo mejor de sí. Siendo evidente la detallada documentación que ha tenido que manejar Javier Moro para escribir esta novela, la información siempre queda detrás de la narración y, de ese modo, al lector no se le abruma con datos y descripciones técnicas: aunque documentación y narración están entrelazadas, en la segunda la que prima. Las lagunas que Javier Moro encontró a la hora de cerrar bien toda la historia las ha rellenado, como él mismo nos confesó en el encuentro vía Zoom que tuvimos en el Club de Lectura con él, usando la lógica y también gracias a expertos en el trabajo y vida de Guastavino como Fernando Vegas. Pero es muy cierto que, en este caso, la realidad supera cualquier ficción.

A prueba de fuego es todo un descubrimiento. No solo por conocer la figura de Rafael Guastavino, que aquí se engrandece y se reconoce por fin, sino por ponernos ante los ojos una época y unas obras que hoy día podemos seguir contemplando con fascinación. La ciudad, la sociedad del momento (hay cameos geniales de Bufalo Bill, de Walt Disney, de Sorolla...), las peculiares formas que Guastavino tenía de relacionarse, sus reuniones siempre con su hijo pequeño a su lado se nos narran con agilidad pero también con la fuerza necesaria para mantenernos interesados en todo momento. Se incluyen además, en el centro del libro, una serie de fotografías del protagonista y de sus obras, que nos permiten contextualizar aún mejor la magnitud de lo que consiguió.

Merece mucho la pena leer A prueba de fuego y viajar hasta ese final del siglo XIX para conocer a un hombre único y excepcional que, a día de hoy, sigue siendo referente un en la arquitectura. Un español que ya es inmortal en sus bóvedas y sus edificios y a quien, creo, debemos rendir tributo. Os aseguro que os vais a sorprender.