Confieso también que el último tercio de la novela me ha dejado con el alma temblando y por eso he preferido darme un par de días antes de escribir esta reseña. Creo que hay que hacerlo con las ideas frescas pero asentadas y al cerrar el libro necesitaba una tregua personal. El mérito de "El desorden que dejas" es que te ata a sus páginas con una historia que puede pasar en cualquier parte y en la que te pasan por delante muchos tipos de maldad humana. Una maldad reconocible, a la vez moderna e intemporal, pero que se te va filtrando poco a poco hasta causar escalofríos. En la novela he visto personajes que me resultaban perfectamente conocidos, situaciones por las que he podido pasar, sentimientos que han podido ser los míos... y eso, quieras o no, atemoriza.
EL AUTOR: CARLOS MONTERO
Nacido en Celanova, Orense, en 1972, Carlos Montero es más conocido por su faceta de guionista, aunque "El desorden que dejas" no es su primera novela, ya que en 2012 publicó "Los tatuajes no se borran con láser". Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid, coincidió en sus clases con Alejandro Amenábar y durante 17 años ha trabajado en el mundo audiovisual, como guionista de cine y televisión. En esa faceta ha participado en series tan conocidas como Física y Química y El comisario. También ha trabajado en la adaptación de "El tiempo entre costuras" a la televisión.
DEJANDO UNA VIDA ATRÁS
Raquel tiene 33 años y es profesora de enseñanza media, pero su trabajo es casi siempre temporal. Cubre bajas de compañeros y jamás ha tenido que hacerse cargo de un curso completo. LLeva casada diez años con Germán, viven en La Coruña, ha sufrido dos abortos y su relación sufre el desgaste habitual por el paso del tiempo y los problemas que van surgiendo. Germán lleva dos años sin trabajar intentando escribir un libro que no termina de cuajar y ambos han tenido que superar muertes dolorosas: Raquel la de su madre un tiempo atrás y Germán la de su padre hace pocos meses. A pesar de todo ello se quiereny siguen remando juntos.
Pero por fin a Raquel le surge una buena oportunidad: siete meses de clase seguidos como profesora de Literatura en el instituto de Novariz que es, casualmente, el pueblo de su marido, a unas dos horas en coche de La Coruña. Tiene que cubrir el puesto de una profesora hasta final de curso y los dos lo ven como un golpe de buena suerte. Para Raquel porque puede por fin ejercer su vocación un tiempo continuado y para Germán porque estará con su familia, muy tocada tras la muerte de su padre.
El primer día de clase no resulta tan idílico como Raquel pensaba. Se entera, con horror, que su antecesora se ha suicidado poco antes, su primer contacto con los alumnos de bachillerato es casi un enfrentamiento y, en los trabajos que le entregan, aparece un folio con el típico juego del ahorcado. Debajo, algunas letras del nombre de Raquel y, en el reverso, una frase terrible: "¿Y tú cuánto vas a tardar en morir?".
Raquel comenzará a intentar indagar quién le ha dejado esa nota y empezará a conocer a sus alumnos, a la gente del pueblo, los silencios que se han instalado en él. Y también hará por conocer a Viruca, la profesora que se quitó la vida, y los motivos que le llevaron a tomar esa decisión. Pronto se dará cuenta de que todo es más complicado de lo que parece, que hay mucha gente de la que le rodea con secretos y alguien que va a empezar a hacer crecer las amenazas contra ella, incluso robándole datos privados de sus redes. Todos van a hacerse sospechosos ante sus ojos. Incluso su relación con Germán se resiente. Hay un peligro que se va haciendo cada vez más patente para Raquel, que se ve acorralada por una situación angustiosa y lo que va averiguando es cada vez más oscuro. ¿Qué hay detrás de todo? ¿Quién y por qué mueve los hilos de lo que sucede en Novariz?
ANOCHE SOÑÉ QUE HABÍA VUELTO A NOVARIZ...
Miss Marple, la inmortal protagonista de muchas de las novelas de Agatha Christie, solía decir que "la naturaleza humana es la misma en todas partes y, claro está, en un pueblecito se tienen más ocasiones de observarla de cerca". Y qué razón tenía. Es como si estas historias crueles, en las que la maldad está presente, fuesen más habituales en grandes ciudades pero sólo hay que mirar los odios acerados de los pueblos pequeños, las venganzas, los secretos que se saben pero no se dicen en voz alta. Puede llegarse a lo peor en ellos, recordemos lo sucedido en Puerto Hurraco.
"El desorden que dejas" es una novela de miedos y de ausencias. También de soledad, de personajes que tienen partes rotas o recompuestas, personajes perversos a veces con mucho que ocultar y que no parecen tener conciencia del mal que hacen. Y si la tienen, disfrutan con ello cargándose de razones que son sólo propias.
Escrita casi toda en primera persona, Carlos Montero le da voz a Raquel, una mujer que a pesar de su juventud, ha pasado ya por experiencias muy duras. Se ha enfrentado a la muerte y a la desesperación. Se siente aterrada cada vez que piensa que puede perder a su marido porque no se cree capaz de encararlo sin hundirse. Una Raquel entusiasta con su trabajo pero que se encuentra con muchos rostros hostiles y el recuerdo constante de Viruca: una profesora a la que los alumnos adoraban, muy preparada, que sabía motivar e interesar en sus clases y, además, muy guapa. Una especie de Rebeca a la gallega, cuyo espíritu está presente en todo momento. Es la protagonista en elipsis, la que alberga todos los misterios y, también, todas las explicaciones.
Hay una segunda voz narradora, referida a la narración de personajes que no son Raquel, pero que guarda silencio más o menos a la mitad de la novela para que sea ella la que lleve todo el peso. Y en esas páginas en tercera persona conoceremos un poco mejor a tres alumnos de Raquel: Iago, Roi y Nerea, los principales sospechosos, para ella, del acoso que está sufriendo en el instituto. Cómo me han recordado a algunos chicos de su edad a los que he dado clase durante los años que estuve en la academia... Sobre todo Iago, tan pendiente de su físico, que resulta muy amenazante, hasta peligroso, pero que realmente tiene algo destrozado en su interior y no sabremos hasta el final cuánto ni los motivos. O Roi, un alumno que podría ser muy brillante pero que se conforma con el mínimo y que es un virtuoso de la informática y los ordenadores. De familia más humilde, está a la sombra de Iago, mucho más carismático que él. Una sombra que le acoge pero también le acecha. Nerea, la estudiante de sobresaliente, convencida de sus encantos y su inteligencia, que se lía de cuando en cuando con Iago, pero que también guarda penas que nadie ve.
Lo que empieza siendo una historia de acoso contra una profesora se va complicando mucho, muchísimo. Para la gente de mi generación resulta un poquito aterrador el manejo que de las nuevas tecnologías hacen los adolescentes de hoy, cómo se enfrentan a mil informaciones por minuto. Se llenan de ellas pero no saben gestionarlas y son perversamente buenos en usarlas contra alguien. Tengo dos hijos en esa edad y muchas veces he tenido discusiones con la pequeña, que se pasa la vida en Instagram, Facebook, Twitter y en lo que haya. Me preocupa cómo es capaz de enfadarse durante horas por un estado o una frase, cómo pueden ella y sus amigas coger manía a alguien y tener unas broncas descomunales... por escrito. Llegan al insulto y a la descalificación con una facilidad pasmosa, como algo natural. Internet lo contiene todo, pero no hay libro de instrucciones para el uso que se haga de ellas. Al fin y al cabo son críos con la capacidad de empatía muy reducida aun y tanta información y facilidad de acceso les hace sentirse poderosos. El anonimato que puede adquirirse también les motiva. Peligro por todas partes.
En la novela no sólo veremos el acoso a una profesora, llegando a límites delictivos. También la actitud de muchos padres que delegan por completo en los centros educativos la labor que ellos han de hacer. Padres que jamás van a reuniones, padres quejicas, padres capaces de ponerse agresivos contra profesores porque se ha castigado a su niño del alma, ese germen de pequeño dictador. Y también asistimos a esas pequeñas historias rurales, al ambiente de la Galicia interior tan castigada por el desempleo, con secundarios que, en ocasiones, son como chispazos de luz.
Germán, el marido de Raquel, ve en su llegada a Novariz una especie de nuevo comienzo. Cree que allí tendrá nuevas oportunidades, pero su madre, Claudia (un personaje que cae fatal en todo momento y que parece mirar sólo por ella misma), no se lo va a poner fácil ni a él ni a sus hermanos. Germán se ha criado allí, conoce a casi todo el mundo incluso a los "ricos" del pueblo, y parece feliz de haber vuelto. Pero algo en su actitud tampoco convence.
Todos los personajes llevan algo escondido. Algunos, algo realmente perverso, podrido. Y muchos, también, llevan ausencias enormes a cuestas y el miedo a que una nueva ausencia, sea por la pérdida definitiva o por que la vida les lleve a ella, les imposibilite para soportarla. Eso le ocurre a Raquel, a la que la muerte de su madre le llevó a uno de los periodos más negros de su vida, y que está convencida de que debe hacer lo que sea para mantener su matrimonio, porque perder a Germán puede llevarle al pozo de nuevo. En la presentación Nativel Preciado dijo que el único personaje bueno de verdad era el perro de Raquel y Germán, Nanuk, por el que es imposible no sentir cariño. Y no le faltaba razón. Los personajes están llenos de grietas y las goteras se cuelan por ellas constatemente.
El suicidio de Viruca, que parece estar estancado en su investigación para desesperación de Mauro, su exmarido es, en cierto modo, el hilo conductor de toda la trama. Pero ¿realmente Viruca se suicidó por estar sometida a un acoso como el que sufre Raquel? Todo apunta a que sí, la policía no tiene dudas en eso, pero Mauro no lo cree aunque no tiene pruebas fehacientes para rebatirlo. De nuevo ese espíritu de Viruca que lo sobrevuela todo. A medida que Raquel se va metiendo en esa espiral que amenaza con acabar con lo que es su vida hasta ese momento, la figura de Viruca, su historia, su muerte, se van haciendo más presentes. Intenta luchar sola contra una historia muy turbia que la va envolviendo en dudas y desquiciando. Ni siquiera su trabajo, que le encanta, consigue que remonte. Ir al instituto se acaba convirtiendo en una tortura.
Carlos Montero nos ha regalado en "El desorden que dejas" un thriller muy cercano, muy actual, llevándolo a un paisaje rural y sacándolo de las grandes avenidas. Curiosamente, las veces que Raquel vuelve a La Coruña para alguna gestión es como si se sacudiera de un peso que la aplasta. Un thriller que no nos da un respiro desde la primera página y nos va llevando, con un ritmo que no deja de crecer, hasta un final inesperado del que no se sale indemne. A mí me ha costado, como os decía al principio, un par de días de "digestión" pero no porque no me haya gustado, al contrario. Me ha encantado y me ha parecido una maravillosa sorpresa en el panorama literario actual tanto por el tema como por cómo se trata, por los personajes, por el desarrollo. A veces, en mi caso, ha dolido pero una lectura tiene que impactarte por algo. Y "El desorden que dejas" impacta por muchas cosas, sólo tenéis que buscar la vuestra
En espera de disfrutar la novela como tu lo has hecho
ResponderEliminarEspero que me llegue pronto y poder disfrutar de esta lectura como tu lo has hecho. Tengo muchas ganas. Besos.
ResponderEliminarQué buena pinta tiene, hay que leerlo sí o sí.
ResponderEliminarno solo existen las personas malas, también existen los "lugares malos" y no solo pequeños pueblos y tu reseña me ha hecho pensar en que el propio pueblo también los ahoga y "maneja " a todos
ResponderEliminarHola Yolanda, estupenda reseña. Yo acabo de terminar esta adictiva lectura, la he disfrutado como tú, sólo le pongo un pero y es que a mí el final me resultó que se liaba demasiado, poco creíble. Salvando esto una lectura que he devorado en dos días.
ResponderEliminarUn abrazo