Que la novela negra me encanta no es ningún secreto. De hecho hay meses que es casi lo único que leo y no me cansa. Es cierto que en los últimos tiempos, dentro de la etiqueta de "novela negra", caben muchos géneros, historias, paisajes. Como se comentó en una mesa redonda en el pasado Getafe Negro, si los autores siguieran los cánones estrictos de la novela negra policiaca, en España sólo la escribiría Juan Madrid. Por suerte los cánones están para romperlos y actualmente la novela negra goza de una magnífica salud especialmente porque se reinventa en cada título y con cada autor. La mezcla de géneros crea mestizajes cada vez más interesantes, la acción ya no es exclusiva de las grandes ciudades, los protagonistas no siempre son policías con exceso de nicotina y pasados turbios. En eso salimos ganando los lectores y el género también, aunque como ya he dicho otras veces no soy nada partidaria de las etiquetas. Sucios y malvados es una de esas novelas que sí podemos catalogar de negra, más que nada porque lo cuenta es oscuro y aterrador. más oscuro aun cuandola ciudad en la que se ambienta, Valencia, es tan luminosa. Al menos en la superficie, porque hasta los palacios tienen cuartos oscuros y cañerías que transportan lo que nadie quiere ver.
Nacido en Valencia en 1972, marchó a estudiar Enseñanzas Artísticas en Suecia y es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Politénica de Valencia. Sus primeros trabajos como periodista fueron en Diario 16 y, posteriormente, en el diario Las Provincias. Posteriormente trabajó en la Televisión de Valencia y, durante un tiempo, colaboró con el Suplemento Semanal XL y el diario ABC. En 2004 se publicó una recopilación de sus artículos de opinión con el título La escalera de Jacob y en 2014 vio la luz En Ítaca hace frío, un libro de viajes sobre Suecia. Su primera incursión en la novela fue con El silencio del pantano, que próximamente será llevada al cine.
Un trabajador de una empresa del puerto de Valencia se suicida el mismo día que le toca la lotería y después de una conversación aparentemente feliz con su mujer. En un edificio abandonado, junto a un solar, se ha levantado un altar para la Virgen de las Rameras ante la que acude a rezar un grupo de prostitutas que ya casi no tienen nada que perder. Un hombre aparece ahorcado en el mismo lugar en el que, hace siglos, se levantaba el cadalso del antiguo barrio de los burdeles. Un joven músico, un genio, con la mente rota en mil pedazos por un terrible suceso que vivió de niño. Un abogado sin escrúpulos para el que todo vale si hay dinero por medio. Cuatro mujeres que han decidido dejar de ser víctimas para convertirse en verdugos y castigar lo que la justicia no puede o no quiere. Un caleidoscopio que la inspectora Rosa Belsaduch debe colocar en la posición correcta para ser consciente de lo que tiene delante, un puzle oscuro que, como la verdad, tiene muchas caras.
No es Sucios y malvados una novela fácil. No porque use un lenguaje enrevesado ni porque sea especialmente farragosa, sino porque toca temas de los que dejan llagas. Que hacen pensar. Cuando empecé a leerlo, al finalizar cada capítulo, tenía la sensación de que eran tramas completamente independientes, que no había en lo que se contaba en ellos nada que los enlazase. Y, de repente, todo empieza a cuadrar. Todo ocupa su sitio para llevarnos a rincones oscuros del alma humana, escondidos y pestilentes, al dolor, a la pérdida, a la culpa, al deseo de redención, a la venganza. Por eso no es fácil, porque muchas veces vamos a mirar a los ojos de demonios que queremos que permanezcan ocultos.
A cada página nos es más difícil dejar de leer. Nada de lo que nos va mostrando Juanjo Braulio es amable o brillante, pero te quedas allí, miras, necesitas saber. Sabe arrastar al lector detrás de sus palabras, incluso cuando describe suicidios terribles o torturas que pueden llegan a enloquecer a quien las sufre. Toda la novela está escrita en tercera persona excepto ocho capítulos, que van encabezados por una Clave de Sol, la notación musical con la que comienzan todas laspartituras. Estos capítulos son, en realidad, el diario de Dani, de Daniel Lluch, un auténtico genio musical capaz de "escuchar" en las personas tonalidades y músicas diferentes, de asociar colores con notas musicales. Su mente, clara como el cristal para todo lo que sea música, se rompió en su infancia por un suceso terrible que le marcaría para siempre y escribir tres páginas de cuaderno cada día es la terapia que su "loquera" le ha encargado. Sólo tres, ni una línea más. Dani necesita de la marihuana y de la música para vivir. Y aunque muchas partes de sus escritos arañan, no he podido dejar de sentir una especie de ternura especial por él. A pesar de todo.
Roma Belsaduch, inspectora de la policía nacional, junto con su equipo, se va a ir encontrando con una serie de asesinatos que no parecen tener ninguna explicación. Complicados, además, por una trama que mueve la trata de mujeres y el blanqueo de capitales. Roma se nos muestra en todas sus facetas: como eficaz policía entregada a su trabajo y también como madre angustiada por no llegar nunca a tiempo y que se siente culpable por desatender a su hija. Es un personaje muy real con el que es fácil empatizar. Roma ha caído en la trampa de la mayor parte de las mujeres trabajadoras de hoy día, que tienen que ser las mejores en su campo y además las mejores madres, cosa que a los hombres no se les exige. Camina, muchas veces, como si tuviese una pistola en la sien, sintiéndose agotada y llena de responsabilidades, pero es una investigadora de raza... y una gran madre, aunque la vida no se lo ponga fácil. Aquí es dónde recuerdo aquella frase de Arturo Pérez Reverte en la que decía que las mujeres trabajadoras actuales que no van por la vida con un cuchillo en los dientes es porque no tienen hijos o ya son mayores. Lo suscribo.
Valencia, como escenario, se convierte en un personaje más. Aquí no vamos a pasear por su parte más conocida y luminosa, sino por lugares oxidados y en lo que no apetece entrar. Menos aun cuando vayamos adentrándonos en la novela y la parte más sucia de la sociedad vaya saliendo a la luz. A las cuatro mujeres que se convierten en ángeles caídos para acabar con lo que la justicia es incapaz, las vamos a ir conociendo bien, sabiendo cómo y por qué han llegado a dónde están. A entender y a justificar cada cosa que hacen. No deja esto de de ser un poco aterrador, proque te encuentras casi aplaudiendo hechos horribles. Pero ¿quién no se ha planteado que debería haber otra justicia, que hay demasiados hechos que quedan impunes? Ellas nos tocan ese resorte interno, casi primitivo, de la justicia como Ley del Talión que en ocasiones querríamos aplicar.
Dentro de un argumento tan denso, tan impecable en su dureza, Juanjo Braulio se permite cierto toque de humor un poquito costumbrista en las conversaciones que dos vecinas, Manuela y Charo, mantienen cuando se encuentran de cuando en cuando. No vamos a saber nada de ellas, en realidad. Ni siquiera físicamente. Pero lo que van hablando irá encajando también perfectamente en algunas esquinas del puzle. No sobra en él ni falta una sola pieza.
Sucios y malvados, como decía más arriba, toca temas sangrantes que, por desgracia, tenemos demasiado cerca. Y en muchas ocasiones cerramos los ojos quizá porque no queremos saber más. Autoprotección, diría yo. Pero están ahí, en cada esquina de un polígono industrial ocupada por una prostituta que jamás pagará la deuda a quien la trajo engañada; en cada niño que pierde la infancia y la fe en los adultos; en cada hombre capaz de lo más bajo para satisfacer sus instintos o para ganar un millón más; en cada vida rota de quienes tienen la mala suerte de caer en su camino. Juanjo Braulio ha escrito una novela redonda, dura y oscura pero también necesaria, con unos personajes tan brillantemente perfilados que casi puedes tocar y a quienes, de un modo u otro, entiendes. Una novela que, para los amantes del género, debería ser imprescindible.
Si aun no os habéis asomado a sus páginas, os la recomiendo. Estoy convencida de que, como yo, no os resultará fácil de olvidar. Y tampoco os importará que los ángeles que hay en ella hayan perdido sus alas.
EL AUTOR: JUANJO BRAULIO
Nacido en Valencia en 1972, marchó a estudiar Enseñanzas Artísticas en Suecia y es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Politénica de Valencia. Sus primeros trabajos como periodista fueron en Diario 16 y, posteriormente, en el diario Las Provincias. Posteriormente trabajó en la Televisión de Valencia y, durante un tiempo, colaboró con el Suplemento Semanal XL y el diario ABC. En 2004 se publicó una recopilación de sus artículos de opinión con el título La escalera de Jacob y en 2014 vio la luz En Ítaca hace frío, un libro de viajes sobre Suecia. Su primera incursión en la novela fue con El silencio del pantano, que próximamente será llevada al cine.
OSCURIDAD VALENCIANA
Un trabajador de una empresa del puerto de Valencia se suicida el mismo día que le toca la lotería y después de una conversación aparentemente feliz con su mujer. En un edificio abandonado, junto a un solar, se ha levantado un altar para la Virgen de las Rameras ante la que acude a rezar un grupo de prostitutas que ya casi no tienen nada que perder. Un hombre aparece ahorcado en el mismo lugar en el que, hace siglos, se levantaba el cadalso del antiguo barrio de los burdeles. Un joven músico, un genio, con la mente rota en mil pedazos por un terrible suceso que vivió de niño. Un abogado sin escrúpulos para el que todo vale si hay dinero por medio. Cuatro mujeres que han decidido dejar de ser víctimas para convertirse en verdugos y castigar lo que la justicia no puede o no quiere. Un caleidoscopio que la inspectora Rosa Belsaduch debe colocar en la posición correcta para ser consciente de lo que tiene delante, un puzle oscuro que, como la verdad, tiene muchas caras.
ÁNGELES CAÍDOS
No es Sucios y malvados una novela fácil. No porque use un lenguaje enrevesado ni porque sea especialmente farragosa, sino porque toca temas de los que dejan llagas. Que hacen pensar. Cuando empecé a leerlo, al finalizar cada capítulo, tenía la sensación de que eran tramas completamente independientes, que no había en lo que se contaba en ellos nada que los enlazase. Y, de repente, todo empieza a cuadrar. Todo ocupa su sitio para llevarnos a rincones oscuros del alma humana, escondidos y pestilentes, al dolor, a la pérdida, a la culpa, al deseo de redención, a la venganza. Por eso no es fácil, porque muchas veces vamos a mirar a los ojos de demonios que queremos que permanezcan ocultos.
A cada página nos es más difícil dejar de leer. Nada de lo que nos va mostrando Juanjo Braulio es amable o brillante, pero te quedas allí, miras, necesitas saber. Sabe arrastar al lector detrás de sus palabras, incluso cuando describe suicidios terribles o torturas que pueden llegan a enloquecer a quien las sufre. Toda la novela está escrita en tercera persona excepto ocho capítulos, que van encabezados por una Clave de Sol, la notación musical con la que comienzan todas laspartituras. Estos capítulos son, en realidad, el diario de Dani, de Daniel Lluch, un auténtico genio musical capaz de "escuchar" en las personas tonalidades y músicas diferentes, de asociar colores con notas musicales. Su mente, clara como el cristal para todo lo que sea música, se rompió en su infancia por un suceso terrible que le marcaría para siempre y escribir tres páginas de cuaderno cada día es la terapia que su "loquera" le ha encargado. Sólo tres, ni una línea más. Dani necesita de la marihuana y de la música para vivir. Y aunque muchas partes de sus escritos arañan, no he podido dejar de sentir una especie de ternura especial por él. A pesar de todo.
Roma Belsaduch, inspectora de la policía nacional, junto con su equipo, se va a ir encontrando con una serie de asesinatos que no parecen tener ninguna explicación. Complicados, además, por una trama que mueve la trata de mujeres y el blanqueo de capitales. Roma se nos muestra en todas sus facetas: como eficaz policía entregada a su trabajo y también como madre angustiada por no llegar nunca a tiempo y que se siente culpable por desatender a su hija. Es un personaje muy real con el que es fácil empatizar. Roma ha caído en la trampa de la mayor parte de las mujeres trabajadoras de hoy día, que tienen que ser las mejores en su campo y además las mejores madres, cosa que a los hombres no se les exige. Camina, muchas veces, como si tuviese una pistola en la sien, sintiéndose agotada y llena de responsabilidades, pero es una investigadora de raza... y una gran madre, aunque la vida no se lo ponga fácil. Aquí es dónde recuerdo aquella frase de Arturo Pérez Reverte en la que decía que las mujeres trabajadoras actuales que no van por la vida con un cuchillo en los dientes es porque no tienen hijos o ya son mayores. Lo suscribo.
Valencia, como escenario, se convierte en un personaje más. Aquí no vamos a pasear por su parte más conocida y luminosa, sino por lugares oxidados y en lo que no apetece entrar. Menos aun cuando vayamos adentrándonos en la novela y la parte más sucia de la sociedad vaya saliendo a la luz. A las cuatro mujeres que se convierten en ángeles caídos para acabar con lo que la justicia es incapaz, las vamos a ir conociendo bien, sabiendo cómo y por qué han llegado a dónde están. A entender y a justificar cada cosa que hacen. No deja esto de de ser un poco aterrador, proque te encuentras casi aplaudiendo hechos horribles. Pero ¿quién no se ha planteado que debería haber otra justicia, que hay demasiados hechos que quedan impunes? Ellas nos tocan ese resorte interno, casi primitivo, de la justicia como Ley del Talión que en ocasiones querríamos aplicar.
Dentro de un argumento tan denso, tan impecable en su dureza, Juanjo Braulio se permite cierto toque de humor un poquito costumbrista en las conversaciones que dos vecinas, Manuela y Charo, mantienen cuando se encuentran de cuando en cuando. No vamos a saber nada de ellas, en realidad. Ni siquiera físicamente. Pero lo que van hablando irá encajando también perfectamente en algunas esquinas del puzle. No sobra en él ni falta una sola pieza.
Sucios y malvados, como decía más arriba, toca temas sangrantes que, por desgracia, tenemos demasiado cerca. Y en muchas ocasiones cerramos los ojos quizá porque no queremos saber más. Autoprotección, diría yo. Pero están ahí, en cada esquina de un polígono industrial ocupada por una prostituta que jamás pagará la deuda a quien la trajo engañada; en cada niño que pierde la infancia y la fe en los adultos; en cada hombre capaz de lo más bajo para satisfacer sus instintos o para ganar un millón más; en cada vida rota de quienes tienen la mala suerte de caer en su camino. Juanjo Braulio ha escrito una novela redonda, dura y oscura pero también necesaria, con unos personajes tan brillantemente perfilados que casi puedes tocar y a quienes, de un modo u otro, entiendes. Una novela que, para los amantes del género, debería ser imprescindible.
Si aun no os habéis asomado a sus páginas, os la recomiendo. Estoy convencida de que, como yo, no os resultará fácil de olvidar. Y tampoco os importará que los ángeles que hay en ella hayan perdido sus alas.
Después de leer su primera novela no me pude resistir a hacerme con esta. No es un autor cómodo pero da gusto leerle. A ver si encuentro hueco. Besos.
ResponderEliminarTengo pendiente acercarme a este autor,desde luego el lugar de ambientación,por razones obvias,me atrae poderosamente pero hay algo que me frena aunque seguramente acabe leyéndolo.
ResponderEliminarEstupenda reseña.Un beso
Es una buena novela en la que se pone de manifiesto el estilo depurado y sobrio del autor pero, personalmente, creo que a la historia le sobraban unas cuantas páginas. Besos
ResponderEliminarLo tengo esperando en la estantería y me lo recuerdas. Será mi estreno con el autor. A ver si puedo este verano.
ResponderEliminarUn beso ;)
Como bien dices no es una novela amable, ni toca temas agradables sino que nos lleva al lado oscuro del ser humano, a temas espinosos, pero qué bien lo hace Juanjo Braulio, eh? A mí también me ha parecido una magnífica historia aunque he tenido esa misma sensación que tú al principio, cuando encuentras tantas historias inconexas, hasta que un hilo invisible empieza a conectarlas.
ResponderEliminarBesos
Ay madre mía que lo tengo pendiente aún. Qué desastre... A ver si le pongo remedio este verano que ya va siendo hora y tu reseña me deja con ganitas.
ResponderEliminarBesos.
Mil gracias Yolanda. Con esta reseña no me puedo resistir. Me la apunto para este verano. Gracias
ResponderEliminarUna reseña estupenda Yolanda ,así dan ganas de comenzar a leerla ahor mismo.
ResponderEliminarUna reseña estupenda Yolanda ,así dan ganas de comenzar a leerla ahor mismo.
ResponderEliminar"El silencio del pantano" ya la leí por desarrollarse en Valencia, y fue una buena lectura.
ResponderEliminarAhora este nuevo libro vuelve a atraerme por sus escenarios. Lo acabaré leyendo en algún momento.
Un abrazo
Aún no me pude hincarle el diente pero caerá sin duda este verano. Desde el encuentro en Madrid, Braulio será ese autor cuyas novelas me gustan y que permitió que te conociera jejeje. Besos
ResponderEliminarEs curioso porque muchas cosas sórdidas ocurren en Valencia. Respecto a esta novela, creo que voy a declinar tu recomendación. Demasiado sufrimiento. Besos!!! :-)
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