martes, 27 de noviembre de 2018

CERTAMEN INTERNACIONAL DE NOVELA HISTÓRICA CIUDAD DE ÚBEDA 2018 (PRIMERA PARTE)

Este año he tenido la suerte y el honor de ser invitada por primera vez al Certamen Internacional de Novela Histórica Ciudad de Úbeda, un evento que va haciéndose cada año más grande y alcanzando un prestigio indiscutible. Úbeda, ciudad Patrimonio de la Humanidad junto con Baeza, nos acogió con una gran hospitalidad. El enorme trabajo de Pablo Lozano, que ya hace siete años que se encarga de la organización, es visible en cada momento, incluso en cada esquina de la ciudad que se hace cómplice del certamen y de las recreaciones históricas que toman las calles. Pablo y todos sus colaboradores pueden definirse con una palabra: PASIÓN. Pasión por la Historia, por lo que hacen, por cada acto que organizan, por los detalles. Además se nota que lo disfrutan enormemente y consiguen que todos nos apasionemos también, lo que, personalmente, me dio un plus de emoción al fin de semana que he disfrutado allí.

Úbeda entera se vuelca con este certamen, incluídas las instituciones y promotores que prestan su apoyo en todo momento. La belleza de sus calles y monumentos, que pudimos disfrutar la tarde del viernes gracias a una visita guiada, le da una magia especial y consigue una complicidad que, seguramente, sería complicado conseguir en ciudades más grandes.

En esta edición se ha concedido el premio Los Cerros de Úbeda a la mejor novela histórica publicada en 2017 a El espía del rey de José Calvo Poyato y el VII Premio de Novela Histórica Ciudad de Úbeda ha recaído en la novela In civitate regia de Marcelino Santiago Yustres, que será publicada (con otro título, seguramente) por la Editorial Pámies el próximo febrero. El Premio Ivanhoe a la trayectoria literaria en el género de novela histórica ha recaído en Jesús Maeso de la Torre, cuyo último título es Comanche.

VIERNES, 9 DE NOVIEMBRE


La tarde del día 9 de noviembre, las primeras presentaciones tuvieron lugar en la librería Libros Prohibidos de Úbeda, que nos recibió en un ambiente muy acogedor (la tarde se había vuelto bastante fría) para escuchar primero a Fernando Martínez Laínez y, posteriormente, a Álvaro Arbina. Ambas presentaciones fluyeron en conversaciones tranquilas y también apasionantes, consiguiendo la complicidad de todos los que estábamos allí. Fernando Martínez Laínez nos traía la segunda parte de la trilogía La Senda de los Tercios titulada La batalla, cuya primera entrega fue Las lanzas. Si bien en esa primera entrega en protagonista principal era Ambrosio de Spínola, en La batalla es Fernando de Austria, hijo de Felipe IV, cuyo hecho más notorio fue la victoria en la batalla de Nördlingen en la que los Tercios españoles derrotaron sin paliativos al poderoso ejército sueco. Enmarcada en la Guerra de los Treinta Años, el autor quiso remarcar que aquella contienda fue una especie de guerra mundial que sumió a Europa en la barbarie y en la masacre, mezclandose intereses políticos y religiosos y en la que España acabó participando en ella por una razón puramente militar: si el Imperio Habsburgo, aliado natural de España, era derrotado, se perdería el centro de Europa de forma aplastante. Fue la segunda gran victoria de los Tercios y del ejército español tras la de Breda y Fernando nos anticipó que en la tercera entrega narrará su declive llevándonos hasta la batalla de Rocroi.

Alvaro Arbina nos trajo La sinfonía del tiempo, su segunda novela, que nos definió como un thriller histórico con dos líneas temporales: una en 1860 y que requería un registro narrativo diferente al que utilizó en La mujer del reloj, al ser más barroca y elaborada, y otra en el año 1914. Nos explicó que le interesaba contar cómo se llegó a la Primera Guerra Mundial, hacer una suerte de reflexión histórica. Era una época con gran acumulación de avances científicos y saltos tecnológicos, en la que el mundo se empequeñece porque las distancias se hacen más pequeñas. Álvaro reflexionó acerca del sentido de los libros en sí mismos y reconoció que cree que el lugar de los libros está en la base de la literatura en un mundo, como el actual, que tiene la atención fragmentada. Los libros te hacen salir de esa vorágine y el tiempo que se pasa estando solos dentro de una novela es tiempo solo para ti, por eso se te queda dentro. Y nos regaló una frase para enmarcar: "La guerra aprovecha los tiempos de paz para teñirse de romanticismo".

SÁBADO, 10 DE NOVIEMBRE


La jornada del día 10 de noviembre las mesas y presentaciones se trasladaron al salón de plenos del Ayuntamiento de Úbeda, ubicado en el renacentista Palacio de las Cadenas de la Plaza Vázquez de Molina. Al tiempo, las sufragistas llenaban las calles con sus reivindicaciones para celebrar el centenario del derecho al voto conseguido por las mujeres en Reino Unido y se preparaba la recreación, que tendría lugar por la tarde, del comienzo de la Batalla del Sonme.

La primera mesa de este día estuvo dedicada a la novela histórica japonesa, con los autores Sergio Vega y David B. Gil moderados por el periodista David Yagüe. Ambos pueden considerarse unos pioneros, ya que la novela histórica japonesa no tenía tradición en España. David B. Gil es el autor de El guerrero a la sombra del cerezo y confesó que la pasión por el mundo japonés le viene de lejos. La lectura de autores japoneses como Yoshikawa le abrieron un nuevo universo. Para Sergio Vega, autor de Las piedras de Chihaya, por contra, la motivación no tuvo que ver con factores externos, sino que vino dada por empezar a los siete años a practicar artes marciales japonesas en las que el respeto a la tradición era máximo. Las dos novelas se desarrollan en momentos históricos muy diferentes, pero tienen muchos puntos en común y ambos autores explicaron que la documentación fue muy compleja porque buscaban hacer un fiel reflejo de la cultura japonesa de esas épocas. Especialmente, remarcó Sergio, en las escenas de batallas y su desarrollo porque sabemos cuándo comenzaron y cuándo terminaron pero no cómo se llevaban a cabo. David, además, explicó que en Japón la realidad se mezcla mucho con el mito y que apenas quedan vestigios de la antigüedad tras los conflictos bélicos vividos por Japón, ya que el país quedo arrasado.


Se habló también de los samurais y de su famoso código de honor, aunque coincidieron en que no debía haber mucho de romántico en una gran parte de samurais, sobre todo los que tenían que poner su espada al servicio de otros o buscarse la vida como pudiesen. Y tampoco en aquellos convertidos en funcionarios, con todos los defectos y corrupción que el cargo conllevaba. El "bushido" o camino del guerrero, el código de honor por el que se regían los samurais tiene mucho de ese mito pero no quiere decir que no existiera. Era un código que estaba sometido a las normas de los diferentes clanes, por lo que podía haber diferencias entre unos y otros. La fidelidad del samurai era hacia su señor directo, pero entre los señores había grandes traiciones. David B. Gil contó que, aunque muchos de los mitos japoneses no son ciertos, como la vestimenta y el comportamiento de los ninjas, a él le encantan y Sergio remarcó que el concepto de ninja como asesino implacable no es del todo cierto porque solo un porcentaje muy pequeño se dedicaba a eso. Ni volaban ni andaban sobre las aguas, aunque a ellos también les interesaba mantener la leyenda. Otro mito que no es tal se refiere a las luchas entre samurais, ya que sólo un diez por ciento del ejército japonés estaba compuesto por ellos, el resto eran campesinos que se reclutaban con levas. No se conocen, en realidad, samurais famosos en batalla porque eran sumamente caóticas, no existía el concepto de organización; solo se buscaban combates individuales dentro de ese caos.

Personalmente fue una mesa que me encantó por todas las cosas que pude descubrir de un mundo, el japonés, que para mí es un gran desconocido.

La siguiente presentación corrió a cargo de Francisco Narla, que presentaba su novela Laín, el Bastardo. Fue introducido también por David Yagüe, pero él solo se bastó para convertir la presentación en una fascinante, divertida y genial charla que nos dejó a todos con una gran sonrisa. "Los novelistas somos cazadores de historias", afirmó casi como introducción para explicarnos cómo llegó a la figura de Martín Códax, un compositor de cantigas muy famosas del siglo XIII pero del que no existen biografías: apenas los datos que aparecen en el "Pergamino Vindel", cuya reproducción aparece en las guardas del libro. Como escritor, había llegado a una conclusión: las biografías no llegan a best seller, excepto Papillon. Y ¿por qué?, se preguntó. Pues porque la realidad pura y dura está muy bien y la ficción también, pero no se pueden mezclar, y puso de ejemplo escenas del cine que, en la vida real, jamás serían así (el aliento de los amantes al despertar, por ejemplo). La ficción debe parecer real pero no serlo.


Al comenzar a escribir Laín, el Bastardo, quería contar una historia del siglo XIII y, en la mucha documentación, se topo con el tema de las reliquias. Cosas tan curiosas como el prepucio de Jesucristo (hay hasta seis censados), el suspiro de San José (que nos contó que se conserva en un botecito muy roñoso y que está admitido como reliquia por el Vaticano), la leche de la Virgen María o un huevo del Espíritu Santo. Había un floreciente comercio de reliquias en ese siglo y le pareció un buen punto de partida por la cantidad ingente de dinero que movía. La reliquia por excelencia sigue siendo el Santo Grial. En el mundo hay sesenta y cinco con curriculum serio. En España tenemos dos: el de Valencia y el de León, que se podía considerar el que tiene más "pedigree". Nos detalló que, si nos fijamos en la base del cáliz, hay unas perlas, perlas que en el Reino de Galicia no existían y que son originarias de unos cangrejos del Río Amarillo en China.

Además, la idea de que hubo españoles y gallegos en las Cruzadas era muy poderosa. Así que reunió todos estos elementos y le unió la Cruzada de Teobaldo de Navarra, que consiguió comerciar con aceite del Santo Sepulcro y que terminó huyendo dejando atrás y abandonados a sesenta nobles del norte de España. Ahí colocó al bastardo que va a Judea a buscar a su padre y la historia de Martín Códax que, como trovador, contaba las historias que habían marcado su vida cantando. Juntando todo, más las dosis adecuadas de batallas, amor, sexo y paisajes, creó Laín, el Bastardo.

"Las novelas tienen que tener alma y solo la tienen cuando el autor se ha puesto la loriga y ha caminado por el desierto". Con esta frase finalizó su presentación que, como os decía antes, fue diferente, divertida y sumamente interesante. De las que hacen que te enamores de un libro antes de leerlo.

---------------- FIN DE LA PRIMERA PARTE-----------------

7 comentarios:

  1. Ya he visto por las fotos lo bien que lo has pasado. Desde luego este certamen es especial, la ambientación es impresionante y me encantaría ir algún año y además poder charlar con tantos escritores es genial.
    Besos

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  2. Tiene que ser apasionante y yo que hice la carrera de Historia imagínate lo que supondría para mí. El año pasado estuve atento a las crónicas de Eva que estuvo por allí tambien así que este año cuenta conmigo como seguidor de tus entradas de estas jornadas. Conozco a Fernando y es un apasionado de los tercios y de la novela histórica, tengo entre manos su último libro y a Francisco Narla converse hace años con él, en la Feria del Libro de Sevilla y es un autor encantador y muy buen conversador.

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  3. Muchas gracias por esta crónica tan compleet, me hubiera encantado haber estado allí para conocer a los dos David, el Yagüe y el Gil. Besos

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  4. Qué lujo asistir a esas jornadas históricas! Gracias por darnos a conocer el evento con esta gran crónica.
    Besos

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  5. Menudo viaje literario!! Vaya maravilla, qué bien organizado, cuántas presentaciones interesantes, qué autores... y qué puesta en escena. Me encantó esas sufragistas. Veo que te lo pasaste muy bien. Estaré pendiente a la segunda parte. Besos

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