viernes, 2 de octubre de 2020

EL SAQUEO DE ROMA de Pedro Santamaría

Todo lo que tiene que ver con el Imperio Romano, desde siempre, me ha provocado una fascinación especial. Quizá porque, desde pequeña, he adorado las "pelis de romanos", desde las más galardonadas hasta los peplums más extravagantes. Quizá porque tengo la suerte de vivir en un país lleno de los monumentos que Roma edificó; da igual las veces que los tenga delante de los ojos, me emocionan. Quizá porque su historia, llena de lo mejor y de lo peor, de uno de los mayores imperios conocidos, no tiene ni un momento de aburrimiento. Tras haberlo sido todo, tras dominar y romanizar terrenos casi inconcebibles en extensión, su caída, tras una larga agonía, también tiene una especie de mágia crepuscular. No podemos dejar de mirar y de preguntarnos por qué, cómo. Si hubo un solo culpable o fue el resultado de una suma acumulada de malas decisiones, de corrupción y ambiciones. Si, simplemente, el desgaste que suponía la administración de tantas tierras y pueblos diferentes acabó pasando factura.

A todo lo anterior hay que añadir lo mucho que me gustan las novelas de Pedro Santamaría, un autor que jamás me defrauda. Sabe muy bien cómo conjugar el periodo histórico que nos pone delante con una absoluta verosimilitud, sin escenarios de cartón piedra y sin caer en estereotipos. En cada página es evidente la detallada labor de documentación que hay detrás de cada uno de sus libros, pero no nos la tira a la cara, por decirlo de una manera coloquial. Partiendo del original, de los hechos reales, coloca a los personajes, les da vida, los hace profundamente humanos y nos cuenta cada paso que dan de un modo del que resulta difícil soltarse. El saqueo de Roma, la novela que hoy os traigo, es un magnífico ejemplo de todo ello. 

¡HACIA LA VENGANZA! (AD ULTIONEM!)

Teodosio, el emperador hispano, en su guerra contra el ejército de Oriente, planea una táctica de desgaste del enemigo que supone utilizar como cabeza de lanza a las tropas godas que luchan bajo su estandarte. Ello conlleva traicionarles y no respaldar su ataque, pero los godos ni siquiera lo sospechan. Su caudillo, el joven Alarico, orgulloso y valiente, encabeza la ofensiva. Pero a las pocas horas, más de diez mil de sus guerreros godos siembran de cadáveres las orillas del río Frígido. Jamás recibieron la ayuda prometida del resto del ejército del emperador. Derrotados y humillados, los godos vuelven a ser un pueblo errante, abocado al hambre y a la sumisión absoluta a Roma. Pero Alarico no está dispuesto a consentirlo. Tomando una decisión arriesgada, emprende camino con sus más leales hacia Constantinopla. Es solo el principio de dieciseis años preñados de guerras e intrigas políticas que desembocarán el inicio del fin del Imperio Romano de Occidente.

El saqueo de Roma nos narra esos años convulsos, en los que de forma fehaciente se materializa la división del Imperio Romano, al dejar Teodosio el trono de Occidente a su hijo Honorio, aún un niño, y el de Occidente a su otro vástago, Arcadio. Arcadio se encuentra muy influido por Rufino, su consejero y hombre de confianza, un aquitano que sabe manejar bien los hilos de la corte de Constantinopla. Teodosio ha dejado escrito en su testamento que sea Estilicón, general romano de origen vándalo, quien se encargue de ser el custodio de Honorio, al ser este de corta edad, para guiarle y aconsejarle. Pero Serena, hija adoptiva de Teodosio y esposa de Estilicón, organiza un ardid para hacer creer a Arcadio que también Estilicón será su custodio. Un intento de mantener unido un imperio que se resquebraja.

Ajenos a estas intrigas, Alarico y los suyos han comenzado a escribir su propio destino. Su arriesgado movimiento ha supuesto una feroz sacudida en el ánimo del pueblo godo, que decide seguir, cada vez en mayor número, a su caudillo. Errantes, pero con un fin. Recuperar su orgullo y conseguir, de una vez por todas, unas tierras en las que asentarse en paz.

Llevándonos a lo largo del periodo que abarca desde el 4 de septiembre del 394 d.C hasta el 26 de agosto del 410 d.C (con dos pequeños añadidos al final que redondean la novela), Pedro Santamaría nos ofrece una narración intensa y vital, profundamente amena, que jamás pierde fuerza. Gracias a capítulos cortos, dejando siempre al lector con ganas de más, va alternando los escenarios y sus protagonistas para que los tengamos siempre exactamente en el lugar que han de estar. En las intrigas de ambas cortes, comprobaremos que hay cosas que no han cambiado, que la ambición y las luchas de poder muchas veces se mueven entre salones y alcobas y no en los grandes foros.


Lo que más me ha gustado, además del modo de narrar de Pedro, que resulta potente y muy vivo, es la caracterización de cada uno de los personajes. No podemos olvidar que, siendo figuras históricas de primer orden, hay muchas y diferentes versiones de su personalidad o de la justificación de sus actos. Pero, como os decía al principio, no hay nada teatral ni impostado en ellos. Se les han otorgado características muy humanas para hacerlos muy cercanos, para que no parezcan estatuas de mármol que, en ocasiones, hablan. Están llenos de dudas e incertidumbres, son capaces de amar y proteger a los suyos, de disfrutar de una puesta de sol, de emocionarse con sus hijos... y también de combatir con saña, de arrasar ciudades, de ejecutar sin que les tiemble el pulso. Hombres y mujeres de su tiempo, en el que ellas solían ser las peor paradas, al servir de moneda de cambio en tratados o mediante matrimonios de conveniencia. Por no hablar de cómo eran tratadas en las guerras.

Precisamente los personajes femeninos tienen una importancia capital en el desarrollo de todo lo sucedido en esos años. Tanto Serena, la esposa de Estilicón, como Eudoxia, la de Arcadio, son mujeres inteligentes, fuertes y saben bien lo que quieren. Gala Placidia, a la que conoceremos desde que es una niña, muestra su carácter y su orgullo de estirpe desde bien pronto. Al no poder empuñar una espada, utilizan las artes que mejor dominan y, gracias a ellas (o más bien debido de ellas), la política y muchas decisiones de alto nivel se mueven a su son. 

Sin abusar de las descripciones con exceso de detalle, Pedro Santamaría nos dibuja con naturalidad tanto un poblado godo como un palacio en Constantinopla o Milán. Es cuidadoso a la hora de sumergirnos en un paisaje, con sus olores y sus tonalidades, para hacernos sentir allí. Leer esta novela, como otras suyas, es viajar en el tiempo sin dificultad.

Fabuloso es también el realismo de las escenas de batalla dentro de una novela escrita con vigor y fuerza, ágil, llena de acción, en la que es fácil comprender los motivos de sus personajes para hacer lo que hacen en cada momento. Un soberbio entretenimiento que nos sirve, también, para conocer detalles y hechos que jalonaron aquellos años cruciales, no solo en la historia de Roma, sino en la historia de la Humanidad

Decía Séneca que "la vida es como una leyenda; no importa que sea larga, sino que esté bien narrada". En El saqueo de Roma vais a encontrar vidas muy, muy bien narradas. Os aseguro que no sobra ni una sola línea. Disfrutadlo.

 


6 comentarios:

  1. Magnífica reseña. Acabas de excitar mi curiosidad y voracidad lectora. Te compro este maravilloso viaje en el tiempo. Enhorabuena al autor y a ti. Tus recomendaciones siempre son de 10.

    ResponderEliminar
  2. Mira que me cuesta esta época, pero tu reseña es muy tentadora.
    Besos.

    ResponderEliminar
  3. Hola.
    No conocía el libro y por el momento no creo que lo lea, tengo demasiados pendientes, pero gracias por la reseña.
    Nos leemos.

    ResponderEliminar
  4. Yo también soy muy de romanos y desde luego esta novela que traes me parece muy apetecible.
    Feliz sábado Yolanda

    ResponderEliminar
  5. Holaaaa bonita... Este, sin duda, es para mi señor esposo. Es el género que más le gusta, así que le enseño tu reseña. Besitos.

    ResponderEliminar
  6. Esta vez no me la llevo, guapetona. A mí el tema de Roma a estas alturas me cuesta bastante más y salvando a Posteguillo y alguna otra excepción prefiero otro periodo.
    Besos

    ResponderEliminar