lunes, 18 de abril de 2016

EL REY de Donald Barthelme

Esta reseña participa en la Yincana Histórica convocada por los blogs Negro sobre blanco y De tinta en vena, en el apartado "El protagonista es un rey", para hoy 18 de abril.



Este libro es una pequeña joya, una rareza con la que me gusta reencontrarme cada cierto tiempo. “El Rey” es una ficción absoluta mezclada con un poco de contexto histórico y mucha elegante ironía que contiene algunas de las mejores frases que haya leído jamás. Y muchas de ellas tienen la virtud de hacer esbozar una sonrisa o, directamente, conseguir que sueltes una feliz carcajada. Es un libro corto, de apenas 190 páginas (incluyendo introducción) y de lectura muy ágil porque, curiosamente, no hay partes narradas. Todos sus capítulos, que carecen de número o de título (son un simple cambio de página), son diálogos pero, a pesar de ello, se ofrece tanta información en ellos que, sinceramente, no hace falta ni una sola línea descriptiva o de narración pura y dura.

Así, tal como lo cuento y a simple vista, puede parecer extraño o un despropósito, pero os aseguro que no lo es en absoluto. Se disfruta tanto de lo que estás leyendo que da igual cómo el autor se ha decidido a plasmarlo. Y cuando lo acabas te queda la agradable sensación de haber tenido entre las manos una lectura magnífica. Muy peculiar pero magnífica, os lo aseguro.

Cuando lo compré, hace ya unos cuantos años (aun pertenecía a Círculo de Lectores, hasta que me aburrí) me guiaba una peculiar afición: hacerme con todos los libros posibles que hablasen del mito del rey Arturo, para crearle una pequeña biblioteca a mi hijo mayor, que lleva ese pedazo de nombre. Lo que me llamó la atención fue el argumento que leí en la contraportada:

“El rey Arturo y sus caballeros, en plena Segunda Guerra Mundial, han de hacer frente a los problemas de un conflicto moderno: bombardeos indiscriminados, propaganda, a la levantisca actitud de muchos de sus súbditos, en especial de sus damas - poco dispuestas a seguir eternamente calladas y pasivas- y al dilema de si deben o no utilizar el nuevo Grial: la bomba atómica. Un planteamiento delirante e ingenioso que provoca la sonrisa tanto como la reflexión.”

Con ese planteamiento ¿cómo no comprarlo? Desde ese momento, como os decía antes, muchas veces lo he releído, entero o a pedacitos, para recordar algunos de sus mejores párrafos. Y hoy quiero traerlo ante vosotros para animaros a que lo disfrutéis tanto como yo.

EL AUTOR: DONALD BARTHELME


Nacido en Filadelfia en 1933, está considerado como uno de los principales autores de la narrativa norteamericana posmoderna y en su obra, muchas veces, se encuentran algunos rasgos surrealistas. No llega con ellos a la altura de mi genio surrealista por excelencia, el maravilloso Julio Cortázar, pero son detalles que se agradecen mucho.
 
Estudió la carrera de periodismo en Houston y en esa misma ciudad, mientras terminaba la carrera, comenzó a escribir artículos para el “Houston Post” aunque esta actividad tuvo que interrumpirla al ser alistado para la guerra de Corea. Sus inquietudes periodísticas no pararon en el ejército y acabó por hacerse con el cargo de editor del periódico del ejército de los Estados Unidos. Al volver de la guerra, trató de conseguir también la licenciatura de Filosofía, pero no llegó a terminarla.

Su primer relato breve se publicó en 1961 y ese mismo año fue nombrado director del Museo de Arte Contemporáneo de Houston. Su producción literaria no es demasiado extensa, destacando “Vuelve, Dr. Caligari” o “El Padre muerto”. “El Rey” es su última obra y la terminó apenas dos meses antes de morir de cáncer en 1989. Alternó su afición por la escritura con la fundación y participación activa en la revista “Fiction” además de impulsar activamente el Programa de Escritura Creativa de la Universidad de Houston. Y además tuvo tiempo para casarse cuatro veces.

Para los estudiosos de su obra, su temprana muerte nos ha privado de más aventuras literarias novedosas, ya que Barthelme no parece acogerse a ninguno de los movimientos literarios de la época, sino que iba un poco por libre y ensayando nuevos temas y enfoques.


¿QUÉ HAY DENTRO DE LAS PÁGINAS DE "EL REY"?

 
En 1899 Mark Twain había publicado "Un yanqui en la corte del rey Arturo" una parodia humorística y con un humor bastante grueso del idealizado mundo medieval enfrentado a las costumbres “modernas” norteamericanas. Twain pretendía desmitificar todo aquel universo que había llegado casi a tener el carácter de ensoñación en la época victoriana, gracias, sobre todo, a la obra de Tennyson “Los idilios del rey”. Casi cien años después, su compatriota, Donald Barthelme, terminó el manuscrito de su última novela, “El rey”, pero prefirió inspirarse en la obra clásica “La morte d’Arthur” (La muerte de Arturo) de 1485, germen del ciclo artúrico tal como lo conocemos actualmente. 
 
La diferencia es que Barthelme no pretendía hacer una parodia zafia del medievalismo. Poseía un finísimo sentido del humor, como se ve reflejado en muchas de las páginas del libro que nos ocupa, y además el momento histórico era completamente diferente: el mundo había pasado dos grandes guerras, conflictos coloniales, el nazismo, el imperialismo de todo tipo, los integrismos religiosos, los campos de exterminio y las bombas nucleares. La novela es una parodia, sí, pero huye de provocar la risa fácil y juega con los anacronismos, para mostrarnos con agudeza todas las penurias de nuestro tiempo.

En “El Rey” nos encontramos en plena Segunda Guerra Mundial con el avance inexorable de las tropas nazis en el horizonte. Pero la familia real inglesa no es la que conocemos, sino que está formada por el rey Arturo, la reina Ginebra y toda su corte de caballeros, damas y nobles. La longevidad de la que gozan, que llama la atención a propios y extraños, no impide que ellos sigan teniendo el mismo espíritu y la misma visión del mundo que en su época. Han pasado de batallar con los sajones a hacerlo con la barbarie nazi: sus relatos heroicos son tan cantados como sus pifias y meteduras de para (que son habituales) a través de emisoras de radio pro-alemanas. Ni siquiera les queda el consuelo de poder proteger y defender a sus damas, que se han espabilado mucho y se buscan la vida bastante bien.

El bueno de Arturo no es ningún demócrata tal y como lo entendemos actualmente, aunque por una jugada del destino se encuentre en el siglo XX. Cree firmemente en los valores señoriales, no sólo para hacer la guerra de la forma más limpia posible, sino para mantener en su sitio a una plebe demasiado levantisca que le monta huelgas en pleno conflicto. Ha aprendido algunos trucos modernos como subir los salarios y después, gradualmente, los impuestos. Y tiene sus frustraciones económicas por no ser tan rico como la reina Guillermina de Holanda. Pero no es partidario de mandar contra la población civil tanques o aviones cargados de bombas porque sería una “violación del contrato social”.

Barthelme nos regala una parodia de la novela histórica, una parodia que resulta muchas veces hilarante basándose en los personajes y las situaciones anacrónicas que se dan a lo largo de las páginas, pero que también supone una reflexión bastante irónica del mundo y de nuestra propia época que merece la pena, sin duda, leerse y paladearse.




UNA SELECCIÓN DE FRASES PARA SONREIR

 
Son muchas las ocasiones que tendremos para sonreir con “El Rey”. O para reír de buena gana. He hecho una selección de algunas que me parecen geniales y que, estoy segura, os van a gustar tanto como a mí.

La reina ginebra hablando con su dama de confianza:
“De todas las guerras en las que hemos participado, no es ésta precisamente mi favorita (...) Hay demasiados intereses enfrentados. Nada esta claro. Excepto que nosotros estamos del lado de Dios, por supuesto. Lo que siempre he admirado de Arturo es que se las apaña para estar al lado del bien. Pero ¡por Dios, qué suspense! En el pasado los hombres salían, se aporreaban la cabeza durante un día y medio, y ya estaba...”

Sir Keu dando las últimas nuevas al rey Arturo:
“- ¿Algo más?
- Galván ha decapitado a otra dama. Por accidente. Otra vez.
- Válgame Dios – dice Arturo - ¿Quién era?
- Una hija del rey Zogú. Se llamaba Linet, me parece.
- Entonces Albania se levantará en armas. Todo el odio que sienten los albaneses hacia los italianos, echado a perder. Galván siempre las caza de rebote, a las damas me refiero. Suelta un golpe, rebota contra la coraza de su rival o dónde sea y separa la cabeza de la dama que está al lado. Ya ha sucedido demasiadas veces. No nos da buena prensa.”


Lanzarote hablando con el Caballero Negro (que es negro de verdad, africano, para pasmo del gran Lanzarote):
“- Sois negro – dice Lanzarote – Negro, aunque atractivo.
- Soy de un país – dice el Caballero Negro – en que todos son negros. Hasta donde alcanza la vista. A los blancos se les considera monstruos de la naturaleza. La simple visión de un blanco provoca que las vacas den leche agria”


Y posteriormente, en otro capítulo, tras hacerse buenos amigos, Lanzarote da al Caballero Negro una clase magistral sobre dragones:
“- Los dragones auténticos son daneses y hablan danés, una lengua que los propios naturales de Dinamarca describen como una enfermedad de garganta más que un idioma. Para atraer un dragón, se ata a una doncella desnuda a un árbol. (...) Una vez que el dragón haya inspeccionado a vuestra doncella hasta quedarse satisfecho, se pronuncia uno de los desafíos formales convencionales en danés y a continuación empieza el combate.
- Extraordinario.
- Si de la criatura surge un combinado de llamas y danés, y vuestra armadura queda chamuscada y negra, podéis estar seguro de que no habéis estado luchando con un lagarto.
- Asombroso.
- He matado a más de una treintena de dragones auténticos, pero le dije al tipo del The Times que no lo escribiera.”


Arturo, sir Keu y sir Helaín tratan de solucionar el problema de una máquina de tren que los huelguistas han soldado a las vías y que impide al paso de otros convoyes:
“- Yo digo que la volemos – propone sir Helaín – Tengo conmigo suficiente gelignita para enviar la máquina en cuestión cerca de la isla de Wight, si así lo queréis.
- Tenemos más de sesenta mil súbditos en la isla de Wight – dice sir Keu – la mayoría de ellos, debo añadir, leales y temerosos de Dios. Tirarles una locomotora encima en plena noche sería muy inoportuno. Y no es que dude de vuestra habilidad.”
 

Mordret, el hijo bastardo de Arturo, al que han dejado provisionalmente al mando del gobierno, está tomando decisiones demasiado arriesgadas y Arturo y sir Keu planean como quitarle de en medio sin que monte en cólera:
“- Le concederé algo a Mordret – dice Arturo – Algo importante. ¿Gobernador General de las Bahamas?
- ¿Qué son las Bahamas?
- Nunca lo he sabido a ciencia cierta – dice Arturo – Unas islas, me parece. Sólo se que son nuevas y que necesitan un gobernador general. Viste un uniforme espléndido, capa, sombrero con penacho y una carroza tirada por doce caballos negros. Lo vi en una foto una vez. Yo creo que resulta muy atractivo.”

Ginebra, que hace tiempo que no oculta su aventura extramatrimonial con Lanzarote, pero que quiere y admira a Arturo, se queja de la ausencia constante de ambos:
“- En realidad, no tengo a ninguno de los dos. El uno anda por ahí, sabe Dios dónde, dirigiendo la guerra; y el otro sólo aparece de dragones de color uva a dragones de color pera, como si dijéramos. Cuando la cama de una está vacía noche tras noche, no es mucho consuelo que ambos sean tan enormemente nobles y admirados. Pero quizás esté siendo ordinaria.”
 
De nuevo sir Keu y Arturo reportándose novedades reseñadas en los periódicos:
“- Los nazis han ocupado París. Hitler ha visitado la tumba de Napoleón.
- Esos dos tienen mucho que contarse – dice sir Keu.
- No, no, no. El primero no es más que una sabandija comparado con el francés.
- Cierto, pero el impulso totalitario es común a ambos. Son del tipo de gente que no puede detenerse en un punto de destino razonable.”

Lanzarote, sir Keu y Arturo después de una batalla tremenda:
“ Lanzarote, con su hermosa cabeza colgando, suda y sangra.
- Dios – dice – me estoy haciendo demasiado viejo para esto.
- Bueno – dice Arturo – la batalla es nuestra, es lo que importa.
- A un alto precio – señala Lanzarote – He contado los muertos, aproximadamente, por supuesto. Parecía haber tantos como pájaros en el cielo.
- Los basureros han hecho un montón con las espadas de los caídos – dice sir Keu -, es tan alto como siete neveras apiladas una encima de otra.
- Siete neveras apiladas – repite Arturo – vuestra imagen es de una inquietante modernidad.”


Y PARA CONCLUIR


De siempre he sentido una gran admiración (quizá también poética) por la figura del rey Arturo. Es el prototipo de caballero, de rey, de valeroso paladín de causas perdidas y yo, he de reconocerlo, pierdo la cabeza por ese tipo de hombres. Aunque no existan. Aunque no sean más que mitos. Esta novela, tan breve y tan divertida, nos muestra a un rey Arturo con problemas cotidianos, enfrentado a una guerra que parece venirle grande, pero que se muestra tan caballero y tan ecuánime como siempre. El hecho de que la población civil sufra las consecuencias de la guerra se le hace muy duro y él mismo se negará a bombardear Milán o a construir una bomba atómica porque le parece indigno.

Ese espíritu noble choca frontalmente con las circunstancias históricas que le está tocando vivir, pero a pesar de todo no elude ni el combate ni deja problemas sin solucionar. Ginebra, con sus dos amores, odia permanecer en la retaguardia y en más de una ocasión ha luchado al lado de su marido. Lanzarote, que tiene una filosofía vital de lo más curiosa, va y viene por todas partes, batallando, comprobando daños, haciendo nuevos camaradas. Y Mordret, en su línea, acabará por hacerse nazi, algo que no sorprende a nadie.

Os recomiendo de corazón la lectura de “El Rey”. Os vais a encontrar algo muy diferente a lo que hayáis leído hasta ahora y os aseguro que os hará sentir muy, muy bien. Es de lo más agradable poder cerrar un libro con una sonrisa puesta.

6 comentarios:

  1. Siempre es curioso ver la perspectiva americana sobre la vieja Europa y será que , en el fondo, sienten la nostalgia de lo que nunca conocieron y les han malcontado y será por eso por lo que que inventaron Hollywood , para tener su propia "realeza americana", por cierto leí "Nacido en Finlandia en 1933, está considerado como uno de los principales autores de la narrativa norteamericana posmoderna" que , aunque perfectamente se puede ser nacido en Finlandia y ser autor americano, me parecía raro , jajaja. Besos

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  2. Qué cosita más interesante que nos traes... A mí las novelas de humor me cuestan mucho pero en este caso, creo que sí estamos ante una estilo que me gusta, ése hilar fino y ésos juegos que propone, además de la presencia de un personaje tan seductor como el rey Arturo, parece desde luego una lectura agradable.
    Besos.

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  3. Normalmente no me hacen gracia las novelas de humor, fíjate que cosas, pero recomendándola tú y teniendo al rey Arturo como protagonista, es para tenerla en cuenta. Además, me parece de lo más delirante la situación en la que se encuentran, así que me lo apuntaré.

    Por cierto, la selección de frases es de nota.

    Un beso.

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  4. Huy, pues me gusta la novela histórica pero si además como en este caso se mezcla con la ironía, seguro que lo disfrutaré mucho más.

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  5. Me parece que lo voy a leer sin falta porque me encanta la leyenda de Arturo y me gustan los diálogos que has puesto y de qué va, así que ni me lo pienso :)

    Un saludo,

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  6. Acabo de caer por casualidad en esta reseña q no recuerdo haber visto y me llevo el libro que me parece curioso. Besinos.

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