martes, 30 de enero de 2024

CRISANTA de Juan Ramón Biedma

 

Desde hace tiempo me confieso "biedmadicta". Concretamente desde que leí aquella maravilla titulada Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado (retitulada Londres,1891 tiempo después) y que descubrí gracias a la presentación que Juan Ramón hizo de su novela en Getafe Negro. Desde ese primer encuentro con su literatura, me fui dejando seducir por el "universo Biedma" y su manera de escribir, sus tramas, su estilo. Su forma de introducir el horror en lo cotidiano y hacer coincidir lo sobrenatural con la vida común. Quizá porque siempre ha estado ahí, pero no solemos mirar con atención o preferimos no hacerlo, por miedo a lo que podamos descubrir. Además la ocasión para traeros, por fin, mis impresiones de esta novela, llega en un magnífico momento: a Juan Ramón Biedma acaban de concederle el Premio Castelló Negre a la trayectoria literaria.

Con Crisanta, Juan Ramón vuelve a sorprender por la originalidad del planteamiento y por mostrarnos un momento histórico duro, complejo y también la cara B de una ciudad como Sevilla. No vamos a verla desde su perspectiva luminosa, alegre, hermosa y acogedora, sino fría, oscura y llena de miedo, con callejones y lugares que provocan escalofríos. El subtítulo de la novela, Una novela de fantasmas durante la Guerra Civil, podría llevarnos a pensar que los derroteros van a ir hacia el suspense paranormal, pero no. En absoluto. ¿Hay fantasmas? Puede que sí, pero no son los principales protagonistas. Y hay personajes que dan bastante más miedo que ellos. Nos vamos a octubre de 1936... 

LA MORADA DEL MALMUERTO

Corre octubre de 1936 y Crisanta, una mujer muy especial y diferente a cualquiera, recibe un encargo tan peligroso como envenenado: localizar un tríptico de Jan Van Eyck expoliado de una iglesia. Si consigue hacerse con él, le servirá como billete para salir de un país que se hunde en sus momentos más oscuros y en el que ya no parece quedar sitio para ella. Crisanta regenta un pequeño negocio de antigüedades en la calle Feria, al que acuden, quienes pueden pagarlas, clientes en busca de algún cuadro o una pequeña talla y porta siempre un pequeño péndulo que le ayuda a tomar decisiones. Acepta el encargo porque sabe que es su última oportunidad, aunque le suponga tener que moverse en lugares muy comprometidos y tratar con personas con las que preferiría mantener mucha distancia, entre las que se encuentra el todopoderoso Manuel Díaz Mayordomo, encargado de la represión policial, y al que se teme tanto como se le odia.

Por otro lado, conoceremos a Alberto Chacón Carter y a su Sociedad Mediúmnica de Sevilla. Se vivía un momento, en aquellos años, de mucho interés por el mundo de los espíritus y Carter, junto con un grupo realmente peculiar, investigan los, al parecer, extraños sucesos que están teniendo lugar en la llamada casa del Malmuerto, también en la calle Feria. Se habla de luces extrañas en las ventanas y de cómo se escucha llorar desgarradoramente a un niño en la madrugada. Un lugar con muy mala fama y que ya, en la primera visita que hacen, demuestra que en su asolado interior se esconde mucho más de lo que creían.     

Tendremos incluso una tercera trama, en la que Juan Serrador, un cura que arrastra un pasado complicado y que a punto estuvo de llevarle frente a un pelotón de fusilamiento. Serrador se ve envuelto en un plan para salvar la vida de José María Varela Rendueles, recientemente depuesto como gobernador civil de Sevilla, y que se encuentra ingresado en el Hospital de la Caridad, precisamente donde Serrador está destinado como sacerdote. Mientras, no deja de buscar por Sevilla a una mujer que lleva enquistada en el alma y en la memoria.    

La ciudad está viviendo un momento muy convulso. No solo el inicio de la guerra está trayendo fusilamientos en masa, terror y represión, sino que las calles son un hervidero de tensión y miedo, además de esconder en sus rincones más sombríos presencias y hechos que es mejor que no salgan a la luz. La Sevilla que Biedma nos presenta es la que no vemos normalmente, poco hay en ella de su brillo habitual. Todo parece aplastado bajo una atmósfera de aprensión y temor. La sombra de Manuel Díaz Mayordomo, trasunto de Manuel Díaz Criado, la mano derecha de Queipo de Llano en la represión que se llevó a cabo en Andalucía y Extremadura, planea sobre todo. Un tipo capaz de firmar sentencias de muerte completamente borracho, que acababa muchas noches de farra llevando a sus amigos a contemplar los fusilamientos al alba que él mismo había autorizado. Pero Díaz Mayordomo puede que haya encontrado la horma de su zapato...

Si Díaz Mayordomo resulta realmente inquietante, también lo son, aunque de otra manera, los integrantes del grupo de Chacón Carter, que aceptan los hechos más extraños y sobrenaturales con una tranquila naturalidad: Diosdada, que ejerce de secretaria y que es sensitiva; Rublos, mano derecha de Carter que va a ser perseguido por la presencia de un niño al que solo él parece ver y Antonio y Rafael, los hermanos Galocha, que, ya jubilados, disfrutan de las experiencias que viven y que aportan más de un momento de humor. Diosdada ha quedado viuda a causa de la guerra y vive obsesionada por contactar con su marido muerto y va sufrir una evolución que la va a llevar de ser una secundaria más o menos gris a saltar a la palestra de un modo un poquito escalofriante.

Crisanta es una novela que toca muchos palos y que sabe mantenernos alerta, como cuando sentimos en la nuca la respiración de alguien que nos vigila. Estamos en una ciudad inmersa en una guerra que, si bien se libra de los combates en primera línea, sufre la represión, el miedo y la muerte. También caminaremos por la ciudad que no se ve, la de los edificios en ruinas, los pasadizos que ocultan terribles secretos, de lugares de reunión de gentes a los que la luz del día les repele. Donde hay quienes se benefician del nuevo estado de cosas y quienes han de buscarse la vida y el pan como sea y al precio que sea.

Juan Ramón Biedma es un maestro uniendo el mundo real con otros más intangibles. Siempre hay un toque sobrenatural en sus obras, pero está tan bien integrado que nos resulta normal, aunque muchos de los pasajes nos ericen la piel ante la presencia de lo desconocido. Sabe muy bien compaginar el horror de la cruel realidad con el que se esconde en las sombras y que, muchas veces, ni siquiera tiene nombre. Crisanta tiene aventura, tiene misterio, tiene parte histórica, por eso es tan difícil clasificarla y ponerle etiquetas. Pero sí os puedo asegurar que una vez que se entra en el "universo Biedma" ya no se puede salir. Es completamente adictivo. 

Tenéis que conocer a Crisanta, os vais a llevar más de una sorpresa. Eso sí, tendréis que venir dispuestos a contemplar lo imposible y a estremeceros con la parte más despiadada del ser humano. Y os aseguro que no podréis dejar de mirar.

 

 

                                                                 

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