Es muy posible que jamás hubiese leído este libro si no hubiese sido por la cortesía de la Editorial Planeta, que me entregó un ejemplar la tarde en que tuvimos la charla bloguera con Eva García Sáenz de Urturi. Volviendo en el tren a casa leí la contraportada y me quedé un poco fría porque no parecía ser, a priori, un texto de esos que me enganchan con ganas desde la portada. Reconozco que el problema lo tengo yo, que a veces soy de ideas preconcebidas muy equivocadas. Así que hice acto de contricción y le busqué hueco entre mis siguientes lecturas con buen ánimo, porque lo único cierto es que nunca se sabe y quizá me encontraba con una novela inesperada de la que enamorarme.
Una vez terminado y con las últimas frases aun fresquitas en la retina, he estado días pensando cómo encarar esta reseña y qué decir en ella. Porque por un lado puedo asegurar que se lee muy bien, que es ágil, entretenida. Perfecta para intercalar, por ejemplo, entre dos lecturas más densas o para estas tardes de calor en que apetece algo más ligero. Pero por otro reconozco que he acabado bastante hartita de su protagonista. Creo que la palabra es irritante. Y a veces muy irritante. Saturada de su protagonista, de sus soliloquios y de la catarata de "casualidades" que jalonan toda la novela y que, en ocasiones, me han enfadado bastante. Pero vayamos despacio y explicándolo con mimo.
LA AUTORA: CARMEN PACHECO
Ante mi falta de datos sobre ella, he buscado en internet y, al ser una mujer muy activa en redes, hay bastantes páginas de las que tirar. Especialmente la suya personal, en la que asegura vivir casi en internet. Nacida en 1980 en Almería, es licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad Complutense de Madrid. Trabajó durante años como creativa publicitaria, ha escrito guiones de cómic ("Let's Pacheco. Una semana en familia") y, aparte de la que nos ocupa, ha escrito varios libros para niños como "La verdad sobre la vieja Carola", habiendo sido finalista en dos ocasiones el Premio Barco de Vapor. Orientada a un público más adulto, aunque con la etiqueta también de juvenil, ha escrito "En el corazón del sueño". Tiene un blog, escribe artículos y participa en todas las redes sociales.
Blanca Cruz es una autora de libros de temática vampírica-nórdica que le han reportado una gran fama pero ante los que ella no está demasiado contenta. Las críticas no han sido nunca buenas, a pesar de que se venden por miles y tiene legiones de seguidores. Además sus editores están tomando decisiones acerca de ellos que a Blanca no le gustan y, para colmo, su cuarta novela no arranca. Se enfrenta al síndrome de la página en blanco, está bloqueada.
En su vida personal, Blanca está convencida de que su novio Carlos, con quien vive, la engaña con una compañera de trabajo y eso la sume en muchas inseguridades más. Buscando información para la novela que no termina de cuajar, encuentra la foto de la autora Patricia King, una mujer de la que hay pocos datos y que escribió sólo tres novelas de misterio. Gracias a un foro localiza varias cartas que Patricia envió a su hermana antes de desaparecer misteriosamente del barco en el que viajaba y empieza a obsesionarse con averiguar qué fue de ella. Para ello no dudará en lanzarse al otro lado del Atlántico para intentar saber qué fue de Patricia King.
No me ha convencido la novela, tengo que confesarlo. Es verdad que es, como os decía al principio, ligera, que se lee rápido y bien (a mí me duró apenas dos ratos, y no exagero) y que no nos complica la vida. Pero hay algo, desde el inicio, que me hacía fruncir el ceño. Primero, el personaje principal, Blanca, que a veces me daban ganas de perdirle que se callara. Y después las constantes casualidades que van configurando el argumento y que, en ocasiones, parecen traídas por los pelos para cuadrar en lo que la autora nos quiere contar.
Escrito en primera persona por la propia Blanca, asistimos a su vida pero desde su único y exclusivo punto de vista. Blanca es una persona llena de inseguridades que ha acabado por detestar lo que escribe y hasta por detestar su propia vida, sobre todo a raíz de sus sospechas de que su novio la engaña. Carlos, divorciado y con un hijo, Gonzalo, lleva una temporada larga ausente y serio y Blanca retrasa una y otra vez el momento de hablar con él. No sólo por lo doloroso que puede resultar sino porque le da "mucha pereza" tener que empezar de nuevo su vida de soltera, buscar piso y demás.
Blanca no es un personaje carismático de los que te enamoras o empatizas, más bien me ha hecho acabar muy cansada de ella. Son constantes sus soliloquios tratando de explicarse y explicar sus circunstancias, conversaciones consigo misma que chirrían constantemente porque muchas de sus reacciones también lo hacen. Igualmente cuando mantiene conversaciones con amigos o conocidos, responde a preguntas con una largueza y retórica agotadoras, incluso cuando va pasada de copas. Me ha dado la sensación, en ocasiones, de que a Blanca le gusta mucho oirse. O eso o trata de llenar los huecos hablando sin parar.
Hay párrafos que se me han llegado a hacer eternos. Es verdad que en general están bien escritos pero el modo en que discurren los pensamientos de Blanca puede resultar extenuante. Se regodea constantemente en su mala suerte, en lo negativo, en lo que no puede o no sabe hacer. Se queja por todo pero no pone soluciones, es bastante neurótica, saca conclusiones erróneas y precipitadas y, en ocasiones, tiene salidas de tono poco afortunadas. Escrito de otro modo quizá hubiera podido resultar gracioso en su conjunto, pero no lo es. El resultado final es bastante cargante. Tampoco es agradecida: le molesta incluso que la reconozcan y le pidan autógrafos o fotografías. No, definitivamente no me cae bien.
Las casualidades son una constante que también acaban por hacerse un poco agotadoras. Cierto es que un escritor, al crear un argumento, puede usar todas las "trampas" que quiera para que las cosas cuadren. Pero en el caso de "Todo es posible" abusa de esas casualidades hasta centrarse en ellas casi en exclusiva. Casualidad es, en las primeras páginas, el modo en que Blanca y su hermana Laia encuentran la figura de un ángel en un cementerio. Casualidad cómo se topa con la foto de Patricia King. Casualidad que siga conservando una tarjeta de una biblioteca mucho tiempo después de no usarla. Puedo entender el recurso del foro de internet con el señor que habla de las cartas de Patricia King y que quiere venderlas, pero el recurso que usa Blanca para hacerse con ellas es, cuando menos, curioso. Por decirlo de una manera suave.
Casualidad que en el vuelo a Guatemala encuentre a Roca, otro autor de éxito, exnovio de Jana, una gran amiga de Blanca. Y desde ahí el cúmulo de azares a su favor se multiplica de forma exponencial. Tampoco me convence el tratamiento al resto de personajes. En general están poco perfilados. Laia, la hermana mayor de Blanca, que le da consejos pero a veces no parece conocerla en absoluto y que desaparece por completo de la narración a partir de la mitad del libro. Carlos, el novio de Blanca, que apenas es un esbozo y que se nos presenta siempre agobiado o muy serio. Jana, la amiga triunfadora, que sí se nos dice que es muy bella pero desgraciada en su vida personal, aunque lo cubre ligando con quien se pone por delante. Roca, con ese cierto aire mefistofélico irresistible, que siempre quiere tener razón y que acaba por tener un protagonismo inesperado... por casualidad.
El ambiente literario y editorial en el que se mueve Blanca no es que sea estereotipado, es que parece de cartón piedra. No hace mucho, cuando entrevisté a Pere Cervantes para mi reseña de "La mirada de Chapman", le preguntaba si de verdad su visión del mundo editorial y de los certámenes de novela negra era tan descarnada como la que él presentaba en su libro. Me contestó, poco más o menos, que era pura literatura, invención de autor, necesidad de crear un escenario. Los editores de Blanca parecen personajes de cómic, al estilo de los Hernández y Fernández de los libros de mi idolatrado Tintín, y a ella más parece preocuparle si están liados entre ellos que el trabajo que realizan. Todo ese mundillo aparece dibujado casi como una película de Almodóvar: excesivo, estridente, superficial. Al menos esa es la imagen que Blanca nos deja y aquí de nuevo tenemos su absoluta subjetividad.
La historia de Patricia King sí tiene su punto de interés. Las cartas que Blanca consigue no aclaran su misteriosa desaparición, pero nos muestran a una mujer que ha saltado en una huída hacia adelante huyendo de una vida que no le gusta ni le llena. Patricia King tiene ciertos paralelismos con Blanca: también a ella sus editores la presionan para que escriba una cuarta novela y ella no termina de estar convencida. Y tiene una hermana a la que quiere, pero que parece más pragmática que ella, ante la que quiere justificar sus actos. Un poco también como lo que hace Blanca con Laia. Quizá es lo mejor de la novela aunque personalmente no me ha terminado de gustar cómo está resuelto al final, pero os dejo a vosotros que juzguéis este extremo cuando lo leáis.
Carmen Pacheco, insisto, no escribe mal. Hay pasajes en los que se destila, aunque peculiar, cierta poesía. La trama está hilada y acabada, aunque a mí no me guste el modo en que lo ha hecho, y ha conseguido un libro ligero que se lee con facilidad y que mantiene cierto interés. Pero se olvida tan pronto como se acaba, no es de los que dejan huella. Si el personaje principal hubiese conseguido hacerme reir con sus desdichas creo que la cosa cambiaría mucho, pero no es el caso. Blanca parece"disfrutar" de sus problemas, los hace girar a su alrededor y, aunque asegure que no los quiere, vive en una constante queja. Por eso no cae bien, por eso es imposible sentir simpatía por ella.
¿La recomiendo? Pues según y cómo. Realmente se deja leer y la historia de Patricia King es curiosa. No contiene dramas enormes ni están aseguradas las carcajadas, pero entretiene aunque terminemos discutiendo con Blanca o tengamos deseos de darle el número de un buen psicólogo. Puede servirnos como lectura ligera que nos alivie de otras más intensas. Desde luego leer es siempre un fantástico ejercicio y Carmen Pacheco ha puesto, estoy segura, esfuerzo y cariño en su libro. Pero para gustos están los colores y, aunque personalmente "Todo lo posible" se me queda en la gama de grises, estoy segura de que habrá muchos lectores que la disfruten. Me quedo con eso.
LA SOMBRA DE PATRICIA KING
Blanca Cruz es una autora de libros de temática vampírica-nórdica que le han reportado una gran fama pero ante los que ella no está demasiado contenta. Las críticas no han sido nunca buenas, a pesar de que se venden por miles y tiene legiones de seguidores. Además sus editores están tomando decisiones acerca de ellos que a Blanca no le gustan y, para colmo, su cuarta novela no arranca. Se enfrenta al síndrome de la página en blanco, está bloqueada.
En su vida personal, Blanca está convencida de que su novio Carlos, con quien vive, la engaña con una compañera de trabajo y eso la sume en muchas inseguridades más. Buscando información para la novela que no termina de cuajar, encuentra la foto de la autora Patricia King, una mujer de la que hay pocos datos y que escribió sólo tres novelas de misterio. Gracias a un foro localiza varias cartas que Patricia envió a su hermana antes de desaparecer misteriosamente del barco en el que viajaba y empieza a obsesionarse con averiguar qué fue de ella. Para ello no dudará en lanzarse al otro lado del Atlántico para intentar saber qué fue de Patricia King.
EL REINO DE LAS CASUALIDADES
No me ha convencido la novela, tengo que confesarlo. Es verdad que es, como os decía al principio, ligera, que se lee rápido y bien (a mí me duró apenas dos ratos, y no exagero) y que no nos complica la vida. Pero hay algo, desde el inicio, que me hacía fruncir el ceño. Primero, el personaje principal, Blanca, que a veces me daban ganas de perdirle que se callara. Y después las constantes casualidades que van configurando el argumento y que, en ocasiones, parecen traídas por los pelos para cuadrar en lo que la autora nos quiere contar.
Escrito en primera persona por la propia Blanca, asistimos a su vida pero desde su único y exclusivo punto de vista. Blanca es una persona llena de inseguridades que ha acabado por detestar lo que escribe y hasta por detestar su propia vida, sobre todo a raíz de sus sospechas de que su novio la engaña. Carlos, divorciado y con un hijo, Gonzalo, lleva una temporada larga ausente y serio y Blanca retrasa una y otra vez el momento de hablar con él. No sólo por lo doloroso que puede resultar sino porque le da "mucha pereza" tener que empezar de nuevo su vida de soltera, buscar piso y demás.
Blanca no es un personaje carismático de los que te enamoras o empatizas, más bien me ha hecho acabar muy cansada de ella. Son constantes sus soliloquios tratando de explicarse y explicar sus circunstancias, conversaciones consigo misma que chirrían constantemente porque muchas de sus reacciones también lo hacen. Igualmente cuando mantiene conversaciones con amigos o conocidos, responde a preguntas con una largueza y retórica agotadoras, incluso cuando va pasada de copas. Me ha dado la sensación, en ocasiones, de que a Blanca le gusta mucho oirse. O eso o trata de llenar los huecos hablando sin parar.
Hay párrafos que se me han llegado a hacer eternos. Es verdad que en general están bien escritos pero el modo en que discurren los pensamientos de Blanca puede resultar extenuante. Se regodea constantemente en su mala suerte, en lo negativo, en lo que no puede o no sabe hacer. Se queja por todo pero no pone soluciones, es bastante neurótica, saca conclusiones erróneas y precipitadas y, en ocasiones, tiene salidas de tono poco afortunadas. Escrito de otro modo quizá hubiera podido resultar gracioso en su conjunto, pero no lo es. El resultado final es bastante cargante. Tampoco es agradecida: le molesta incluso que la reconozcan y le pidan autógrafos o fotografías. No, definitivamente no me cae bien.
Las casualidades son una constante que también acaban por hacerse un poco agotadoras. Cierto es que un escritor, al crear un argumento, puede usar todas las "trampas" que quiera para que las cosas cuadren. Pero en el caso de "Todo es posible" abusa de esas casualidades hasta centrarse en ellas casi en exclusiva. Casualidad es, en las primeras páginas, el modo en que Blanca y su hermana Laia encuentran la figura de un ángel en un cementerio. Casualidad cómo se topa con la foto de Patricia King. Casualidad que siga conservando una tarjeta de una biblioteca mucho tiempo después de no usarla. Puedo entender el recurso del foro de internet con el señor que habla de las cartas de Patricia King y que quiere venderlas, pero el recurso que usa Blanca para hacerse con ellas es, cuando menos, curioso. Por decirlo de una manera suave.
Casualidad que en el vuelo a Guatemala encuentre a Roca, otro autor de éxito, exnovio de Jana, una gran amiga de Blanca. Y desde ahí el cúmulo de azares a su favor se multiplica de forma exponencial. Tampoco me convence el tratamiento al resto de personajes. En general están poco perfilados. Laia, la hermana mayor de Blanca, que le da consejos pero a veces no parece conocerla en absoluto y que desaparece por completo de la narración a partir de la mitad del libro. Carlos, el novio de Blanca, que apenas es un esbozo y que se nos presenta siempre agobiado o muy serio. Jana, la amiga triunfadora, que sí se nos dice que es muy bella pero desgraciada en su vida personal, aunque lo cubre ligando con quien se pone por delante. Roca, con ese cierto aire mefistofélico irresistible, que siempre quiere tener razón y que acaba por tener un protagonismo inesperado... por casualidad.
El ambiente literario y editorial en el que se mueve Blanca no es que sea estereotipado, es que parece de cartón piedra. No hace mucho, cuando entrevisté a Pere Cervantes para mi reseña de "La mirada de Chapman", le preguntaba si de verdad su visión del mundo editorial y de los certámenes de novela negra era tan descarnada como la que él presentaba en su libro. Me contestó, poco más o menos, que era pura literatura, invención de autor, necesidad de crear un escenario. Los editores de Blanca parecen personajes de cómic, al estilo de los Hernández y Fernández de los libros de mi idolatrado Tintín, y a ella más parece preocuparle si están liados entre ellos que el trabajo que realizan. Todo ese mundillo aparece dibujado casi como una película de Almodóvar: excesivo, estridente, superficial. Al menos esa es la imagen que Blanca nos deja y aquí de nuevo tenemos su absoluta subjetividad.
La historia de Patricia King sí tiene su punto de interés. Las cartas que Blanca consigue no aclaran su misteriosa desaparición, pero nos muestran a una mujer que ha saltado en una huída hacia adelante huyendo de una vida que no le gusta ni le llena. Patricia King tiene ciertos paralelismos con Blanca: también a ella sus editores la presionan para que escriba una cuarta novela y ella no termina de estar convencida. Y tiene una hermana a la que quiere, pero que parece más pragmática que ella, ante la que quiere justificar sus actos. Un poco también como lo que hace Blanca con Laia. Quizá es lo mejor de la novela aunque personalmente no me ha terminado de gustar cómo está resuelto al final, pero os dejo a vosotros que juzguéis este extremo cuando lo leáis.
Carmen Pacheco, insisto, no escribe mal. Hay pasajes en los que se destila, aunque peculiar, cierta poesía. La trama está hilada y acabada, aunque a mí no me guste el modo en que lo ha hecho, y ha conseguido un libro ligero que se lee con facilidad y que mantiene cierto interés. Pero se olvida tan pronto como se acaba, no es de los que dejan huella. Si el personaje principal hubiese conseguido hacerme reir con sus desdichas creo que la cosa cambiaría mucho, pero no es el caso. Blanca parece"disfrutar" de sus problemas, los hace girar a su alrededor y, aunque asegure que no los quiere, vive en una constante queja. Por eso no cae bien, por eso es imposible sentir simpatía por ella.
¿La recomiendo? Pues según y cómo. Realmente se deja leer y la historia de Patricia King es curiosa. No contiene dramas enormes ni están aseguradas las carcajadas, pero entretiene aunque terminemos discutiendo con Blanca o tengamos deseos de darle el número de un buen psicólogo. Puede servirnos como lectura ligera que nos alivie de otras más intensas. Desde luego leer es siempre un fantástico ejercicio y Carmen Pacheco ha puesto, estoy segura, esfuerzo y cariño en su libro. Pero para gustos están los colores y, aunque personalmente "Todo lo posible" se me queda en la gama de grises, estoy segura de que habrá muchos lectores que la disfruten. Me quedo con eso.