martes, 31 de mayo de 2016

VOLVER A CANFRANC de Rosario Raro



Conocí la estación de Canfranc en mi segundo año de universidad. Estaba pasando unos días de verano cerca de Jaca junto con mi familia y una mañana de sábado subimos hasta allí. No puedo olvidar la impresión que me causó la hermosísima estación que, a pesar de parecer hundida en un mar de abandono, surgía imponente, casi irreal. Dentro, los escombros y las maderas tiradas por todas partes provocaban una especie de tristeza vieja, aunque al mirar las preciosas taquillas de madera, las ventanas, el acceso a los andenes podías intuir su pasado brillante envuelto en millones de partículas de polvo en suspensión. Entramos a tomar algo en un bar cercano y un señor amabilísimo nos contó cosas de la estación. Recuerdo que nos habló de judíos huyendo desde Francia pero es un recuerdo que se me había borrado de la memoria hasta que leí este libro, “Volver a Canfranc”.

Me apasionan los hechos históricos poco conocidos. Saber sobre ellos, tener detalles. Poder verlos hasta con la imaginación. Y la estación de Canfranc ha vivido episodios que darían para películas, series y hasta documentales. Pero es España y no hablamos de la resistencia francesa (aunque en los hechos que aquí se narran está presente de forma tangencial) ni de los espías ingleses o alemanes. Parece que le falta glamour cuando la realidad de los hechos fue terrible pero también esperanzadora. Todo muy español: cómo nos gusta ningunearnos, olvidar lo que fuimos, tirar a los pies de los caballos a nuestros héroes o figuras históricas. Así nos va. Esta novela nos reconcilia con unos sucesos que cambiaron la vida y el rumbo de la historia para muchos, con protagonistas que se hacen grandes, enormes, aun cuando no tuviesen conciencia de ello y sólo aspirasen a salvar vidas. Incluso las suyas propias.

LA AUTORA: ROSARIO RARO


Nacida en Castellón en 1971, se doctoró en Filología y estudió Técnicas de Escritura Creativa en la
Universidad Mayor de San Marcos y en la Pontificia Católica del Perú, país en el que vivió
durante casi diez años. También cursó un Postgrado en Comunicación Empresarial y otro de Pedagogía en la Universidad de Valencia. Imparte numerosas conferencias y dirige un Aula de Escritura Creativa en la Universidad Jaime I de Castellón. Entre sus obras encontramos “Carretera de la Boca do Inferno”, “Surmenage”, “La llave de Medusa” y “El alma de las máquinas” entre otras. Muchas de sus novelas han sido traducidas a otros idiomas, como el japonés y el francés y ha sido galardonada con varios premios literarios tanto a nivel nacional como internacional.

DESCUBRIENDO “VOLVER A CANFRANC”


Corre el año 1943. Varios empleados de la estación de Canfranc y del hotel que alberga en sus instalaciones se juegan la vida a diario en la tarea de conseguir pasar por delante de las miradas de los soldados nazis, que ostentan el control de la estación, a decenas de judíos europeos que huyen de la deportación y la muerte. No les importa el precio a pagar ni los riesgos que puedan correr: Canfranc es una esperanza, una puerta de paso hacia la libertad, hacia otras patrias en las que no resuenen los cristales rotos ni haya chimeneas en campos de exterminio que lancen miles de almas hacia las nubes.

En el hotel de la estación, una habitación secreta sirve como alojamiento breve para quienes ya lo han perdido todo excepto el deseo de vivir. En esa habitación, Jana Belerma, camarera del hotel, se encarga de facilitarles comida, descanso y nuevos documentos tras haber llegado escondidos en trenes que se ocultan a la luz del sol. El jefe de la aduana, Laurent Juste, dirige una red que trata de salvar a cuantas personas lleguen por ese camino, atravesando el túnel de Somport. Los dos, y todos quienes saben y callan en Canfranc, conocen perfectamente los riesgos, pero igualmente actúan. Cuentan con la ayuda inestimable de Esteve Durandarte, una especie de bandolero y hombre para todo de infinitos recursos, que se esconde en las montañas y que colabora para que los refugiados que huyen consigan su objetivo.

Con nuevas identidades, decenas y decenas de exiliados van cogiendo nuevos trenes desde Canfranc hacia Portugal o hacia el sur de la península, muchos intentando llegar a puertos en los que embarcar hacia América. Laurent, Jana y Esteve, a pesar de los riesgos y del miedo  por verse descubiertos, mantienen fija y fuerte la red que procura la libertad a tantas personas. Y todo bajo la bandera de la cruz gamada que ondea insolente sobre la estación y los fríos ojos de los soldados nazis.

LA ESPERANZA SE LLAMA CANFRANC

 

Comentaba al principio lo que nos narró a mi familia y a mí un hombre mayor en un bar de Canfranc. Nunca había vuelto a recordarlo hasta que leí la novela de Rosario Raro y me pareció volver a verle, acodado en la barra, diciéndonos una y otra vez “por aquí se salvo mucha gente de los alemanes”. Si en aquel momento mi cabeza y mi corazón hubiesen estado a pleno rendimiento, lo poco que nos contó aquel amable señor habría bastado para que me lanzase a buscar información. Pero no corrían buenos tiempos para mí. Supongo que mi cabeza decidió guardar el recuerdo en espera de mejores momentos. Como éste.

La estación de Canfranc impresiona. Tanto por su tamaño y la belleza de sus líneas, como por su magnificencia delante de las montañas eternas que la cobijan. Es como volver a un pasado que quiere volver a salir a la luz, como si gritase bajito que merece la pena descubrir lo que en ella se vivió. Inaugurada en 1928 por el rey Alfonso XIII y construida con una clara influencia de la arquitectura francesa, destacan por encima de ella sus tejados curvos de pizarra. Se construyó para conseguir un paso a través de los Pirineos que conectase Francia con España a través del túnel de Somport y en su construcción se usaron principalmente el cristal, el hierro y el cemento, como primaba en la arquitectura modernista del momento. Actualmente las vías están cubiertas de hierba y el edificio de la estación, aunque se trata de recuperar y restaurar, es como un gran navío varado. En la parte francesa todo ha desaparecido, se desmanteló. En la española llegan algunos trenes, apenas dos al día. Nada que ver con el tráfico constante de su época de esplendor, con los peregrinos de Lourdes, vagones y vagones de mercancías, amantes del esquí, viajeros de todo tipo.


Los nazis se hicieron con el control de la estación como si fuese parte de la Francia ocupada, ignorando con su habitual soberbia que también había una parte española. Pero el gobierno Franco consintió la presencia y el mencionado control. El descubrimiento real de cómo los nazis utilizaron esta estación y la ruta desde Francia para sacar el famoso oro nazi y también cómo fue la vía de escape para muchos judíos, comenzó a finales del año 2000 , cuando Jonathan Díaz, un francés hijo de emigrantes españoles, descubrió por casualidad en las vías del tren unos documentos que hablaban sobre el tráfico de toneladas de oro del expolio nazi durante la Segunda Guerra Mundial con destino a España y Portugal.

En “Volver a Canfranc” Rosario Raro utiliza los hechos reales sucedidos en esta estación para contarnos una historia apasionante, en la que podemos sentir la angustia de los que escapan del horror dejando todo atrás y de los que les ayudan, jugándose su propia vida. Laurent Juste, un hombre cabal, recto, valiente, es la cabeza de una organización compuesta por franceses y españoles que intenta salvar cuantas vidas sean posibles. Lo tienen todo organizado y establecido, pero la continua presencia de los alemanes, casi respirándoles en el cuello, aumenta su angustia. Esta es una de las cosas que Rosario mejor nos transmite: el valor inmenso de los protagonistas que se hace más heroico por estar revestido del miedo a ser descubiertos. Casi podremos sentirlo dentro de nosotros mismos. Laurent Juste y Jana Belerma están en la propia estación, son quienes cargan con mayor responsabilidad. Están dibujados de forma muy precisa, terminaremos por conocerlos a la perfección sobre todo porque veremos dentro de sus corazones. El temor de Laurent de que lo que hace perjudique a su familia. La historia personal de Jana, llena de rincones oscuros pero también llena de esperanza, de compromiso. De amor.

De amor, sí, porque Jana es capaz de amar incluso en unas circunstancias como las que le están tocando vivir. Sus ojos sólo miran hacia Esteve Durandarte, el bandolero, el hombre de las montañas, apuesto y duro, que les ayuda con toda la logística de la huída de los judíos. Durandarte es casi un antihéroe, porque a pesar de hacer todo por ayudar a sus amigos de Canfranc hay algo en él oculto, desconocido. Una especie de sombra que no acertamos a descubrir. Nada vamos a saber de la historia de Durandarte excepto lo poco que la gente habla. Y la mayor parte de las cosas son suposiciones. Pero cuenta con un atractivo innegable y lo aprovechará en su favor. Jana le atrae, pero es prudente.


Con un lenguaje vigoroso, que nos sumerge con facilidad en la historia y nos hace empatizar completamente con los protagonistas, vamos a sentir como nuestros sus planes, sus nervios, el miedo a que los soldados nazis les descubran. A ellos o a sus protegidos. La llegada de Gröber, un alto mando alemán, dificultará mucho el trabajo de Laurent y Jana. Y también la de Durandarte, que aunque no vive en el pueblo, organiza maniobras de distracción para que los soldados alemanes miren hacia otro lado mientras Los que escapan logren refugiarse en la estación.

Nada en esta historia está ahí por casualidad. Laurent Juste es el alter ego de Albert Le Lay, el auténtico héroe de Canfranc, un hombre comprometido con la misión que había elegido. Tal era su compromiso que, tras finalizar la guerra, el propio De Gaulle le ofreció un puesto importante en el gobierno y el prefirió volver a Canfranc. Como muchos de los que salvaron la vida y que vuelven, año tras año, a mostrar a sus hijos o nietos la puerta por la que escaparon del horror. Jana Belerma y Esteve Durandarte toman sus nombres del Romancero Viejo español, apareciendo incluso en El Quijote. Belerma es una creación de los juglares que recorrían con sus romances los pueblos y que se recupera en el siglo XVI. Con ese nombre se designa a la dama ideal, llena de hermosura y virtudes. Durandarte es su enamorado, un caballero leal y valiente que ha de partir a la guerra y en la que muere heroicamente, pidiendo a su fiel Montesinos que le arranque el corazón y se lo lleve a Belerma.

Es evidente cómo Rosario ha querido marcar de alguna manera el carácter valeroso de Jana y Esteve. Y su historia de amor, que es, quizá, la que aporta algo de luz en sus almas. Insisto en que nada es accesorio en esta novela. Ni la crueldad de los nazis, convertidos en una amenaza constante. Ni las miradas aterradas pero esperanzadas de los que escapan. Ni el compromiso de Laurent a pesar de todo a lo que se expone. El amor de Jana y Esteve es como un punto de luz entre tanto sufrimiento, a pesar de que Esteve no deja de ser un perfecto extraño. Las historias paralelas en Canfranc y Zaragoza son el marco perfecto a la historia central.

“Volver a Canfranc” nos mantiene en una tensión continua que nos obliga a seguir leyendo. Y uno de sus méritos más importantes es que, al finalizar la lectura, queremos saber más de Canfranc, de lo sucedido allí. Crea curiosidad y eso es impagable, sobre todo cuando sepamos que personajes históricos tan conocidos como Josephine Baker o Alma Mahler consiguieron escapar de la barbarie nazi por allí. Es una historia redonda, apasionante, novelando hechos que sucedieron en realidad. El trabajo de documentación es brillante, de los que merecen reconocerse y el modo en que está escrito, dosificando la tensión con maestría, consigue que nos sumerjamos por completo en sus páginas.

Para mí, una lectura que recomiendo. Y eso, viniendo de alguien como yo, que no soy nada amante de las novelas ambientadas en la Segunda Guerra Mundial, creo que significa algo.

Para finalizar, dar las gracias a Rosario por la bonita dedicatoria en este libro, que tuve la suerte de ganar en el sorteo de la Yincana Histórica. Confío en tener la suerte de que nos crucemos alguna vez y hablemos de Laurent, de Jana y de Durandarte. Va a ser apasionante.

Esta reseña participa en la Yincana Histórica, en el apartado de Segunda Guerra Mundial.

jueves, 26 de mayo de 2016

MUERTE SIN RESURRECCIÓN de Roberto Martínez Guzmán


Generalmente el género de la novela negra se ubica en ciudades grandes que ponen un telón de fondo a la acción con entidad propia. Es fácil imaginar cualquier tipo de crimen y su misterio e investigación en una gran ciudad, quizá porque en ellas cabe todo. Es cierto que últimamente también las estamos encontrando con algo más de asiduidad en entornos rurales, como la celebrada trilogía de Dolores Redondo, aunque sigue sin ser lo más habitual. Es como si las ciudades pequeñas y tranquilas no padeciesen asesinatos o escondiesen historias oscuras. Nada más lejos de la realidad. Siempre he pensado que hay más rencores escondidos y más venganzas crueles y sangrientas en los lugares más recónditos, como si las malas ideas se quedasen enquistadas y fermentasen en sus calles, a la espera de una ocasión para saltar.

En "Muerte sin resurrección" abandonamos Madrid o Barcelona para caminar por las calles de Orense tras los pasos de una asesina en serie que mata de manera preparada y sistemática. Y trataremos de averiguar, junto con los policías que investigan lo que ocurre, los motivos que la llevan a ello. En los siete días en que se desarrolla todo el argumento llegaremos a conocer bien la ciudad de Orense porque el autor, nacido allí, la conoce como la palma de su mano. Nos es sencillo imaginarla aunque nunca hayamos estado en ella.

Al hablar de una asesina en serie no desvelo ningún dato importante del argumento: desde el primer momento sabemos que es Emma la que mata sin piedad. Pero nada sabremos de los motivos, de sus porqués, de qué le une a quienes asesina. No parece haber nexo alguno entre las víctimas y la ciudad de tiñe de sospechas y miedo. Orense se volverá un pozo de preguntas sin aparente respuesta.

EL AUTOR: ROBERTO MARTÍNEZ GUZMÁN


Os dejo los datos biográficos extraídos del propio blog del autor.

Roberto Martínez Guzmán nació en Orense en el año 1969, dentro de una familia humilde y
trabajadora, de padre carpintero y madre modista. En el año 1988 comienza sus estudios de Derecho de la Universidad de Santiago de Compostela y, al cuarto año, decide abandonarlos coincidiendo con el nacimiento de su hasta ahora único hijo. Es en este momento cuando entra en contacto por primera vez con el mundo editorial y en el año 2002 ingresa por oposición en el cuerpo de Funcionarios de la Xunta de Galicia, donde permanece en la actualidad. 

Ya en 2012, y después de darse a conocer como escritor dentro del género de no ficción en 2010 con "Cartas desde el maltrato", decide publicar su primera novela policíaca, "Muerte sin resurrección", que ocupa los primeros lugares de las listas de ventas de ebooks de Amazon España durante varios meses y que ha vendido (y sigue vendiendo) un gran número de copias.

DE VIGO A ORENSE CON LA MUERTE EN LAS MANOS

 

Tras confesarse en una iglesia, Emma, una mujer que vive con su madre en Vigo, coge lo más necesario y se sube, aparentemente sin más, en un tren rumbo a Orense. Parece tener una idea clara en mente y sabe cómo quiere hacerlo. Empieza la Semana Santa y, al despedirla en la estación, la madre de Emma adquiere la certeza de que jamás volverá a ver a su hija. 

Cada día de esa Semana Santa, Emma acabará en Orense con la vida de un hombre. Elegirá personalidades diferentes, incluso el disfraz, para poder acercarse a ellos y también modos distintos para matar, por lo que la policía apenas puede atar cabos ni tener una teoría. Eva Santiago, la inspectora que se encarga de la investigación, se encuentra ante un muro de interrogantes, porque nada parece relacionar a los fallecidosentre si y la mujer no resulta conocida para los testigos que la han visto. Lo que está claro es que, a priori, cualquiera puede ser un objetivo y eso pone la ciudad en alerta. 

A medida que pasen los días, hechos que permanecían ocultos comienzan a salir a la luz y Eva empezará a sacar conclusiones, aunque el plan de Emma sigue adelante sin fisuras. Pero ¿ese plan que ha trazado acabará como Emma pretende o Eva conseguirá ponerle fin? ¿Qué es lo que empuja a Emma a asesinar de modo tan cruel? ¿Cuáles son los motivos de algo tan preparado, tan metódico, y ante lo que no vacila ni un instante?

SIETE DÍAS, SIETE CRÍMENES

 

Desde el principio me gustó el planteamiento de que fuesen dos mujeres las que se enfrenten como antagonistas. Es algo que raras veces se ve en la literatura de este tipo y, quizá, más raro aun es encontrar a una asesina en serie con planes tan elaborados, tan fría y sin atisbo de duda en lo que hace. Tenemos una visión, es posible que influida por la experiencia criminalística, de la mujer criminal como alguien que usa medios menos truculentos, como los venenos. Pero Emma mata de forma despiadada y cruel sin que se le altere el pulso. 

No se nos dan ni pistas ni datos de los motivos que tiene Emma para hacer lo que hace. Iremos descubriendo cosas casi al mismo tiempo que Eva y, a medida que lo hagamos, llegaremos a pensar si, en su caso, podríamos actuar igual. Si seríamos capaces de algo semejante de haber sufrido su destino.
 
Desde la primera muerte, la de un estudiante de apenas 25 años que es degollado en los baños de un pub, la policía se pone en marcha a la caza de un asesino que, además, deja su firma en forma de pelota de golf junto a cada cadáver. Si este primer crimen causa estupor, el segundo hace saltar las alarmas y el tercero pone la ciudad casi en estado de alerta. Orense se llena de miedo por la falta de relación que parece existir entre los fallecidos: parece que todos pueden ser un objetivo y eso complica enomemente la labor de la policía Toda la novela se narra en tercera persona, pero no se nos van anticipando demasiadas cosas para que no sepamos más que los investigadores y les acompañemos en cada paso. Curiosamente tampoco se profundiza en los pensamientos de Emma, la observamos como bajo un microscopio: sabemos lo que hace y cómo, pero no tiene voz. En mi opinión hubiera sido muy interesante intentar comprenderla, para ver qué siente ante cada asesinato. Imagino que el autor ha preferido mantenerla de ese modo para hacerla más impenetrable.

Cierto es que al final todo encaja y cuadra, pero Emma aparece como una figura gélida, que se atiene al plan establecido y no se hace preguntas. Lógicamente, para llegar a hacer lo que hace, Emma tiene sus motivos, pero estos no se nos exponen desde el principio. Sin embargo las personas a las que va asesinando, al conocerlas un poco, caen mal de entrada. No empatizamos con las víctimas porque lo que se nos cuenta de ellas hace que no nos sean simpáticas en absoluto, ni siquiera en los capítulos en los que, antes de morir, se nos habla de ellos y sus vidas en las horas previas a su fin, cuando podríamos tener más cercanía personal. Pero no. Resultan antipáticos de entrada y ese sentimiento no cambia.

Con Emma, a pesar de ser una asesina y de no tener acceso a sus pensamientos, sí que llegaremos a empatizar. No al principio pero sí a medida que se vayan descubriendo los motivos que la empujan. Entonces nos iremos sintiendo más identificados con ella, llegaremos a comprender por qué ha emprendido esa cadena de crímenes. Sin embargo no es así con Eva, que como personaje, es más plano y con menos matices. Lleva un gran peso en la novela pero no es carismática. Incluso diría que es algo gris. Pero sí parece dotada de cierta habilidad, creo que diría casi "sobrenatural", para que le lleguen datos o pistas de los crímenes sin apenas  buscarlos. Eso no me resulta tan creíble aunque imagino que el autor lo ha hecho para agilizar más el argumento.

El ritmo se mantiene ágil y constante, no nos da tregua y eso facilita una lectura que engancha y nos mantiene en vilo hasta el final. Necesitamos saber más, comprender, averiguar si Eva logrará acabar con las muertes, capturar a Emma y dar solución a todo lo que está pasando. El mérito de Roberto Martínez Guzmán es llevarnos al lado de la investigación, a su mismo ritmo, para que sepamos lo mismo que la policía e intentemos saber qué hay detrás de los asesinatos.

Tengo una crítica concreta para lo que se refiere a la víctima número seis. Han averiguado que Emma va a ir a por él y la policía trata de protegerle a toda costa. Pero no me parece lógico ni cómo actúan de los agentes encargados de la vigilancia ni las excusas que dan posteriormente por haber, literalmente, metido la pata. Ningún policía con tal misión, con una asesina peligrosa suelta y sin piedad y sabiendo que protegen a alguien que se encuentra en riesgo de muerte, comete el error que ellos comenten. Esa víctima, en circunstancias normales, podía haberse evitado. Tampoco veo demasiado congruente el modo en que Emma accede a él, pero como os digo es algo puntual que no empaña el conjunto de la novela.

La geografía de la ciudad de Orense queda perfectamente descrita: las calles, los parques, los lugares...incluso el clima. Los personajes en general están bien perfilados y las escenas más truculentas no caen en el recurso fácil de lo sangriento aunque lo sean, evitando detalles macabros. Sí he echado de menos una mayor profundidad psicológica en Eva, de la que creo que se nos escatiman datos interesantes que la harían más intensa, o que se nos introdujese, en alguna ocasión, en los pensamientos de Emma. Pero con ello, posiblemente, no tendríamos ese final tan sorprendente e impactante pero absolutamente redondo y coherente con todo lo que ha ocurrido.

Ya os mencionaba que no me ha gustado mucho esa forma de Eva de conseguir pistas y detalles casi por casualidad o por "inspiración", porque le resta un poquito de credibilidad, pero hasta eso puede disculparse dentro de una trama que no nos da un respiro y que nos mantiene pegados a sus páginas desde el primer momento. Sí que afirmo, sin duda, que todo lo sucedido a la víctima número seis me parece algo traído por los pelos y bastante ilógico, pero ese pequeño borrón no empaña el resultado final. Tenemos en "Muerte sin Resurrección" una novela muy entretenida, fácil de leer, no demasiado larga y que sabe mantener el interés a pesar de esos detalles. No deja cabos sueltos pero sí nos deja una pregunta: ¿qué habríamos hecho nosotros de estar en el lugar de Emma?

martes, 24 de mayo de 2016

RESULTADO DEL SORTEO DE 6 EJEMPLARES DEL PREMIO "VUELA LA COMETA"


 

Una vez finalizado el plazo para apuntarse al sorteo de seis ejemplares del Premio “Vuela la cometa” promovido por Arola Editors, a continuación os detallamos los concursantes que han participado y los puntos asignados:


PARTICIPANTES:

NICK
BLOG
PUNTOS
CSM
La vida es eso que no siempre da tantas vueltas
Del 1 al 14
La isla de las mil palabras
La isla de las mil palabras
Del 15 al 30
Espe
Taberna libraria
Del 31 al 46
Shaka
Shaka Lectora 
Del 47 al 62
Nacho A.
Libros en el jardín
Del 63 al 79
Esther Magar
Relatos Magar
 Del 80 al 102
Ángela
Anduriña
Del 103 al 121
Inquilinas Netherfield
Las inquilinas de Netherfield
Del 122 al 133
Yurika
Yurika Sekai
Del 134 al 145
Carmina
De tinta en vena
Del 146 al 161
Cay Oncena
Desde el iceberg de Cay Oncena
Del 162 al 173
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Así que, sin más, pasamos a ofreceros el resultado del sorteo, teniendo en cuenta que hay tres ganadores que se llevarán dos libros cada uno en base a los siguientes términos, teniendo en cuenta que el orden será el que se muestra en la foto, de izquierda a derecha; es decir, el primer ganador será el de la izquierda, el segundo el
central y el tercero el de la derecha:




Por lo tanto:

- Para el primer ganador, un ejemplar de “Cartas de amor después del ecocidio” y otro de “ISHQ. El color de las granadas".

- Para el segundo ganador, un ejemplar de “Cartas de amor después del ecocidio” y otro de “Donde respiran las piedras”.

- Para el tercer ganador, un ejemplar de “ISHQ. El color de las granadas” y otro de “Donde respiran las piedras”.


NOTA: No olvidéis enviar vuestros datos postales a Yolanda en su correo: morenosister@gmail.com.




jueves, 12 de mayo de 2016

ISHQ. EL COLOR DE LAS GRANADAS de Juan Ramón Moya Montáñez




Hay veces en que la tarea de ponerme a escribir o a reseñar un libro se me presenta como un muro. Quizá más bien como una cuesta enorme que no tienes muy claro si empezar a subir, porque temes no llegar arriba sin perder dignidad, criterio y hasta algún pedazo de ti. O caer rodando si las fuerzas te fallan. Hoy me encuentro ante una cuesta así pero, aun sabiendo a lo que me expongo, me calzo las imaginarias botas de caminar y lleno mi espíritu de alegría porque voy a llegar hasta arriba sin desfallecer. Qué difícil es reseñar la obra de un amigo. No caer en el halago fácil ni en una falsa objetividad crítica por no querer llevarte por el corazón, quedarte en el fiel de la balanza… sólo confío en ser capaz de expresar todo lo que la novela lleva dentro.



“ISHQ. El color de las granadas” ha resultado finalista en el certamen Vuela la Cometa organizado por Arola Editors para escritores menores de 38 años. Un reconocimiento para un libro único, intenso y de los que llegan al alma por muchos motivos pero sobre todo por lo que hacen sentir.



EL AUTOR: JUAN RAMÓN MOYA MONTÁÑEZ




Melillense de nacimiento, a sus 34 años “ISHQ. El color de las granadas” no es su primer libro
pero sí el primero publicado por un sello editorial. Anteriormente se decidió por la autopublicación para “Noche y niebla”. Gran relatista, magnífico dibujante y hombre de muchas facetas, muchos de sus escritos aun pueden disfrutarse en la web Ciao. es, en la que dejo abundantes muestras de su talento durante varios años. Allí, bajo el nick de John Andy, no sólo consiguió una buena legión de seguidores sino que se hizo con el primer puesto en bastantes certámenes literarios que se convocaban por y para los usuarios de la página. 




EL AMOR LATE EN LOS VERSOS DE RUMÍ




Me enorgullece decir que hoy cuento con Juan Andrés como un gran amigo. Por eso, como os decía antes, se me complica aún más la tarea de reseñar su novela porque no quiero que se pueda pensar que mis conclusiones me son dictadas por mis sentimientos. Como decían los romanos “audaces fortuna iuvat” (la fortuna favorece a los audaces) así que, sin más trámites, vamos a sumergirnos en el universo único, vital, colorido y fragante de “ISHQ”. Y dejémonos llevar. Es un libro que, fundamentalmente, se siente.



Nuruddin es el príncipe heredero del gran imperio mogol. Un imperio vasto, casi inabarcable, que ha de ser gobernado con mano de hierro y fuerte carácter. Pero Nuruddin no aspira al poder, ni a conquistar más pueblos y territorios. Sabe que ese es su destino, pero quiere apartarlo de sí mismo como un insecto molesto. Subyugado por la poesía de Rumí, poeta sufí del siglo XIII, se deja acariciar por sus versos, perdido sólo en sus palabras, olvidando obligaciones y hasta el tiempo. Lo tiene todo y nada le llena. La pasión y el amor que destilan los poemas de Rumí le envuelven pero nadie parece compartir su emoción.


Hasta que un día, mientras se baña asistido por una esclava, ésta, Anarkali, comienza a susurrar los versos amados. El espacio se hace palabra y el tiempo se detiene y Nuruddin descubre en Anarkali no sólo a alguien que parece conocer hasta el fondo de su alma y con quien compartirla, sino que antes de mirarla una segunda vez ya sabe que es amor lo que le llena por completo. Un amor que arrasa por completo sus convicciones, su ánimo, su corazón que ya creía agostado e incomprendido. Anarkali, de igual manera, arde desde el primer momento por amor a Nuruddin. Sus ojos se encuentran tras desgranar los versos del poeta y es consciente de que jamás podrá amar a nadie más.


Pero ninguno es libre para amar. Nuruddin porque su deber le impele a casarse con alguien de su nivel para compartir el trono. Anarkali porque es una esclava a la que todo le está vedado, incluso vivir si así se lo exigen. Ambos son como dos esferas que estaban condenadas a no haberse encontrado jamás pero que, al chocar, saltan esquirlas y fuegos que las hacen unirse. La ilusión por Anarkali cambia el carácter de Nuruddin. Parece más feliz, mas despierto, más real. Para su madre, la reina Mariam, tal hecho no pasa desapercibido y trata de acelerar el posible compromiso de su hijo con alguna de sus candidatas, aunque no acierta a comprender del todo qué es lo que ocurre. Anarkali, presa de un amor desesperado que sabe imposible pero que le llena por completo con una felicidad desconocida, también tiene miedo. Miedo de que un príncipe, alguien inalcanzable por definición para alguien como ella, haya puesto sus ojos en ella. Intenta guardar su desbocado sentimiento pero todo es en vano.


Nuruddin buscará cualquier excusa para acercarse a Anarkali y escuchar de nuevo en sus labios los versos del poeta, para perderse en sus ojos, para llenarse de su olor y el calor de su piel. Los dos saben que arriesgan mucho, pero la necesidad de tenerse cerca es más poderosa. Nuruddin se plantea tomar decisiones porque ha hallado lo que buscaba: un amor completo y único, el mejor para él, el que le hace mejor y le complementa. Pero Anarkali es un ser casi infecto a ojos de la corte, alguien indeseable, indigno siquiera de tener atención. La reina Mariam, al conocer lo que sucede, tratará de todas las formas posibles de impedir lo que ya parece no poder pararse. Y sobre todo, que el rey no conozca lo que sucede. Pero por vez primera su hijo se le enfrenta. El amor de Nuruddin y Anarkali amenazará con poner en jaque una dinastía y un imperio.



UNA LECTURA CON LA QUE VIAJAR




Ya os lo decía antes: el modo de escribir de Juan Andrés es trabajado, lleno de adjetivos que incrementan las sensaciones de lo que lees, casi barroco en su concepción de cómo han de contarse las historias. No es una lectura para quienes sólo aspiran a una trama sencilla contada de modo habitual. Pero a medida que te vas dejando invadir por las palabras ya no puedes escaparte. Ni quieres. 

A nivel personal lo primero que me llamó la atención fue el modo de tratar los paisajes, los espacios, los colores. Qué fácil era sentir el calor ardiente del exterior y entrar en las estancias del palacio para apenas sentirlo, tamizado por las telas y los mármoles. Todo queda retratado de tal modo que podemos sentir la suavidad de las sedas, el olor de las esencias, los pasos leves en las estancias. Juan Andrés nos deleita con descripciones preciosistas y detalladas, manejando el lenguaje hasta retorcerlo para no caer en lo común. Pero cuando lo lleva al extremo y nos presenta a los protagonistas no podemos más que sentirlos propios. Y empezar a seguir su historia con una mezcla de esperanza y temor.


Para quienes jamás los dioses del amor nos han sido propicios y sólo hemos podido asomarnos levemente a lo que debe ser en cortos periodos felices, el de Nuruddin y Anarkali se nos muestra tan avasallador, tan intenso, tan dulce que casi esconde la agonía que encierra. Agonía por saber que a pesar de que sus corazones y almas ya son uno, ninguno de los dos es dueño de su destino y ninguno puede decidir qué hacer con lo que siente. Convierten cada encuentro en un momento único, especial, ajeno a lo que les rodea y a las conveniencias. Pero al dejar de verse, la realidad cae como una losa. La reina Mariam no está dispuesta a que el heredero del reino se deje seducir por una esclava. Es una ignominia, una infamia, un insulto al trono y a su padre el rey. Salima, la esclava de confianza de la reina, se debate entre el deber a su señora, a la que lleva años sirviendo, o ayudar a una jovencita enamorada que sabe que su amor puede costarle muy caro.




Capítulo a capítulo nos llegan a los ojos y casi a los oídos las cenas de espléndido lujo en el palacio, las tensiones entre Nuruddin y su madre que, consciente de su posición preeminente entre las concubinas por haber concebido el hijo varón, no va a consentir que sus planes de futuro se tuerzan. Juan Andrés nos dará hasta los detalles más pequeños del brillo de los metales y del sabor de los manjares. Pero también de los sentimientos que inundan el alma de Nuruddin y, sobre todo, de Anarkali, tan pequeña e indefensa, sola con un amor inmenso que casi es incapaz de concebir, pero por el que está dispuesta a lo que sea. Incluso a renunciar a él si con ello su amado es feliz.


Realmente ¿qué pueden hacer? Viven en un mundo en que las obligaciones mandan. En que por haber nacido en un palacio o en una casita de adobe marcan ya los pasos de la vida. Y palacios y adobe no deben mezclarse. Simplemente tal cosa no se concibe porque es el pecado más grave. Pero ¿hay posibilidad de cambiar ese destino ya escrito en el nacimiento? ¿podrá el príncipe convencer al dueño de un imperio y a una madre dominante que el amor puede cambiar toda la costumbre basada en la estirpe y la sangre noble? ¿o podrá una humilde y pequeña sierva elevarse para dejar atrás su origen y, simplemente, encontrar su lugar entre los brazos de quien ama?


Si bien los primeros capítulos parecen transcurrir más lentos, a medida que la acción se va desarrollando adquieren más ritmo. Pero no puede hablarse de una novela de acción o en la que las prisas puedan al autor. Paso a paso, de forma inexorable, el amor de Nuruddin y Anarkali se va haciendo más grande. También su sufrimiento. Juntos o separados, no podremos dejar de mirar hacia uno y hacia otro tratando de saber qué harán, cómo buscarán un nuevo momento único, cuánto pasará hasta que podamos verles juntos. Quizá queremos siempre que las cosas salgan como deseamos. No siempre es así.


ISQH en urdú significa amor. Y la historia que cuenta Juan Andrés en su novela está basada en un hecho que, al parecer, sucedió realmente y que llegó a occidente de boca de un británico dedicado al comercioEsta historia no podía estar contada de otra manera. Nuestro John Andy nos trae un manifiesto sobre el amor, ese que está por encima de todo y que nos absorbe por completo. Pero también nos trae la duda: ¿quién es más esclavo? ¿Anarkali por su condición de nacimiento que no puede ser cambiada o Nuruddin que, con todo su poder, ni siquiera tiene permitido amar a quien desee?


Hoy día aun encontramos historias parecidas. Los humanos preferimos plegarnos a las conveniencias y a las normas encapsuladas autoimpuestas que dejarnos atravesar de lado a lado por un sentimiento capaz de mover el mundo. No es la historia del libro de Juan Andrés una historia alegre, pero sí esperanzadora. El amor de verdad no muere. El amor de verdad espera. El amor de verdad regresará a ti aunque creas que ya todo ha acabado. Merece la pena quedarse con este mensaje y confiar en su certeza. Siempre.