jueves, 27 de septiembre de 2018

ENCUENTRO CON NEUS ARQUÉS, AUTORA DE "CAÍDA LIBRE"

El pasado martes 25 de septiembre los miembros del Club de Lectura (aunque en este caso la sección masculina no pudo asistir por problemas de horario) pudimos compartir una agradable conversación con Neus Arqués, ganadora del Premio Mont Marçal 2018 organizado por Roca Editorial con su novela Caída libre. Este es un premio dirigido en exclusiva a escritoras y, desde hace años, ha premiado a novelas de gran calidad. En el Hotel Villa Real de Madrid, en un ambiente distendido y de gran complicidad femenina, Neus contestó a todas nuestras preguntas y nos preguntó también a su vez, haciendo que la conversación fluyese e, incluso, llegase a generarse un interesante debate.


Caída libre cuenta la historia de tres mujeres muy diferentes. Ángela es una editora en la cuerda floja cuyo autor estrella, por el que había apostado fuerte para que el sello que ella dirige en la editorial no desaparezca y ella vaya a la calle, desaparece. Para encontrarlo, deberá adentrarse en el mundo de las mafias inmobiliarias de la mano del comisario Jotapé Castillejos. Carolina se juega la promoción profesional cuando un amante despechado la amenaza con divulgar pruebas de su exuberancia sexual. Luisa lo dejó todo por una historia de amor que ahora le pasa factura en forma de "mobbing". Las tres viven en el barrio barcelonés de Gracia. No saben a dónde van pero sí saben que no llegarán donde iban, porque el camino trazado ha desaparecido. Sus crisis privadas se cruzan entre sí y con la crisis socioeconómica general.

En lo que todas coincidimos es en que, de una manera o de otra, nos habíamos visto reflejadas en muchos aspectos de la novela. Son mujeres que han comenzado a alcanzar esa edad en la que, de muchas maneras, nos volvemos invisibles. Como si no existiéramos. Se nos niega la capacidad de ser atractivas, incluso de ser triunfadoras, como si tuviésemos que quedarnos con lo que nos quieran dar. Y Neus hace un gran trabajo en esta novela para darnos visibilidad. Nos contó que tardó casi seis años en terminar esta novela y que su germen se produjo cuando, con su marido, buscaba piso en Barcelona. Invitados a una fiesta, una persona les ofreció uno contándoles una historia acerca de un bloque de viviendas lleno de pakistaníes que iban a echar en bloque. Ahí fue donde conoció de primera mano el tema de las mafias inmobiliarias que campan bastante a sus anchas en Barcelona y también en otras ciudades. 


El primer personaje que creó para Caída libre fue Ángela, una mujer que ha perdido a su marido, el amor de su vida, poco tiempo atrás, con una hija que está a punto de dejar de vivir con ella para irse a vivir con su novio y con su puesto de trabajo como editora en el punto de mira, porque su sello no alcanza las ventas que la editorial considera suficientes. Cada mujer de esta novela son también muchas mujeres distintas, mujeres que, de una manera u otra, todos podemos reconocer.

Nos confesó Neus que había conocido, al escribir esta novela, un nuevo término: sextorsión, la extorsión que se produce contra alguien al amenzarle con hacer salir a la luz fotografías, mensajes o vídeos de contenido sexual en los que aparece. Carolina va a padecerla a manos de un amante puntual que comienza a acosarla hasta un punto casi insostenible lo que, mezclado con la tensión por el ascenso que sabe que merece pero por el que tiene que pelear, hace que su vida se convierta casi en un infierno.

Comentamos que Carolina era el personaje más triunfador pero también más "masculino", lo que dio pie para comentar lo descorazonador que es que una mujer tenga que adquirir caracteres masculinos para triunfar. Carolina, tanto en su vida profesional como personal, hace y deshace a su antojo, es dura y resolutiva aunque mantiene una muy buena relación con sus subordinados. Sexualmente elige, "caza" y no se compromete. Pero esas características que en un hombre son valoradas al alza, en una mujer no están bien vistas. 

Luisa es el personaje más vulnerable, con el que empatizas con facilidad aunque a veces te dan ganas de zarandear para que reaccione. Comentamos que Luisa había agotado su capacidad de valentía y arrojo cuando decidió abandonar a su marido y su vida estable para irse con Danny, un rockero de pelo largo que no deja de ser un niño grande, y, además, embarazada. Danny la adora, pero todo el peso de la economía familiar y las responsabilidades recaen sobre ella. A eso hay que sumar su situación laboral: sigue trabajando en la misma empresa que su exmarido y la situación es insostenible. Los compañeros, al igual que sus amigos comunes, han optado por posicionarse al lado de él y ella se ve niguneada, apartada y maltratada. Luisa parece ser incapaz de reaccionar, sólo tiene claro que ama a quien ama y que sus hijos (Gabriel, de su primer matrimonio, al que su ex y su nueva pareja quieren retirarle la custodia, y Lola, la que tuvo con Danny) son lo más importante. A eso se agarra. Agotó toda su rebeldía cuando se separó y parece no quedarle nada de ella en la recámara.

Con esos tres paisajes vitales tan desoladores, preguntamos a Neus si, a pesar de todo, había esperanza. Para ellas y para tantas mujeres que podemos llegar a pasar por lo mismo. Nos confirmó que sí, que todas, de una manera u otra, acabamos sacando la cabeza. En la novela seremos testigos de ello.


Acerca de si es un libro feminista, Neus afirmó que sí, que se trataba de hacer visibles a las mujeres que, al margen de su edad y sus experiencias vitales, siguen siendo válidas, inteligentes, valientes y un puntal fundamental en todos los ámbitos. Que no por llegar a ciertas etapas de la vida hay que desaparecer. Y, con risas, nos comentó: "he escrito un libro feminista sin escribir ni una sola vez la palabra patriarcado". 

Hubo tiempo para que la propia Neus nos preguntase con cuál de los personajes nos identificábamos más y los motivos. Y ello dio motivo para un divertido cruce de opiniones acerca de las características que reconocíamos en ellas y las que nos gustarían o no tener. 

Finalmente tuvimos ocasión de que Neus nos firmase nuestros ejemplares y hacernos las fotos de rigor. Las sonrisas estuvieron presentes hasta el final.

Caída libre es una lectura muy recomendable y no solo para lectoras. Los hombres pueden entender muchas cosas y sentirse más cerca de nosotras. Quizá todas, en algún momento, nos hemos sentido así, en una angustiante caída libre, pero siempre habrá algún asidero al que agarrarse. Vamos a por él.

lunes, 17 de septiembre de 2018

SE LLAMABA MANUEL de Víctor Fernández Correas

Creo que ya lo he dicho en alguna otra ocasión, pero siento una especial fascinación por los libros que me "hacen burbuja". Esos que por lo que cuentan, por cómo lo cuentan y por lo que te hacen sentir al leerlos te llevan por completo dentro de la historia. Estás leyendo y lo ves. Ya no son sólo imágenes que te llegan, es que estás allí. Sientes el frío o el calor, la lluvia, el barro en los zapatos. Hueles, incluso, a comida al pasar ante un restaurante junto al protagonista. Notas el tejido de una manta en la punta de los dedos. Es complicado de explicar, aunque seguramente a muchos os pasa lo mismo. Y con Se llamaba Manuel he tenido mi burbuja particular desde la primera página. La inspiración y el talento de Víctor Fernández Correas han sido capaces de llevarme a ese Madrid de 1952 sin necesidad de equipaje. Mi memoria familiar, en especial la de mis abuelos, ha completado el conjunto. Me he dejado llevar, sin más, por una historia que no necesita de grandes efectos especiales ni detalles técnicos para captar la atención del lector sin dificultad. Una historia, sobre todo, de vidas y de supervivientes. Pero también de muerte y de la necesidad de conocer la verdad. Del pasado y de cómo puede marcar el presente. 

EL AUTOR: VÍCTOR FERNÁNDEZ CORREAS

 

Nacido por azar y por la inmigración en Saint Denis, en los alrededores de París, pero extremeño decorazón y estirpe, lleva años trabajando alrededor del periodismo y la información. Su primera novela, tras algunos premios de relato en su tierra, fue   La conspiración de Yuste en 2008. En 2012 publicó La tribu maldita, cambiando por completo de registro. En 2016 colaboró con un relato en la antología Cervantes tiene quien le escriba. Su actividad escritora está siempre en marcha, como podéis comprobar en su blog y en redes sociales. Se llamaba Manuel ha sido editada por Versátil Ediciones.


EN BLANCO Y NEGRO


Es complicado hacerse una imagen mental del Madrid de 1952 sin verla en blanco y negro y con una extensa gama de grises perdiéndose en un horizonte que ya no reconocemos. También el resto de España, que aun no terminaba de coserse las heridas de una guerra fratricida. Se decía que volvía a amanecer, que todo recomenzaba. Pero la pobreza, el hambre y las ruinas seguían siendo dueñas de todo. En ese Madrid, mitad ciudad, mitad pueblo de calles polvorientas, la mañana de Nochebuena aparece el cadáver apuñalado de Manuel Prieto en el Cerro Garabitas, uno de los puntos más elevados de la Casa de Campo. El inspector Gonzalo Suárez, de la comisaría de la calle Leganitos, se hace cargo de la investigación ayudado por Julián Ordóñez, un joven policía sevillano casi recién llegado a Madrid. 

Este es el punto de partida de una narración que tiene mucho de poliedro: varias caras que conforman una única figura. No solo seguiremos las pesquisas del inspector Suárez para saber qué sucedió para que Manuel Prieto acabase muerto y quién pudo ser el culpable. También seremos testigos de las maquinaciones del teniente Arturo Saavedra, que trata de llevar adelante las negociaciones que permitan a España albergar bases estadounidenses, con la contrapartida económica que eso supondría. Y los pasos en la sombra de Margarita Uriarte, comunista convencida, que trata de averiguar, junto con otros compañeros, qué se esconde detrás de esas negociaciones. Tres hilos argumentales que, a priori, parecen no tener nada que ver pero que acaban entrecruzándose en ese tapiz que Víctor Fernández Correas ha tejido con mimo.

Suárez, de quien nos sentimos muy cerca a lo largo de las páginas, es íntegro y sólido aunque guarde muchas preguntas dentro de sí. No quiere aceptar que el asesinato de Manuel sea tratado como algo sin importancia porque, a medida que investiga, se da cuenta de que hay muchos rincones oscuros. Marga Uriarte, fría, incapaz de amar, vive sostenida por un odio que casi se ha convertido en lo único que la mantiene en pie. Una mujer resuelta y valiente, a su modo, capaz de enfrentarse a cualquiera en un momento en que la figura de la mujer era solo válida en las cocinas y en los salones. Arturo Saavedra es un arribista que no duda en utilizar a su familia para llegar a donde quiere. Creo descubrirle un cierto matiz de psicópata de manual, incapaz de sentir empatía por nadie y sólo pendiente de lo que quiere y lo que desea. Ni siquiera su propio hijo es capaz de arrancarle un gesto de ternura.  Ellos tres llevan el peso de las tres historias que se cruzan en la novela, tres historias que no están tan alejadas unas de otras como parece.


No son ellos los únicos protagonistas. Hay mucho de coral en esta novela, con "secundarios" de lujo que completan el conjunto: Liborio Solís, el Canelita, confidente de la policía cuando le conviene y capaz del más absoluto silencio si es necesario. Un hombre al que su condición sexual, en esa época, ponía en el punto de mira de mucho y un personaje que se acaba convirtiendo en imprescindible. Con su puntito histriónico, hay en la novela una escena especialmente divertida (que no destripo para que descubráis) que me recordó a una del mismo corte de la genial película RocknRolla, que aprovecho también para recomendaros. Joao, el "malo" más clásico, al que casi podemos poner rostro. Rosa Prieto, la madre de Manuel, tan sola en su desgarro y en su pobreza. Tica Sainz, la mano que ayuda y sostiene con la calidez de quien ha conocido bien en frío. Inés, el refugio de Gonzalo Suárez, aun cuando él no deje negarse la entrada. Y como no, Manuel. Ese gran protagonista en elipsis que está en cada página y a la vez no está. Alguien a quien iremos descubriendo desde la perspectiva de otros pero que nadie parece haber conocido del todo. Él es el gran puzle y el que da encaje a todas las piezas de Se llamaba Manuel.

El gran acierto de Víctor, con un estilo absolutamente reconocible, es dotar a la novela de un escenario completamente creíble y que acaba por envolvernos sin remedio. Un Madrid que trataba de levantarse a pesar de las heridas y en el que los locales de lujo y la bonanza de ciertos sectores de la sociedad escondían, en la parte de atrás, barrios enteros sin luz ni agua, de calles sin asfaltar, de infraviviendas. El frío acaba siendo casi real al leer. Incluso el propio hogar de Gonzalo Suárez, un funcionario de carrera, sufre la carencia, muchos días, de una buena cena o del calor necesario. La documentación, sin duda, ha sido tratada con mimo, cuidada al máximo.

Con los años y ese olvido que los españoles solemos tener para nuestra propia historia, ha sido más que interesante recordar aquellas conversaciones entre los gobiernos español y estadounidense para albergar bases militares de los EEUU en nuestro territorio. Era una manera de conseguir dinero para las arcas nacionales, mermadas hasta por debajo del mínimo, y a las que no ayudaban ni las terribles sequías ni el bloqueo al que se nos sometía por parte de Europa. Pero también era una manera de volver a contar en los escenarios internacionales, conseguir una puerta que, al menos, se mantuviese entreabierta. Para las clases más pudientes, también era una ocasión de hacer planes o alegrarse. Para el resto ni siquiera tenían importancia. Importante era comer todos los días.

Se llamaba Manuel es un reflejo fantástico de una época que no es tan lejana y de la que aun, muchos, guardan recuerdos. Una historia que arranca con un asesinato y que se va complicando e cada capítulo, marcado con una fecha y un lugar. Un retrato fiel de cómo éramos en 1952 y que nos permite comprobar que, en muchas cosas, o hemos cambiado demasiado. Pero sobre todo es una lectura que te hunde en líneas, te acoge y te transporta. Animaos a saltar.







viernes, 7 de septiembre de 2018

LA MALA SEMILLA de Toni Aparicio

Tuve la suerte de conocer a Toni Aparicio en la pasada Feria del Libro de Madrid y aproveché para que me firmase el libro que hoy os traigo, La mala semilla. He tardado en ponerme con él, como con otros que tenía y tengo pendientes, porque necesitaba que cesara el ruido que tenía en la cabeza, normalizar mi vida y alcanzar cierta paz. Pero una vez que comencé, lo terminé en apenas dos tardes. Toni Aparicio nos presenta un thriller muy eficaz, que mantiene el interés sin dificultad y que resulta rabiosamente actual. Hay algunos pequeños detalles, que comentaré después, que me han hecho torcer un poco el gesto, pero en ningún caso empañan el conjunto. La mala semilla es una lectura que te sujeta a sus páginas y va creando una expectación creciente hasta el final y lo hace sin abusar de situaciones enrevesadas y sin exceso de tramas paralelas complicadas.

EL AUTOR: TONI APARICIO


Nacido en Albacete, desde muy joven se sintió atraído por la literatura, el cine y la música. Estudió diseño gráfico y publicidad y llegó a tocar la guitarra en un grupo de rock. Como director, ha llevado a la pantalla varios cortos y un largometraje y dio el salto a la literatura con El secreto de Elisa Lecrerc. Posteriormente publicó Buenaventura, también con Suma de Letras como esta, que es su ultima obra: La mala semilla.

REGRESO A ALBACETE


La teniente de la UCO, Beatriz Manubens, atraviesa la peor etapa de su vida. En una intervención en la que participó unos meses atrás, por accidente, acabó con la vida de un niño y arrastra un terrible sentimiento de culpa y una depresión severa que le lleva a seguir una senda autodestructiva, abusando tanto de los tranquilizates recetados por su psiquiatra como del alcohol. Ha vuelto a Albacete, a refugiarse en casa de sus padres, y se encuentra suspendida en sus funciones por lo que su rutina es, básicamente, dormir, beber en exceso y volver a dormir. No hay nada que parezca sacarla del pozo.

En el hermoso paraje del nacimiento del río Mundo, en Riópar, aparece el cadáver de Anabel Ramos, que se alojaba en una cabaña turística cercana. El asesinato se complica cuando la Guardia Civil descubre que Anabel tenía un hijo, Adrián, que no aparece por ningún sitio por lo que la investigación debe seguir dos vías: encontrar al asesino de Anabel y localizar a Adrián, para lo que empieza una carrera contra el reloj.

Cuando Beatriz sabe de la noticia, descubre aturdida que la asesinada, Anabel, fue buena amiga suya en sus años de adolescencia y, a pesar de estar suspendida, se pone en contacto con el brigada Cebreros, que se encuentra a cargo de la investigación para tratar de saber más y, si es posible, ayudar. Para Cebreros es una gran noticia: admira y respeta a Beatriz por su trabajo y no duda un momento en pornerle al tanto de todo.

La muerte de Anabel, además, reencontrará a Beatriz con otros dos amigos de juventud, Javier y Alberto, que siempre han vivido en Albacete y con los que ya no tenía contacto. Alberto despertará en ella sentimientos que ya pensaba que no podía tener y se va a convertir en un gran apoyo personal en su vida desgarrada. 

Como os decía al principio, el argumento es muy eficaz. Sabe crear el interés desde las primeras páginas y va dejando pistas, indicios y declaraciones que nos pueden llevar a sospechar de todo el mundo. Porque Anabel había vuelto a Albacete, a Riópar, muy poco tiempo antes y nadie de su entorno sabía que estaba allí. ¿Quién podía tener motivos para matarla y hacer desaparecer a su hijo? A medida que la investigación avanza, la vida de Anabel se nos va mostrando con su caída a los infiernos y sus intentos de salir adelante. Pero sobre todo seremos testigos del devenir de Beatriz Manubens, a la que investigar sobre el caso le va a servir para salir de la situación personal en el que está metida. 

Toni Aparicio nos va introduciendo en la trama a base de capítulos no demasiado largos introducidos por fechas que van del 17 de octubre al 19 de noviembre, un mes intenso que va a cambiar, y mucho, las vidas de quienes rodean el caso de la muerte de Anabel. Hay muchas esquinas oscuras a las que hay que dar luz y algunas esconden hechos terribles. Al mismo tiempo, iremos conociendo la relación de Javier con su mujer, Laura, hija de un importante empresario; una relación compleja y lastrada por el desgaste aunque Javier siga perdidamente enamorado de Laura. También podremos odiar concienzudamente al capitán Carmona, antiguo superior de Beatriz en la UCO, que acude a Albacete a hacerse cargo de la investigación del asesinato y la búsqueda de Adrian. El vínculo entre Carmona y Beatriz, sus malas relaciones y los motivos de estas, se irán desvelando con más de una sorpresa. 

La desaparición de Adrián, para mi sorpresa, acaba pasando casi a un segundo plano, convirtiendose en una suerte de "macguffin", ese elemento que hace que el argumento avance pero que no tiene relevancia en si mismo. No es exactamente así porque, evidentemente, saber qué ha ocurrido con el niño tiene importancia, pero es cierto que todo se centra más en la muerte de Anabel. No hay descripciones de una búsqueda intensa y en ese aspecto, en mi opinión, falta un poco de tensión. Sí me ha gustado mucho cómo el autor nos descubre Albacete como ciudad, una ciudad que yo recordaba como plana, gris y llena de semáforos y que ahora se me muestra moderna y llena de vida. Muy buenos son también algunos secundarios, bien dibujados, como Cebreros en su integridad o la madre de Anabel, con todo el rechazo que provoca.

En cuanto a las cosas que no me han convencido del todo, aunque, como os decía al principio, no afectan en exceso al argumento son, por ejemplo, las repeticiones en cuanto al atuendo de los protagonistas. Son constantes las apariciones de "plumífero", "chándal", "sudadera" y "mallas", incluso más de una vez en cada capítulo, como si no existiesen otras prendas en los armarios. También se insiste mucho en el atractivo y belleza de Beatriz Manubens, algo que, personalmente, no me parece necesario. Incluso en boca de una niña de seis años suena excesivo ("Puedo llamar a mi papá por radio y decirle que una chica guapísima ha venido a verlo" y, a las pocas líneas, "Qué guapa eres"), aunque lo cierto es que toda la escena de Beatriz con esa niña suena un poco a cartón piedra, muy poco natural, porque la pequeña no se expresa como corresponde por su edad. Otro detalle que me parece excesivo es el odio feroz que profesa Carmona a Beatriz que le hace caer en reacciones muy poco profesionales (es todo un capitán de la UCO, con todo lo que conlleva) y en obsesionarse más por acabar con la carrera de ella que en el caso en sí.

El final queda cerrado y no hay cabos cueltos pero algunos de ellos, en última instancia, parecen atados de forma un tanto precipitada, pero esto es una apreciación muy personal. El autor sabe finalizar todas las tramas abiertas dándoles una resolución certera y lógica y hay mucho de redención en algunas. Sobre todo el lo que se refiere a Beatriz: cómo una muerte, algo tan doloroso, puede ayudarle a salir a la luz y a la vida. 

La mala semilla ofrece una lectura ágil, interesante y que mantiene la tensión hasta el final, una novela que nos saca de las grandes urbes para centrarse en una ciudad pequeña y un entorno natural maravilloso porque también en ellas se esconde lo mejor y lo peor del ser humano. Os animo a que la descubráis.