miércoles, 24 de enero de 2018

POR ENCIMA DE LA LLUVIA de Víctor del Árbol

Cerrarlo, darme un tiempo y volver a empezar. Esto es lo que hice con el último libro de Víctor del Árbol después de tenerlo en mis manos y de la alegría que me supuso su publicación. Y lo cerré no porque no me gustase ni porque no estuviese en el momento adecuado para leerlo, es que se estaba produciendo mucho ruido alrededor. La publicación de cada libro de Víctor es tan esperada por sus muchos lectores que, cuando sus páginas ven la luz, se crea una especie de vórtice emocionado en el que todos hablan, se identifican y se maravillan con él. Con toda la razón, es cierto, pero no puedo evitar que me supere. Veo las fabulosas reseñas, los comentarios tan acertados, las mejores frases extrapoladas en redes... y me quedo sin nada que decir porque considero que ya está todo dicho y mucho mejor de lo que podría hacerlo yo jamás. Por eso cerré el libro y esperé la calma. Leer a Víctor, para mí, requiere silencio y mirar en una sola dirección: la que va de sus letras a mi corazón. Ha merecido la pena volver a coger Por encima de la lluvia de la estantería y abrirlo por la primera página de nuevo, como si fuésemos, con todos los abismos de distancia, dos antiguos amantes que se reencuentran en un abrazo.

A estas alturas, reiterar la biografía del autor y el resumen del libro puede resultar algo cargante, así que esta reseña va a salir menos "ortodoxa" (dicho sea esto con la ironía que merece) y más personal. O diferente, al menos. Porque cuando un libro te llega tan dentro considero que lo mejor es dejarse llevar por eso y no por formalismos estéticos. Encorsetar sentimientos es imposible: se te escapan hasta por las costuras. Justo lo que sucede cuando te lanzas a seguir las vidas de Miguel y Helena, de Yasmina, de Gövan y Sture; de Natalia y Gustavo. De ese camino a su lado, escuchando sus pensamientos, mirando lo que ellos ven y soportando con ellos lo que llevan a la espalda, no puedes salir indemne. Nunca se sale indemne de un libro de Víctor del Árbol. Pero esa es su grandeza. La vida no es fácil, ni siempre de color rosa. Y hay quienes se ganan su lugar en ella a mordiscos, peleando, dejándose jirones de sí mismos en cada paso. Quienes admiramos profundamente la narrativa de Víctor sabemos que nos va a llevar hasta el lado más afilado del dolor, ese que te corta las yemas de los dedos cuando llegas a él y que, aunque retires la mano rápido, ahí quedan las heridas para recordarte lo que pasó. Pero es un dolor gozoso, siempre lo he dicho. 

De todas maneras, si queréis consultar los datos de libro y autor los tenéis aquí.

"POR ESO ESCRIBO. PORQUE SUEÑO"


Estas dos frases tan breves, pero que encierran un mundo, están en la dedicatoria que el propio Víctor me escribió en la primera página de mi ejemplar de Por encima de la lluvia.  Un ratito antes nos había confesado a los presentes que ésta es su novela más personal, en la que más hay de él. También están algunos de los temas recurrentes de sus libros: ese arranque intenso y duro que, en este caso, marca para siempre a Helena. Las infancias rotas y oscuras en algunos de los personajes. El amor que lo mueve todo, aunque acabe corrompido o convertido en un motivo para sufrir dolor o provocarlo. El amor a los hijos y la eterna pregunta de hasta dónde seríamos capaces de llegar por ellos. También el amor que llega cuando ya no esperamos nada ni lo creemos posible. La maldad en muchas de sus facetas en escenas y capítulos que erizan la piel y el alma.

Es también una novela de últimas oportunidades que devienen en primeras porque jamás se han vivido. De esperanza en que la vida, de vez en cuando, nos regale lo mejor de sí misma. Esa vida de la que no tengamos que arrepentirnos al llegar al final, conscientes de haberla apurado al máximo.

Miguel y Helena están y se sienten solos. En una residencia de ancianos de Tarifa hay poco espacio para lo que no está en los horarios. Miguel, tan cuadriculado, tan formal, tan poco dado a las sorpresas o a improvisar, no puede evitar sentir una enorme curiosidad por Helena, que parece de vuelta de todo y que se salta las normas a su antojo. En lo único que son iguales es en que están solos en una especie de territorio hostil, sin apenas relación con sus hijos (el intento de Miguel de vivir con su hija y su odioso yerno fue un desastre) y que pueden hablar de cosas diferentes a la medicación diaria o los achaques. Cuando el interno más extravagante de la residencia, Marqués, por quien Helena sentía gran afecto, se suicida eligiendo así su día y modo de morir, Helena y Miguel deciden que es mejor que la muerte, si ha de venir, tenga que correr para alcanzarles. Que aun les quedan vida, tiempo y energía. Y parten en un viaje con algunas metas y ninguna certeza, pero suyo al fin y al cabo.

Miguel, además, sabe que está en la fase inicial del alzheimer y es consciente de que sus recuerdos se diluirán cada vez más, que a quienes ama se convertirán en extraños, y el viaje con Helena le va a ayudar a recorrer el pasillo de su vida e ir cerrando puertas que estaban atascadas para poder salir por la última y mirar al sol de cara antes de que todo se apague. Helena busca, en cierto modo, cerrar un círculo al que le falta un trozo, pero está dispuesta a quemar primero las etapas que Miguel desea. Su vida, aunque más intensa que la de Miguel, tampoco está exenta de goteras dispuestas a empapar y enmohecer sus recuerdos y su presente.

Yasmina, viviendo a miles de kilómetros, en Mälmo, trata también de encontrar su lugar. Hija de emigrantes marroquíes, se ve obligada a pagar con su cuerpo una deuda que no le pertenece. Despreciada por su madre y por su abuelo, un fanático religioso, ella sólo aspira a salir de toda esa sordidez y tomar las riendas de su vida. Tiene como amante ocasional a Gövan, un subcomisario de la policía sueca, y goza de la pretendida protección de Sture, un sueco casado con una portuguesa, cuyos negocios nada claros pueden terminar con cadáveres en el puerto. Yasmina no lo sabe, como tampoco Miguel y Helena, pero las vidas de los tres están enlazadas por hechos del pasado.

A medida que se alejan de lo que parecía que iba a ser su último hogar, Miguel y Helena no sólo descubren que hay cosas que pueden cambiar: también ellos cambian y comienzan a mirarse con otros ojos. A descubrir que no están tan marchitos por dentro como creían. Y descubren algo más: que los recuerdos no son siempre como están en nuestra memoria y que el que Miguel guarda de la única vez que se salió de su cuadrícula es ya sólo una fotografía antigua en la que todo ha cambiado. Un hermoso recuerdo pero un hoy extraño y que nos cuesta reconocer.


Dividida en siete capítulos que corresponden a siete meses de 2014, entre febrero y agosto, más un prólogo y un epílogo, en cada uno de ellos nos acercaremos tanto al presente de los protagonistas como a su pasado, a sus recuerdos. Conoceremos la tristeza miserable que enmarca la vida de Yasmina, que cumple con todo lo que le piden hacer, y que se niega la posibilidad de que Gövan esté enamorado de ella. La niñez sórdida de Miguel que le convirtió en el hombre que es, alejado de la pasión y de su propio corazón. Lo que esconde la feroz ironía de Helena, los terribles crímenes en Mälmo , la desgarradora vida de Natalia. Vamos a odiar hasta la rabia a Gustavo y a conocer a Erick, a Iván, a Carmen y a Louise, con sus luces y sus sombras. De nuevo Víctor del Árbol ha dibujado con precisión y maestría la psicología de cada personaje: ninguno hay completamente blanco ni completamente negro; la gama de grises es inmensa y cada uno despierta en el lector algo diferente pero igual de intenso. Nos llegan y se quedan. Quizá por eso al cerrar el libro también cierras los ojos queriendo recomponerte un poco.

La historia de Por encima de la lluvia es, sobre todo, una historia de esperanza, de luchar por lo que nos ilusiona aunque creamos que ya no nos quedan fuerzas. Es una historia de amor en la edad en la que el amor parece vedado. Pero también es la historia de los recuerdos que duelen y no se superan, de esas cicatrices que todos llevamos en el alma mejor o peor curadas. Hay en ella escenas y capítulos que escuecen y te llevan como caminando sobre cristales rotos, porque Víctor sabe ponernos ante hechos atroces que están ahí y preferimos no ver. Pero es que la vida hiere de muchas maneras. Por eso, si la vida acostumbra a hacernos daño, quizá la moraleja es que intentemos ser felices, como sea. Que la edad, el tiempo y la rutina no nos quiten la ilusión. O para que el día que nos toque partir lo hagamos sabiendo que lo hemos intentado. Que hemos luchado. Que plantamos cara. O para que lo último que recordemos sea el rostro de quien amamos y nos amó.

"Aquí estoy para vivir 
mientras el alma me suene
y aquí estoy para morir,
cuando la hora me llegue,"
  - Miguel Hernández



viernes, 19 de enero de 2018

ENCUENTRO CON INÉS PLANA Y "MORIR NO ES LO QUE MÁS DUELE"

Hace pocos días un grupo de blogueras tuvimos la suerte de poder reunirnos con Inés Plana, autora de Morir no es lo que más duele, la nueva y potente apuesta de Espasa. Gracias a Laura Fernández, del Grupo Planeta y a Pepa de Qué locura de libros nos reunimos en la Taberna Restaurante El Caldero, donde siempre nos reciben de maravilla y nos facilitan un ambiente genial para una charla tranquila y cómplice. 

Inés Plana es periodista y nació en la localidad oscense de Barbastro, aunque toda su carrera profesional se ha desarrollado en Madrid. Ha trabajado en diversos medios de prensa escrita y también en el terreno editorial, creando y coordinando colecciones de títulos relacionados con la divulgación de la historia y del arte. Actualmente es directora del periódico-magacín Vivir bien. Morir no es lo que más duele es su primera novela.


Un hombre aparece ahorcado en un pinar en las afueras de Madrid con los ojos arrancados de cuajo. En uno de sus bolsillos se halla un papel con el nombre y la dirección de una mujer: Sara Azcárraga, que vive a pocos kilómetros de allí. Frágil, solitaria, bebedora de vodka en soledad, Sara rehuye cualquier contacto con otras personas y trabaja desde casa. El teniente de la Guardia Civil Julián Tresser se hace cargo del caso asistido por el joven cabo Coira, que se enfrenta por primera vez a una investigación criminal. Una investigación difícil, sin apenas pistas y con demasiados enigmas. A medida que el teniente Tresser avance en sus investigaciones, descubrirá unos hechos que darán un trágico vuelco a su existencia y le conducirán a un viaje a los infiernos que marcará su vida para siempre. 

EL ENCUENTRO

 

La primera y casi obligada pregunta era cómo había llegado a Espasa con su primera novela, cómo había empezado toda esta aventura.

- De una forma bastante insólita - nos reconoció - Yo siempre he partido de la base de que en las editoriales no hay enchufe que valga. Te pueden recomendar pero en el fondo es un negocio, uno de los más bonitos que existen, desde luego, pero negocio. Todo sucedió de una manera sorprendente porque yo acabé el manuscrito y se lo di a leer a una amiga mía periodista, Amparo Mendo, que le entusiasmó. Me preguntó qué pensaba hacer con él y le contesté que enviarlo a algunas editoriales y ver qué pasaba. 'Pues vamos a lo grande', me animó. Ella tenía un contacto en el Grupo Planeta en el área de Espasa pero hacía mucho que no hablaban. Así que escribió un mail  recomendando mi novela como una novela diferente y que valía la pena leer. Pero la persona a la que iba dirigido ese mail ya no trabajaba en ese departamento, así que alguien lo reenvió y, sin que yo tenga claro cómo, acabó en manos de Belén Bermejo, mi actual editora. Ella se fijó no sólo en la recomendación sino en el mail que yo también había escrito. Se dio cuenta de que estaba bien redactado, algo que yo considero fundamental cuando esa es tu carta de presentación. Debes cuidarla con mimo. Quizá jugué con la ventaja de que por mi trabajo como periodista escribo correctamente. Es verdad que dentro del mundo de periodismo hay de todo en cuanto a la habilidad para redactar, pero mi trabajo me ha permitido mantenerme cerca de la escritura porque siempre he querido escribir y me ha ayudado. 

Le pasaron la novela a un lector para que hiciese una valoración previa a la lectura de la propia Belén y cribarla un poco. Al cabo de un mes y pico me llamaron para decirme que el informe del lector era muy bueno así que imaginaos mi alegría, me puse a pegar botes por casa. Apenas una semana después mi editora me llamó para asegurarme que le encantaba y que Espasa la iba a publicar. Yo volvía a Madrid desde Barbastro y me tuve que parar para coger el teléfono... fue tal mi emoción que el coche se llenó de vaho. Así empezó todo. 


Algo que a todas nos interesaba era saber cómo va surgiendo la historia, si Inés ya tenía todo organizado en su cabeza antes de ponerse a escribir o las ideas le iban saliendo al encuentro.

- Fue surgiendo poco a poco en mi cabeza porque tenía poco tiempo para escribir y era ahí dónde iba guardando la información y las ideas. Entre sesión y sesión de escritura reflexionaba y tomaba notas. Por eso cuando llegaba al folio en blanco ya llegaba con la trama más o menos hecha. Me he planteado cada capítulo como una novela en sí, con apertura y cierre aunque luego los personajes y la acción continúen. Quería tratarlos de una manera artesanal, con el escenario muy determinado, enriqueciéndolo todo mucho por eso iba cerrando las tramas de capítulo en capítulo de tal manera que uno me llevaba a otro. Tenía una trama general, una base en la cabeza, pero luego la novela te va llevando porque es un ente vivo, tienes que dejarte llevar. Igual sucede cuando la propia novela te cierra puertas y hay ideas que tenías que por más que lo intentas no salen; entonces sabes que algo has hecho mal y debes replanteártelas desde otro punto de vista. Las situaciónes me iban llevando a otras situaciones: tenía un hombre ahorcado en un pinar con el nombre de una mujer en el bolsillo, una mujer que vive cerca. Desde ahí era ir tirando del ovillo y aprovechar ese crimen para contar vidas que es lo que, en el fondo, a mí me resulta más gratificante y con lo que más he disfrutado. Sobre todo porque son personajes a los que la vida les da un hachazo brutal.

Sara, por ejemplo, es un personaje que, según me van contando, ha impactado mucho, que causa mucha empatía y que tiene en su vida muchos rincones oscuros. Para llegar a Sara me fijé en personas que lo habían pasado muy mal, que son personajes del dolor. Y a Sara le tocó sufrir, fue así. Su evolución en la novela me ha creado muchos problemas pero me ha dado también muchas satisfacciones. A veces es más fácil recrear la vida de alguien moviéndonos en los arquetipos más normales pero hay que meterse en el alma de todos. También para ella me fijé en cuántas veces estamos en la encrucijada de un problema y somos incapaces de salir. O vemos a alguien a quien queremos no querer salir de una situación dura o complicada porque prefiere quedarse donde está. Dar un paso para remontar les supone un esfuerzo porque han de elaborar una nueva vida y no siempre se está dispuesto a ello. Por eso opté por poner a Sara en la tesitura de no querer asumir lo que ocurrió y no querer cambiar. Lo cierto, para mí, es que no siempre hay finales felices en los que la gente remonta, apoyados por familia y amigos que les aplauden. La realidad suele ser muy distinta.

 Lo que más trabajo me costó fueron los saltos en el tiempo, ir hacia atrás, porque para explicar cada vida quería ir al pasado y traerlo al presente. Quería construir un relato de todos ellos que fuera encajando poco a poco. Los 'seres brutales' son, en el fondo, cutres y así los quería retratar porque, para mí, la brutalidad es suciedad. No me creo esas personas malas que son también refinadas y amantes de la música, por ejemplo. Hay gente que nace con ese gen de la maldad pero que crece y vive en un entorno que hace que no desarrollen esa faceta. Y hay otros que nacen con la ira prendida y a partir de ahí sólo empeoran. Yo creo que sí se nace malo, aunque tu entorno puede favorecer o no que desarrolles la maldad que llevas dentro.


Respecto a los capítulos ambientados en el pueblo, se le planteó a Inés el ambiente agobiante que suele haber en ellos y cómo ella lo había resuelto tan bien.

- Yo también soy de un pueblo, de Barbastro, aunque ya tiene 16.000 habitantes. Cuando era pequeña Barbastro se limitaba a lo que era el centro y la plaza. Estamos al lado de los Pirineos y mi padre tenía una tienda muy grande de ropa de todo tipo: de caballero, de señora, de niños... y era la que sutía a toda la comarca del Somontano y también a toda la zona de la montaña. La gente bajaba a comprar a la tienda los sábados y todos decíamos 'ya vienen los montañeses'. Eran personas extrañas, rarísimas, nada empáticas y para la novela recordé a este tipo de gente. Imaginé que si en su entorno les pasara lo que pasa en la novela serían igual de crueles, porque en la novela hay un pasaje que sucede en el pueblo que es de una gran crueldad. Si hubiesen preguntado, hubiesen sabido, pero allí nadie preguntó, se limitaron a imaginarlo todo.

La conversación fue derivando hacia el resto de los personajes y a pequeños detalles que terminaron de perfilar la novela e Inés no dejó cabos sueltos:

- Todos ellos tienen muchos matices porque no todo es blanco ni todo es negro. He querido que sea el lector el que se posicione incluso en los conflictos personales que tienen. Sí, es verdad que quedan algunos cabos sueltos en algunos de ellos al final de la novela (aunque la trama se cierre) pero espero solucionarlo en la siguiente novela. Mi intención es que evolucionen y solucionen sus batallas internas. No he escrito escenas de sexo explícito en esta novela - nos confió Inés - aunque hoy día es raro que no las haya, pero lo cierto es que no me gustan. Además los personajes son, por sí mismos, solitarios, que viven a su manera sin nadie más. 

 Es verdad que la idea para la novela me surgió por haber visto, hace años, desde las ventanillas del tren, un ahorcado. Tengo la certeza de que era un hombre, vestía chaqueta y pantalones. Fue un impacto total, algo que se me quedó clavado y que es, sin duda, lo que me abrió el argumento de la novela. 

El título lo hemos elegido la editorial y yo. Originariamente se llamaba 'Maldad' porque realmente es un libro que trata sobre el mal. Pero al ir a publicarlo, en la fase de edición, el título surgió en unos versos de Emily Dickinson, autora que aparece en la novela, y que dicen 'No es morir lo que más duele: es vivir, se sufre más'. Realmente hay personajes en la novela que querrían estar muertos. 

Tras las firmas en nuestros ejemplares y tiempo para las fotos, nos despedimos de Inés con un estupendo sabor de boca por el gran rato compartido. Aprovecho para recomendaros la novela, que reseñaré próximamente, porque os va a tener en vilo hasta la última página. Gracias de nuevo a Espasa por darnos tantas facilidades.






martes, 9 de enero de 2018

LAS TRES MUERTES DE FERMÍN SALVOCHEA de Jesús Cañadas

Tras el parón navideño, más por falta de motivación que por ninguna otra cosa, me hace ilusión regresar a la actividad con la reseña de Las tres muertes de Fermín Salvochea, una novela que si he de definir con una sola palabra es sorpresa. Sorpresa en el mejor sentido, porque a medida que vas leyendo te va sumergiendo cada vez más en un Cádiz que tiene poco que ver con esa ciudad luminosa que conocemos. Que mezcla leyendas y realidad. Que nos habla de maldad, de seres oscuros, de algo que duerme bajo las calles con la fuerza de tres mil años de historia pero también de amistad, del poder del cariño y la lealtad, del valor para enfrentarse a lo que nos aterra. Es cierto que quizá (y digo quizá con todas las reservas) haya lectores que no comulguen con la historia que este libro trae por ese punto de fantasía, de terror gótico, de leyendas, de monstruos y de vampiros pero os pido que apartéis prejuicios para disfrutar de una lectura poco habitual, sí, pero absolutamente absorbente. De las que te enamoras de ciertos personajes y ríes y sufres con ellos. Y, sobre todo, por los cuatro niños protagonistas quienes, a pesar de carecer casi de todo, son capaces de lo que sea por sus amigos.

EL AUTOR: JESÚS CAÑADAS


Gaditano y técnico informático por la Universidad de Cádiz, cuenta también con varias titulaciones de las Universidades de Granada, Deusto, Gotinga y Osaka. En 2003 se trasladó a Italia y allí comenzó a cultivar la literatura de género, publicando su primer cuento en la revista Asimov Magazine. En 2011 publicó El baile de los secretos, su primera novela y en 2013 Los hombres muertos momento en el cual se le empieza a considerar una de las voces más originales y de referencia en la novela de aventuras y ciencia ficción. Su tercera novela fue Pronto será de noche, en 2015, un thriller apocalíptico y asfixiante que obtuvo muy buenas críticas por los amantes del género. También es co-guionista de la serie de televisión Vis a vis. Tenéis todos los datos en su web de autor: www.jesuscanadas.com.

EL ALCALDE FERMÍN SALVOCHEA


1907. La noticia de la muerte en extrañas circusntancias del que fuese legendario alcalde de Cádiz, Fermín Salvochea, sacude a la ciudad. Juaíco, un barbero ya viejo y borracho que había trabajado en su día para el alcalde, decide contar a su hijo Sebastián la historia de Salvochea y las cosas que vivieron juntos. Son días agitados en Cádiz: acaba de llegar un enigmático teatro de los horrores dirigido por un tal Edgardo A. Poe y brutales asesinatos empiezan a llenar de sangre las calles más oscuras y pobres. Sólo Sebastián y sus amigos, el Pani, Candela y Julieta, podrán encontrar la verdad que se esconde tras la historia contada por Juaíco y proteger a Cádiz del mal antiguo que anida en sus entrañas.

1873. El joven Juaíco, barbero, bebedor, putero y tarambana, empieza a trabajar para Fermín Salvochea durante su primera semana como alcalde. Una muerte en un burdel les embarcará en una aventura llena de misterios, magia negra y venganza más allá de la tumba en un Cádiz en que las leyendas son mucho más reales de lo que jamás hubiesen imaginado.

NIÑOS Y MONSTRUOS


Fermín Salvochea, como figura histórica, es apasionante. Procedente de una familia adinerada, su estancia en Londres para estudiar le sirvió para tomar contacto con las ideas anarquistas y federalistas por lo que, al volver a España, se involucró de modo muy activo en la política. Fue alcalde de Cádiz durante la Primera República y, como tal, impulsó medidas que limitasen el poder de la iglesia y los nobles en la ciudad, lo que le granjeó muchos enemigos. El pueblo llano, sin embargo, le admiraba sin paliativos porque hizo lo posible por mejorar sus condiciones de vida. Salvochea es el protagonista constante en esta novela, pero no el único ni el más importante a pesar de su presencia incluso cuando no aparece. Y es que el mítico alcalde, Bigote como le llaman los gaditanos, se ha convertido con el paso de los años en una leyenda de la que Jesús Cañadas se nutre para crear un personaje que oculta una segunda vida al amparo de la noche. Una segunda vida qe también incluye lucha, pero contra otro tipo de poder. Contra el mal.

La novela se mueve en dos líneas argumentales en dos momentos de tiempo diferentes: 1873 y 1907, aunque la primera está muy presente en la segunda. La historia de Juaíco, que entra a trabajar como barbero del nuevo alcalde, Salvochea, se va desgranando en diferentes capítulos a medida que se la cuenta a su hijo, Sebástián. Juaíco es cualquier cosa menos un tipo recomendable aunque, a mi pesar, tenía detalles que me hacían sacar más de una sonrisa: casado con Antonia, una mujer trabajadora, tranquila y que le consiente y perdona todo, Juaíco bebe en exceso, juega en exceso, está lleno de deudas, tiene compañías muy poco recomendables y pasa muchas noches en el burdel. Ni siquiera las amenazas ni saber que su mujer (y años después también su hijo) pasan todo tipo de necesidades le hace cambiar un ápice. De ser simplemente el barbero de Salvochea, pasará a acompañarle en el "trabajo" nocturno del alcalde, que incluye tratar de exterminar a los "mojarras", vampiros que se han enseñoreado de Cádiz y que amenazan con un baño de sangre.


He de confesar que de las dos líneas, me quedo sin dudar con la de 1907, la de Sebastián y sus amigos, cuatro niños pobres, cada uno con sus miedos y su vida hecha de retales pero leales y unidos hasta en los peores momentos. Un grupo de niños que, por momentos, me ha recordado a otras que me han hecho muy feliz en la literatura o en el cine, como Los Cinco, la pandilla de amigos de It o Los Goonies. Tan semejantes pero también tan distintos... Sebastián vive casi en la miseria, consiguiendo algún dinero trabajando en la botica, mientras su madre cose y su padre se gasta el poco dinero que tienen en el juego o bebiendo. El Pani, vecino de Sebastián, tan pobre como él y, además, soportando a un padre violento y maltratador. Candela, criada y viviendo en el hospicio, con una de sus piernas inútil y sostenida por arneses metálicos, pasando frío y hambre, pero con más coraje que nadie. Y Julieta, que llega al hospicio y se une a ellos gracias a Candela y sus constantes fugas del orfanato. La Conejera, una casa abandonada y medio en ruinas, es su lugar de reunión, su refugio y donde guardan las cosas que son importantes para ellos.

No son sólo los vampiros y los seres oscuros contra los que luchaba Salvochea en su momento y que aun se mantienen ocultos bajo las piedras de Cádiz, los que dan miedo en este libro. Hay monstruos muy reales a los que los chicos tendrán que hacer frente sacando valor y fuerzas de donde no saben que las tienen: el padre del Pani, un miserable aborrecible que machaca sistemáticamente a su mujer simplemente porque sí; el padre Abel, director del hospicio (la frase "eso nos lo ha hecho a todas" de Candela a Julieta es demoledora) y las monjas que "cuidan" de los niños. Conseguir ese valor para enfrentarse a los monstruos, los cotidianos y los que van a descubrir, les hará madurar, crecer, unirse aun más.

El gran mérito de Jesús Cañadas es haber convertido Cádiz no ya en un personaje más de la novela, por la importancia que tienen sus gentes y sus calles en la acción y en todas sus páginas, sino en una ciudad desconocida a pesar de saber casi todo de ella. Cádiz, con su luz maravillosa, con su apararente alegría para el visitante, aquí se nos muestra oscura, llena de rincones tenebrosos, a veces incluso fría y llena de niebla. De las leyendas que se siguen transmitiendo de padres a hijos, Cañadas crea una mitología única. El hombre-pez, los túneles que se dice que recorren todo el subsuelo de Cádiz, la Bella Escondida, el teatro romano del que apenas hay unas gradas excavadas... y esos vampiros que, al morir, se deshacen en agua de mar adquieren ante nuestros ojos un carácter nuevo y aterrador.

¿Es una novela de vampiros? Sí y no. Hay vampiros, desde luego. Y hay un personaje histórico con una vida oculta que lucha contra ellos. Pero es sobre todo una historia de amistad y de su poder, de valores, de cómo conseguir enfrentarnos a nuestros miedos. Y también de perdón, de redención en quienes parece que jamás van a arrepentirse de nada. De esperanza.

Narrada con un ritmo muy ágil, dosificando la tensión para que vaya creciendo, haciéndonos cómplices, Jesús Cañadas, como os decía al principio, me ha sorprendido de forma muy grata. Es verdad que siento debilidad por las historias oscuras y con su punto gótico (Juan Ramón Biedma es uno de mis referentes, como bien sabéis) y traer una así a un paisaje conocido y tan poco proclive a lo tétrico como es Cádiz es un hallazgo. Además ha sabido mantener mi interés hasta el final y ha conseguido emocionarme en muchos momentos, porque es muy difícil no sentirse muy cerca de los cuatro amigos y reir, llorar o pasar miedo con ellos.

Quizá el género fantástico no sea vuestro favorito, pero dadle una oportunidad a Las tres muertes de Fermín Salvochea y disfrutad dejandoos llevar por lo desconocido. Es toda una experiencia, os lo aseguro.