martes, 27 de junio de 2017

SUCIOS Y MALVADOS de Juanjo Braulio

Que la novela negra me encanta no es ningún secreto. De hecho hay meses que es casi lo único que leo y no me cansa. Es cierto que en los últimos tiempos, dentro de la etiqueta de "novela negra", caben muchos géneros, historias, paisajes. Como se comentó en una mesa redonda en el pasado Getafe Negro, si los autores siguieran los cánones estrictos de la novela negra policiaca, en España sólo la escribiría Juan Madrid. Por suerte los cánones están para romperlos y actualmente la novela negra goza de una magnífica salud especialmente porque se reinventa en cada título y con cada autor. La mezcla de géneros crea mestizajes cada vez más interesantes, la acción ya no es exclusiva de las grandes ciudades, los protagonistas no siempre son policías con exceso de nicotina y pasados turbios. En eso salimos ganando los lectores y el género también, aunque como ya he dicho otras veces no soy nada partidaria de las etiquetas. Sucios y malvados es una de esas novelas que sí podemos catalogar de negra, más que nada porque lo cuenta es oscuro y aterrador. más oscuro aun cuandola ciudad en la que se ambienta, Valencia, es tan luminosa. Al menos en la superficie, porque hasta los palacios tienen cuartos oscuros y cañerías que transportan lo que nadie quiere ver.

EL AUTOR: JUANJO BRAULIO


Nacido en Valencia en 1972, marchó a estudiar Enseñanzas Artísticas en Suecia y es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Politénica de Valencia. Sus primeros trabajos como periodista fueron en Diario 16 y, posteriormente, en el diario Las Provincias. Posteriormente trabajó en la Televisión de Valencia y, durante un tiempo, colaboró con el Suplemento Semanal XL y el diario ABC. En 2004 se publicó una recopilación de sus artículos de opinión con el título La escalera de Jacob y en 2014 vio la luz En Ítaca hace frío, un libro de viajes sobre Suecia. Su primera incursión en la novela fue con El silencio del pantano, que próximamente será llevada al cine.

OSCURIDAD VALENCIANA


Un trabajador de una empresa del puerto de Valencia se suicida el mismo día que le toca la lotería y después de una conversación aparentemente feliz con su mujer. En un edificio abandonado, junto a un solar, se ha levantado un altar para la Virgen de las Rameras ante la que acude a rezar un grupo de prostitutas que ya casi no tienen nada que perder. Un hombre aparece ahorcado en el mismo lugar en el que, hace siglos, se levantaba el cadalso del antiguo barrio de los burdeles. Un joven músico, un genio, con la mente rota en mil pedazos por un terrible suceso que vivió de niño. Un abogado sin escrúpulos para el que todo vale si hay dinero por medio. Cuatro mujeres que han decidido dejar de ser víctimas para convertirse en verdugos y castigar lo que la justicia no puede o no quiere. Un caleidoscopio que la inspectora Rosa Belsaduch debe colocar en la posición correcta para ser consciente de lo que tiene delante, un puzle oscuro que, como la verdad, tiene muchas caras.

ÁNGELES CAÍDOS


No es Sucios y malvados una novela fácil. No porque use un lenguaje enrevesado ni porque sea especialmente farragosa, sino porque toca temas de los que dejan llagas. Que hacen pensar. Cuando empecé a leerlo, al finalizar cada capítulo, tenía la sensación de que eran tramas completamente independientes, que no había en lo que se contaba en ellos nada que los enlazase. Y, de repente, todo empieza a cuadrar. Todo ocupa su sitio para llevarnos a rincones oscuros del alma humana, escondidos y pestilentes, al dolor, a la pérdida, a la culpa, al deseo de redención, a la venganza. Por eso no es fácil, porque muchas veces vamos a mirar a los ojos de demonios que queremos que permanezcan ocultos.

A cada página nos es más difícil dejar de leer. Nada de lo que nos va mostrando Juanjo Braulio es amable o brillante, pero te quedas allí, miras, necesitas saber. Sabe arrastar al lector detrás de sus palabras, incluso cuando describe suicidios terribles o torturas que pueden llegan a enloquecer a quien las sufre. Toda la novela está escrita en tercera persona excepto ocho capítulos, que van encabezados por una Clave de Sol, la notación musical con la que comienzan todas laspartituras. Estos capítulos son, en realidad, el diario de Dani, de Daniel Lluch, un auténtico genio musical capaz de "escuchar" en las personas tonalidades y músicas diferentes, de asociar colores con notas musicales. Su mente, clara como el cristal para todo lo que sea música, se rompió en su infancia por un suceso terrible que le marcaría para siempre y escribir tres páginas de cuaderno cada día es la terapia que su "loquera" le ha encargado. Sólo tres, ni una línea más. Dani necesita de la marihuana y de la música para vivir. Y aunque muchas partes de sus escritos arañan, no he podido dejar de sentir una especie de ternura especial por él. A pesar de todo. 


Roma Belsaduch, inspectora de la policía nacional, junto con su equipo, se va a ir encontrando con una serie de asesinatos que no parecen tener ninguna explicación. Complicados, además, por una trama que mueve la trata de mujeres y el blanqueo de capitales. Roma se nos muestra en todas sus facetas: como eficaz policía entregada a su trabajo y también como madre angustiada por no llegar nunca a tiempo y que se siente culpable por desatender a su hija. Es un personaje muy real con el que es fácil empatizar. Roma ha caído en la trampa de la mayor parte de las mujeres trabajadoras de hoy día, que tienen que ser las mejores en su campo y además las mejores madres, cosa que a los hombres no se les exige. Camina, muchas veces, como si tuviese una pistola en la sien, sintiéndose agotada y llena de responsabilidades, pero es una investigadora de raza... y una gran madre, aunque la vida no se lo ponga fácil. Aquí es dónde recuerdo aquella frase de Arturo Pérez Reverte en la que decía que las mujeres trabajadoras actuales que no van por la vida con un cuchillo en los dientes es porque no tienen hijos o ya son mayores. Lo suscribo.

Valencia, como escenario, se convierte en un personaje más. Aquí no vamos a pasear por su parte más conocida y luminosa, sino por lugares oxidados y en lo que no apetece entrar. Menos aun cuando vayamos adentrándonos en la novela y la parte más sucia de la sociedad vaya saliendo a la luz. A las cuatro mujeres que se convierten en ángeles caídos para acabar con lo que la justicia es incapaz, las vamos a ir conociendo bien, sabiendo cómo y  por qué han llegado a dónde están. A entender y a justificar cada cosa que hacen. No deja esto de de ser un poco aterrador, proque te encuentras casi aplaudiendo hechos horribles. Pero ¿quién no se ha planteado que debería haber otra justicia, que hay demasiados hechos que quedan impunes? Ellas nos tocan ese resorte interno, casi primitivo, de la justicia como Ley del Talión que en ocasiones querríamos aplicar.

Dentro de un argumento tan denso, tan impecable en su dureza, Juanjo Braulio se permite cierto toque de humor un poquito costumbrista en las conversaciones que dos vecinas, Manuela y Charo, mantienen cuando se encuentran de cuando en cuando. No vamos a saber nada de ellas, en realidad. Ni siquiera físicamente. Pero lo que van hablando irá encajando también perfectamente en algunas esquinas del puzle. No sobra en él ni falta una sola pieza.


Sucios y malvados, como decía más arriba, toca temas sangrantes que, por desgracia, tenemos demasiado cerca. Y en muchas ocasiones cerramos los ojos quizá porque no queremos saber más. Autoprotección, diría yo. Pero están ahí, en cada esquina de un polígono industrial ocupada por una prostituta que jamás pagará la deuda a quien la trajo engañada; en cada niño que pierde la infancia y la fe en los adultos; en cada hombre capaz de lo más bajo para satisfacer sus instintos o para ganar un millón más; en cada vida rota de quienes tienen la mala suerte de caer en su camino. Juanjo Braulio ha escrito una novela redonda, dura y oscura pero también necesaria, con unos personajes tan brillantemente perfilados que casi puedes tocar y a quienes, de un modo u otro, entiendes. Una novela que, para los amantes del género, debería ser imprescindible.

Si aun no os habéis asomado a sus páginas, os la recomiendo. Estoy convencida de que, como yo, no os resultará fácil de olvidar. Y tampoco os importará que los ángeles que hay en ella hayan perdido sus alas.


lunes, 19 de junio de 2017

LA CAJITA DE RAPÉ de Javier Alonso García-Pozuelo

Los que me conocéis sabéis que hay dos géneros por los que siento pasión: la novela negra y la histórica. Si ambas de unen y lo hacen con una buena intriga, con pasión y sin caer en larguísimos párrafos explicativos (de esos en los que el escritor quiere demostrar todo lo que saben) mi disfrute está más que asegurado. Llegué a La cajita de rapé gracias al Club de Lectura QLL y, a priori, no sabía muy bien lo que me iba a encontrar. Pero había algo que tiraba mucho de mí: que se desarrollaba en Madrid, en 1861 (una época convulsa politica y socialmente) y en mi barrio de siempre, la Latina y había un crimen, una ivestigación y alguna trama paralela, así que no lo dudé. Es la primera novela de Javier Alonso García Pozuelo y este autor promete, así que habrá que seguirle de cerca.

EL AUTOR: JAVIER ALONSO GARCÍA-POZUELO


Javier es licenciado en medicina y cirugía y, además, diplomado en cooperación internacional.Durante más de diez años ejerció como profesor de salud pública, epidemiología y educación sanitaria, actividad que compaginó con el trabajo de redactor, corrector y editor de textos científicos.  Su actividad docente es paralela a su pasión por la literatura, la historia y la música. De hecho desde hace años mantiene un blog llamado Cita en la glorieta en el que suelen aparecer diversas colaboraciones literarias e históricas y que podéis ver en este enlace: http://citaenlaglorieta.blogspot.com.es/p/la-cajita-de-rape.html

UN ASESINATO EN CASA DE LOS RIBALTER


Corre el año 1861 y el inspector Benitez está al cargo de la comisaría de La Latina, un cargo en el que lleva ya casi veinticinco años. La posibilidad de ascender a inspector jefe de Madrid está ahí, al alcance de la mano, pero se cruza en su camino el asesinato de una de las criadas de la familia Ribalter, adinerada y con mucha influencia. Lo que en principio parece una muerte provocada por ladrones que entraron a robar en la casa se va complicando paulatinamente, sobre todo cuando empiezan a salir a la luz secretos de la familia Ribalter que se remontan a la estancia, muchos años atrás, del señor Ribalter en Cuba, donde amasó su fortuna.

El inspector Benítez junto a su nuevo ayudante, Ortega, un joven abogado de Málaga sin experiencia policial previa, se ponen a trabajar para esclarecer la muerte de la criada pero el caso se va complicando cada vez más. Además Madrid está expectante por la inminente apertura de las Cortes. La ilusión popular por la unión de las fuerzas que en ellas se representan y que sirvió para hacer un frente común en la Guerra de Marruecos, se ha ido abajo. Ahora O'Donnell y su Unión Liberal se enfrentan a muchas voces disidentes sobre todo depués de la actuación del gobierno contra los campesinos andaluces en la sublevación de Loja.

Benitez no sólo tendrá que enfrentarse a los problemas y los misterios que se esconden detrás del asesinato de la criada, sino también a sus propios demonios personales y poner a prueba su integridad frente a la cara más miserable y mezquina del poder. 

LA CAJITA DE RAPÉ


Soy una apasionada de mi ciudad, de Madrid. Y si hay algo que me fascina es comprobar cuánto de la geografía de hace un tiempo queda presente hoy. Javier Alonso ha hecho una recreación del Madrid de 1861 realmente fiel: un Madrid que trataba de modernizarse a pasos agigantados pero en el que también convivía ese aspecto de "poblachón manchego", que dijo Francisco Umbral, en el que se alojaban las clases más bajas. El barrio de La Latina era un buen ejemplo de ello: casas señoriales y de "gente bien" a apenas dos calles de distancia de las viviendas más pobres y modestas.

El protagonista principal, el inspector Benítez, es un hombre ya curtido, con experiencia. Resulta un personaje con carisma, con el que simpatizamos desde el primer momento. Además, para más interés, cuenta con algunas aristas y esquinas oscuras en su vida privada pero que no afectan a su capacidad de investigación. En una época en que las ciencias forenses eran casi una quimera, Benítez intenta atar todos los cabos, entender todos los porqués, fijarse en todos los detalles. Admirador de Vidocq (el afamado director de la Sureté National y uno de los primeros investigadores privados) de quien está traduciendo las memorias en sus ratos libres, intenta siempre ir por delante, aunque en esta ocasión las circunstancias del caso, cada vez más enmarañadas, le ponen a prueba: lo que en principio parecía un robo que se había complicado a sus autores (de ahí el asesinato de la criada) va adquiriendo matices cada vez más oscuros. Un segundo asesinato dificulta aun más la investigación.

La novela está escrita en presente, lo que facilta que vayamos sabiendo lo que Benítez y sus ayudantes van averiguando en tiempo real. No es un recurso fácil, pero Javier Alonso lo solventa con sencillez y buen hacer, dándonos una visión "actual" de la época y del modo en que se vivía y se llevaban a cabo las pesquisas policiales por entonces. La geografía de Madrid, con sus luces y sus sombras, es reconocible a pesar de que por entonces estaba cambiando a pasos agigantados. Recordemos que la Puerta del Sol estaba terminando en ese año 1861 su remodelación, por ejemplo. También Javier recoge los diferentes acentos y modos de hablar de los habitantes, que muchos eran llegados de fuera o tenían una educación muy baja.


No sólo en La cajita de rapé encontraremos la investigación del robo y los crímenes, también viviremos en primera persona los avatares políticos de una época complicada, con los trabajos de las Cortes paralizados por el enfrentamiento de los dos principales partidos políticos (no hemos cambiado mucho, al parecer), si no que también asistimos a tertulias en las que lo literario manda, con continuas referencias a escritores y obras. De hecho el inspector Benítez es un apasionado de la literatura y guarda en su poder valiosos ejemplares únicos. Y, al ser esta novela un gran espejo del Madrid de la época, destacan las notas gastronómicas, los platos típicos que en aquellos años se comían tanto en los lugares de más postín, como el restaurante Lhardy (abierto en la Carrera de San Jerónimo desde 1839) hasta en los figones de barrio o en las casas particulares.

El título, como bien nos dijo Javier en el encuentro que tuve la suerte de compartir con el Club de Lectura, hace referencia a un "macguffin", una técnica utilizada por los guionistas de cine para hacer que la historia avance, una excusa para iniciar una acción que provoque varias reacciones. En realidad el objeto no es importante en sí mismo, aunque aparezca en varios momentos de la obra y nos cree curiosidad saber cuál es su importancia. Pero es mucho más importante para el lector conocer los pormenores que rodean a esa cajita, saber qué está ocurriendo y quién hay detrás del robo y los asesinatos. A veces nos pasa desapercibida, pero su existencia va a justificar muchas de las cosas que sucederán en la novela.

El inspector Benítez, viudo desde hace años y con dos hijas, es un hombre íntegro que trata de hacer su trabajo lo mejor posible. Pero muchas veces topa de cabeza con impedimentos de carácter más político o con "recomendaciones" de sus superiores para que haga o no alguna cosa. La clara posibilidad de ascender a inspector jefe de Madrid depende en gran medida de que el caso quede resuelto. Pero ¿con la verdad completa o con la verdad que esperan algunos? El tiempo, además, corre en su contra y hay testimonios que, sin motivo aparente, cambian de versión.

La cajita de rapé es una novela con enormes atractivos, que mantiene el interés desde la primera página y que nos ofrece una visión de la época y de Madrid apasionante. Perfectamente documentado pero sin alardes, Javier nos regala un cuadro costumbrista en el que es fácil sentirse dentro y caminar junto a los personajes en una trama que se va complicando a cada paso. Para mí ha sido una agradibilísima sorpresa y sólo puedo recomendar su lectura.

¿Acompañareis al inspector Benítez a revelar los secretos que esconde el robo en casa de los Ribalter?




jueves, 8 de junio de 2017

ENCUENTRO CON MARTA ROBLES Y "A MENOS DE CINCO CENTÍMETROS"

Una de las mejores cosas que da el relacionarse con el mundo de los libros y estar en un club de lectura es que te da la ocasión de conocer a autores de cerca. Así puedes escuchar los matices de su voz cuando te hablan de su obra, conocer de primera mano las dificultades y alegrías que tuvieron al escribirla, ser cómplice de los pequeños secretos que esconden algunas páginas. Y muchas de estas cosas son las que compartimos con la periodista y escritora Marta Robles en nuestra sede habitual, el Café de Oriente, cuando nos acompañó hace pocas fechas. A pesar de que arrastraba un incómodo catarro, nos mostró su mejor humor y se prestó a todas las preguntas que quisimos hacerle, además de compatir con nosotros anécdotas de todo tipo. La tarde se nos hizo muy corta. Y aquí está la crónica de ese encuentro.

Casi era obligado preguntarle cómo se lanzó a escribir una novela negra como es A menos de cinco centímetros. Nos confesó que era un género latente en ella desde pequeña. Ya en el colegío escribía redacciones muy sangrientas, lo que provocaba que las monjas se quedasen muy impactadas . "Se preguntaban ¿pero qué le pasa a esta niña?" nos contaba entre risas. "En aquella época no había psicólogos en los colegios ni nada parecido, así que o bien llamaban a mis padres o me preguntaban si me pasaba algo, si tenía algún problema. El único problema era que leía a autores como Poe y cogí la costumbre de incorporar sangre", remató con buen humor.

Antes de A menos de cinco centímetros ya tenía publicados bastantes libros. Empezó a publicar en 1991 y su primer libro fue una biografía de Pedro J. Ramírez al estilo de las que se publicaban en Estados Unidos, que pretendían retratar a personas que ya eran muy exitosas a los 40 años. Tenía que escribir la biografía en primera persona y ella se encargó de hacerlo después de recopilar toda la información. Con ese libro, El mundo en mis manos, vivió su primera Feria del Libro de Madrid. Y también una anécdota que suele contar. "Llegó una señora y le dio el libro a Pedro J., ya que firmábamos los dos juntos, para que se lo dedicase. Y cuando yo ya esperaba que me lo diese para firmarlo, me lo pasó diciendo ¿Me lo envuelves, bonita?" Un claro ejemplo de los prejuicios que tienen muchas personas acerca de que una mujer joven, como lo era Marta en ese momento, pudiese haber escrito ese libro.

Lo siguiente fue una biografía de Carmen Romero y después Los elegidos de la fortuna, hasta que llegó a la ficción con Las once caras de María Lisboa que no tiene nada que ver con lo que escribe ahora pero que sí contiene una carga dramática muy intensa. La novela partía de la idea de que todas las mujeres, en realidad, somos iguales. Podemos ser rubias, morenas, altas, bajas, pelirrojas... pero todo depende de dónde hayamos nacido y, sobre todo, de las personas de las que nos enamoramos. Diario de una cuarentona embarazada fue el primer libro que realmente habló sobre el tema del embarazo a cierta edad, que tantas páginas ha dado luego. Mucha gente llegó a pensar que era una guía del embarazo y realmente se trataba de una novela. Novela en la que la protagonista no tenía nombre para que cualquiera que la leyera pudiera sentirse identificada con ella.


En Luisa y los espejos, que obtuvo el Premio Fernando Lara en 2013, sin ser una novela negra, sí que introdujo un punto de thriller y un final controvertido que dio mucho que hablar. Marta nos aseguró que le gustan este tipo de controversias y que le divierte que todo el mundo discuta sobre el final o hable de él, porque es señal de que no ha dejado indiferente a nadie. Esta novela fue como un primer paso, pero deseaba estrenarse con la novela negra, aunque también quería esperar el momento justo para encontrar la historia y que ella también estuviese en su mejor momento como escritora "para abandonar todos los lirismos y el exceso de adjetivación". Buscaba encontrar una prosa lo más adecuada posible al desarrollo de la historia, para estructurarla de forma coherente y no defraudar. Cuando tuvo todo el armazón se puso a escribir y contó con la ayuda de amigos y escritores como Arturo Pérez Reverte, que le dieron su parecer sobre diferentes aspectos de la trama. 

"Hay algo fundamental cuando escribes: no puedes pensar sólo en lo que van a opinar los lectores", nos aseguró. Habría escenas que no se escribirían jamás ("esto lo va a leer mi madre", por ejemplo) y otras veces nos sentiríamos muy influídos para contar según qué cosas. Ella tuvo la suerte de que su editor no cambió nada, en la editorial les entusiasmó la novela. "Yo no concibo las novelas negras simplemente como que hay que descubrir al asesino", explicaba. "Por un lado está la novela policiaca , la novela de piececitas, de puzle, en las que tú le vas dando piezas al lector para que él las vaya colocando y termine ese puzle. Y una vez acabado resulta que el culpable no es quien se ha pensado o tenía poco que ver con lo que se ha contado en la novela", argumentaba Marta. "Pero en el caso de la novela negra no se está juzgando al asesino, se está juzgando a la sociedad: de la mano del detective, del policía, o de quien esté investigando tú vas sintiendo las mismas sensaciones y vives las mismas situaciones que él hasta que llegas a un momento tan desgarrador que es difícil enderezarlo. Ese es el germen de la novela negra"

Al escribir A menos de cinco centímetros Marta quiso hacer una novela negra sin etiquetas y traspasando muchos límites. Aseguró que conoce muy bien las reglas de la novela negra "pero como autora también sé cuándo y cómo me las quiero saltar, lo que quiero hacer con el material que tengo". Respecto a la abundancia de menciones a marcas de lujo en la novela, nos explicó que ha tenido algunas críticas (muy pocas) sobre ello pero sobre todo una gran aceptación, especialmente cuando se pormenorizan los motivos que Marta tiene para incluirlas. La explicación a las marcas es que ella quería hablar de dos mundos radicalmente distintos y uno de ellos era una jaula de oro, el de Misia. Por eso las constantes referencias al mundo del lujo y a las diferencias que en ese mundo existen. "Si ahora aparece un tipo en un Ferrari amarillo y otro en un Jaguar verde, seguro que acabaremos pensando que el primero es un futbolista con ganas de aparentar". A Misia es como si se la hubiese obligado a llevar encima las marcas, están incorporadas a su vida y Marta tenía muy claro que quería que se viese eso exactamente. "Es algo que también está muy presente en otras novelas como American Psycho y lo que buscaba es que al principio se viesen pero que luego ya no fuesen necesarias, por eso van desapareciendo a lo largo de la novela. Si hoy volviese a escribir el libro posiblemente quitaría algunas pero no porque a mí me molesten o por lo que alguien haya podido decir, sino porque creo que yo misma condiciono que se vean de cierta manera".

También el libro cuenta con descripciones de hoteles (en España, Londres, Venecia...) y restaurantes tanto de alto nivel como otros no tan glamurosos de barrios de Madrid como Mañasaña. Los detalles son exquisitos y están contados con minuciosa precisión para que podamos "ver" cómo son, qué es lo que podríamos encontrar en ellos. Con eso pretendía hacer una crítica social muy concreta del ambiente en que se mueve Artigas. Esos hoteles y los lugares que describe son sitios que ella conoce de primera mano. Y si no es en primera persona, se documenta de manera exhaustiva hasta hacerlos suyos. Nos habló también con detalle de lo mucho que trabajó los perfiles psicológicos de los personajes para que el lector sepa en todo momento cómo viven, cómo sienten, cómo huelen, cómo son. Y desde luego, ha tratado de que todos los lugares en los que ellos están el lector pueda verlos también. Para las escenas más duras, las de la guerra en África, contó con la ayuda tanto de Arturo Pérez Reverte como de Jon Sistiaga y de Alfonso Rojo. Fue Jon Sistiaga quien le dio la clave de la escena más brutal de la novela: "lo peor que te puede pasar en la guerra es que le falles a un amigo".

El nombre de Toni Roures (Robles es Roures en catalán y Carvalho en gallego) lo puso como homenaje a Manuel Vázquez Montalbán. Y de hecho nos avanzó que ya tiene en mente una segunda novela con él de protagonista. Respecto al sexo que contiene la novela, que es bastante y muy explícito, dejó claro que no la convierte en una novela erótica en absoluto. El sexo que se describe en muchas escenas con detalle es un sexo duro, vacío de amor, un sexo de infidelidad que tiene connotaciones de muchos tipos, pero no es erótico. "Las escenas están descritas desde una perspectiva muy particular, la mía. Fui eligiendo las palabras para que no hubiese ni una sola malsonante". Además Marta insistó en que quiso que en esas escenas tanto hombres como mujeres se reconocieran. Durante muchos años han sido los hombres los que han escrito estas escenas describiendo lo que creían que sentían las mujeres. Últimamente "han tenido que ponerse las pilas porque ahora las mujeres lo pueden contar en primera persona". Quiso dejar claro que, a pesar de las etiquetas y el márketing, la suya no es una novela erótica porque "no se trata de pillar un calentón al leerla, sino que el sexo es parte de la propia novela"

En A menos de cinco centímetros está presente en todo momento  la conveniencia o no de decir la verdad, que es la línea argumental de la inmortal Rojo y negro de Stendhal. Como también está presente el cinismo puro que se desborda en las conversaciones que mantienen los protagonistas acerca de la infidelidad. Ahí es donde aparece el espíritu de Las amistades peligrosas de Chanderlos de Laclos. De ahí ese constante sube y baja de cinismo en el que todo vale para ver hasta dónde se aguanta. "Es una especie de juego de floretes" afirmó. Esta convencida de que con los malos personajes, con los malvados, es como se hace buena literatura. Las grandes historias cuentan con grandes malvados. Además está convencida de que leer sobre personas que se ven sometidas a experiencias duras o límites también sirve para aprender. "Quería que los lectores reflexionasen sobre lo cómplices que podemos llegar a ser en determinadas cuestiones que siguen estando ahí, como los matrimonios de conveniencia". Realmente su intención era que de cada tema que ella hablaba en la novela se sacase una reflexión. 

Como veis, la conversación dio para mucho. Y sirvió para poner sobre la mesa todas las dudas y opiniones que teníamos sobre A menos de cinco centímetros, una novela que no puedo dejar de recomendar porque es mucho más de lo que parece, mucho más que las etiquetas que le han colocado. Hay en ella una gran crítica social, reconocibles paisajes madrileños, periodismo,  música, guerras oscuras y terribles, organizaciones que actúan en la sombra, temas sangrantes como la trata de mujeres. Merece la pena dejarse seducir por esos cinco centímetros e ir acortando las distancias.

Gracias Marta por compartir con nosotros una tarde tan estupenda.


jueves, 1 de junio de 2017

UNA FAMILIA IMPERFECTA de Pepa Roma

¿Realmente existen las familias felices, las familias perfectas? ¿Esas que salen en los anuncios de Navidad o en los de las vacaciones de verano, llenos de sonrisas, complicidad y sin problemas aparentes? Quizá sí. O quizá es lo que yo hubiese deseado para mí. Para tener recuerdos felices de infancia, supongo. Pepa Roma, en Una familia imperfecta, nos trae el retrato de la familia de Cándida, una mujer que roza los sesenta y que está llena de goteras emocionales. Es una lectura que nos araña, que remueve, que hace pensar y que nos muestra cuántas heridas y traumas nos pueden crear quienes más han de querernos. Y lo que es peor: que lo hagan amparándose en la hipocresía de que lo hacen precisamente por eso: porque nos quieren. No hay dolor más lacerante en el mundo.

Una familia imperfecta es una gran novela, pero no es una lectura de fácil digestión. Infancias rotas, historias familiares complicadas, una madre dominante y egoísta, la enfermedad del hermano, los recuerdos incompletos y dolorosos hacen de este libro un mosaico en gama de grises de lo que debería ser un refugio sólido: la familia de Cándida. Pero también nos llevará a partes poco conocidas de cómo se vivió la Guerra Civil en Cataluña, especialmente en las zonas rurales.

LA AUTORA: PEPA ROMA


Nacida en La Sentiu, en Lérida, se trastadó muy pequeña a Barcelona con su familia. Es Licenciada en Ciencias de la Información y Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Barcelona. Viajera incansable, ya con 16 años decició ir a París completamente sola y posteriormente con su madre visitó varios países europeos. Vivió por temporadas en la India y en Australia, donde hizo un curso de fotografía que le abrió las puertas de varias revistas y publicaciones en España. También dio el salto a África para recorrer diferentes países de aquel continente. A su regreso retomó los estudios en la Universidad y ya con el título de periodista, volvió a viajar a África para trabajar como freelance. De allí volvió con entrevistas a personajes relevantes y un buen número de reportajes que se publicaron en Diario 16 y La Vanguardia.

Durante dos años trabajó en "El periódico de Catalunya" y posteriormente se trasladó a Madrid para  trabajar en TVE, en los informativos y en Informe Semanal.  Desde entonces ha trabajado también en otros medios de comunicación tanto aquí como de enviada especial en lugares, incluso, con graves conflictos. En 1997 obtuvo el Premio Andalucía de Novela por Mandala y en 2011 ganó el Premio Azorín de Novela por Indian Express. Además cuenta en su haber con varios libros de ensayo.

CÁNDIDA


Narrada en primera persona por Cándida, una mujer camino ya de los 60, la novela es el relato de una profunda crisis vital. Hija mayor de una familia acomodada venida a menos, Cándida deja a su marido en Madrid y vuelve a su Barcelona natal para acompañar a su madre, una mujer despótica y resentida, hasta la residencia donde pasará sus últimos meses de vida. Sus únicos familiares son su hermano Ángel, enfermo de cáncer, y su tía paterna que, en la juventud de Cándida, fue un referente de modernidad y liberación. Madre y tía, enemigas encarnizadas, son las guardianas de los secretos familiares que se van a ir revelando a lo largo de la novela. A medida que Cándida va descubriendo lo que su propia familia se ha dedicado a ocultar durante décadas, asistimos también a la historia de una saga familiar formada por descendientes de la burguesía barcelonesa y terratenientes de provincias.

Centrada en personajes que tenían aun la guerra y la posguerra aun muy cerca, su peso se hace sentir en la Cataluña que reencuentra Cándida a su regreso. Una novela que habla de mujeres a las que el acceso a la educación y la cultura no sirvió para salvarse de los demonios familiares que las perseguían siempre.

UN MINUTO AL SOL


No es Una familia imperfecta una novela de la que se salga sin más. Deja un poso mitad amargo y mitad doloroso que no es sencillo de digerir, aunque al final haya una cierta redención. Creo que cualquiera que se acerque a la novela va a descubrir pedacitos de sí mismo o de su propia historia en algún momento, incluso aunque su familia haya sido la más faliz del mundo. Para muchos, los episodios de la enfermedad de Ángel podrán ser devastadores. El cáncer es una terrible realidad para muchos y aquí está contada con crudeza pero también con el filtro de la personalidad de Ángel, que parece aceptar cada cosa que le llega con naturalidad a pesar de lo que le supone. Le basta con poder sentarse en un banquito al sol y fumarse un cigarrillo para volver a sonreir.

Los nombres de Cándida y Ángel están elegidos de forma certera. Cándida, que apenas estudió, es la imagen de cierta ingenuidad. Una mujer que, aunque es testigo de su tiempo y de hechos que conmueven, no se rebela y tira adelante con toda la carga que le van echando encima y que ella misma se echa. Ángel es un hombre desvalido, alguien un poco seráfico y también un poco luminoso en quien la dignidad natural está por encima de lo que le va sucediendo. La relación de ambos con su madre es de sumisión ante el tirano. Cándida, que marchó a Madrid poniendo en cierto modo tierra de por medio, no puede negarse al requerimiento materno de que vuelva y se haga cargo de todo lo que supone el traslado a la residencia. Y lo hace con una resignación que en ocasiones se hace complicado de entender para quienes no han sufrido a alguien de las características de la madre de Cándida. Ángel, a pesar de estar enfermo, lo único que busca es la aceptación, que su madre esté bien aunque él se esté deshaciendo por dentro.

La madre. Ese personaje aborrecible, al que detestamos desde su primera aparición, mantiene a sus hijos atados por una cuerda de miedo y temor. Ninguno de los dos es capaz de romperla. Es una mujer castrante, despótica, pendiente sólo de sí misma y de sus caprichos, que quiere ver a sus hijos moviéndose únicamente a su compás. Y humillándolos en cuanto tiene la ocasión. Es devastador escucharle decir, ante la noticia de que su hijo está mal, con quimioterapia y debilitado, que es ella la que está enferma y se va a morir mientras sigue exigiendo desde su egoísmo frío y casi aterrador. Personalmente me han dolido más las páginas en las que la madre está presente que las de la enfermedad de Ángel. He vivido las dos cosas (sólo la segunda con mi madre) y la primera siempre deja enormes goteras en el alma, esas que puedes pintar y disimular, pero que acaban saliendo de nuevo empapándote de dolor.

Las visitas a su tía paterna, en el pueblo, nos mostrarán esa parte de la historia familiar antes de que Cándida naciese, cuando su madre y su padre fueron niños y crecieron. Y también la historia de la zona más rural de Cataluña durante la Guerra Civil, un episodio no demasiado conocido y que aquí se nos narra con crudeza pero también con claridad.

Cándida a veces desespera al lector. Muchas veces no alcanzamos a entender su empecinamiento por mantenerse al lado de su madre. Quizá es más comprensible cuando lo hace por buscar una cura para su hermano, aunque en ocasiones roza la obsesión. No es consciente de que su propio matrimonio se viene abajo con estrépito, que las continuas ausencias están abriendo un hueco que va a ser imposible cerrar. Cándida se va convirtiendo en portavoz del legado familiar pero no tiene muchas ideas propias. La mayoría se las han dado. Y hay ciertos recuerdos de su niñez que van abriéndose paso en su mente y que quizá explicarían muchas de las cosas que ha ido viviendo desde entonces.


Hay también en Una familia imperfecta una clara crítica política hacia los movimientos independentistas y el tema de la identidad nacional. Hasta hace un tiempo, las familias conocían su historia y sus raíces desde dentro de ellas mismas. Hoy, en una Cataluña muy politizada, con un fuerte desarraigo por parte de gran número de sus habitantes, la mayoría se guía por lo que se cuenta en la televisión o lo que vocean los políticos. Quienes tienen claros sus orígenes y saben cuáles son sus raíces no tienen problema con el tema de España ni luchan contra ella. Pero quienes ahora viven allí sin ese ancla familiar, sin memoria propia, han encontrado una falsa identidad nacional que hace que los llegados de fuera sean más independentistas que los catalanes de siempre.

Escrita en primera persona, Cándida se nos muestra con todos sus miedos, sus certezas y sus convicciones. A través de ella sentiremos el odio visceral a su madre y a todo lo que representa; compartiremos los recuerdos de su vida y de su padre, un hombre desdibujado siempre a la sombra de la madre; viviremos el amor incondicional por su hermano, ese hombre adulto pero casi niño, que acepta lo irremediable con una entereza impactante. Y veremos lo que ella no ve: cómo está hipotecando su vida por obligaciones que ella misma se impone y que no es capaz de evitar ni dejar a un lado.

Una familia imperfecta es una gran novela con un dibujo de personajes impecable, de los que nos hacen posicionarnos sin remedio. También es un gran escaparate de Barcelona, de sus barrios y modos de vida, de la inmigración de los pueblos a la gran ciudad, de esos rincones de la historia menos conocidos. Pero sobre todo es la vida de Cándida, a la que iremos comprendiendo un poco mejor a medida que las páginas avanzan y a la que acabamos por querer acompañar y prestar nuestro hombro para unas penas que sólo ella soporta. Ha sido mi primera novela de Pepa Roma, pero seguro que no es la última.

Y es que, en realidad, en esta novela seremos conscientes de que todos sólo queremos nuestro minuto al sol.