miércoles, 28 de diciembre de 2022

SIN ALMA de Sebastián Roa

 

Que Sebastián Roa me tiene ganada como lectora desde hace tiempo es un hecho incontestable. Me gusta cómo elige los momentos históricos, me gustan sus personajes, me gusta su ambientación y, sobre todo, me gusta la naturalidad con la que escribe, sin ampulosidad ni perdiéndose en largos párrafos de esos de "situar el contexto" que acaban por sacarte de la lectura. Me enganché a sus novelas con Las cadenas del destino, que era el final de su Trilogía Almohade y que después devoré enterita, y desde entonces no hay libro suyo que no esté en mis estanterías. A Sin alma le tenía unas ganas especiales. Quizá porque, sin saber apenas nada de su contenido, tenía la sospecha de que su Simón de Monfort poco iba a tener que ver con el "canónico". Y, para qué negarlo, la posibilidad de que los cátaros dejasen de aparecer como buenísimos, blancos, castos y puros me hacía gotear el colmillo. Mi vena malévola, sí. 

Fue empezar a leer y me quedé pegada a sus páginas. Primero por su arranque, uno de los mejores que he leído últimamente, y que llega a erizar la piel. Después, por ese modo que tiene Sebastián de meternos hasta las trancas en la época y en la piel de los personajes, en sus pensamientos, sus certezas, sus dudas, sus miedos. Además, para rizar el rizo, consigue que empaticemos con un personaje que en el último siglo y medio ha sido considerado un monstruo sanguinario y cruel. Pero claro, la pregunta a hacerse es: ¿realmente Simón de Monfort era así? O, si optamos por seguir las tesis oficiales, ¿por qué Simón de Monfort era así? Venid, que os lo cuento.

"MATADLOS A TODOS. DIOS RECONOCERÁ A LOS SUYOS"

Principios del siglo XIII. Simón de Monfort ha pasado tres años de infierno en una mazmorra en pleno desierto sirio. El precio que ha tenido que pagar para poder salir de ella y volver a casa ha sido su propia alma, perdida por un hecho espantoso que le perseguirá toda su vida. Llegar a Normandía, a su hogar, a su señorío, es su prioridad, como también reencontrarse con Alix de Montmorency, su esposa. En su camino se va dando cuenta de que las cosas han cambiado mucho, que el mundo ya no parece el mismo y su casa y su esposa, al reencontrarlas, tampoco. Son tiempos complicados y para Simón y Alix aún se complicarán más. Su caída en desgracia, además de los remordimientos, no hacen sino empeorar su situación. La inminente guerra entre Francia e Inglaterra parece cavar aún más hondo en sus desdichas.

Simón de Monfort necesita redención, obtener el perdón y perdonarse. Y la respuesta quizá esté en el sur de Francia, una tierra sometida al caos, a la barbarie y la violencia, en la que una herejía amenaza con poner en jaque a la Iglesia y a la propia Francia. La situación allí es una cuna de odios y enfrentamientos, en la que ambos bandos de una sociedad dividida no dudan en usar todas las armas a su alcance para matar o morir. Allí Simón de Monfort luchará por lo que cree, incluso si ha de enfrentarse a un rey invicto y poderoso, mostrándose como un gran guerrero. Pero ¿será todo esto suficiente para descargar su conciencia?

¿Está Sebastián Roa hablando de los cátaros? Pues sí, en efecto. Simón de Monfort luchó en la Cruzada Albigense, convocada por el papa Inocencio III y con apoyo del rey francés contra la herejía que se levantaba en los territorios del sureste de Francia, en el Languedoc. Sin embargo en ningún momento de la novela aparece la palabra "cátaro". Quizá este sea un primer motivo, además del resumen, para interesaros por la novela. Y, antes de desgranar un poquito el libro, explicaré por qué me goteaba el colmillo: porque estoy hasta los gemelos del sur de la leyenda de los cátaros como seres de luz, buenos, piadosos, herederos puros del cristianismo, viviendo en una sociedad armónica y pacífica, que fueron sometidos a sangre y fuego por los "malos" venidos del norte porque no toleraban sus creencias. Es curioso que esta visión sea muy reciente: realmente comienza en el siglo XIX gracias a autores como Napoleón Peyrat, que pone mucho empeño en idealizar un movimiento herético y una sociedad concreta. Claro que estamos en el inicio de los "movimientos identitarios" (nacionalismos, vaya, que la "Renaixença" catalana surge entonces también) y todos ellos necesitan una justificación, una historia (aunque sea falsa como un duro de plomo) y un enemigo terrible que los martirice. Al hilo de él y de autores que le siguieron la estela, a lo largo del siglo XX estas ideas tan peregrinas como falsas fueron tomando carta de naturaleza gracias a los cientos de libros dedicados a esos cátaros imaginarios. Mencionaría de forma especial El enigma sagrado (del que Dan Brown obtuvo toda su información para El código Da Vinci, por lo que fue denunciado por plagio) y La tumba de Dios. Investigad, investigad, que el tema lo merece.

Una vez desahogada (solo un poco, pero me vale), sigamos con Sin alma.


Estamos, ante todo, con una novela histórica apasionante, tanto en su planteamiento como en su desarrollo. Sebastián Roa utiliza los tres años de los que nada se sabe de lo que le ocurrió a Simón de Monfort tras participar en la IV Cruzada para un arranque, como os decía al principio, tremendo, duro y realmente estremecedor. A partir de él, la figura de Monfort, que ha quedado devastado, tendrá que superar muchas adversidades, algunas que casi le parecerán insalvables, hasta que halle un motivo que le empuje a conseguir redimirse. La culpa la lleva enquistada. Junto a él, su esposa, Alix, un pedazo de personaje que demuestra que las mujeres de la época no eran débiles florecillas escondidas en las torres de sus castillos y que también arrastra su propia culpa, aunque por otros motivos, enfrentándose a ella rozando el fanatismo religioso. El otro personaje femenino de peso es Azalaís, una trovadora occitana de la que apenas hay datos históricos, pero a la que Sebastián dota de una personalidad arrolladora.

Sin alma no nos va a narrar la Cruzada Albigense con todo lujo de detalles. Está ahí, si, casi de forma constante, pero creo que son más importantes todos los movimientos e intrigas políticas, las batallas y la evolución de los protagonistas, porque todo ello nos crea una imagen vívida de lo que sucedió y lo hace, como también señalaba antes, con una profunda naturalidad. Las cosas eran así en ese momento, dejemos de pasarles el filtro de nuestra visión. Personalmente me encantó reencontrarme con el rey Pedro II de Aragón, un monarca admirable por muchas cosas (y no, no fue a defender a sus amados súbditos cátaros, otra "leyenda" muy repetida) y revivir la Batalla de Muret, magníficamente narrada, como todas los otros episodios bélicos de la novela. Sin caer en lo "gore", Sebastián Roa nos muestra toda su crudeza desde dentro pero como parte de la historia y de los sucesos que se vivieron, no estructura la narración orientándola solo hacia las batallas.

Creo que es bastante evidente que os recomiendo con pasión Sin alma. Seguro que os va a sorprender, a emocionar y hasta a hacer sentir algún escalofrío, pero sobre todo os va a mantener pegaditos a sus páginas hasta el final. Y si, además, os hace interesaros por la época y lo que sucedió en el sur de Francia, mejor aún. Las barbaridades las cometieron todos, ninguno de los bandos se libró de su ración de sangre y brutalidad. No sé si Dios eligió o no a los suyos, posiblemente ni siquiera estaba mirando.



jueves, 22 de diciembre de 2022

CAUTIVAS de Paz Fanlo (DESCUBRIENDO NUEVOS AUTORES)

 Siempre digo que una de las mejores cosas que me han sucedido en los últimos años ha sido primero conocer y después participar activamente en el Certamen de Novela Histórica de Úbeda. Y no solo por todo lo que me aporta (poder disfrutar de un ambiente único y compartir presentaciones, charlas, mesa, mantel y hasta copas con los diferentes autores que pasan por allí cada año) sino por la posibilidad de conocer a personas estupendas de la organización y de la Comisión Lectora, un ejemplo de dedicación y de amor al evento y a la literatura. Precisamente en la Comisión Lectora conocí a Paz Fanlo gracias a las reuniones por Zoom que se organizan para valorar los manuscritos que llegan. Paz tiene una habilidad extraordinaria para diseccionar las obras que le tocan y sabe extraer los pros y los contras con detalle. Hace pocos meses nos avisó de la publicación de su novela Cautivas y fue tan amable de enviarme un ejemplar firmado. Y como para lo autores noveles cualquier ayuda es poca, aquí estoy, dispuesta a que conozcáis la novela.


Publicada por la editorial Tugia, Cautivas es una novela corta que se lee con agrado y que nos lleva al siglo XVI, arrancando la acción en Granada. Es María, nieta de moriscos, la que nos va a contar la historia de su abuela Ana, de cómo fue capturada y convertida en esclava y de las muchas vicisitudes que le tocaron vivir. Una época compleja, en la que las religiones se convertían en armas arrojadizas y en la que se cometieron muchos desmanes tanto de un lado como de otro. 

"NO PROCLEMÉIS LA LIBERTAD DE VOLAD, DAD ALAS" - MIGUEL DE UNAMUNO

Tras la rebelión de las Alpujarras, una parte de la población morisca, de quienes se temía que fuesen a ayudar a los turcos su atacaban las costas españolas, es sometida a la esclavitud. Serán los más débiles, las mujeres y los niños, quienes sufran en especial este castigo y acabén siendo simple mercancía primero en manos de los tratantes de esclavos y después en las familias que podían permitirse comprarlos. Ana y Muley regentan un puesto de dulces en la plaza de Bib Rambla, en Granada, y tienen una hija de dos años, Ysabel. Tras la rebelión morisca en el sur, en la que se enrolaron muchos hombres moriscos, Muley entre ellos, su derrota provocó que el ejército entrase en las ciudades levantiscas para acabar con cualquier foco de resistencia. En una de esas acciones, Ana y su hija son capturadas y vendidas en el mercado de esclavos de Guadix. Tras un periplo largo y extenuante, llegarán a Coria para servir en casa de don Alonso y doña Catalina. Allí comenzarán una nueva vida manteniendo siempre la llama de recuperar su libertad.

Como os decía arriba, la historia de Ana e Ysabel nos la va a contar María, nieta de Ana e hija de Ysabel. Gracias a las conversaciones con su abuela, va reconstruyendo la historia familiar desde los tiempos en que sus abuelos vivián libres en Granada. Con unas pocas pinceladas al principio de la novela, Paz Fanlo nos coloca en el contexto histórico, sin explayarse demasiado, para arrancar la peripecia de Ana y su hija. La historia se va desarrollando de forma amena, que nos permite acompañar a las protagonistas en su penoso camino hasta Coria y, posteriormente, cómo se desarrolla su vida allí. El deseo de Ana será siempre la libertad, si no para ella, sí para su nieta, nacida en cautividad.

El viaje que realizan las protagonistas con Gutierre, el tratante de esclavo, da ocasión a la autora para llevarnos por diferentes localidades para conocerlas tal como eran en la época. También aprovecha para hablarnos de costumbres, de personajes reales y hasta de gastronomía para enmarcar aún más lo que nos narra. Tendremos noticias de Hernando de Talavera, de Aben Humeya, de Diego Tello de Deza y hasta de la "Tutarra", una figura entre mito e historia, que vivía en la Sierra de Turmantos y que había jurado vengarse de todos los hombres.

Cautivas es realmente un alegato en pro de la libertad en la voz de mujeres que supieron sobreponerse a los peores momentos. Y, en cierto modo, una reivindicación del pueblo morisco, que ha quedado un tanto desdibujado con el pasar de los siglos. Obviamente, al estar contado todo desde el punto de vista de mujeres moriscas, se defiende más su posición, pero no hay que olvidar que en la sublevación morisca también se cometieron tremendas atrocidades por parte de estos. La época era la que era y a las protagonistas les tocó una parte penosa, pero, a pesar de todo, con cierta suerte ya que sus "amos" no resultaron ser crueles ni especialmente duros.

Como siempre digo, merece la pena dar la oportunidad a los autores que empiezan y, con Cautivas, Paz Fanlo ha puesto la primera piedra de su particular construcción literaria. Mucha suerte, Paz.

lunes, 19 de diciembre de 2022

LOS INCOMPRENDIDOS de Pedro Simón

Qué ganas tenía de leer la nueva novela de Pedro Simón. Sigo teniendo muy presente la anterior, Los ingratos, que no dejo de recomendar, porque fue una de esas lecturas que te dejan tatuajes en el alma, que se quedan contigo siempre y a las que vuelves de vez en cuando para releer un capítulo, una frase. O para que se te vuelva a erizar la piel con un recuerdo que aparece siempre en tu memoria en determinada página. Con semejantes antecedentes, cómo no querer más del autor. Cómo no buscarle con ansia, casi con un poquito de síndrome de abstinencia que he ido tapando con sus artículos y columnas. Cuando aún quedaban días para la publicación de Los incomprendidos, la editorial Espasa ofreció la posibilidad de leer las primeras páginas. Y en ellas me quedé. La primera frase fue con un puñetazo en el plexo solar y, a medida que leía, casi podía escucharme a mí misma y a mis hijos, cuando tuvieron la edad de la protagonista. Un dejá vu que arañaba un poquito, como cuando te queda arena en los zapatos.

Aquellas primeras páginas me dejaron con cierta ansiedad lectora. Como cuando te apetece mucho comer algo en concreto, en la nevera no tienes nada ni siquiera parecido y tratas de sustituirlo con una fruta, un yogur o un trocito de jamón. También es verdad, y lo confieso, que cuando la novela llegó a mis manos no me lancé a leerla; la llevé a la mesilla y esperé a la noche, cuando el silencio permite escuchar hasta tus propios pensamientos. Porque eso pasaba con Los ingratos y pasa con Los incomprendidos: lees y escuchas a los protagonistas, pero al tiempo te escuchas a ti misma recordando. O apostillando algo. Y eso es lo que quiero compartir con vosotros.

CUÁL SERÍA EL PRECIO DE UN ABRAZO

Javier y Celia son un matrimonio a los que la vida parece tratarle bien. Tienen profesiones que les gustan, una vida más o menos plena y dos hijos a los que adoran. Él trabaja para una editorial y Celia es neumóloga en un hospital. Viven en un piso en Carabanchel que se les ha quedado pequeño y deciden buscar algo más grande, prosperar, como tantas familias. Hasta que todo da un vuelco cuando, para celebrar las buenas notas de Inés, la hija mayor, organizan una excursión a Pirineos. Un viaje que les cambiará la vida para siempre y el inicio de otro viaje mucho más doloroso y complejo. El de la infancia a la adolescencia. El de los gritos y juegos en el salón al silencio de la puerta del dormitorio cerrada. El de la culpa. El de los recuerdos. El del pasado que no nos deja caminar como antes.

Y aquí estoy de nuevo, conmovida, sientiendo que buena parte de lo que Pedro Simón cuenta en esta novela podría contarlo yo. Quizá no igual; seguramente con muchos matices diferentes, pero sí con esa sensación que solemos tener los padres de estar equivocándonos constantemente, de no encontrar, en muchas ocasiones, la llave que abra esa puerta cerrada de un portazo tras el enésimo choque con tu hijo. Claro, yo también fui adolescente e hija, y también puedo sentir como propios los pensamientos de Inés, sus inseguridades, sus traumas. Nuestras vidas son diametralmente opuestas, pero la he entendido muy bien.

Los imcomprendidos se articula con dos voces narrativas: las de Javier e Inés, padre e hija, que nos hablan directamente y en primera persona. Javier trata de lidiar con la incomprensión, con los silencios, con las preguntas que solo reciben un monosílabo como respuesta y con la culpa, una culpa que le va carcomiendo. Inés, la adolescente, que se comporta de forma muy distinta a lo que de verdad siente, que lucha también con sus complejos, sus dudas y su culpa. Ella también. Y también la está devorando. A Celia, la madre, la vemos desde los ojos de Javier y de Inés. Y la descubrimos tan desbordada como al padre, pero intentando una y otra vez demoler el muro callado y hostil de su hija. En realidad, eso es algo que hacen los dos, aunque con tácticas diferentes.

La tía Clara, la hermana de Javier, es el contrapunto a la situación familiar. Soltera, sin hijos y con una extraordinaria capacidad para el optimismo, es el refugio de Inés. Ella parece comprenderla bien, la acoge cuando se desatan las tormentas y le cubre las espaldas cuando la jovencita quiere salir de fiesta con sus amigos sin que se enteren sus padres. Pero es también su paño de lágrimas y la que, de algún modo, trata de mediar. Mujeres como ella son fundamentales en una familia porque tienen las mejores cosas de una madre ahorrándose lo malo de serlo. Generosa, sabia, alegre... la tía Clara siempre está para Inés y eso, para ella, es impagable.

Y por otro lado tenemos a los padres de Javier, que forjaron su propia historia en un piso diminuto, pasando penurias económicas, levantando la familia como pudieron, con sus errores y sus pequeñas alegrías. Ellos también están siempre ahí. Hay capítulos en los que Javier recuerda su infancia y su propia adolescencia, la vida en aquel pisito con sus hermanos, las estrecheces de cada día, los buenos ratos, la Navidad con la caja del Belén que su madre, aún hoy, saca religiosamente y al que nadie ya ayuda a montar. Ellos son el bastión, la fortaleza en la que refugiarse si todo va mal. 

Los incomprendidos habla precisamente de eso, de la incomprensión entre padres e hijos especialmente, la que pasa de generación en generación pero de diferente manera. Nos hace ver como hoy día, anque parezca mentira, los adolescentes lo tienen mucho más complicado. Nuestros padres venían de una generación muy diferente, de la posguerra, en la que hablar o hacer grandes demostraciones de cariño no era lo habitual. Como nos dijo Pedro Simón en el encuentro que mantuvimos con el Club de Lectura, los silencios entre padres e hijos de entonces tenían que ver con lo humano, con esa educación diferente. Los silencios de hoy tienen que ver con lo tecnológico, con la búsqueda de una felicidad ficticia por creer que a los demás les va muy bien y a ti no. 

Esta novela es más dura que Los ingratos, nos araña más, nos duele más. Pero, como la anterior, deja un poso innegable y duradero. Es para los padres, pero también para los hijos, para intentar comprender, para tener claro que cuando hablamos, cuando ponemos voz a los problemas, a los miedos o a los traumas, conseguimos que estos dejen de crecer o que, al menos, aprendamos a enfrentarlos. Que el silencio, aunque creamos que sirve para proteger, se puede convertir en frío resentimiento. Y que hay que levantarse cada día y seguir intentándolo. Siempre.


miércoles, 7 de diciembre de 2022

LOPE DE VEGA. EL DESDÉN Y LA FURIA de Blas Malo

No lo puedo evitar, hay personajes históricos que me caen bien porque sí, al margen de sus azarosas vidas, sus pendencias o sus esquinas oscuras. Y con Lope de Vega me pasa, quizá porque el tipo debía ser un pieza de cuidado envuelto en un talento descomunal. Con un poco que sepamos de su biografía ya nos hacemos una idea de su personalidad y de sus muchos "asuntos", tanto literarios como de faldas, que más de una vez le hicieron batirse, huir o buscar protección. A veces las tres cosas al tiempo. Pero me cae simpático, no lo puedo evitar. Cuando vi la recreación del personaje en mi admirada y añorada serie El Ministerio del Tiempo, me rendí con armas y bagajes. Creo que mantendré en mi memoria siempre la escena en la que Lope, fiel a sí mismo, requiebra con versos a Amelia y Julián, que está hasta las narices del rapsoda, le responde con una estrofa de Maneras de vivir, de Leño. Absolutamente impagable.

En El desdén y la furia, Blas malo nos acerca mucho a la figura humana de Lope, la que trasciende al genio literario. Lope era un coloso, un gran superdotado capaz de escribir comedias con una facilidad pasmosa y, además, permitirse innovar. Su éxito en vida fue clamoroso, aún lo es, y en esta novela vamos a conocerle más de cerca. Venid, que os lo presento.

"NO SÉ LA RAZÓN DE LA SINRAZÓN QUE MI RAZÓN AQUEJA" - LOPE DE VEGA

La corte de Felipe III se encuentra en Valladolid, donde nobles y artistas tratan de obtener el favor real y agasajar al rey de todos los modos posibles. Pero el todopoderoso valido, el duque de Lerma, de nuevo medra para trasladar, otra vez, la corte a Madrid (y, de paso, lucrarse a lo grande, pero eso os lo cuento otro día) y comienzan todos los preparativos para el viaje. Mientras, en las calles de la que fue capital del reino y que volverá a serlo, se ha desatado una lucha feroz: el inesperado y gran éxito de un "viejo cascarrabias" metido a prosista frente al descaro y el talento de un joven autor dispuesto a desbancarlo. Y es que Lope de Vega es carismático, alegre y seductor y de su enfrentamiento con Cervantes no se va a librar nadie, ni siquiera Quevedo ni Gongora. La fama de Lope y las noticias de sus querellas con Cervantes se van extendiendo por todas partes y hasta el rey deberá acabar eligiendo entre ambos. Poeta, mujeriego, soldado, asaltaconventos y hasta cura, la vida de Lope de Vega se nos va descubriendo en las páginas de este libro, tan entretenido como apasionante.

Todos los que amamos la literatura y Madrid sabemos de las peleas y el odio que se profesaban Quevedo y Góngora, pero os aseguro que la que mantuvieron Cervantes y Lope de Vega no le va a la zaga. Lope consideraba a Cervantes un simple "escritorzuelo" y solía quejarse, ante quien quisiera oirle, que Cervantes le había copiado su comedia El abencerraje para crear a Don Quijote de la Mancha. También estaba enemistado con Góngora, porque este despreciaba su fama y la facilidad con que escribía sus obras. Pero lo suyo con Cervantes perduraría hasta la muerte de ambos.


En El desdén y la furia nos vamos hasta el comienzo del siglo XVII, con la mayoría de los escritores de cierto fuste brujuleando alrededor de la Corte. Lope, sin embargo, permanece en Toledo, donde ha de mantener dos casas: la de su legítima esposa, Juana de Guardo, y la de su amante oficial, Micaela de Luján. Las bocas a alimentar se van multiplicando en ambos hogares y, aunque Lope no deja de escribir y de acudir a los impresores para que publiquen sus comedias, los bajos precios están haciendo mella en su bolsillo. Y a todo esto había que sumarle el plagio, que ya existía en la época. Las obras de Lope se copiaban continuamente y no era sencillo identificar a los autores de tales mañas.

La falta de dinero hace que Lope se busque un mecenas y el elegido es Luis Fernández de Córdoba, Conde de Cabra y Sexto Duque de Sessa, tan mujeriego como él y con una gran cantidad de cartas por escribir y responder, tanto a sus amantes como a otros personajes nobles a los que trata. Lope deberá hacerse cargo de esa correspondencia, lo que no le va a dejar tanto tiempo para escribir. Quizá. O quizá no.

La novela comprende el periodo entre 1604 y 1635, con Felipe III en el trono tratando, a duras penas, de mantener el inmenso imperio que le dejó su padre (tarea que no está llevando demasiado bien). La crisis demográfica era una realidad patente debido a las guerras, las hambrunas, la emigración a las Indias, las plagas de peste...a lo que se sumó la expulsión de los moriscos, casi 300.000, en 1609. Las ciudades se habían convertido en refugio de campesinos buscándose la vida, pero también buscaban entretenimiento y ahí estaba Lope de Vega, el autor de comedias más famoso, para conseguirlo. Él no se ceñía a los cánones, siempre estaba buscando nuevas fórmulas para sus obras.

En El desdén y la furia, Lope de Vega está acompañado por su eterno amigo, Claudio Conde, que le protegía de las sospechas de todas sus mujeres, especialmente las de su sufrida esposa y su amante oficial, además de estar al quite de la crítica y de los malhechores que le rondaban, que no eran pocos. Lope de Vega escribió tanto como amó y, al tiempo, despachaba lacorrespondencia del Duque de Sessa. El cómo consiguió tal producción literaria es la pregunta que, a día de hoy, muchos expertos se hacen. Si fueron casi 1800 comedias ¿cómo lo hacía? ¿Escondía algún secreto?

Lope de Vega. El desdén y la furia es una gran novela histórica, rigurosa en los hechos y con la ficción perfectamente dosificada, tal como le gustaba al propio Lope. Nos acerca a la figura del escritor y la humaniza mostrándonos todas sus facetas, las buenas y la no tanto. Polifacético, con un carisma innegable y un alto concepto de sí mismo, estoy segura de que hoy no estaría muy contento, con lo que le gustaba la fama, de lo poco en cuenta que se le tiene. Pero esto sí que es otra historia.