miércoles, 19 de octubre de 2022

LARGA VIDA AL CERTAMEN DE ÚBEDA

Cada año, cuando me enfrento contar en forma de crónica lo vivido en el Certamen de Novela Histórica de Úbeda, me suelo quedar con la página de blog en blanco delante y mi mirada se va por encima de la pantalla, más allá del jardín, de la piscina (ahora cerrada y con el agua color otoño) y de los bloques de enfrente. Mis ojos puede que estén aquí, pero ya no veo con ellos, sino con la película de los recuerdos recientes. Y me vuelven los buenos ratos, las charlas en las que aprendo tanto, las conversaciones que no tengo en ningún otro sitio, las comidas conjuntas en las que se habla de todo, la alegria de reencontrarme con amigos y con Úbeda, una ciudad que ya considero parte de mi biografía y de mi geografía sentimental. Pero sobre todo rememoro los abrazos, las sonrisas, el sentirme parte de algo grande y maravilloso que, cada año, brilla más y se hace más importante. Volver cada año a Úbeda es volver a una burbuja de felicidad y pasión compartida. Y asombrarme, cada vez, del inmenso trabajo de los organizadores, con Pablo Lozano a la cabeza, que consiguen que todo fluya como si fuese lo más natural del mundo, aunque sé perfectamente que a veces tienen que hacer puro encaje de bolillos para que todo cuadre. Detrás hay muchas semanas y meses de trabajo, de multiplicarse, de solucionar problemas, de conseguir que autores, medios y público disfruten cada acto. No puedo dejar de reiterar mi agradecimiento: por la complicidad, por contar conmigo de nuevo, por la difusión que se hace de la literatura, de la historia, de la cultura, por las espléndidas recreaciones que consiguen que las calles se llenen de momentos históricos, por el buen ambiente que se crea. Por hacerme feliz, aunque suene cursi.

Este año era el primero del cambio de fecha (pasando de la segunda semana de noviembre a celebrarse del 5 al 10 de octubre), lo que ha facilitado ganar horas de luz de cara a las recreaciones y que el tiempo fuese realmente bueno. Para quienes visitan Úbeda y quieren aprovechar para asistir a alguna presentación o charla de los autores presentes, os aseguro que tienen muchos puntos de interés que se suman al turístico y a la belleza de las calles de la ciudad. Las firmas, por ejemplo, de los autores presentes, siempre son una feliz ocasión aunque, en ocasiones, las colas hayan sido importantes, como con Santiago Posteguillo y Paloma Sánchez Garnica. Y los libreros presentes se han mostrado contentos con las ventas. 


Este año el certamen se abrió el 5 de octubre con la presentación en la sede de la UNED del nuevo libro de Sebastián Lozano, miembro de la comisión organizadora, Los sueños efímeros. El jueves 6, también en la misma sede, tuvimos dos presentaciones más que interesantes. Primero el ubetense Marcos López Herrador, que nos habló de los últimos cien años de la Roma de Occidente, tan poco documentados y tratados, y de su trabajo de seis años para cerrar la trilogía La caída de Roma. Y usó la frase de Jean Cocteau para definirlos: lo hizo porque no sabía que era imposible. A continuación le tocó el turno a Santiago Mazarro, que hizo una defensa brillante y apasionada de su nueva novela, El fuerte de la Florida. Con un manífico equilibrio entre la parte histórica y la ficción, Santiago nos habló de lo olvidada que tenemos la historia de España en los actuales EE.UU. y de cómo allí perviven estos hechos y aquí ni siquiera los conocemos.

El viernes 7 de octubre es el día por excelencia de la llegada masiva de medios, periodistas, blogueros y autores al certamen. Y tras la comida, que dio ocasión para saludarnos y ponernos al día, la primera charla fue la de Alan Pitronello, ganador del VIII Premio de Novela Histórica Ciudad de Úbeda con La segunda expedición, que nos presentaba su segunda novela, Vientos de conquista, en la que vuelve a fechas similares a las de su libro anterior, aunque veinte años más tarde. Fernando, el protagonista, es "la cámara del lector en las Indias, para que viaje en el tiempo y enseñarle cómo era allí la vida" y volvió a reivindicar el mestizaje y a echar abajo la tan manida leyenda negra de la conquista. A continuación Nieves Muñoz nos trajo Las damas de la telaraña, una novela de personajes de carne y hueso que se ven inmersos en stuaciónes terribles, con el telón de fondo de la I Guerra Mundial. Su intención ha sido dar voz a personas normales, de las que nadie habla cuando se habla de historia. Fue una charla emotiva, intensa y que nos tocó, del alguna manera, el corazoncito.


 

A continuación llegaba uno de los platos fuertes del certamen, la presencia de Santiago Posteguillo. A pesar de celebrarse en una sala amplia y con bastante aforo, mucha gente se quedó de pie. Santiago dio una lección magistral no solo sobre Julio César, protagonista de su nueva saga de novelas, sino que se permitió muchos momentos de humor, contando anécdotas realmente divertidas que hicieron que el tiempo pasase volando. Se metió al público en el bolsillo, literalmente. Y estuvo, según me cuentan, más de hora y media firmando. Anécdota: cuando fue a buscar el coche, se lo había llevado la grua. Por suerte todo se solucionó en apenas media hora. Llegó el turno de José Luis Corral, que comenzó fuerte su presentación asegurando que "la batalla de Covadonga no existió". En su última novela, Matar al rey, intenta reconstruir una época sin caer en presentismos: la de Alfonso XI. No dejó a nadie indiferente, desde luego, especialmente cuando dejó caer que Alfonso X era un inútil y lo justificó con tantos datos que ganas daban de ponerse a investigar.

El último acto del día era la entrega del Premio Cerros de Úbeda, a la mejor novela histórica publicada en 2021, que había recaído en El juicio del agua, de Juan Francisco Ferrándiz, que se mostró realmente emocionado por recibir un premio votado por lectores. Nos habló de su novela, de cómo, tras las duras prácticas "legales" medievales se volvió al Derecho Romano y lo que supuso para Europa. "En cuanto hay justicia y seguridad, enseguida aflora la riqueza. Y esa vuelta al Derecho Romano trajo el Renacimiento, con todo lo que supuso". Un premio muy merecido para una gran novela.

El sábado, por tradición, es el "día grande" del certamen. Es cuando más charlas y presentaciones se producen y los actos, para quienes queremos estar en todos, se multiplican, aunque la organización se ha esforzado en que pudiésemos estar en todos. Madrugamos para escuchar a Paloma Orozco, que con La hija del loto ha supuesto un soplo de aire fresco en la novela histórica ambientada en Japón. Una novela muy sensorial con una documentación rigurosa y con unos personajes que se quedan con el lector por cómo evolucionan y cambian, dentro de una narración muy sensual y poética. Inmediatamente después ocupó su sitio Mario Escobar, que se definió desde el primer minuto como "escritor profesional" y en la novela que nos traía, La casa de los niños, aseguró que buscaba que los lectores participasen de su trama. También dejó caer una frase que me pareció muy interesante: que en la novela histórica española hay un exceso de localismo.

La siguiente autora invitada fue la portuguesa Isabel Stilwell, muy conocida en el pais vecino, y que nos presentaba Dos hermanas para un rey, una novela que narra la vida del rey Manuel I el Afortunado y sus dos matrimonios con dos hijas de los Reyes Católicos: Isabel, primero, y, a su muerte, María. Una época apasionante para Portugal, la de los grandes descubrimientos, y en la que conoceremos parte de la historia de España vista desde el otro lado de la frontera. El momento álgido de la mañana llegó con la entrega del Premio Ciudad de Úbeda a Yeyo Balbás, que lo ha ganado con su novela Covadonnica. También emocionado y feliz, nos contó pormenores de su obra, en la que Fruela y no Pelayo toma el protagonismo, y en la que se puede sentir la desolación de un reino que se desmorona, el frío del norte, el miedo. Se queda en la piel. 

Tras la comida, llegaba el turno para una mesa muy especial y que había creado expectación: la de editores de novela histórica. A última hora Claudia Casanova, de Atico Libros, no pudo estar presente, por lo que saltaron a la palestra Penélope Acero, de Edhasa, y Carlos Alonso, de Pàmies. Ambos hablaron de lo sucedido con las ventas en la pandemia, los problemas actuales por la subida de precios del papel, de equivocaciones muy sonadas con alguna novela en concreto y de como funciona su trabajo, además de la relación que mantienen con sus autores. Inmediatamente después tomaba la palabra David B. Gil, que venía con su novela Forjada en la tormenta, una historia que mezcla el misterio de unas desapariciones y la vida en el Japón feudal, poniendo el punto especialmente en  Yumiko, una cazadora local que ayudará a un samurai a buscar a los desaparecidos. Como siempre, David ha sabido crear una novela que atrapa y te transporta.

María Reig nos presentó Los mil nombres de la libertad, una novela ambientada en la Guerra de la Independencia, una época convulsa en la que las vidas de sus tres protagonistas transcurren y sufren. Como en el caso de Nieves Muñoz, son personas normales colocadas en un contexto histórico duro y complejo. Conocerlos nos sirve para conocer también los hechos, la historia, la realidad de lo que sucedía. Seguidamente Viviana Rivero habló de Una luz fuerte y brillante, una historia de amor en la sangrienta guerra de Siria entre un fotógrafo argentino y una joven árabe. La tarde se cerró con la presentación de Ilion, de Mario Villén, un "retelling" (que diría mi querida Ren, de momoko.blog) de La Iliada en el que afronta los personajes originales de la obra clásica intentando no alterar la imagen que de ellos tienen los lectores. Usando un lenguaje actual  y una estructura narrativa contemporánea para que sea más fácil de leer que el texto original, su intención ha sido respetar por completo los hechos y perfilar más a los protagonistas, darles más fondo.

La jornada del domingo en cuanto a charlas con escritores se limitó a actos por la mañana. Comenzó Dativo Donate que hizo una brillante presentación de La isla de Caravaggio, finalista del premio Ciudad de Úbeda en 2021. Explicó que, ante todo, quiere tener claro que debe hacer disfrutar al lector, pero también hacérselo pasar mal y eso lo hace insuflando vida a los personajes, que no sean bustos parlantes. La suya es una novela de capa y espada, pero el protagonista tiene amigos, relaciones, conversaciones...está vivo, como todos los que le rodean. A continuación Olalla García presentó La buena esposa en la que nos narra la vida de Francisca de Pedraza, una mujer muy conocida en Alcalá de Henares, pero que muy poca gente sabe por qué. Y es que fue la primera mujer que consiguió el divorcio de su marido en el siglo XVII, algo absolutamente extraordinario. Olalla nos convenció a todos con lo que nos contó y su presentación se hizo realmente corta. 

Le tocaba el turno a Víctor Fernández Correas que nos traía su última novela, Muhlberg, en la que nos narra la noche previa a la batalla allí sucedida y los hechos que marcaron el destino de Europa en su momento y la propia vida de Carlos I. Una novela de batalla, dura, de combate, pero también con escenas y diálogos muy divertidos, "porque el humor está presente en todas las facetas de la vida", aseguró Víctor. Y finalmente se entregó el Premio Ivanhoe a la trayectoria literaria a Paloma Sánchez Garnica y, tras el acto, nos habló de su última novela, finalista del Premio Planeta, Últimos días en Berlín y de la época en que transcurre, del auge del nazismo y el comunismo como regímenes totalitarios y de terror. Un acto que congregó a mucho público y que dejó un gran sabor de boca.

El último acto del certamen en esta edición fue el lunes 10, con la presencia de Espido Freire en la sede de la UNED, acto al que no pude asistir por estar ya de vuelta en Madrid, pero que, por lo contado por los asistentes, fue realmente interesante y gustó mucho.

Además de todos estos actos literarios, hay que sumar las estupendas recreaciones históricas que jalonaron todos los días del certamen y en los que participaron, junto a los recreadores profesionales que tan bien lo hacen y que se dejan la piel en cada escenario (Bernardino, José, Alma, Jesús...), tanto escritores e invitados al certamen, como un buen número de vecinos de Úbeda, que se sumaron a la fiesta con el mejor humor. El tiroteo en Raven City, La frontera Sioux y Justicia en Dodge City pusieron el ambiente del lejano oeste; el Saqueo de Vethula nos llevó al momento en que los íberos intentaban impedir que los romanos saqueasen su población. Y el Levantamiento de Riego en Cabezas de San Juan, quizá la recreación más espectacular de esos días, puso en las calles el momento en que Rafael de Riego se pronunció en Cabezas de San Juan a favor de la Constitución, abriendo el camino para el primer régimen liberal de la historia de España.


 

No puedo olvidarme de las alegrías que nos está reportando el podcast del certamen, porque fueron varios los oyentes que se desplazaron a Úbeda (incluso desde Valencia, gracias, José) a disfrutar de las presentaciones y el magnífico ambiente que se respira esos días. Reconozco que me emocionaron sus palabras y saber que nos escuchan y nos valoran. Es una sensación muy cálida. Compartir estos días también con mis compañeros del podcast me ha supuesto un subidón de energía de la buena. Sois los mejores Pablo, Pedro, Ren, David y Eva. Y, por supuesto, estar allí y reir con mis chicas del Club de Lectura LL, Pepa, Ascen, Estefanía y Ana (se te echó mucho de menos, Belén)

Tengo que agradecer a Jesús Delgado por las muchas de las fotografías que adornan este post y por su eterno buen humor. A Begoña, que está pendiente de todo y sabe cómo "desfacer" los muchos entuertos que se crean cuando hay que movilizar a tanta gente. A Lucía, que estaba en todo. A Cecilia, a la que siempre es un gustazo escuchar. Ya queda menos para la edición 2023 del certamen y estoy segura de que será aún mejor. Hay mucha y buena energía concentrada allí. Animaos e id preparando vuestro viaje, os esperan grandes momentos, creedme.



martes, 4 de octubre de 2022

BLANCO INMACULADO de Noelia Lorenzo Pino

Qué complicado es ser original actualmente en la novela negra, un género que ha ido evolucionando, cambiando, creando mestizajes interesantes. La novela negra pura se diluye ahora en novelas que mezclan el thriller, la novela policiaca, el "domestic noir", la intriga, los odios enconados del mundo más rural... y lo cierto es que hay tramas realmente entretenidas, que te mantienen interesada hasta la última página. También hay auténticos novelones, con una calidad abrumadora. Y algunas más de las que me gustaría muy amigas de sacar conejos de la chistera y jugar al efecto sorpresa, aunque sea traido por lo pelos o, en ocasiones, haciendo trampa, literalmente,cosa que me da bastante rabia porque me da la sensación de que les importa más ser sensacionalistas que la coherencia. Por suerte el catálogo de títulos es amplio y siempre se pueden encontrar novelas que conjuguen lo original con un buen hilo argumental, un desarrollo que quite el aliento y un buen final.

Leer Blanco Inmaculado me ha supuesto una agradable sorpresa porque el planteamiento es diferente: una comunidad cerrada, una secta, supuestamente pacífica, tranquila y de vida casi monacal y campestre, se ve sacudida por el asesinato de uno de sus miembros: una chica de catorce años. No llega a ser un miserio de "puerta cerrada", aunque se le acerque, porque al caserío del crimen no es difícil acceder. Noelia ha sabido construir una historia llena de silencios, de mentiras, de medias verdades, de mujeres fuertes y de un pasado que marca el presente de muchas maneras y no siempre de la forma que debería. Y todo ello en los montes que rodean Irún, con su naturaleza verde y casi salvaje. Sin más preámbulos, vamos a conocer al los Fritz.

TODOS LOS COLORES DEL MUNDO ESTÁN EN EL BLANCO

Los Fritz son una comunidad-santuario que permanece al margen de la sociedad y se dedican, para su mantenimiento y sustento, a la confección de prendas de vestir artesanales de gran calidad e inmaculadamente blancas. Pero su modo de vida ajeno a todo se va a ver sacudido cuando se produce un incendio en una de las habitaciones del caserío en que viven, en los montes de Irún. Cuando los bomberos acuden a extinguirlo, encuentran el cadáver amordazado y sin vida de una chica de catorce años, Ari, una de los miembros más jóvenes de la comunidad. El caso llega a la Sección de Casos de la comisaría de la Ertzaintza, que se va a ver obligada a lidiar con la poca colaboración y el hermetismo de los miembros de la secta, sometidos a unas reglas muy estrictas que se niegan a quebrantar. La Sección acaba solicitando la ayuda de la oficial Lur de las Heras, que se encuentra de baja por una enfermedad que cada vez limita más sus movimientos y a la que los médicos no encuentran explicación. A su lado trabajará la patrullera Maddi Blasco, una mujer llena de energía, que se va a convertir en el mejor apoyo de Lur. ¿Quién mató a Ari? ¿El asesino sigue en el caserío, pertenece a la extraña comunidad, o vino de fuera? Y si fue así, ¿qué motivo podría tener?

Realmente el escenario es de lo más atrayente, porque hay algo en las sectas y en este tipo de comunidades que nos llama poderosamente la atención. Recuerdo ahora el interés que despiertan desde hace mucho tiempo los miembros de la comunidad Amish, que se mantienen al margen de todos los adelantos técnicos y viven bajo lo que denominan un "estilo de vida sencilla". Granjeros y agricultores, muy religiosos y también muy peculiares para quienes los vemos desde fuera. Los Fritz, de alguna manera, me los recuerdan un poco. Esta comunidad, tal como se nos cuenta en la novela, tuvo su origen en Ibiza, en un matrimonio alemán que, ante la noticia de que no podían tener hijos, crearon un hogar para personas que se encontraban solas y buscaban otro modo de vivir. En la actualidad, los Fritz originales ya no existen, y un grupo de sus primeros "adeptos" dirige la organización.


Todo en esta comunidad está reglado, sometido a normas estrictas. Y todos visten de un blanco luminoso. Las policías van a descubrir una actividad empresarial realmente provechosa, sin ser un emporio, gracias a la venta de prendas artesanales que las diferentes "casas" de los Fritz, repartidas por España, elaboran con mimo y se venden realmente bien. En la comisaría todos los miembros del caserío en el que ha ocurrido el crimen mantienen la misma versión, sin fisuras. Y todos parecen devastados por la noticia de la muerte de Ari. Pero los Fritz tienen enemigos: vecinos cercanos al caserío y una organización que hace todo lo posible por "liberar" a miembros de la secta.

Un planteamiento que se te agarra con fuerza en cuanto empiezas a leer. Pero no puedo negaros que he notado algunos paralelismos (no creo que la autora los busque a propósito, pero sí son evidentes) con, por ejemplo, la trilogía de Baztán, de Dolores Redondo, y la de la Ciudad Blanca, de Eva García Sáenz de Urturi. De la primera, por el paisaje, salvaje, verde, profundo, con un toque inquietante. Y, de las dos, el pequeño "ritual" que Lur realiza cuando llega hasta el cadáver de Ari, que me recuerda al que tanto Amaya Salazar como el Kraken hacen en situaciones similares. Y en un momento muy concreto sí hay un detalle (pequeño) de conejito saliendo de la chistera, pero que no afecta en absoluto a la trama principal ni a la resolución. Ya conocéis mi vena tiquismiquis.

Las descripciones de los paisajes son muy sensoriales, llenas de matices, pero sin caer en párrafos eternos. La humedad, los colores, la textura del suelo, cómo cae la noche... Los olores son también una constante a lo largo de las páginas, tanto los buenos como los malos. La comida, la ropa confeccionada por los Fritz, el olor de la lluvia en el monte... y también el olor a quemado, a peligro. Entre líneas, pero muy evidente, la crítica hacia un sistema de vida en la comunidad Fritz donde las mujeres apenas tienen un papel relevante y están sometidas en todo a los hombres. Lur y Maddi, por su parte, sn dos mujeres fuetes y sensibles a la vez. La autora huye de los esterotipos de mujeres duras, solitarias y cargadas con algún trauma: normaliza el papel de la mujer en la policía. Trabajan con y entre hombres, pero no tratan de quedar por encima o hacer reclamaciones artificiales.

Me han gustado mucho las pequeñas historias que se cuentan de la vida de miembros de la secta, de cómo llegaron a ella y por qué, de su deseo de pertenencia a un grupo, de verse arropados y queridos. Todos cuidan de todos, pero cuando necesitan ayuda externa no la piden. También las escenas de la vida persona de Maddi, casada también con un policía, que debe lidiar con los celos de él por haber conseguido estar en una investigación de asesinato. Todas sus situaciones cotidianes, los silencios y los reproches que van emponzoñando la relación y la convivencia. Pero Maddi no dará su brazo a torcer ni perderá una gran oportunidad profesional simplemente por tener la fiesta en paz.

Detrás de este Blanco Inmaculado hay muchas sombras, muchas esquinas oscuras. No todo es tan radiante ni tan idílico. Y la mejor metáfora de ello es el contraste entre la limpieza impecable del caserío y el desván que hay arriba, lleno de trastos, sucio y húmedo. Una buena novela en la que el misterio, al final, va a tener muchas caras y muchos hilos de los que tirar. A veces solo hay que saber mirar debajo de las limpias alfombras.