Quizá suene un tanto informal, pero sí, ya era hora. Me meto de nuevo en un jardín para afirmar que, en estos tiempos en que el conocimiento y reconocimiento de nuestra propia historia está en continuo cuestionamiento, en los que se acepta la leyenda negra como una verdad absoluta (los perros pinches piratas ingleses, los tristes de los holandeses y nuestros vecinos gabachos siguen ahí, pico y pala), defender y reivindicar nuestro pasado parece que es delito de lesa majestad, propio de fachas retrógrados. Parafraseando al gran Maki Navaja: "po fueno, po fale, po m'alegro" y me declaro facha irredenta y amante de nuestra historia. Por eso me encanta encontrar historias en las que descubrir nuevos aspectos de nuestro pasado y esta novela, Los últimos guanches, que se ha hecho con el XIII Premio de Novela Histórica Ciudad de Úbeda, es un gran ejemplo de ello. Es cierto, y lo confieso, que, cuando se hizo público el fallo, pensé: "vaya, los guanches están de moda", porque no hacía tanto que Santiago Díaz había publicado Los nueve reinos, ambientada en el mismo momento histórico y con personajes coincidentes. Una vez leída, Ana Salamanca me conquistó por completo no solo por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta.
Si bien Ana tiene bagaje escritor a su espalda, esta es su primera novela. Pero se mueve en ella con la soltura de una escritora de mucha experiencia, sabiendo manejar de maravilla los tiempos y haciendo que las tres historias que conforman la trama se vayan cruzando y mezclando y pasando de una a otra sin que en ningún momento pierdan fuerza. Nos vamos de viaje...
LAS ISLAS DEL FIN DEL MUNDO
David Levi, un joven judío de Salamanca, sueña con el mar. Con viajar y explorar. Con salir de una existencia gris y abocada a seguir los profesión de su padre. La llegada de Cristóbal Colón a su ciudad le abre las puertas de la esperanza, pero quienes han de aprobar la expedición de Colón rechazan su proyecto. Aunque es un jarro de agua fría sobre los sueños de David, este decide que su camino puede seguir otros derroteros y se dispone a embarcarse hacia Canarias. Allí vive Gazmira, una joven guanche que había sido capturada como prisionera y que acaba como "lengua", mediando entre los españoles y su pueblo, para que la conquista sea más sencilla y con menos derramamiento de sangre. De Gazmira se prendará David en cuanto llega a Canarias. A las islas también ha arribado Beatriz de Bobadilla, casada por imposición de Isabel la Católica con el gobernador de la Gomera, un hombre violento a quien no ama. Que Fernando el Católico hubiese puesto los ojos en ella fue definitivo para la decisión de la reina. Beatriz, con el tiempo, se convertirá en la cruel señora de la Gomera y sabrá utilizar sus armas de mujer para conseguir sus propósitos. Incluso para seducir al propio Colón cuando llegue allí de camino a las Indias.
A través de capítulos cortos, en los que va alternando protagonistas y tramas, Ana Salamanca nos va poniendo en situación y consigue que vayamos conociendo a los diferentes personajes y cómo cada uno alcanza su lugar vital en las Canarias. Todo fluye con un encaje bien hilado, en el que ningún cabo queda suelto. La evolución personal de todos ellos resulta muy sólida, creíble. Siempre vamos a entender cada paso que dan, aunque se equivoquen, porque ha sabido dibujarlos reales, humanos, con sus luces y sus sombras, con sus dudas, con las historias que llevan sobre los hombros. El idealismo de David, sus ansias de aventura que le hacen embarcarse en misiones realmente peligrosas y de final incierto; el giro en la vida de Gazmira, que se convierte en la hija que no tuvo un matrimonio trabajador y amoroso y aprende su nueva lengua con soltura, además de convertirse por convencimiento, sin imposición ni traumas, al catolicismo; Beatriz de Bobadilla, que transforma su sufrimiento en dureza y muda lo que antes detestaba en un arma poderosa, resultando cruel, manipuladora y despiadada.
A través de ellos y de un elenco muy coral, en el que las mujeres adquieren un protagonismo central, nos adentraremos en las diferentes campañas militares de Castilla para hacerse con el control de las diferentes islas. Pero también la autora nos hace testigos del arranque del viaje a las indias de Colón, un Colón muy distinto al que estamos acostumbrados, ya que se presenta como un hombre muy apuesto, atractivo, con carisma, don de gentes e, incluso, seductor. Los tres protagonistas principales, de alguna manera, carecen de una parte de amor familiar. Gazmira fue criada solo por su padre tras morir su madre y esa falta se verá suplida por el matrimonio que la compra y que la acepta y quiere como una hija. David también perdió a su madre y la aspiración de su padre es que se haga cargo del taller que regenta, pero sabe ser generoso cuando llega el momento y le deja partir en pos de sus sueños. Beatriz de Bobadilla, aunque en su biografía real sí se crió son sus padres, aquí aparece sometida a la voluntad y deseos de su tía, después a la decisión de la reina Isabel y, finalmente, a su esposo.
La novela funciona como narración de forma brillante. Hay un gran trabajo de documentación y ambientación, con esa naturaleza más salvaje y tan distinta a los paisajes castellanos que adorna las Canarias. Es fácil sentirnos transportados allí, a cómo estaba organizada la nueva sociedad, cómo eran las viviendas, el clima, los colores, los olores. Como os decía antes, la novela se vertebra pasando de unos personajes a otros y hay frecuentes saltos temporales, sobre todo hacia adelante, que sirven para no alargar en exceso determinadas situaciones y recolocar al lector, de nuevo, en un momento importante o interesante para la historia. Gazmira resulta una protagonista con la que es fácil empatizar. Aunque en el arranque de la novela es capturada y vendida como esclava, la vida le da una segunda oportunidad y, gracias a ella, entiende que su misión es hacer algo para evitar que los pobladores de las islas se vean arrasados, de ahí que se convierta en una "lengua" para mediar entre las tribus guanches y los españoles. David, al igual que Gazmira, va creciendo ante nuestros ojos lectores. Enamorado del mar desde que lo vio por primera vez en Lisboa, su sueño es viajar por él. Dejará su tranquila existencia en Salamanca para trasladarse a Moguer para trabajar como calafate y, gracias a sus ojos, seremos testigos de los pasos y reuniones de Colón para conseguir financiación para su viaje. Ello le llevará a las Canarias, por fin, en un navío, tal como soñaba.
Las luchas de poder entre los nuevos enviados desde Castilla y quienes ya están allí asentados, las misiones militares para hacerse con el control de los territorios canarios están también muy presentes en la novela. Es el encuentro entre dos culturas, dos modos de ver la vida, incluso de dos momentos históricos diferentes para cada una de las partes: los canarios son una sociedad poco desarrollada en comparación con la española. Una de las luchas de Gazmira es que los guanches comprendan que los recién llegados pueden aportar progreso y mejoras y que, por su parte, los españoles reconozcan y respeten los saberes de los habitantes de las Canarias respecto a su entorno y su tierra.
Una novela intensa, con una gran base histórica y con la ficción perfectamente engarzada, de personajes potentes y magnífica ambientación. Todo un regalo lector y merecida ganadora del "Ciudad de Úbeda". Confío en que su autora nos siga regalando páginas tan redondas como las de Los últimos guanches.