miércoles, 16 de febrero de 2022

PORTOSANTO de Rodrigo Costoya

Una de las mejores experiencias que se pueden disfrutar en el Certamen de Novela Histórica de Úbeda es la cercanía, las conversaciones y la casi complicidad con los escritores que asisten. Poder compartir con ellos mesa y mantel, incluso cafés relajados o conversaciones nocturnas mucho más ligeras al amor de "La Beltraneja" (el local habitual de copas en este evento), hacen que se destapen los tarros de las esencias y conozcamos con más profundidad sus libros, sus proyectos y sus porqués. A Rodrigo Costoya le conocí en la edición de 2020, una edición peculiar por las restricciones debidas al Covid, en la que había resultado ganador con su novela El custodio de los libros. Su discurso de agradecimiento fue bellísimo y, en ese fin de semana, nos ganó a todos con su vitalidad y buen humor, además de dejarnos con la boca abierta a unos pocos con una presentación en power point (y con unas cervecitas por medio) sobre la novela que hoy os traigo, Portosanto.

Portosanto, publicada por Pàmies en 2021, es realmente anterior a El custodio de los libros, pero originalmente se publicó solo en gallego en 2017 por la editorial Toxosoutos, de Noia. Ambas forman parte de una trilogía, aunque pueden leerse de forma independiente: no es necesario haberse leído Portosanto para centrarnos en El custodio de los libros, como fue obvio a la hora de otorgarle el premio en Úbeda. Pero la época es tan apasionante, los hechos que se narran son tan únicos y fundamentales para la Historia, que merecen una lectura pausada, asimilar muchos detalles, pensar en ellos y fascinarnos. Sean ciertos o no, el tiempo lo dirá, pero al menos hay indicios más que suficientes para tenerlos en cuenta.

PRENDER FUEGO AL UNIVERSO

En una pequeña aldea de Pontevedra llamada Portosanto llega al mundo el pequeño Pedro, un niño bastardo, aunque de padres nobles, al que nadie podía augurar un futuro brillante, pero que crece aprendiendo y apasionándose por el mar y la navegación. Corre el siglo XV y tanto la península como Europa están inmersas en guerras de poder mientras, en el horizonte, el imperio otomano es una amenaza real y creciente, que está bloqueando todos los pasos y rutas, impidiendo la llegada de bienes y suministros. Pedriño crece con el mar como sueño y no tardará en interesarse por el modo de hacer barcos y por interpretar los designios del viento y los caminos que trazan las estrellas cuando cae la noche sobre las velas. Gracias al Roxo, un marinero de la aldea, aprenderá el arte de navegar y, siendo aún un niño, el arte de la guerra con Robert de Gwened, un caballero de la Orden de Rodas.

Paralelamente nos trasladaremos tras los muros de castillos y conventos, en los que se mueven las grandes decisiones que pueden cambiar el curso de la historia y en los que las conjuras y las traiciones están a la orden del día. Castilla va a perderse en una sangrienta guerra fratricida y Aragón puede convertirse en el mejor aliado. La necesidad de abrir nuevas rutas que favorezcan el comercio es ya imperiosa y el destino de Pedro comienza a trazarse rumbo a la eternidad.

Como ya sabréis muchos, Portosanto, subtitulado El enigma de Colón, recoge la teoría del origen gallego del Almirante y de su verdadera personalidad. Esta teoría, que no es creación de Rodrigo Costoya, sino que ya lleva bastante tiempo rondando por determinados círculos, se basa en hechos muy concretos que no voy a descubrir para que los disfrutéis en esta novela. Incluso hay una antigua tradición oral en Galicia que la recoge. Pero sí os adelanto algo que nos explicó un profesor de Historia en su día y que siempre me rondó la cabeza: para ser supuestamente genovés, Colón no hablaba nada de italiano, necesitaba siempre intérpretes. Tampoco lo escribía. Curioso ¿verdad? Y otra curiosidad: en su novela Cuchillo de palo, César Pérez Gellida, en boca de un secundario de lujo, le cuenta al protagonista, con bastantes datos, su certeza acerca acerca de la teoría de la "galleguidad" de Colón.

Si hay algo que caracteriza la escritura de Rodrigo es el ritmo. Consigue que siempre fluya con cierta velocidad amparándose en capítulos cortos y en diálogos muy vivos, que suenan completamente reales. Tampoco abusa de las descripciones, ni físicas ni de lugares, y, respecto a los personajes, deja que sean sus acciones las que los enmarquen y den personalidad. Pocos datos de su aspecto nos ofrece de ellos, pero lo que hacen y lo que dicen es más que suficiente para que nuestra imaginación llene los huecos. El lenguaje es el adecuado: no se complica la vida (ni la del lector, sobre todo) buscando un estilo más ampuloso, usando términos o expresiones de la época que pudieran no ser entendidas, sino que lo adapta para que no resulte inadecuado y sea, al mismo tiempo, accesible. Del mismo modo, todos los personajes resultan profundamente humanos, con sus luces y sus sombras, no hay en ellos ni arquetipos ni estatuas parlantes.

Me ha gustado también, de forma especial, el modo en que recrea las diferentes luchas de poder del reino de Castilla, cómo los protagonistas principales se van posicionando en lo que fue una larga y compleja partida de ajedrez, partiendo del reinado de Juan II de Castilla. De las cinco partes en que se divide el libro, cuatro comienzan con un mapa o un árbol genealógico (el de los Trastamara en concreto) para que nos pongamos en situación. Es evidente en todo momento la exahustiva documentación que ha debido manejar Rodrigo, pero la entreteje de tal manera en la trama que en ningún momento la novela se convierte en un tratado de la época: la vivimos mientras la leemos, pero sin tener la sensación de estar ante un documental. Los diálogos, como os mencionaba antes, tan naturales y expresivos, contribuyen a que nos sintamos espectadores pivilegiados de hechos trascendentales y de otros más pequeños, pero que acabarán por cobrar importancia. 

No hay saltos en el tiempo en Portosanto: la narración es lineal, aunque sí va pasando de unos escenarios a otros. Será la vida de Pedro la que sujete con fuerza el hilo conductor de la novela, con sus alegrías y sus tristezas y su evolución desde pequeño hasta convertirse en uno de los caballeros más influyentes de Galicia. La ficción está perfectamente enlazada con los hechos históricos: no hay nada que chirríe, todo funciona como una máquina muy bien engrasada. Y siendo novela histórica, tiene también toques de novela de aventuras, hay intriga, viajes, escenarios diferentes...la Historia cobra vida y pasa ante nuestros ojos.

A la espera de que en unos meses se publique la tercera parte de la trilogía, que también podrá leerse de forma independiente, merece mucho la pena perderse en Portosanto y El custodio de los libros y dejarse arrastrar por la escritura de Rodrigo Costoya. Es una marea que os llevará siempre a buen puerto.



 


3 comentarios:

  1. No voy a dar un no rotundo porque nunca se sabe, pero entre que no termina de entusiasmarme el tema y que, aunque se puedan leer de forma independiente, sea trilogía... La verdad es que no me seduce.
    Besos.

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  2. La anterior fue digna ganadora y está por el tema que trata pinta genial. Lo reconozco, la compré en Úbeda y ya tardo en leerlo.

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  3. Leo el comentario de Manuela y me echo a reír. Soy muy de sus gustos... Me pasa igual. La cosa es que tengo interés en el autor pero me parece que voy a esperar a que publique otro tipo de historia. Besos

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