jueves, 28 de noviembre de 2024

LA SANTA COMPAÑA de Lorenzo G. Acebedo

 A veces mi vida me recuerda a aquella película del día de la marmota, en la que el protagonista se levantaba y siempre era el mismo día. Y es que cada semana me levanto con un supuesto espíritu renovado y me prometo a mí misma sacar tiempo de donde sea para leer más, escribir reseñas, colgar post en Instagram... ser más activa en este mundillo. Pero no hay manera. O el trabajo me lleva más tiempo del que pensaba, o tengo que leer manuscritos, o de pronto me doy cuenta de que mi casa parece que ha sufrido una catástrofe y tengo que recoger para que resulte habitable, o sufro un ataque de "no me aguanto ni yo" y solo quiero refugiarme en el sofá con una manta y olvidarme del mundanal ruido. 

Una de las cosas que me saca de este bucle un tanto desesperante es grabar el podcast del Certamen de Novela Histórica de Úbeda, porque compartir charla con mis compañeros es siempre fabuloso. Es como si me reiniciaran. Y porque, además, hablar de libros leídos en común me aporta un plus: siempre aprendo, siempre saco conclusiones mucho mejores de las que consideraba a priori. Esto me pasó con el libro que hoy os traigo, La Santa Compaña, publicado por Tusquets y firmado por Lorenzo G. Acebedo, lectura que elegimos Pablo Lozano y yo porque nos enganchó el resumen de la editorial. Respecto a la autoría del libro, os cuento detalles en un momento, pero sí os adelanto que ha puesto de protagonista, como en su novela anterior, La taberna de Silos, a Gonzalo de Berceo enfrentado a un misterio que ha de resolver gracias a su inteligencia. Entremos en materia...

"ERA UN SIMPLE CLÉRIGO POBRE DE CLERECÍA DICIÉ CUITANO MISSA DE LA SANCTA MARÍA" - GONZALO DE BERCEO

Gonzalo de Berceo, ya frisando los cincuenta y titular de una parroquia en San Millán de la Cogolla, recibe una carta de un viejo amigo, Lope, bastante críptica, para que viaje a Santiago de Compostela. La celebración del jubileo es la mejor excusa y, además, la posibilidad de probar los nuevos vinos que elabora su amigo Lope le animan. Viajar no es lo que más le gusta a Gonzalo, pero llega a Santiago y lo hace casi para entrar a escuchar misa en la catedral. Allí empieza a ver rostros conocidos, compañeros de cuando cursaba los estudios generales en Palencia (que se consideran la antesala de las universidades). El botafumeiro comienza a volar y Gonzalo, a sentir cosas extrañas y tener visiones casi infernales. Todo queda envuelto como en un sueño, pero sí es consciente de cómo su antiguo amigo, Simón el arcediano, se coloca justo en la trayectoria del inmenso incensario, cuyo golpe le mata en el acto, provocando el terror y el caos en todos los asistentes.

Gonzalo sabrá que este no es el primer caso. Se están produciendo hechos extraños e inexplicables que están acabando con la vida de miembros del cabildo de la catedral, por lo que el arzobispo, Juan Arias, también buen amigo de Gonzalo, le pide que investigue, que le ayude a saber qué está pasando para atajarlo. Todo en Santiago parece confabularse para que la ciudad esté bajo una atmósfera bastante sobrecogedora, inquietante. Muchos relatan extrañas visiones y no deja de hablarse de brujería y de las tenebrosas apariciones de la Santa Compaña. Por las noches, los habitantes se encierran en sus casas y la oscuridad se enseñorea de todo. Gonzalo acepta la petición de Juan Arias y Lope le echará una mano en sus pesquisas. A medida que vaya conociendo detalles y moviéndose por la ciudad y la catedral, Gonzalo va a descubrir que no todo es lo que parece.

La Santa Compaña es una novela de apenas 300 páginas y que me resultó sorprendente y novedosa. No había leído La taberna de Silos, con la que comparte protagonista, y en esta se hace mención a algunos hechos sucedidos en ella, aunque no me ha parecido que sea necesario leerla antes. Comenté en el podcast que quizá es una novela que requiere una atención especial, especialmente por el lenguaje tan preciosista y tan apegado al del momento (digo esto con toda la reserva del mundo, porque, obviamente, si lo hubiese usado tal cual, nos resultaría complicadísimo leerla). Está muy cuidado y reconozco que el autor lo maneja de manera impecable, aunque, y lo dije en el podcast, en ocasiones me hizo pensar que no era una novela "para todos los públicos", porque requiere un cierto bagaje lector y de manejo de nuestro idioma para disfrutarla por completo:

"Al final de la carta (o al principio, ya que estaba leyendo en sentido inverso) Lope explicaba la causa de su cifra: había una bolsa de cincuenta morabetinos de oro que podía recoger visitando a cierto banquero de los que tienen mesa en la plaza de san Millán, dándole mi nombre, pidiéndosela y pronunciando las palabras clave, con una sentencia que él mismo había experimentado en el tiempo que llevábamos sin vernos..."

Reconozco que he disfrutado de este modo de escribir, más elaborado y lleno de palabras caídas en desuso o propias de la época. Y aún más de la ligereza con que transcurren las líneas, que nos empujan a seguir leyendo. Es una opinión muy personal, pero la novela funciona como un motor diésel: al principio va más despacio, cogiendo temperatura, poniéndonos en antecedentes, pero cuando alcanza velocidad de crucero, ya no hay quien la pare.  

Es cierto que no resulta novedoso poner a un escritor más o menos clásico como protagonista e investigador. Luis García Jambrina, por ejemplo, tiene toda una saga con Fernando de Rojas como pesquisidor, enfrentado a diferentes misterios. Gonzalo de Berceo es históricamente anterior, a caballo entre los siglos XII y XIII, famoso por la depuración que hizo del castellano y por su obra Milagros de nuestra Señora, que realmente estaba escrita para ser narrada y dar a conocer tanto cierta enseñanza religiosa como para dar a conocer el monasterio de San Millán de la Cogolla, lugar de parada de peregrinos en el Camino de Santiago. Gonzalo es clérigo, pero no siempre se comporta como se esperaría de un cargo eclesiástico: parafraseando la conocida canción, le gustan las mujeres, le gusta el vino y no siempre sus pensamientos o sus actos son especialmente piadosos.

En algo que coincidimos Pablo Lozano y yo es que el título es un tanto engañoso. La Santa Compaña aparece, sí, pero de forma muy tangencial en la trama, aunque como reclamo es innegable. Me ha gustado mucho la recreación del Santiago de Compostela del siglo XIII, en el que conviven lo mejor y lo peor de la sociedad; la opulencia de la catedral y el cabildo en contraste con las calles oscuras, embarradas y peligrosas. El uso de los galicismos de Lope, los diálogos vibrantes, las descripciones, muy visuales y llenas de matices, van otorgando a la novela un envoltorio muy especial para una historia con intriga y crímenes y un contexto histórico realmente atractivo.

Respecto al autor, el misterioso Lorenzo G. Acebedo, poco se sabe. Solo que es un seudónimo y que en la nota biográfica de la editorial se dice que cursó estudios teológicos y que vive en un pueblo de La Rioja. Teorías hay, si rascáis un poco encontraréis hasta artículos de prensa que arriesgan algunos nombres. De Carmen Mola se decía que era una mujer que prefería el anonimato y fijaos lo que resultó. Quizá con Lorenzo ocurra algo similar. O quizá gane un premio sonado y, entonces, sepamos quién está detrás. Sea como sea, creo que lo importante es que nos siga trayendo títulos interesantes como este y que nos siga regalando historias así, que nos saquen un poquito de la zona de confort lectora y nos exijan. Todo aprendizaje siempre es dar más luz a nuestra vida.

 



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