La figura del gran duque de Alba, de quien la historia cuenta cosas distintas en función de quien lo haga, está en el centro de la historia. Pero no es el único porque, como también es norma de la casa, la novela es muy coral, está llena de hilos diferentes que conforman un hermoso bordado y que nos ofrecen una visión de la época viva, llena de matices, de esquinas oscuras y plazas al sol, con personajes de psicología trabajada y muy reales. Sin imposturas. Venid, va a ser un itinerario apasionante.
"LOS REYES NO TIENEN LOS SENTIMIENTOS Y LA TERNURA EN EL LUGAR EN DONDE NOSOTROS LOS TENEMOS" - FERNANDO ÁLVAREZ DE TOLEDO, DUQUE DE ALBA
Desterrado por su rey en Uceda, el gran duque de Alba se apaga. Su cuerpo sucumbe a los efectos de la edad y de las muchas campañas militares que lleva a sus espaldas, primero sirviendo a Carlos I y después a su hijo, Felipe II. Es este último quien le ha alejado de su lado, en una decisión que ni el duque ni muchos miembros de la corte entienden. Pero cuando surge la posibilidad de que Felipe se haga con el trono de Portugal, las cosas cambian y, a pesar de las reticencias del rey, es nombrado para dirigir el ejército español. El duque, a pesar de los males que le aquejan, se toma como misión personal hacer que la corona de Portugal acabe en la cabeza de Felipe. Es un gran estratega, el mejor del momento y, posiblemente, de la historia. A su lado estarán su hijo Hernando; Sancho Dávila, su maestre de campo y el gran Álvaro de Bazán, capitán general del Mar Océano. El genio militar del duque volverá a brillar en una campaña en la que también defiende su honor.
La novela de Víctor Fernández Correas es todo un tributo al duque de Alba, de quien se ha dicho y contado de todo. Es otro de nuestro personajes históricos a quien se le ha colocado la "preceptiva" etiqueta negra dentro de esa campaña de acoso y derribo orquestada por los holandeses, los perros pinches piratas ingleses y los franceses, que en esto es en lo único que se ponen de acuerdo. Como bien me decía hace unos días mi querido y admirado Javier Santamarta, ellos defienden lo suyo y le parece muy bien; el problema es que nosotros no defendemos lo nuestro. Hago in inciso para recomendaros, aprovechando que hablamos del de Alba, una película maravillosa, divertida y sorprendente sobre la llegada de tropas españolas a Flandes: es de 1935 y se llama La kermesse heroica. Un purito disfrute.
En Hambre de gloria encontramos varios hilos paralelos al principal. Uno está protagonizado por Iñigo Sánchez, que combatió en su día en la Batalla de Lepanto, fue cogido prisionero y acabó en Argel, coincidiendo allí con el mismísimo Miguel de Cervantes. Pero Iñigo guarda un secreto oscuro que le va a llevar a olvidar quién fue y transformarse en un hombre cruel, dispuesto a todo. También me ha encantado conocer a Ebou, un esclavo africano, que lleva a cabo un viaje que iremos descubriendo a su lado.
Fernando Álvarez de Toledo se nos muestra inmenso en su humanidad y en su lealtad hacia un rey que le ha humillado, enviándole lejos con la esperanza de olvidarse de él. Sin embargo, el duque mantiene férrea su fidelidad, lo único que desea es volver a su casa. Pero incluso en sus horas más bajas y con la salud y el ánimo quebrados, mantiene una lucidez incisiva y brillante. Sigue siendo un "grande" en toda la extensión de la palabra. Su instinto para la guerra, para las tácticas militares, se mantiene poderoso.
Como suele ser habitual en las novelas de Víctor, la ambientación es su punto fuerte. Nos permite sentirnos allí donde nos lleva, sumergiéndonos por completo no ya solo en la época, sino en cómo se vivía. Nos va regalando olores, sonidos, texturas, colores del cielo, lluvias, sol; cómo son las calles y las casas, la penumbra de habitación en la que el duque apenas sale de la cama (el prólogo es una hermosa mezcla de tristeza y orgullo); las escenas dedicadas a los momentos más bélicos. En ello, como en el dibujo que hace de los personajes, la impronta de Víctor está bien marcada. Ha sabido desarrollar un estilo muy personal, fácilmente reconocible. Habrá puristas que rechacen ciertos toques de humor que siempre incluye y, seguramente, la inclusión de pensamientos o reflexiones pegados a nuestra actualidad. En mi opinión, ni empañan ni influyen en los hechos históricos ciertos y son un soplo de aire fresco en situaciones difíciles.
Punto fuerte de la novela son también los diálogos, que nunca suenan teatrales ni artificiales. Son coherentes con el momento en que se producen y permiten medir a la perfección los sentimientos de quienes los comparten, lo que nos acerca aún más a lo que están viviendo. En algunos momentos, Hambre de gloria tiene un marcado tono crepuscular, algo melancólico, muy acorde con determinados momentos en la vida del duque de Alba, pero el conjunto es un ejercicio brillante de novela histórica, con la ficción perfectamente encajada en los hechos que se produjeron.
Víctor Fernández Correas lo ha vuelto a hacer. Me ha vuelto a emocionar y a hacerme disfrutar de cada capítulo y de cada giro argumental. Y ha conseguido que, otra vez, repase la vida del duque de Alba, por quien siempre he sentido una profunda admiración. Hacedme caso y dejaos envolver por las historias de Víctor; de ellas siempre vuelvo tan fascinada como conmovida.
"Solo, en tierra y cama extrañas y obligado por su rey. Así va a morir el duque de Alba"
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