Sigo teniendo muy presente la impresión que me causó leer La apelación, la primera novela de Janice Hallet que publicó (como las siguientes) Átíco de los Libros. Me pareció tan original, tan distinta a lo habitual y tan endiabladamente adictiva, que me convertí en fan irredenta de la autora. Crear una novela de misterio en la que solo sabes que ha habido un crimen, pero hasta bien avanzada la novela no sabes ni quién, ni cómo. Y que todo esté estructurado, para averiguarlo, en correos electrónicos cruzados entre los protagonistas, whatsapps y mensajes de texto, me pareció una maravillosa actualización del género. De telón de fondo, una función de teatro de aficionados en una localidad pequeña y en la que todos tenían algo que callar o esconder. Las siguientes novelas de la autora, El código Twiford, El misterioso caso de los Ángeles de Alperton y La apelación de Navidad redundaban en ese estilo y esa puesta en escena, con unos giros de guion brutalmente inesperados, pero sin sacarse conejos de la chistera ni hacer trampas.
Con El examinador, Hallet lo vuelve a hacer y creo que, de alguna manera, se supera a sí misma con una trama que, a priori, parece sencilla, pero que se va enredando y haciéndose más oscura y que sucede en el marco tan aparentemente inofensivo de un máster. De nuevo serán los mensajes y los correos electrónicos los que nos van a permitir ir conociendo a los protagonistas, lo que van viviendo y cómo un posible asesinato se ha producido entre ellos. Puro encaje de bolillos escrito con una maestría inigualable que te absorbe por completo y que devoras sin poder parar.
SEIS ESTUDIANTES. UN ASESINATO. ¿PUEDES RESOLVER EL CRIMEN?
En la Universidad Royal Hastings se acaba de crear un máster de Arte Multimedia, a cargo de Gela Nathaniel, en el que hay seis estudiantes inscritos, todos muy diferentes, y que llegan de diferentes ámbitos. Jem Badhuri es la más joven, acaba de graduarse en Bellas Artes, siempre está aportando ideas y tiene un alto concepto de sí misma. Ludya Parak es madre soltera de dos hijos y con una vida personal complicada. Alyson Lang es una artista premiada, que destaca desde el primer momento. Jonathan Danners, que se enfrenta a su primera experiencia universitaria y que se siente muy intimidado desde el primer día. Patrick Bright, animoso y cordial, aunque también agobiado por los diferentes trabajos que se van planteando. Y Cameron Wesley que, poco a poco, parece perder interés en el curso.
Pero la convivencia entre ellos no va a ser nada fácil. Desde el principio el choque de personalidades y modos de pensar va enrareciendo el ambiente. Algunos consideran que ciertos estudiantes cuentan con más privilegios que el resto, desaparecen materiales del almacén donde se guardan, un alumno prende fuego al trabajo de otro, hay un rumor muy fuerte de una infidelidad matrimonial... y todo salta en pedazos a raíz de una viaje que el grupo realiza a Somerset para visitar las instalaciones de una empresa de tecnología que aspira a que los integrantes del máster creen un proyecto para ellos.
Cuando uno de los examinadores externos que ha de valorar los trabajos analiza cuidadosamente el resultado del curso, lee los mails, las conversaciones del sistema Doodle (que usan alumnos y directora para comunicarse y discutirlo todo) y los proyectos finales una sospecha comienza a gestarse en su interior: uno de los alumnos puede estar muerto y el resto lo están encubriendo. Y es que en ese máster nadie es quien dice ser y todos ocultan algo.
Lo que me parece más fascinante de Janice Hallet es cómo consigue que amemos y odiemos a los personajes sin más referencias que sus textos escritos y cómo se relacionan con los demás. Y, además, su extraordinaria habilidad para ir creando una tela de araña que te atrapa sin remedio. Cuando tenemos una certeza o estamos convencidos de que sabemos la verdad, se pronto hay una finta inesperada que nos descoloca por completo... y sin embargo, si has sabido leer lo que te pone delante, podrías haberlo sospechado, pero estás tan inmersa en la historia, tan formando parte de ese curso, que se te escapa. Incluso, a pesar de cómo suele estructurar la trama, Janice sabe imprimir una tensión creciente que no decae nunca y que nos lleva a un final que no habías visto venir de ninguna manera. Y me encanta.
El perfil psicológico de los protagonistas va saliendo a la luz poco a poco y lo que vamos viendo resulta, cuanto menos, inquietante. Incluso en la directora del curso, que desoye constantemente las peticiones de documentación de la administración de la universidad dando largas o que parece tener sus "favoritos" entre los alumnos del curso. Los diferentes trabajos a los que han de enfrentarse estos, cada uno más complejo que el anterior, también crean muchas rencillas entre ellos. Se supone que han de trabajar en grupo, pero cada cual parece querer imponer su criterio.
La excursión a Somerset supone un punto de inflexión. Algo que debía ser divertido y colaborar al aprendizaje del grupo se convierte en un caos...y tendréis que leer la novela para enteraros de los detalles. Lo sucedido allí se va desgranando página a página hasta que tengamos la imagen completa y la verdad de lo que ocurrió, que tendrá consecuencias, posteriormente, para el proyecto de colaboración con la empresa externa y con la sospecha, cada vez más sólida, de que uno de los alumnos ha sido asesinado y el resto lo está encubriendo. Solo uno de los alumnos intenta averiguar qué ha pasado. Y cada vez la situación se complica más.
Si aún no os habéis estrenado con Janice Hallet, no lo dejéis pasar. Os aseguro que sus novelas son un soplo de aire fresco en lo que al género de misterio se refiere y que os van a a enganchar sin remedio. Ya me contaréis.
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