Conocí a José Miguel Gallardo, junto con mis amigas del club de lectura, cuando acababa de terminar la terrible ola de calor de junio y habíamos pasado por aquella semana de lluvias torrenciales posterior. Parecía una fecha ideal para hablar de su novela, del cambio climático y de su opinión, como meteorólogo, de lo que nos espera. Me había encontrado al leerla con una novela que toca muchos palos: de intriga, ligeramente distópica, negra, con toques de denuncia... pero sobre todo con una trama apasionante que sabe enganchar al lector desde un punto de vista diferente. No hay policías ni detectives protagonistas, no hay una investigación "tradicional" aunque sí haya muertes extrañas y un misterio que resolver. O quizá más de uno. Y ese futuro cercano que se nos dibuja es un escenario ideal porque, sin pararnos a pensarlo mucho, casi lo tocamos con la punta de los dedos. Un escenario que puede ser aterrador en su proximidad y en su más que posible realidad.
EL AUTOR: JOSÉ MIGUEL GALLARDO.
Físico y Meteorólogo, José Miguel comenzó su carrera como hombre del tiempo en Radio Enlacey en Punto Radio Extremadura, su tierra natal. Tras su paso por la televisión autonómica de Aragón y por Canal Extremadura, fue el rostro de las previsiones meteorológicas en los informativos matinales de Tele 5. En 2008 se incorporó como hombre del tiempo a los informatvos de TVE. También en la cadena pública se encargó de la realización del espacio Agrosfera, especializado para la gente del campo.
MADRID. AÑO 2065
Con el cambio climático ya convertido en una realidad inapelable, las altísimas temperaturas de un verano eterno campan a sus anchas por la capital. La escasez de agua es ya un problema prioritario y las muertes por golpes de calor casi no son ya una noticia. Adrián Salor, asesor del Ministerio de Cambio Climático, acaba de recibir la noticia de que su mujer ha fallecido en un accidente de coche: ha aparecido carbonizada pero en un lugar en el que no debía estar porque, teoricamente, se encontraba a muchos kilómetros de distancia.
Ya en el funeral y aun en shock por lo sucedido, se percata de la presencia de un desconocido con una cicatriz. Sin saber bien los motivos, le resulta amenazante y empezará a sentirse vigilado. Más aun cuando, al desenterrar una cápsula de del tiempo que su mujer y él escondieron junto al Templo de Debod, no encuentra en ella las cartas que se escribieron sino una foto de los dos en la que, al fondo, se aprecia perfectamente al hombre de la cicatriz.
Tratando de hallar luz en tanta oscuridad, Adrián se va encontrando con una serie de sucesos y muertes que pueden estar relacionadas y descubre que su mujer investigaba sobre ello. Necesitado de respuestas, tratará de recolocar el puzle que tiene ante sus ojos aunque eso puede costarle la vida. Los asesinatos parecen relacionados con fenómenos meteorológicos relacionados con el cambio climático y quizá ahora a Adrián le toque predecir cuándo va a llegar el suyo.
CUANDO LLEGUE EL HURACÁN
"Madrid, lunes 10 de agosto de 2065. Temperatura mínima: 25,0º C. Temperatura máxima: 46,6 ºC. 183 días sin llover"
Esta es la primera frase de 2065 y con el verano actual, que nos está castigando a base de bien, casi puedes sentir cómo se te acartona la piel. Una de las cosas que José Miguel nos contó en la presentación es que había elegido el año que da título a la novela porque es el futuro, sí, pero un futuro no demasiado lejano. Es reconocible. La fisonomía de Madrid apenas ha cambiado, la gente se sigue moviendo en Metro y no vamos a encontrar alardes futuristas excesivos, excepto algunos dispositivos que, hoy día, empiezan a ser realidades. Precisamente por eso no echa para atrás a quienes no gustan en exceso de las distopías, como es mi caso, porque todo resulta sorpendentemente cercano y real.
José Miguel ha basado su escenario de cambio climático en proyecciones climáticas reales. Y ha creado un argumento que va creciendo en intensidad a medida que caminamos junto a Adrián Salor en lo que va descubriendo. Lo que parece el suceso más devastador de su vida, la muerte de su mujer en cicunstancias extrañas, es sólo el inicio de una serie de descubrimientos inquietantes que incluyen misteriosas desapariciones y asesinatos. Adrián intentará reconstruir los pasos de su esposa previos a su muerte para tratar de averiguar en qué estaba metida y eso le llevará a ver su vida amenazada. La próxima llegada de un huracán a la península parece marcar los días que le quedan, al tiempo que irá encontrando señales de un complot urdido desde algunas altas esferas, que tienen en el cambio climático una gran fuente de ingresos.
Escrito en tercera persona, el autor hace un verdadero esfuerzo para pegarnos a Adrián y a sus pensamientos en todo momento. Que seamos sus cómplices y vivamos sus miedos, sus dudas. José Miguel le puso como apellido Salor como homenaje a su tierra, ya que Salor es un río (afluente del Tajo) que recorre parte de Extremadura, aunque nos reconoció que no hay mucho de él en Adrián, excepto la profesión. Es sencillo ponernos en su piel en las escenas más tensas y en las sospechas que van creciendo a su alrededor. Quizá en esto, a pesar de todo, es dónde, sobre todo al principio de la novela, puedo hacer una pequeña crítica: el dolor de Adrián por la muerte de su mujer no tiene, creo, la suficiente intensidad. Como personaje va creciendo, cogiendo matices, pero en el inicio no resulta suficientemente creíble. Sus reacciones no son las lógicas de alguien devastado por el dolor.
Entre los personajes que acompañan a Adrián, destaca sin lugar a dudas Manjit, amiga de él y de su mujer, también vecina, casada con Mateo. Ella va a ser un apoyo constante y una ayuda fundamental en las investigaciones de Adrián, pero también un referente emocional. No me refiero a algo romántico, sino a un soporte que le mantiene cuerdo, en cierto modo, y que siempre está dispuesta a ayudar. Sin embargo Mateo, que también podría estar en ese nivel, se desdibuja un poco a lo largo de las páginas. Es un poco un "personaje Guadiana", que aparece y desaparece y, creo, se queda con muy poco recorrido cuando podría haber sido otro secundario de lujo. Tanto esta apreciación como la de la poca intensidad dramática de Adrián se las comenté al propio José Miguel; él tiene explicación para las dos pero supo entender mi punto de vista.
Pero lo que más asusta de la novela no son esas escenas impactantes de tensión o la certeza de que hay personas muy peligrosas dispuestas a todo para conseguir lo que quieren. Lo que más miedo da es ponernos delante de los ojos lo que va a pasar con el planeta no tardando mucho. Ser consciente de que estamos firmando nuestra propia extinción y aun hay quien saca réditos de ello o niega la evidencia.
2065 es una novela apasionante, que va creciendo en intensidad a medida que leemos y que contiene giros inesperados para mantenernos pegados a sus páginas. Los personajes, sin estar perfilados de forma detallada, sí se nos muestran muy reales. Y los villanos, los "malos" de la historia, aunque a veces resultan un poquito estereotipados, son exactamente lo que esperamos que sean. Muy bueno resulta también el juego de sospechas que nos plantea para intentar averiguar quién o quienes se encuentran detrás de la serie de muertes y de las amenazas a Adrian. También es una novela que da qué pensar, que nos hace preguntarnos hasta qué punto nos estamos condenando y condenando a nuestro planeta.
Estoy segura de que os va a resultar una lectura fantástica. Y el 2065 no está tan lejos... ¿hacemos apuestas?
Gracias a Roca Editorial y a Silvia Fernández por el ejemplar de la novela, a José Miguel Gallardo por su amabilidad y a Pepa de Qué locura de libros por contar conmigo.
Entre los personajes que acompañan a Adrián, destaca sin lugar a dudas Manjit, amiga de él y de su mujer, también vecina, casada con Mateo. Ella va a ser un apoyo constante y una ayuda fundamental en las investigaciones de Adrián, pero también un referente emocional. No me refiero a algo romántico, sino a un soporte que le mantiene cuerdo, en cierto modo, y que siempre está dispuesta a ayudar. Sin embargo Mateo, que también podría estar en ese nivel, se desdibuja un poco a lo largo de las páginas. Es un poco un "personaje Guadiana", que aparece y desaparece y, creo, se queda con muy poco recorrido cuando podría haber sido otro secundario de lujo. Tanto esta apreciación como la de la poca intensidad dramática de Adrián se las comenté al propio José Miguel; él tiene explicación para las dos pero supo entender mi punto de vista.
Pero lo que más asusta de la novela no son esas escenas impactantes de tensión o la certeza de que hay personas muy peligrosas dispuestas a todo para conseguir lo que quieren. Lo que más miedo da es ponernos delante de los ojos lo que va a pasar con el planeta no tardando mucho. Ser consciente de que estamos firmando nuestra propia extinción y aun hay quien saca réditos de ello o niega la evidencia.
2065 es una novela apasionante, que va creciendo en intensidad a medida que leemos y que contiene giros inesperados para mantenernos pegados a sus páginas. Los personajes, sin estar perfilados de forma detallada, sí se nos muestran muy reales. Y los villanos, los "malos" de la historia, aunque a veces resultan un poquito estereotipados, son exactamente lo que esperamos que sean. Muy bueno resulta también el juego de sospechas que nos plantea para intentar averiguar quién o quienes se encuentran detrás de la serie de muertes y de las amenazas a Adrian. También es una novela que da qué pensar, que nos hace preguntarnos hasta qué punto nos estamos condenando y condenando a nuestro planeta.
Estoy segura de que os va a resultar una lectura fantástica. Y el 2065 no está tan lejos... ¿hacemos apuestas?
Gracias a Roca Editorial y a Silvia Fernández por el ejemplar de la novela, a José Miguel Gallardo por su amabilidad y a Pepa de Qué locura de libros por contar conmigo.