lunes, 20 de diciembre de 2021

LO QUE NO CUENTAN LOS MUERTOS de Inés Plana

Tuve la suerte de conocer a Inés Plana al publicarse su primera novela, Morir no es lo que más duele, y os reconozco que me ganó a la segunda frase. No solo por cómo nos contaba cómo había llegado a ese momento, el trabajo realizado, la fortuna de encontrar a una editora (añorada Belén Bermejo) que creyese en lo que ella escribía, sino por el modo en que nos adentró en su universo, que no era otro que el "universo Tresser", su personaje central, el entonces teniente de la Guardia Civil que debía hacerse cargo de la investigación de un caso extraño que acababa teniendo ramificaciones insospechadas. Continuamos con un caso nuevo y más peripecias del teniente en Antes mueren los que no aman y hoy llegamos a Lo que no cuentan los muertos, pero no estamos hablando del cierre de una trilogía, sino, con suerte, de un capítulo más de una saga que madura y brilla en cada nueva novela. Cierto es que hay muchos aspectos y algunos hilos que nos enlazan de una novela a otra, pero los casos que se investigan en ellos son autoconclusivos, por lo que no hay problema para leerlos de forma individual. Aunque, claro, algunos de esos hilos tienen cierta envergadura... seguro que los fieles a Inés ya sabéis de qué os hablo.

Lo que no cuentan los muertos nos lleva esta vez lejos de Madrid, a Valencia y sus localidades aledañas, tras un Julián Tresser que ha sido ascendido a capitán de la UCO y cuya vida, en los últimos tiempos, se ha visto sacudida de muchas maneras. Iremos descubriendo cómo y por qué a lo largo de las páginas. Pero de entrada nos damos de bruces con una doble desaparición tan misteriosa como inquietante y una carrera contra el tiempo. Hay más, mucho más. ¿Vamos a descubrirlo?

LA NOCHE ES MÁS OSCURA JUSTO ANTES DEL AMANECER

Rita Marí y Eduardo Molaro fueron los únicos supervivientes de un terrible accidente de avión un año atrás en Tailandia. Ambos perdieron en él a personas fundamentales en sus vidas. Rita, comida por la culpa de haber sobrevivido, decidió tomarse un tiempo en soledad y se mudó a la mansión que sus padres tenían en Alassar, cerca de Valencia, y alejarse de todo y de todos, incluso de su marido e hijos. Una noche desaparece sin dejar rastro, con una cena para dos lista en la mesa. Julián Tresser, que pasa unos días de vacaciones en Fuerteventura con su hija Luba (ya adoptada legalmente), es avisado para que se traslade a Valencia para ponerse al mando del caso. Al ya capitán de la UCO no le queda más remedio que llevarse a su hija y a la amiga de esta, Fanny, unos años mayor que Luba, hasta allí. El panorama que se encuentra es más que extraño: a la cena estaba invitado Eduardo Molaro, con quien se supone que no había tenido contacto desde el accidente; la mansión está intacta, no hay señales de lucha y las puertas están cerradas, pero ambos se han volatilizado.

Acompañado por el cabo Coira y los guardias civiles Brancho, Iniesta y Manises, junto con la psicóloga Amanda Rocha (me encanta tener una "pariente en la trama), también capitan, comienzan una investigación que se va complicando por momentos. Hay muchas preguntas sin respuesta. ¿Por qué Rita Marí se había alejado de ese modo de los suyos? ¿La desaparición ha podido ser voluntaria? ¿Quienes en Alassar la conocían y trataban? Tresser se da cuenta, en cada paso que dan, que a medida que raspan un poco en la superficie del caso las incógnitas se multiplican. Y ninguna parece traer en su respuesta buenas noticias.

Este comienzo, que es digno de la mejor tradición del misterio de "habitación cerrada", nos va a llevar por caminos por los que no pensábamos transitar a priori. Porque estamos ante una novela policiaca y negra, con mucho trasfondo de crítica social (la crisis económica, la corrupción inmobiliaria, la falta de oportunidades), pero también con una narración brillante, que va más allá de las etiquetas. Personalmente, la elección de Valencia como escenario me parece muy acertada porque hay pocas regiones, y solo hay que tirar un poquito de hemeroteca, que acumulen más desapariciones extrañas, crímenes terribles, otros sin resolver, misteriosos ritos... Inés Plana ha construido una atmósfera que aumenta aún más la inquietud del lector ante lo que nos pone ante los ojos. El calor pegajoso, las tormentas intempestivas y torrenciales, los pueblos abandonados que se deshacen sin remedio, la naturaleza agreste y especial de muchos paisajes, las localidades que han ido creciendo al calor de la capital: todo ello configura un telón de fondo redondo para lo que se cuenta.


 Julián Tresser ha llegado hasta aquí con un bagaje personal duro y cruel, pero, al tiempo, es capaz de mostrar paciencia, ternura y dedicación a su hija Luba, una niña que, después de todo lo que tuvo que sufrir, está abriendo los ojos a un mundo que, para ella, es completamente nuevo. A pesar de todo, sigue habiendo inocencia en su mirada y en sus preguntas, aunque algunas de ellas sean como mazazos. Tresser encuentra en ella el refugio para sus sentimientos y para sus escasas sonrisas. Y es que Tresser, en esta novela, es más sólido, más profesional y parece más serio que nunca, aunque estos aspectos tan visibles esconden una personalidad llena de facetas, como un diamante que solo muestra algunas a la vista.  

El mal también está muy presente en Lo que no cuentan los muertos. Parece mentira que en muchas ocasiones se esconda dentro de quien menos lo esperamos. Aquí lo encontramos en Leoncio, un psicópata narcisista, pagado de sí mismo y "retorcedor" de la filosofía clásica, que se aprovecha de la poca formación de unos pocos, restos de una sociedad que solo parece amparar a los que brillan. Y este es uno de los puntos fuertes de la novela: la psicología, tan bien trazada, de cada personaje. La familia de Rita Marí, por ejemplo, se nos hace odiosa desde el principio: ella es una rica heredera que se casó con un un empresario con suerte y ojo para los negocios, que la adora, sí, pero que tiene un carácter férreo y a veces violento. Sus hijos son profundamente egoistas Lorenzo: pusilánime y apocado, y Nicolás, que se hizo sacerdote como el que se saca una oposición a Hacienda, buscando medrar dentro de la Iglesia y careciendo de fe, a pesar de tener vidas independientes, no perdonan a su madre que dejase la casa familiar. 

Con capítulos no demasiado extensos, en ellos se van hilando las diferentes tramas, pasando de una a otra con fluidez, explicando lo que sucede con unos y otros protagonistas en el mismo momento. Es fácil sentir su angustia, sus miedos, sus dudas, el dolor físico. A través de ellas iremos comprobando también cómo la realidad de Lo que cuentan los muertos es mucho más oscura de lo que parecía en principio. Que hay hechos del pasado que marcan a fuego el presente, que la culpa destroza, que el miedo es libre, que el brillo del dinero puede esconder tenebrosos secretos y que la soberbia es mala compañera de viaje. Pero también que el amor está ahí siempre para salvarnos hasta de nosotros mismos... aunque para algunos, perdidos en un mar de dolor, ni siquiera eso es suficiente.

Os recomiendo, sin ninguna duda, esta novela porque os vais a encontrar con muchas más cosas de las que os imagináis. A veces la vida y la muerte se dirimen en solo tres días.


 

 

jueves, 9 de diciembre de 2021

LOS VIAJEROS DE LA VÍA LÁCTEA de Fernando Benzo

Para todos los miembros del Club de Lectura LL, la novela anterior de Fernando Benzo, Nunca fuimos héroes, forma parte ya de esa llamada "memoria sentimental" de la que hablaré más abajo. Porque el encuentro que mantuvimos en una céntrica cafetería de Madrid, después de haber celebrado un par de cumpleaños con una comida, fue el último en mucho tiempo: a los pocos días se decretó el estado de alarma y tuvimos que encerrarnos en casa. Por eso, reencontrarnos con Fernando ha sido un poco como ver una luz al final del túnel, un regreso (pequeñito y por Zoom) a lo que fuimos, que de eso también trata la novela, y una auténtica delicia, porque Fernando sabe transmitir como pocos la pasión por lo que escribe pero también por la vida. Y eso, yéndonos al lenguaje más ochentero, mola mogollón.

Y es que los años 80, para quienes los vivimos de un modo u otro, se han quedado grabados a fuego en nuestras memorias, casi en nuestra piel, como tatuajes en forma de recuerdos. La música, los garitos a los que solíamos ir, la moda... y, sobre todo, ese ambiente de libertad casi rabiosa, en la que cabía todo y que, por desgracia, cada vez se empeñan en encorsetarla más y en restringirla con supuestos valores morales absurdos que poco tienen que ver con la libertad y sí mucho con la imposición del pensamiento único. Quizá por eso me ha gustado tanto Los viajeros de la Vía Láctea: por ser una historia de amistad, del paso del tiempo, de recuerdos, de cierta nostalgia... y porque está tan bien escrita (en estos tiempos en que la gramática y la ortografía parecen haber pasado también a mejor vida) que llega dentro sin dificultad. Venid, que os lo cuento.

AQUELLA CANCIÓN DE ROXI

A lo largo de tres momentos de sus vidas (a los 20 años, a los 39 y a los 50), cinco amigos, Óscar, Jorge, David, Blanca y Javi, van descubriendo que lo que querían siendo más jóvenes, la vida que habían pensado y soñado para ellos mismos, no se parece en nada a la que han acabado teniendo. Lo único que parece mantenerse inalterable es su amistad. Ellos también han cambiado, pero hay cosas que el tiempo no puede romper. Desde las noches de fiesta y música en el Madrid de la movida hasta su presente, todos ellos, de un modo u otro, han sobrevivido a multitud de pequeñas historias cotidianas, a amores que naufragaron, a relaciones familiares que no siempre son como las del anuncio de El Almendro (por aprovechar las fechas en las que estamos), a esa madurez que jamás imaginamos cómo iba a ser y, cuando somos conscientes de que hemos llegado a ella, a veces nos pasa por encima como una apisonadora. 

Para mí, que podría ser, por rango de edad, protagonista de esta novela, ha habido muchos momentos en que me he visto retratada. Sobre todo porque tengo la inmensa fortuna de conservar amigos desde los tiempos de la EGB y si bien no éramos de frecuentar locales como La Vía Láctea o el Penta, teníamos otros, otras luces, otras calles. Fernando Benzo nos comentó, en el encuentro que mantuvimos con él, que cuando ha vuelto a esos sitios ni siquiera son cómo los recordaba. Los encontró más pequeños, más oscuros, con pasillos que estaban en su memoria y que realmente no existen. Supongo que eso nos pasa a todos cuando volvemos a lugares de nuestra juventud: curiosamente todos son más pequeños de lo que recordamos. Y, generalmente, menos luminosos. Es posible que nuestra mirada también se haya apagado un poco.


Pero esta novela de Fernando Benzo es, por encima de todo, un canto a la amistad, esa que conservamos a pesar de todo lo que nos pasa. La que nos mantiene unidos incluso cuando llevamos meses sin vernos o sin hablar. La que se cimentó en el colegio, el instituto o en la época universitaria. Esos amigos con los que hemos reído a carcajadas, con los que hemos compartido secretos y charlas hasta la madrugada, copas, cafés y rincones preferidos en locales de todo tipo. Y que, con el paso de los años, descubrimos que, juntos, nos hemos dejado muchas cosas en el camino pero también hemos sumado unas cuantas. 

Los personajes de Los viajeros de la Vía Láctea son absolutamente reales. Podemos ser nosotros o alguien a quien conocemos. Y sus sentimientos, sus dudas, sus preguntas, sus preocupaciones fueron y son las nuestras. Quizá no calcadas al detalle, pero reconocibles. Cada uno está dibujado con tal mimo, con tanto detalle, que se convierten en colegas de toda la vida. Como también está impecablemente elegida la maravillosa banda sonora que acompaña la lectura, en forma de títulos que todos conocemos y que se enseñorean muchas veces de nuestra mente al leer. Vamos a tararear sin remedio. Porque la memoria musical es poderosa: generalmente podemos recordar situaciones o lugares al escuchar una canción. A mí me pasa y me pasa también con la memoria olfativa: un perfume me puede llevar a un hotel de La Coruña o el olor de la comida de una vecina trasladarme a la cocina de mi abuela en un día de invierno. Mucho hay de esto en esta novela.

Pero, quizá, lo que más hay son preguntas, esas que trascienden al paso de los años. Comenzamos preguntándonos a dónde vamos, dónde estaremos dentro de veinte años, cómo será mi vida... y al llegar a la madurez nos preguntamos qué fue de nosotros. Qué ha pasado. Cómo he llegado aquí. Los protagonistas de Los viajeros de La Vía Láctea pasan por todo ello en un devenir vital que no por familiar resulta menos apasionante. Ya lo he dicho más arriba: Fernando Benzo escribe tan bien, maneja tan bien los tiempos, la voz narrativa, la memoria sentimental, que no queremos salir de sus páginas. Allí estamos bien. Acogidos y cómodos

Sé que esta reseña no es demasiado formal, pero creo que cada uno debe enfrentarse a esta novela sin saber mucho de ella a priori. Es una gran historia que llega el corazón de cada lector y, cada uno, se queda con frases, con momentos. Y añade los suyos, claro, esa es su magia. Puede que nosotros hayamos cambiado y que los lugares que frecuentábamos ya no existan o sean más pequeños y más oscuros. Pero os aseguro, porque a mí me ha pasado, que basta con llegar a uno de ellos con nuestros amigos de siempre para que, de pronto, todo se ensanche y se llene de luz y nuestros ojos vean lo que vimos. Somos porque fuimos. Y aquí estamos. Qué viaje tan intenso.

jueves, 2 de diciembre de 2021

LA PROFECÍA DEL DESIERTO de Ana Ballabriga y David Zaplana

Creo que ya lo he contado en alguna ocasión: conocí a Ana Ballabriga casi por casualidad, en el transcurso de un Getafe Negro y a través de Juanjo Braulio (que ya está tardando en escribir otra novela, por cierto). Ella no se manejaba bien por Madrid y menos con el transporte e hicimos el viaje de vuelta desde el lugar de la charla de Juanjo (cerca de Méndez Álvaro, en Madrid) hasta Getafe en cordial compañia. Ana había venido a presentar, junto a David, su pareja de vida y escritura, Ningún escocés verdadero, que había ganado ese año el concurso literario de Amazon. Y de aquellos días me traje su libro firmado y, sobre todo, su amistad.

Son muchas las veces en que a ambos les preguntan que cómo se escribe a cuatro manos. Particularmente yo lo veo dificilísimo, pero Ana y David parecen haber encontrado la piedra filosofal del asunto. No sé si os ha pasado a vosotros, pero cuando leo novelas escritas por dos autores en la mayoría de las ocasiones es fácil diferenciar los dos tipos de escritura. En ellos no es el caso: el copyright "Ballabriga -Zaplana" funciona como una máquina bien engrasada, sin fisuras. Nos comentaron en el encuentro que tuvimos con ellos en el Club de Lectura LL que, quizá, el truco estaba en que cada uno corregía al otro. Lo cierto es que sus textos gozan de una estructura y una puesta en escena sólidas y muy ágiles y La profecía del desierto es un magnífico ejemplo.

LA PALABRA ES MÁS PELIGROSA QUE LA ESPADA

Una misteriosa carta, escrita por un maestro sufí.
Un hombre y una mujer dispuestos a poner en riesgo sus vidas para desentrañar un misterio milenario.
Mahmed, un cetrero que trabaja para un príncipe saudí, y Nur, una famosa bailarina árabe, serán obligados por la organización secreta de los cármatas a unir su ingenio y sus conocimientos para descubrir qué oculta una antigua carta escrita por el maestro sufí, Ibn Arabi.
Para ello, deberán seguir los pasos señalados por el filósofo a lo largo de un peligroso viaje por Oriente Próximo, perseguidos por el sádico príncipe saudí que pretende arrebatarles el ansiado tesoro: un arma muy poderosa que convertirá a quien la consiga en el Mahdi, el nuevo mesías que gobernará sobre todos los musulmanes. La profecía del desierto supone la renovación de las novelas de aventuras sobre búsqueda de reliquias históricas. En este caso, los misterios versan sobre sociedades secretas árabes y sobre el islam

¿Novela de aventuras, entonces? Sí. Y qué alegría. Porque en los últimos tiempos la novela de aventuras brilla bastante por su ausencia en los catálogos editoriales. Ana y David han creado toda una historia de acción, de buenos y malos malísimos (qué sería de una buena historia sin un malo de relumbrón), con personajes potentes, una trama intensa, aventuras, paisajes exóticos... El arranque de la novela, en sus dos primeros capítulos, ya deja sin aliento: uno de los protagonistas principales, Mahmed, despierta al lado del cadáver de una chica y ha de huir para salvar su vida en una escena digna del mejor cine de acción. El segundo lo protagoniza Nur, una bailarina árabe de Granada, que tras lo que le sucede en él, decide viajar a Oriente Próximo para reencontrarse con su hermana, una mujer, cuanto menos, muy peculiar.

Cada capítulo supone un salto adelante, una cuenta atrás. En todo momento podemos sentir que algo está a punto de pasar por lo que la emoción lectora no cede ni por un momento. Y eso lo consiguen Ana y David no solo con su manera de narrar y con una historia muy bien cimentada, sino con capítulos cortos, algunos solo de página y media, que casi nos "obligan" a seguir adelante porque se siente en todo momento que hay más: más acción, más aventura, más misterio.


Los caminos de Mahmed y Nur van a acabar convergiendo y descubrirán que están buscando lo mismo: resolver en mensaje oculto que esconde una carta antigua escrita por Ibn Arabi, un maestro sufí. La figura, real e histórica, de Ibn Arabi me ha supuesto un descubrimiento, ya que este filósofo, poeta y sabio musulmán andalusí nació en Murcia, en el siglo XIII, bajo el califato abasida. Y es toda una figura dentro de la cultura musulmana. Tratar de resolver el enigma que contiene la carta de Ibn Arabi va a poner las vidas de Mahmed y Nur en un peligro cierto.

La profecía del desierto lleva detrás, y se nota, una cuidada documentación y estudio sobre el mundo árabe y la religión musulmana, de los que apenas sabemos mucho y que nos llegan sesgados por los actos más terribles de unas determinadas facciones. Porque la religión musulmana tiene muchas ramas, desde las más pacíficas hasta las más extremas. Incluso el propio Mahoma tuvo que imponer su monoteísmo con el peso de las armas. Conoceremos, a través de sus páginas, muchas de las costumbres y de las normas religiosas imperantes en aquella zona, de cómo el poder instrumentaliza la religión para imponerse. Y cómo muchos mensajes de Mahoma y del Corán se han tergiversado en función de intereses mucho más mundanos. También se recogen algunas leyendas del desierto, que siguen vivas a día de hoy y en algunos momentos hay un puntito de realismo mágico, tenue, pero eficaz para ese aspecto concreto de la historia.

A lo largo de las páginas se irán incorporando luchas, amores, venganzas, intrigas, preguntas y respuestas, investigaciones, persecuciones... salpimentadas en ocasiones por una crítica social, política e internacional con reflexiones realmente interesantes. Es una novela muy visual y que te lleva sin parar de un sitio a otro, pero lo hace con orden, sin que, como lector, tengas la sensación de que te toman por un tentetieso al que le llegan "golpes" de un sitio y de otro y no sabe recolocarse. Ana y David saben bien dónde quieren llevarte y os aseguro que es un viaje apasionante. Una libro para disfrutar, para vivir aventuras y que nos deja con una estupenda sonrisa. Y eso es impagable.

lunes, 29 de noviembre de 2021

URUGUAY Y CHILE EN EL CERTAMEN DE NOVELA HISTÓRICA DE ÚBEDA

Como ya os conté en mis redes y en el post dedicado al Certamen de Úbeda, este año, gracias a un proyecto de cooperación internacional con la Agencia Española de Cooperación y Desarrollo (AECID) del Ministerio de Asuntos Exteriores, ha comenzado la participación de autores hispanoamericanos de novela histórica dentro de las actividades y presentaciones que tienen lugar en su marco. El proyecto es que, cada año, sean dos los países representados: en la pasada edición, celebrada entre los días 9 y 21 de noviembre, contamos con la presencia de autores de Uruguay, con Valentín Trujillo y Marcia Collazo, y Chile, con Patricia Cerda y Carlos Tromben. Personalmente me supusieron un descubrimiento fascinante, no solo por la temática de sus novelas, tan diferente a la que estamos acostumbrados, sino también por el modo en que las presentaban, llevándonos a paisaje y hechos de los que en este lado del océano no tenemos ni idea. 

Tuve la suerte de poder departir con los cuatro que, además de ser magníficos conversadores, se mostraban en todo momento encantados y felices de estar en Úbeda y darse a conocer. Se implicaron de tal modo que hasta Valentín Trujillo se animó a participar en la recreación histórica de la Guerra de Sudán y cayó como un valiente ante las hordas del Mahdi. En este post quiero presentaros las cuatro novelas que trajeron al certamen y dejaros sus respuestas ante un pequeño cuestionario que les propuse y que, amablemente, me contestaron. Son muy interesantes sus respuestas acerca de las diferencias que creen que pueden existir con los escritores de novela histórica españoles y muy emotivas las palabras que dedican al certamen, a sus organizadores y a Úbeda. Gracias a los cuatro por su complicidad.

VALENTÍN TRUJILLO Y MARCIA COLLAZO - URUGUAY -


Valentín Trujillo, profesor, escritor y periodista, comenzó escribiendo poesía y relatos cortos (su libro de relatos Jaula de costillas, obtuvo el XIV Premio Nacional de Narrativa en Uruguay. Su primera novela ¡Cómanse la ropa! ganó el premio de narrativa en los Premios Onetti. Desde 2020 es director de la Biblioteca Nacional de Uruguay.

¡Cómanse la ropa! En plena guerra de independencia, un grupo de patriotas naufraga en las costas de Perú. Uno de ellos es el coronel Carlos Federico de Brandsen, destacado jinete francés que ya había luchado junto a Napoleón y que, en América, continúa la lucha por la libertad de las incipientes repúblicas. Su periplo a través de los Andes, desfiladeros, pueblos fantasmas, caminos tortuosos,nevadas inclementes y el acecho de ejércitos enemigos, van minando la fidelidad a la causa de sus protagonistas. Tras tanta sangre y tanto campo de batalla, en la mente de Brandsen las guerras empiezan a mezclarse y también los presagios de derrotas por llegar. Tanto enfrentarse a la muerte, ya no sabe cuál es la vida que está viviendo

Marcia Collazo es abogada, profesora y escritora y proviene de una familia de escritores y artistas. Ha publicado numerosos ensayos y artículos académicos de Derecho, Historia y Filosofía (es profesora de Filosofía del Derecho) y también columnas en diferentes medios de comunicación. Ha recibido diferentes premios por su obra poética y narrativa en su país y en su narrativa histórica busca dar voz a los oprimidos, en especial las mujeres, con un interesante juego entre la ficción y la narración histórica.

Heroica. Una sobreviviente del sitio a Paysandú (1864-1865) escribé en 1900 una carta dirigida a Bartolomé Mitre, el único de los tres ejecutores de esa guerra que premanece con vida. Los otros dos, Venancio Flores y el emperador Pedro II de Brasil, ya han fallecido. A través de la "carta interminable", escrita para echar fuera a sus fantasmas, Micaela, personaje de ficción, nos habla de las numerosas protagonistas históricas de aquel sitio: madres, esposas, hijas y hermanas de combatientes. Gracias a una rigurosa investigación, Marcia Collazo rescata a cuarenta y seis mujeres de un olvido injusto, mujeres que vivieron el dolor y la esperanza, la pasión, el peligro, la valentía. La saga inmortal de una ciudad y de una peripecia heroica. 

PATRICIA CERDA Y CARLOS TROMBEN - CHILE -


Patricia Cerda, chilena nacida en Concepción, reside a caballo entre Berlín y Chile. Es Doctora en Historia por la Universidad Libre de Berlín, donde también ha sido profesora de Historia Latinoamericana. Es escritora, historiadora y ensayista. En 2013 publicó un volumen de cuentos titulado Entre mundos, uno de los cuales fue traducido al alemán e incluido en la antología Literatura Chilena Emergente de la revista Alba. En sus dos novelas históricas, Rugendas y Mestiza, Patricia aborda, en especial, la memoria cultural chilena. 

Mestiza no es solo un viaje al pasado de una mujer con agallas, es también el viaje al pasado de un país contradictorio, trágico y bello al que llamaron Chile. "He aquí las confesiones de una cautiva del reino de Chile

"He aquí las confesiones de una cautiva del reino de Chile. Cautiva como lo fue mi madre, como lo fue tambien mi hermano menor, como lo fueron muchos españoles entre los míos y muchos de los míos a este lado del mundo. Los cautivos, sus hijos y sus nietos están por todas partes en el reino de Chile. Son, somos el lado oscuro de la vida cotidiana. La vida es un viaje entre la nada y la nada. Yo nunca olvide mi viaje en ese equipaje. Desde que me tomaron en Lanalhue encarne dos mundos y este es mi testimonio. Fui cautiva, panadera, encomendera, monja, cantora y últimamente samaritana y cronista de mi propia vida. Todos estos roles me cayeron del cielo. No fui yo quien los eligió."

La voz de la mestiza Animallen se levanta fuerte y clara para contar su historia en este fascinante relato de epoca, construido con el rigor que entregan las fuentes históricas y la libertad de la ficción.

Carlos Tromben, escritor y periodista chileno, hijo de capitán de navío, debutó en la literatura con la novela Poderes fácticos, basada en un hecho real, a la que siguió otra policial, Prácticas rituales. Su primera novela histórica, Huáscar, la publica en 2015, narrando la captura del legendario monitor peruano, a la que siguió Balmaceda en 2016. Su tercera novela de este género, Santa María de Iquique, le consolida como escritor y es seleccionada como uno de los 10 mejores libros del año en Chile.

Santa María de Iquique. “Las iglesias estaban malditas, los cementerios no daban abasto; el terror era la ley. La muerte permaneció días y semanas en Iquique como un olor, un manto invisible, algo de lo que no se podía hablar. Durante años los habitantes recordarían en privado aquel maldito 1907 en que llovió a cántaros, hubo un eclipse y miles de personas fueron ametralladas por las fuerzas armadas”. La masacre en la escuela Santa María de Iquique fue el final de un año trágico. La escuela se convirtió en el refugio fatal para los obreros de las oficinas salitreras que ese año se levantaron en huelga para defender sus derechos. Aquí están los líderes sindicales y las autoridades políticas, las mujeres fuertes y la pampa explotada; y también Melchor Martínez y Rosa de Talagante, a quienes los lectores ya conocieron en Huáscar y acompañaron en Balmaceda. Tromben cierra este ciclo histórico con una novela en que la violencia de la tierra, la violencia de sus habitantes y la violencia del Estado conforman una sola fuerza.

CINCO PREGUNTAS PARA CUATRO AUTORES

A los cuatro les formulé las mismas preguntas y cada uno de ellos las respondió dejando impronta de su carácter y de lo que querían transmitir. Vuelvo a agradecerles su tiempo y el cariño con que me respondieron.. Confío en que la vida nos vuelva a reunir.

1.- ¿Qué se va a encontrar el lector en tu novela?

Valentín Trujillo: El lector se encontrará con una historia de pesadilla, ambientada en las guerras de independencia de América, en 1823, en el Perú y el Alto Perú (hoy Bolivia), y protagonizada por un oficial de caballería francés, el coronel Brandsen. La naturaleza engulle a personajes que apenas entienden que pueden hacer muy poco ante el peso de circunstancias que están fuera de su alcance. Se encontrará también con una prosa densa, trabajada, que ha buscado intentos líricos y que se ha basado en un español un poco arcaico y un poco lacónico, parecido a la de las crónicas del silgo XIX. 

Marcia Collazo: Los lectores se encontrarán con un episodio histórico diminuto y a la vez universal: la heroica defensa de Paysandú, una pequeña ciudad de Uruguay, sitiada en 1864 por las fuerzas del Imperio de Pedro II de Brasil y de un caudillo local (Venancio Flores), con el apoyo y la complicidad de la Argentina de Bartolomé Mitre. 16.000 soldados y 14 barcos de guerra contra 1.046 defensores, entre quienes se contaban al menos 45 mujeres cuya existencia histórica se ha probado. Una sobreviviente de ese sitio le escribe, en 1900, una larguísima y furibunda carta a un anciano Bartolomé Mitre. A través de esa carta pretende no solamente descargar su amargura y su rencor, sino además ejercer cierta pretensión de justicia. ¿Qué interés puede tener este suceso para nosotros? El mismo que puede tener el sitio de Troya, el de Massada o el de Numancia; una resistencia heroica, una apuesta a la dignidad y a la libertad, un pacto explícito de luchar hasta sucumbir y una gran interrogante que recorre toda la novela: ¿se trató de una gesta gloriosa o de un suicidio colectivo? ¿fue sensato presentar batalla o debieron haberse rendido desde el primer instante? ¿su hazaña puede significar un legado valioso para enfrentar nuestra propia peripecia vital? Estos son algunos de los dilemas que el lector podrá ir develando a lo largo de las páginas de Heroica.

Patricia Cerda: Una novela histórica ambientada en el siglo XVII en Chile y Sevilla. La protagonista es una mestiza del Reino de Chile que con 70 años cuenta su vida desde Sevilla. Lo que le ha ocurrido a su Reino de Chile, le ha recurrido a ella; esto es: la Guerra de Arauco, el aislamiento de su reino al sur del mundo, la llegada de gobernadores arrogantes, un terremoto... Pero lo más importante es la fortaleza con que ella enfrenta todo ésto. En 1604, cuando tenía diesiséis años, es cautivada por un sargento mayor español y llevada a vivir a un fuerte. Allí comienza una odisea que terminará en España. La novela nos habla de los inicios de la cultura chilena y latinoamericana y de los mecanismos de supervivencia de mis antepasadas mestizas.

Carlos Tromben: Santa María es una novela coral sobre un episodio muy dramático no ya de la historia de Chile, sino mundial. Una época de cambios tecnológicos acelerados y graves crisis sociales, que afectó a todos los países. En mi novela hay personajes globales como el banquero JP Morgan y el joven revolucionario León Trotsky, así como dirigentes sindicales, políticos, intelectuales que de un modo u otro tomaron parte en los hechos.

2.- A la hora de usar la ficción para completar los hechos históricos que narras ¿cómo conjugas ambas cosas?

V.T: Mi novela se basa en un 70-80% de ficción. Por supuesto que se basa en hechos históricos verídicos, y por cierto que el protagonista de verdad existió y participó en varias guerras americanas. La conjugación o el ensamblado está en el argumento. Cuando uno lee la historia y la progresión de acontecimientos “reales” por momentos parecen poco creíbles, insólitos, sorpresivos. Son esos los escalones o impulsos para saltar a la ficción. En el caso de ¡Cómanse la ropa! solo afilé o agudicé lo que ya traía de complejo lo real.  

M.C: La novela histórica plantea varios desafíos. En primer lugar es necesario, al menos en mi caso personal, realizar una investigación histórica exhaustiva. Después, intento crear una trama en la que se insertarán los personajes, procurando no transgredir jamás el dato histórico y el espíritu de la época. Finalmente, me propongo lo más díficil: crear un discurso literario que posea valor en sí mismo, para que la novela no se vea reducida a una mera crónica o relato circunstancial.

P.C: En “Mestiza” he creado personajes femeninos y masculinos que viven y sufren el siglo XVII y me he sumergido con ellos en otra sensibilidad; la del barroco, de los buscavidas, de las mujeres que deben hacerse camino en un mundo dominado por los hombres, la del monopolio colonial y del surgimiento de una nueva cultura que con el tiempo llegaría a ser la cultura chilena. La conjugación entre historia y ficción en mis novelas es un proceso esencialmente espontáneo. Dejo que las ideas fluyan y que los personajes se desarrollen con libertad.

C.T: Para mí la ficción complementa lo que la historia no pudo registrar, los espacios vacíos. Por ejemplo, la historia de las mujeres y de los sectores populares, los que no tuvieron voz, pero allí estaban. La ficción también permite jugar con explicaciones verosímiles para aquello que no tiene explicación. ¿Por qué este personaje histórico tomó una decisión tan absurda? ¿Por qué no hizo nada si tenía todos los medios para evitar la tragedia? 

3.- Al plantearte escribir una novela ¿cuál es tu rutina? ¿Primero te elaboras un esquema o el desarrollo de la historia que vas a contar o le das prioridad a la documentación?

V.T: Pasé casi dos años entre la documentación histórica y el “trabajo de campo” en el territorio. Viajé desde Uruguay hasta el norte de Chile y costas del Perú, recorriendo los campos de batalla y los sitios que hace unos dos siglos caminaron mis personajes. La novela sigue el esquema de la historia verídica, pero en un 70% digamos es ficción. Utiliza los mecanismos propios de la literatura para ello.

M.C: Lo prioritario, para mí, es siempre la documentación y la recreación del tiempo histórico (tarea que me puede llevar varios años de estudio), pero después viene la parte más ambiciosa: la elaboración ficcional de una trama o montaje en el que se destacan el lenguaje, el pensamiento y la especulación sobre la condición humana.

P.C: Hay una parte que es planeada. En “Mestiza” me propuse contar las raíces latinoamericanas desde una perspectiva femenina. Este era el proyecto y para eso me documenté. Después la trama fue saliendo sola. En parte la daba la misma historia, las cosas que verdaderamente ocurrieron en Chile y Sevilla y que ella vive en carne propia. No me gustan las novelas demasiado descriptivas o muy cargadas de información histórica. Si se trata de aprender historia, mejor leer un manual. Lo que yo pienso que interesa al lector o lectora de novelas históricas es la dimensión emocional. ¿Cómo era vivir en una determinada época? Pienso que eso es, esencialmente, lo que le otorga carácter universal a las ficciones. Espero que mis lectores viajen al pasado y regresen al presente con mayor lucidez, capaces de comprender mejor su presente y a sus contemporáneos. 

C.T: Sí, elaboro un esquema, pero es solo tentativo. Se puede ir cambiando sobre la marcha en la medida que encuentras nueva información. Documentarme es fundamental, a través de periódicos, revistas de época, como también trabajos historiográficos, cronologías, etc. Hay personajes históricos, pero los historiadores no suelen hurgar en sus perfiles psicológicos, y me gusta jugar también con eso.


4.- Tras tu reciente visita el Certamen de Novela Histórica de Úbeda y escuchar las diferentes charlas ¿crees que existe diferencia en el modo de escribir y desarrollar la novela histórica entre los autores españoles y los latinoamericanos?

V.T: Sin dudas, las diferencias son muy notorias. Con sus ventajas y desventajas en ambos sitios. Por un lado, España tiene desarrollada una industria de la novela histórica. Existe un amplio mercado de lectores y editoriales especializadas que juegan un rol muy potente, e incluso un certamen tan prestigioso como el de Úbeda. También, con el paso del tiempo, se ha moldeado un tipo de lector, un lector acostumbrado o adaptado a ese modelo que describo. Por ejemplo, me llamó la atención que las novelas casi en su mayoría deban superar las 500 páginas. Las portadas son similares, la forma de difusión también tiene un ángulo de cercanía. En algunos casos, el formato best seller culmina por definir el aspecto del libro. En Uruguay, las novelas históricas hoy son más esporádicas, y casi ausentes entre los escritores de mi generación (que rondamos los 40 años). Quizás exista mayor libertad en la escritura, en el tono,  en la extensión y en algunas definiciones de mercado, pero al mismo tiempo la ausencia de una estructura organizada y de festivales y encuentro temáticos hagan más árido el género aquí.  

M.C: En general, como ha sido destacado por más de un artículo periodístico, entre los escritores latinoamericanos sobresale una riqueza de juegos de lenguaje muy característica, que busca trascender el discurso clásico o canónico de la novela histórica como tal. Sin embargo, son muchas más las semejanzas que las diferencias. Los escritores españoles han remarcado la necesidad de respetar el dato histórico para poder hablar de una verdadera novela histórica, con lo cual concuerdo, o de no forzar temerariamente la interpretación histórica para hacerla coincidir con intereses tangenciales de nuestra actualidad. Otra semejanza reside en la necesidad de tomar determinados temas históricos que nos resultan inquietantes, relacionados con aspectos como los orígenes étnicos, o la identidad regional y nacional.  Pero creo que los latinoamericanos, tal vez porque somos un continente joven (tenemos apenas unos 200 años de historia independiente) ponemos el acento en temas más específicos y propios como los sucesos revolucionarios, la sangre derramada, las guerras imperialistas que una y otra vez nos han golpeado, y los procesos de liberación en general, incluidas las dictaduras y los diversos regímenes de represión popular. En mi caso, además, me interesa particularmente la historia de los seres anónimos, hombres y mujeres (en especial mujeres), que han dado su vida por todas esas causas sin que su nombre haya pasado a la posteridad. 

P.C: Puede ser. Creo que los latinoamericanos y los españoles nos planteamos preguntas diferentes. Cuando se trata de repensar nuestra matriz colonial, que compartimos durante tres siglos, nosotros los americanos la vemos desde este lado y ustedes los españoles la ven desde el otro lado del charco. Por eso son tan interesantes estos encuentros. Nos amplian la perspectiva y la capacidad de empatía. Por eso también me pone tan contenta que Mestiza haya sido publicada en España. Actualmente estoy leyendo la novela “Castellano” de Lorenzo Silva, que también estuvo en el Certamen. Me parece muy interesante el vínculo personal que crea entre él, como narrador, y el tema de que trata su novela: la Revolución de los Comuneros y el surgimiento de una identidad castellana. Gran novela. A mí también me gusta hacer esos experimentos. Me encantan los autores personajes que hacen participar al lector del proceso creativo. Es lo que hice en mi última novela “Las infames” (Planeta Chile).

C.T: Me parece que los métodos no difieren. Todos trabajamos con documentos y dejamos la imaginación fluir en aquellos espacios en blanco que ha dejado la historia. Lo único diferente es el horizonte temporal mucho más antiguo de España. El ser humano llegó a la península mucho antes, en América donde se desarrollaron civilizaciones interesantísimas, pero que no nos dejaron registro escrito. Lo que me sorprende positivamente es que todavía nos queda mucho por trabajar por la convergencia temática, la historia en la que convergemos como fueron los procesos de conquista e independencia, por citar solo dos de los más conocidos.

5.- Háblame un poco de tu experiencia en el Certamen y el encuentro entre autores y medios.

V.T: Ha sido un certamen intenso, en muchos planos, no solo el literario, que fue sin dudas muy importante. El encuentro con colegas, la charla cara a cara, compartir experiencias, el contacto con la gente, con los lectores a quienes nos debemos, fue muy emociónate. Nunca olvidaré una chica que en Vilches compró un libro mío y me contó que había ido hasta allí con su madre, desde su pueblo de Chiclana de Segura. Tener la oportunidad de conocer pequeñas comunidades de la España profunda, así como la hermosa ciudad de Jaén, y obviamente Úbeda-Baeza, patrimonio de la Humanidad, hizo que el disfrute fuera completo. Pero resalto también el valor humano de la organización, la cercanía y cariño de los organizadores, la familia Lozano y todo el equipo, que con gran esfuerzo “ponen la mesa completa” para que uno se sirva. Mi enorme agradecimiento para ellos.  

M.C: El encuentro me pareció maravilloso y fermental. Se trató de un esfuerzo descomunal y en buena medida ejemplar, de organización, de voluntad humana y de cooperación institucional, que viene a introducir nuevas miradas y nuevas lecturas sobre América y España. Ya no se trata de la madre patria ni de la metrópoli, y mucho menos de las colonias. Existe una firme intención de asomarse a América desde una concepción igualitaria, como pueblos hermanos, unidos por una historia que en gran medida es común. América Latina es una tierra de mestizaje integral (de sangres, lenguajes, costumbres, culturas y mentalidades plurales y diversas) en la que el componente español juega un papel muy importante. Es hora de conocer y reconocer a América, y es hora de conocer y reconocer a España a partir de la encrucijada histórica y literaria actual, y en todos estos sentidos me parece sumamente valioso, saludable y enriquecedor el encuentro. Creo que corresponde celebrarlo y fortalecerlo en el futuro mediante acciones metódicas y recíprocas.

P.C: Fue una experiencia maravillosa. Sebastián Lozano y toda su familia fueron huéspedes encantadores. Aprendí mucho con las visitas guiadas en Úbeda, Baeza y Jaén. Conocí colegas españoles que también publican en Ediciones B. No fui a muchas presentaciones de libros, pero las pocas que visité me parecieron de muy buen nivel. Fue motivante. Todos ampliamos nuestros horizontes. Debiéramos tener más encuentros como éste en América y en España.  

C.T: Fue una experiencia maravillosa en varios niveles. La excelente organización, la generosa acogida, las conversaciones e intercambios que abren mundos y posibilidades para la escritura. Tenemos España y América más de 500 años de relación e influencia recíproca, de vasos comunicantes en la cultura, en la política, en la poesía y en la novela. Con este certamen renovamos y robustecemos todo esto y lo proyectamos al futuro. Regreso muy contento a mi tierra de volcanes y terremotos.