miércoles, 27 de diciembre de 2017

ESCRITA EN TU NOMBRE de Amelia Noguera


Allá por el año 2012, gracias a una iniciativa de un "libro viajero" conocí Escrita en tu nombre y a su autora, Amelia Noguera. Una vez que terminabas la lectura, había que dejar un pequeño comentario y la firma en las páginas de inicio. Escrita en tu nombre era una novela entonces autoeditada. La versión en papel la "fabricaba" la propia Amelia en una imprenta cerca de su casa. Recuerdo que el primer comentario que leí fue "Yo también me he enamorado de Omid" y también recuerdo que sentí un cierto escalofrío porque tenía puestas muchas esperanzas en el libro y de pronto pensé que era romántico... No tengo nada en contra de la literatura romántica, al contrario, leer es siempre maravilloso, pero a mí no me convence. Ya conocéis mis gustos. Y no. Sí, había amor en ella. Una historia de amor maravillosa, pero no era sólo eso como espero saber transmitiros. Ahora la Editorial Almuzara ha apostado por la novela y la ha publicado y ha sido emocionante volver a encontrarme con Malena y Omid, con sus vidas. Casi no hay diferencias con la edición original excepto algunas páginas suprimidas y pequeños añadidos que no cambian en absoluto la historia.

De nuevo me he encontrado arropada, cómoda, como visitando la casa de alguien a quien de verdad quieres y que te acoge y te cuenta cómo le va la vida. He podido escuchar en cada una de sus líneas a los protagonistas, ver en cada párrafo los mismos lugares que ellos pisaban, hasta oler el paisaje y las calles de Madrid. Siempre me han fascinado los libros que “cuentan cosas”, aquellos en los que puedes sumergirte sin miedo porque crean un universo paralelo lleno de vida, de experiencias, de sucesos que se van enlazando, en los que cada capítulo te aporta más y más. Quizá por eso me encanta releer de vez en cuando Cien años de soledad o Cinco horas con Mario, dos de los ejemplos más claros de ese tipo de libros. Es difícil de explicar, pero no pierdo nada con intentarlo ¿verdad?.

Escrita en tu nombre ha conseguido eso. Me ha subyugado, literalmente. Y he disfrutado tanto de su lectura como la primera vez, aunque ahora lo tengo muy, muy complicado para tratar de transmitiros esa fascinante sensación. Pero bueno, como dice el aforismo latino “audaces fortuna iuvat” (la fortuna favorece a los audaces), así que vamos allá.

LA AUTORA: AMELIA NOGUERA


Después de cinco años, de varios encuentros, conversaciones, confidencias y hasta torrijas con un café en Starbucks, considero a Amelia mi amiga. Madrileña, Ingeniera Informática y graduada en Humanidades, hizo un poco de todo en su vida profesional: editora, traductora, profesora y hasta directora de publicaciones editoriales. Después de convertirse en un éxito de ventas en Amazon, en 2014 Roca Editorial publicó su novela La marca de la luna. Posteriormente Suma de Letras publicó en 2015 La pintora de estrellas y en 2016 la novela corta Prométeme que serás delfín.  Hay una frase de Amelia que me encanta: “Mis novelas son yo misma y no pienso abandonarlas, a pesar del mercado, a pesar de las crisis. Hay que seguir creyendo en lo que te hace ser mejor, hasta el final.”

MAGDA, MALENA, MAGDALENA… Y OMID


No sabía qué me iba a encontrar cuando, en su momento, me llegó el libro. Pero empecé a leerlo con mucha curiosidad y algo de prevención (lo confieso) cuando vi, como os contaba, el primer comentario que habían dejado en él. Pero decidí olvidar frases y sumergirme en él sin salvavidas alguno. No me avergüenza confesar que me ahogué en él y hasta se me escapó más de una lágrima emocionada y alguna sonrisa cómplice, pero es que entendía tan bien a las mujeres de este libro... Ahora he vuelto a ahogarme con gusto, a perderme en los miedos de Malena, en el pasado de Omid, en lo que les une sin remedio.

Podría parecer, por el título de este epígrafe, que es una novela de tres mujeres pero realmente sólo es una. Tan complicada como solemos serlo todas, que parece que tenemos una capacidad asombrosa para cambiar o para amoldarnos. O para convencernos a nosotras mismas de que siendo como otros quieren tendremos más posibilidad de que nos amen. Siempre he creído que esa es una maldición que nos está costando superar, porque nunca acabamos de estar contentas con nosotras mismas y nos boicoteamos constantemente, más pendientes de la aprobación de los que nos rodean, del bienestar de los que viven con nosotras, olvidando que también merecemos, simplemente, que nos quieran. Así de simple. Que nos quieran por ser nosotras, por existir. Y cuando ocurre, no nos lo creemos. Qué paradoja.

Magdalena, la protagonista de Escrita en tu nombre, lleva el nombre de una tía suya, algo muy habitual en las familias españolas. Su tía nunca tuvo una vida fácil ni feliz y tuvo un triste final, por lo que Magdalena siempre piensa que ese estigma lo lleva con ella, como una cicatriz perpetua que se inició en la insripción en el registro. Pero la vida le irá aportando más cicatrices en el alma que apuntalarán esa idea que tiene de sí misma. Nacida en una familia humilde pero muy trabajadora, con un padre que hace más horas de las que puede para mantener a su numerosa prole, Magdalena, que es la mayor, se echa a la espalda la responsabilidad de ser la hija perfecta, la que no de problemas, la que consiga brillar en sus estudios para conseguir las becas que le permitan ir a la universidad.

La novela, contada en tiempo actual y narrada alternativamente por las voces de Malena y de Omid (con algunos capítulos cortos que hacen referencia a otros personajes) , va haciendo constantes flashbacks. Primero en la vida de Magdalena, a la que nunca llaman por ese nombre. Generalmente es Magda y así es como la conocen sus primeras amistades en el instituto... y Mario, por el que pierde la cabeza desde que le ve por primera vez. Con el paso del tiempo, y tras algunos desencuentros, la relación con Mario se formaliza pero de forma extraña. El nunca busca acercamientos, nunca parece desearla, se limita a preparar sus oposiciones y consolidar un noviazgo gris, con la idea básica de que ambos gocen de una vida saneada y tranquila en el futuro. Magda, ciega ante Mario, con la voluntad anulada y convencida de que todo es como debe ser, le defiende hasta en lo indefendible y ello provocará hasta terminar con su mejor amiga. Tras el matrimonio nada cambia, pero Magda sigue pensando, resignada, que eso es lo normal hasta que una noche todo salta por los aires del modo más inesperado. Es Mario quien crea a Magda, quien la convierte en alguien que se conforma con las migajas que le van arrojando, a quien puede manejar a su antojo, convencido de que ella jamás protestará porque está segura de no tener razones para ello.

Magdalena, Magda, también será Malena, un nombre que no tiene un inicio demasiado feliz, ya que surge por un triste incidente. Pero Malena parece enfrentarse a las cosas con más coraje y , sobre todo, con más corazón que Magda. Es como si el nuevo nombre trajese a una nueva mujer que trata con todas sus fuerzas de ahogar la vocecita regañona y rendida de Magda cada vez que toma una decisión. Malena conocerá a Omid, un músico iraní exiliado de su país siendo niño tras la caída del Sha, y que ha vivido una sucesión de pérdidas y de tristezas que podrían haberle convertido en un vegetal en cuanto a sentimientos. Pero Omid es luminoso. No sólo porque es atractivo a rabiar, sino porque sabe disfrutar de cada minuto que le da vida como si fuese un milagro, un regalo que abrir con ilusión. Y tras los primeros encuentros con Malena se irá enamorando profundamente y tratará de llevarle a su terreno, que sea feliz. Pero ese viaje también estará lleno de curvas, túneles y baches.

SUS NOMBRES, SUS ALMAS


Una de las cosas que más me llega de Escrita en tu nombre es que a lo largo de sus capítulos se nos van regalando, durante algunas páginas, pedazos de las vidas de las personas que comparten, de algún modo, el camino de Malena y Omid. Es como abrir pequeñas ventanas esquineras que nos permiten ver mundos paralelos al que estamos siguiendo. Y en todas esas páginas, en cada esbozo de vida, vamos a encontrar auténticas joyas, porque el gran mérito de Amelia es lo bien que nos dibuja a los personajes aunque parezcan secundarios o poco importantes. A todos les dota de tanta humanidad y nos son tan reconocibles que no puedes por menos que sentir cariño por ellos. Hasta en el caso de Mario, a pesar de todo, aunque con él en lo que caes es en la compasión cuando comprendes lo que ocurre. 

La presencia de Omid en la vida de Malena es un revulsivo. Ella trata de defenderse de todo lo que va sintiendo por él porque está harta de sufrir, harta de pensar que no es digna de ser amada, harta de haber sido siempre una segundona porque su mejor amiga era la guapa, la ingeniosa, la que se llevaba a los chicos de calle. Y ella nunca merecía una segunda mirada. No os imagináis cómo me he sentido de identificada con ella, pero esa es, desde luego, otra historia. Y a pesar de que Omid rodea a Malena de cariño, de experiencias hermosísimas y de seguridad, ella jamás acaba de estar convencida, sigue teniendo un miedo atroz a enamorarse del todo y que él la deje por otra más guapa y mejor. Un miedo que tomará forma en la figura de la exmujer de Omid, con la que él terminó definitivamente dos años atrás, una mujer hermosísima, sensual, irresistible, empeñada en recuperarle a toda costa.

Magda brotará ahí como una catarata, acallando a Malena y retomando su odioso “ya te lo dije”. Visto así casi podría pensarse que hay algo que no va bien en la mente de Malena, pero no es eso. A todas nos pasa. Tenemos esa dichosa conciencia culpable, ese odioso Pepito Grillo que nos repite que no podemos, que no debemos, que no nos conviene, que no lo merecemos. Y aquí se llama Magda. Tan sencillo como eso y tan complicado.

Las vidas de Omid y Malena se nos van contando desde diferentes tiempos: su infancia, sus familias, su juventud, su presente incluso cuando no están juntos. Y también Amelia nos trae sus momentos de unión, sus paseos, sus noches y sus mañanas sin caer jamás ni en la pornografía ni en el mal gusto, sin contar detalles. Sólo insinuando lo que ha sido tan intenso. Ambos se nos hacen tan familiares y les tomamos tanto cariño, que cuando termina la novela te quedas un poco huérfana. Te da una pena inmensa que acabe cuando has compartido tanto con ellos y has sido su confidente en todo momento. No, no es una novela de amor, pero sí trata de él y del modo en que personas tan distintas y tan necesitadas de él se encuentran. Pero sobre todo es una novela de vidas, de amistad, de retos superados; de redención, quizá. 

Personalmente creo que es la mejor novela de Amelia Noguera. Sobre todo por cómo hace sentir al lector a medida que se pierde en sus páginas. Te consideras parte de la historia, espectadora provilegiada no sólo de las vidas de Malena y Omid, sino porque puedes sentirte identificada al ponerte, con sus palabras y su modo de narrar, un espejo bien bruñido delante en el que reconocerte. Con un lenguaje fácil y un estilo que impresiona por su fluidez, nos hace disfrutar enormemente de la lectura. Y era cierto lo que ponía en la primera página, en la dedicatoria anterior a la mía ¿recordáis?: yo también me he enamorado de Omid. Qué difícil es no hacerlo. Pero cómo me gustaría contar en mi vida con alguien como Malena para cerrarle el pico de una vez a mi Magda particular.

martes, 12 de diciembre de 2017

YA NO QUEDAN JUNGLAS ADONDE REGRESAR de Carlos Augusto Casas

Llegué a esta novela por recomendación de dos amigos que de novela negra saben mucho. Muchísimo. Los dos me insistieron en que iba a encontrarme una historia de las que dan de lleno en el estómago. Uno es Juan Ramón Biedma, escritor casi inclasificable pero capaz de crear universos oscuros, góticos y aterradores y a quien admiro profundamente, tanto por su obra como por ser el maravilloso hombre que es. El otro, mi librero de cabecera y confianza, José Carlos García, que en todo lo que sea policiaca y negra tiene un criterio fabuloso y que me premia, además, con su cálida amistad. Así que con semejantes referencias tenía que hacerme con él y gracias a José Carlos, que lo encargó para mí, Ya no quedan junglas adonde regresar cayó en mis manos. Poco después tuve la fortuna de conocer al autor, Carlos Augusto Casas, en un encuentro de novela negra que el propio José Carlos organizó en Getafe y pude compartir impresiones con él.

Y es que con sólo 196 páginas, Ya no quedan junglas adonde regresar hila una trama negra, dura y sin concesiones. Un asesinato, una venganza, un asesino a sueldo, prostitución en pleno centro de Madrid, un proxeneta sin escrúpulos, una investigación policial, una inspectora con su vida personal cayéndose a pedazos pero profesional y capaz. Y todo en un ambiente sórdido, el que ampara la prostitución y a sus clientes, hombres de todos los estratos sociales, y unos diálogos con frases que a veces son como puñaladas. ¿Cómo podría no quedarme pegada a sus páginas?

EL AUTOR: CARLOS AUGUSTO CASAS


Madrileño, escritor y periodista, comenzó su carrera en Diario 16 para pasar después a la Agencia Efe  y algunos medios locales. Ejerció como periodista de investigación para TVE, Antena3, Cuatro y Telecinco. Hoy día compagina el periodismo (es subdirector del programa Víctimas del misterio en TVE) con la dirección de la colección de novela negra Estrella Negra. Ha participado en varias antologías de relatos de género negro y fue finalista del Premio Pata Negra de Novela de la Universidad de Salamanca. Con Ya no quedan junglas adonde regresar, su primera novela, ha obtenido el premio Wilkie Collins de Novela Negra este año. 

SOLO ME QUEDA LA VEJEZ... ¿O NO?


Teo, un anciano al que apodan el Gentleman, con una vida vacía y llena de olvidos y tristeza, sólo encuentra ilusión cada jueves en su cita con Olga, una prostituta que "trabaja" en la calle Montera de Madrid. Pero no hay sexo en sus encuentros. Los dos huyen de sus rutinas inventándose vidas paralelas felices y triunfadoras, comen juntos, hablan. Durante ese rato son felices a su modo. Pero un día Olga aparece brutalmente asesinada y los sospechosos son cuatro abogados de alto nivel que la contrataron para pasar la noche con ellos. El anciano, tras el dolor inicial, decide que está harto de que la vida le robe lo que ama y se arma con una sola certeza: quiere venganza. Y es que el hombre más peligroso es el hombre que no tiene nada que perder porque ya lo ha perdido todo. 

PORQUE DONDE NO HAY JUSTICIA APARECE LA VENGANZA


Esta frase, que me parece redonda, me la escribió Carlos Augusto Casas al firmarme este libro. Un libro que, como os decía al principio no da ninguna concesión al lector. No es amable, no hay personajes "buenos" porque todos son malos o peores... y sin embargo, en esa oscuridad, te sientes muy cerca de algunos incluso cuando sabes de lo que son capaces. Incluso cuando los has visto matar. Ese es uno de los méritos de Ya no quedan junglas adonde regresar, pero no el único.

Estamos ante una novela negra con muchos ingredientes habituales pero también otros muy distintos: hay un asesinato y una investigación policial, sí, pero los protagonistas se salen por completo de los cánones. El Gentleman, que pasa ya de los 70, casi se ha abandonado por completo. Viudo desde hace años, con un hijo viviendo muy lejos y que no tiene tiempo ni para hablar con él por teléfono, con una vida gris en la que sólo quedan recuerdos y decadencia, la única luz está en los jueves de su calendario. En sus citas con Olga, la prostituta de la calle Montera explotada y controlada por un proxeneta, el Tigre, que acepta el dinero del Getleman no por irse a la cama con él sino para, durante una hora, ser otro hombre y otra mujer, inventarse una biografía, trabajos, aficiones. Los dos saben que han creado un mundo falso con hora de finalización, pero es su manera de olvidarse de todo. Su manera de tenerse cariño. Cuando se despiden, el mundo vuelve a ser inhóspito y lóbrego. Casi inhabitable.

"Ella no quería volver a la boca con sabor a plástico y espermicida, a los hombres pequeños que se hacían grandes con gritos y exigencias, a tapar la podredumbre con maquillaje. Y él no quería regresar a la caja de pastillas con sus seis compartimentos, a las horas muertas mirando la tele sin entender nada, a mendigar palabras por la calle a desconocidos que le rehuían."

El atroz asesinato de Olga despierta una rabia desconocida en el Gentleman, que buscará el modo de vengarse de quienes le han arrebatado la única alegría de su vida. Con la ayuda de Tina, otra prostituta amiga de Olga, y de un tipo marginal que se mueve bien por internet, buscará el modo de localizar a los cuatro abogados que, sin género de dudas, mataron a su amiga. Y vengarse sin ninguna piedad.

La investigación oficial de la muerte de Olga está a cargo de Inés Iborra, una inspectora catalogada como una "hija de puta" por compañeros y subalternos. Es competente, capaz, inteligente y dura. Ha de serlo en una profesión dominada por los hombres y no duda en abrirles expedientes por comentarios machistas. Su profesionalidad no se ve empañada por su particular drama personal: su marido se ha ido de casa y no le coge el teléfono, por lo que va dejándole mensajes en el buzón de voz tratando de buscar respuestas. Tendrá como compañero al subinspector Puertas y, aunque choquen en muchas cosas, juntos trabajan bien. Llegar a los abogados es tarea fácil porque Olga, como protección, había mandado la matrícula del coche en el que se subió a su amiga Tina. Pero otra cosa es que los abogados sean fáciles de acusar.

La tercera pieza en este puzle es Pedro Bustos, un hombre atractivo y aparentemente triunfador, que vive en un chalet con su pareja y el hijo de ésta. Una familia perfecta y feliz... en apariencia. Porque Pedro Bustos es en realidad un asesino a sueldo "durmiente" apodado Herodes. Y su jefe le pide que salga de su tranquila existencia cuando la venganza del Gentleman empieza a tomar forma, ya que uno de los abogados implicados en la muerte de Olga trabaja para él.

La calle Montera de Madrid tiene también su protagonismo. Una calle en pleno centro, que conecta la Puerta del Sol con la Gran Vía, tristemente famosa desde hace décadas por la prostitución que pasea por ella. Actualmente es fácil ver a las prostitutas si nos fijamos un poco. Pero la verdad es que son invisibles para la mayoría. O quizá es que no las queremos ver. En la novela vemos como sus clientes habituales son hombres mayores como Mazas, amigo del Gentleman, o el Residuos, habitual del bar de esa calle que los tres frecuentan. El Residuos resulta ser repugnante en su trato a estas mujeres, un tipo que prefiere quedarse sin comer y gastarse el dinero en un polvo triste con cualquiera de ellas.

"Pero qué cojones, por un polvo se hace lo que sea. Si tengo que tirarme un mes buscando comida en la basura, pues lo hago. Soy un tío ¿no? Y qué hacemos los tíos, follamos. ¿Y sabes lo que más me gusta de follarme a las putas? Notar que no les gusto, que les doy asco, que no soportan mi olor. Pero como tengo la pasta tragan y lo hacen. Es como si las jodiera dos veces."

A eso me refería antes al decir que los diálogos son como puñaladas. El autor, desde luego, no busca el buenismo ni las medias tintas. Con un ritmo trepidante, que no baja en ningún momento, vamos a asistir a asesinatos en directo narrados con descarnada realidad, casi con crudeza. Matar nunca es limpio ni sencillo. Conoceremos esas esquinas oscuras y sórdidas que no vemos de la zona más visitada de Madrid y lo que se esconde detrás del sexo por dinero. Alternando escenas con los diferentes personajes, Carlos Augusto Casas nos introduce en una historia dura que va ganando en intensidad y crueldad a medida que avanzamos.Sin embargo el amor también está presente, aunque sea un amor desvirtuado por las circunstancias: el de Teo el Gentleman por Olga, la mujer que logra que se olvide de su soledad y de sus miserias durante una hora a la semana; el de la inspectora Iborra por su marido ausente, un amor desgastado, lleno de agujeros y reproches pero real; el de Herodes por Lidia y su hijo, que se han convertido en una especie de redención en su vida de la que sabemos poco, pero es aterradora.

Ya no quedan junglas adonde regresar ha sido todo un descubrimiento. Una novela que te arrastra a través de sus páginas en una espiral creciente de violencia y tensión pero narrada con fuerza, con un ritmo endiablado y que cuenta con personajes poderosos. Ninguno, como decía antes, puede ser catalogado de "bueno" aunque gozan de un carisma innegable, lo que hace que acabes por posicionarte a su lado. A pesar de todo. Si os gusta la novela negra de verdad, ésta os va a impactar. Porque la venganza, por mucho que James Bond dijera que se sirve fría, suele brotar de la rabia y el dolor. 






lunes, 4 de diciembre de 2017

LA CARICIA DE LA BESTIA de Cristina C. Pombo



Fue después del verano cuando mi amigo David Botello, apasionado de la historia, escritor y conductor del programa El punto sobre la historia de Telemadrid (que os recomiendo más que mucho a los apasionados de la historia y a los que no), me contó que una amiga suya iba a publicar una novela, un thriller policiaco en el que tenía puestas muchas esperanzas. Y que sería estupendo si pudiese enviármela y que la leyese. Creo que mis amigos saben que si me dicen ven, lo dejo todo y unas semanas después me llegó el libro a casa acompañado de una original presentación en forma de informes policiales y bolsa de pruebas. El título, La caricia de la bestia, no me daba muchas pistas y, al leer la primera frase del resumen de la contraportada, fruncí un poco el ceño, lo reconozco:

“En un bosque solitario, dos adolescentes son brutalmente atacados por un ser de una fuerza sobrenatural. En su declaración, ambos sostienen que el agresor es un zombi.”

Confieso que me quedé un poco descolocada. ¿Zombi? ¿Esto es una novela de zombis? Hoy me alegra haber comprobado que la sombra de The walking dead no es tan alargada y que lo que tenía entre manos era una trabajada trama policial. Ya os adelanto que no es un libro sobre zombis en absoluto, sino que La caricia de la bestia contiene una investigación muy bien hilada, con una pareja protagonista que se sale de los cánones y un misterio detrás del que hay mucho por averiguar

Os invito a que me acompañéis a Grazalema y a los bosques que la rodean y os invito, también, a la entrevista que Cristina C. Pombo me ha concedido y que encontraréis tras la reseña.

LA AUTORA: CRISTINA C. POMBO

  

Nacida en Orense en 1977, estudió música, filología y arte dramático además de cursar un Máster en Creatividad y Guión Audiovisual. Ha trabajado como directora artística, profesora, traductora y guionista de televisión. Colabora con sus artículos en La Región y Pikara Magazine. En la actualidad compagina la docencia de letras con la escritura.

LO QUE EL BOSQUE ESCONDE


Dos adolescentes atacados por un ser extraño, de enorme fuerza y que no parece sentir dolor alguno. Un ser que, de un mordisco, arranca media cara al chico. Un segundo ataque, días después, a un abogado que consigue salir indemne. Y las descripciones de ambos atacantes hablan de un zombi. La inspectora Laura Tébar y su nuevo compañero,  el recién llegado a Grazalema David Merino, se hacen cargo de la investigación sin tener muy claro a qué se enfrentan y, además, lastrados por el choque de sus personalidades, completamente opuestas.
Laura Tébar, una policía dura y de carácter complicado, se niega a creer la teoría del zombi. Merino, que también duda, intenta ampliar el abanico de posibilidades pero sin cerrar ninguna puerta. ¿Esconden los bosques de Grazalema seres invulnerables al dolor que parecen querer alimentarse de humanos desprevenidos? ¿O hay algo más?

TÉBAR Y MERINO


No recuerdo las palabras exactas, pero sí su contenido. En una conferencia, el escritor Arturo Pérez Reverte fue preguntado acerca de por qué las protagonistas femeninas de sus novelas tenían características tan masculinas. Y él, tan ácido como de costumbre pero también cargado de razón, expuso que las mujeres son más valientes y tienen más coraje que los hombres de aquí a Lima. Que podemos ser duras y muy capaces de tomar decisiones y de llevar nuestra vida sin necesitar a ningún hombre, incluso llegar a matar si la vida nos pone en esa tesitura. Que cuando una mujer agarra un cuchillo no es para asustar ni para hacer posturitas. Y, mientras leía esta novela y conocía a Laura Tébar no he podido evitar recordar esas afirmaciones. El problema, creo, es que seguimos viendo normales ciertos comportamientos y actitudes en los hombres pero, si son mujeres quienes los tienen, miramos con recelo y los consideramos “poco realistas”. Y ahora desarrollaré esta idea con algo más de detalle.

La caricia de la bestia, como os decía antes, cuenta con una pareja de policías protagonista que no pueden ser más antagónicos. Hasta ahí hasta puede parecer algo típico y ya usado en muchas novelas. Pero en este caso la “jefa” es ella, la inspectora Laura Tébar, que supera ya los cincuenta aunque sigue en plena forma. Una mujer que es respetada pero también temida por su lengua rápida y por su carácter poco dado a los compadreos. Solitaria, dura y muy capaz, acaba de quedarse sin su compañera de los últimos años, inmersa en un complicado divorcio. 


El ataque sufrido por la pareja de adolescentes en el bosque ha dejado como resultado al chico herido de gravedad y sin media cara y al atacante muerto, ya que la chica se sobrepuso al miedo para defenderse con una barra de hierro, aunque necesitó varios golpes para acabar con él. Aparentemente no sentía dolor, no se detenía. Algo así no había pasado nunca en Grazalema y Tébar no sabe qué pensar. Para colmo, conocer a su nuevo compañero le pone aún de peor humor: David Merino llega del País Vasco, ni siquiera tiene treinta años, luce una rasta y es, por su apariencia, un seguidor fiel del 15-M. Su carácter, más conciliador y tranquilo que el de Tébar, y sus ideas se dan de bruces contra una inspectora que no le quiere a su lado.

La acción principal de La caricia de la bestia se sitúa en la localidad de Grazalema, en el noroeste de la provincia de Cádiz, un lugar con un microclima fascinante que le hace tener lluvias y humedad de forma casi constante. De ahí la frondosidad de los bosques que la rodean. Desde hace tiempo la acción de las novelas policías, de misterio o negras ha abandonado las grandes ciudades para descubrir pequeños universos de maldad en lugares más pequeños, y los alrededores de Grazalema se ofrecen de maravilla para una trama como ésta. 

La novela se estructura en cuatro partes llenas de capítulos cortos, a veces de apenas página y media, que hacen la lectura rápida y ágil. Las descripciones son muy visuales y es sencillo imaginar, casi ver, lo que Cristina nos va contando en cada momento. También la forma de narrar, dosificando la acción y llevándola a una tensión creciente, favorece el interés. Los personajes, sobre todo los dos principales, están creados para que sea imposible mantener la indiferencia con ellos: Merino porque cae bien sin remedio y Tébar porque es una auténtica bofetada al lector, al que no le concede la más mínima tregua. Y, sin embargo, a medida que la conocemos, descubriremos muchas costuras rotas en ella, muchas soledades sin llenar. La pregunta es ¿por qué una mujer no puede tener esas características? ¿por qué no puede ser dura, borde, misándrica y permanecer atlética y de buen ver pasados los cincuenta? ¿un protagonista hombre duro, borde, misógino y de buen ver pasados los cincuenta llamaría igual la atención? No, incluso gustaría. Es interesante que Cristina nos haya puesto frente a un personaje tan distinto y, a la vez, tan lleno de matices.

La investigación que Tébar y Merino tienen entre manos empieza a tomar un cariz insospechado al principio. A veces siguiendo los cauces policiales habituales y a veces saltándoselos a la torera, ambos empiezan a entender que hay algo que se les escapa y que huele francamente mal en todo el asunto. Y que quizá tenga ramificaciones inesperadas. Sin llegar a pulir las aristas de su relación profesional, descubren que pueden trabajar juntos. 

Dentro de un argumento con el que he disfrutado, hay un par de cosas que no me han acabado de convencer: el personaje de Elena, la anterior compañera de Tébar, que me resulta superficial y bastante “mujer-guapa-estándar” que usa ese atractivo para sus fines, y cómo se desdibujan y desaparecen los dos Ramírez, el juez y el forense, que creo que tienen carisma suficiente para mantener, al menos, cierto protagonismo. En cuanto al sexo, sin haber escenas explícitas ni detalladas, está presente en bastantes momentos aunque bajo el aspecto de tensión sexual no resuelta. Y vuelvo a preguntar: ¿una mujer joven puede sentirse atraída sexualmente por un hombre mayor que ella, de fuerte personalidad y cierto atractivo? Por supuesto. ¿Y al contrario? ¿Por qué no? ¿El hombre es un maduro atractivo y la mujer una vieja asaltacunas? Creo que esta novela plantea un debate interesante en ese campo.

La caricia de la bestia es una novela que se devora y que mantiene el interés hasta el final, un final trepidante y tenso que deja completamente cerrados todos los hilos del argumento. Tébar y Merino, creo, pueden tener recorrido en libros posteriores. Pero eso sólo Cristina C. Pombo lo sabe.

Gracias a Cristina, por su amabilidad y por su cercanía. A Espasa por el ejemplar y la originalísima presentación y, de corazón, a David Botello por haber pensado en mí.

ENTREVISTA CON CRISTINA C. POMBO


- “La caricia de la bestia” es tu primera novela policiaca publicada pero ¿qué habías escrito antes? ¿Dónde y cuándo te aparece la pasión por escribir?

La caricia… es mi primer thriller publicado. Pero he escrito mucho y desde casi siempre: empiezas con poemas muy malos, reflexiones muy tontas, diarios muy cursis… Y vas avanzando… Hasta que un buen día te encuentras preparada para una novela. Y allá que vas. Y luego viene otra y otra y otra más… He escrito juvenil, comedia romántica, drama erótico…

- Además de la escritora ¿quién es Cristina C. Pombo? ¿Cómo te describirías?

Escritora, lectora y serieadicta. Friki de sillón, manta y serie/libro.

- ¿De dónde surge la idea para tu novela? ¿Te basaste en algún hecho conocido?

Sí, me basé en una noticia que me encontré en el periódico y me pareció tan alucinante que se me ocurrió la estructura básica de la novela en un periquete.

- Los protagonistas son una pareja de policías, Laura Tébar y David Merino, completamente contrapuestos. A primera vista puede parecer algo típico pero ¿qué tienen de diferente con respecto a otras parejas de policías literarias?

Básicamente la inversión de roles: ella es la mujer, pero es la antiheroína, la mayor, la rígida, la cascarrabias, la mala leche, la misándrica… él es el hombre, pero es el bueno, el joven, el intuitivo, el optimista, el amable, el feminista… 

- La inspectora Tébar es todo un carácter, a veces se hace complicado entender sus reacciones. ¿Cómo la creaste? ¿Te fijaste en algún modelo, en alguien concreto?

Bueno, sale, lo primero, de la idea de hacer una antiheroína, en vez de una heroína. Y una vez que supe esto, me basé en dos personas que conozco bien y varios supuestos, algo así como “¿qué pasaría si a esta persona le pusiera estas características de esta otra?” Es un juego que hago mucho para crear personajes porque da resultados muy sorprendentes y útiles. 

- David Merino es un personaje que cae bien desde el principio, al contrario de lo que sucede con Tébar. ¿Es algo buscado? ¿Querías posicionar al lector desde el inicio?

Claro, es casi un test para el lector. Muy simple, pero muy efectivo porque al estar los roles invertidos pierde dicha simpleza: ¿con quién te identificas? Y, una vez que has elegido con quién, ¿por qué? Me encantaría leer este libro sin haberlo escrito para ver qué pensaría yo, con quién me identificaría.

- La acción de “La caricia de la bestia” se sitúa en Grazalema, un pueblo pequeño de la serranía de Cádiz. ¿Por qué esa elección? ¿Qué tiene Grazalema de especial para ser el escenario de hechos como los que narras?

Bueno, ahora que me lo preguntas, se me ocurre que igual tiene también algo de juego de contrarios: es el sur, que se supone luminoso y cálido, pero resulta ser el municipio más lluvioso que te puedes encontrar. Además Grazalema tiene un microclima especial y diferentísimo al resto de sus inmediaciones que lo convierten, casi, en un decorado con todo lo necesario para un thriller: lluvia, bosque frondoso, viento… 

- Sin caer en escenas muy gráficas, hay abundantes menciones al sexo y al deseo en tu novela. ¿Es algo buscado para incrementar cierta tensión entre algunos personajes? ¿Un poco de provocación al lector?

Bueno, si provocación es poner alusiones sexuales cuando la protagonista es una mujer, en vez de un hombre, o una “madurita” de 55 en vez de una “jovenzuela” de 25, pues sí, es una provocación. Pero yo, como lectora con un mínimo de pensamiento crítico, me lo haría mirar si eso me provocara. El sexo está presente en todo lo que nos rodea: novelas, publicidad, chistes, series, películas… así que habría que plantearse muy en serio por qué en esta novela resulta provocador (Y es algo que ya me han dicho más veces, así que debe de ser verdad que se percibe así)

- Hay escenas muy cinematográficas en “La caricia de la bestia”. Habiendo trabajado, como es tu caso, como guionista de televisión ¿ves tu novela en la pantalla, sea en cine o en forma de serie?

Uy, vaya si la veo. Si hasta tengo clarísimos a los protagonistas. Lo que no tengo tan claro es si es serie o película. Parece que todo el mundo coincide en que es muy cinematográfica, es algo que ya he leído en varias reseñas. También es cierto que eso son palabras mayores y que son pasos que creo que aún están muy lejos en el tiempo. Pero sí te puedo decir que alguna productora me ha escrito para charlar sobre una posible adaptación… (digo esto último haciéndome la interesante y la fría, pero estoy emocionada como una tonta)

- ¿Hasta qué punto crees que la mención de un zombi en el resumen de tu libro puede echar hacia atrás a lectores que piensen que es una novela sobre esos seres? ¿Cómo les convencerías para que la leyeran?

Pues también es algo que me he encontrado muy repetido en opiniones sobre la novela, que esa mención echa un poco hacia atrás. El tema del zombie es un señuelo publicitario, y esas cosas a veces funcionan y otras no, no es una ciencia exacta. Y también supongo que depende de la franja de edad de la persona que lo lea. Imagino que también habrá gente que lo elija precisamente por eso. Lo que diría para animar a su lectura es lo que pone en la faja de la novela. Hay una frase de P. López en la faja de la novela que me gusta de manera especial: “Pocas novelas he leído, policiacas o no, con unos protagonistas tan buenos y que llegaran tanto”

- Como escritora ¿cuáles crees que son tus influencias a la hora de escribir? Y como lectora ¿qué te gusta leer?

Supongo que mis influencias, además de la realidad que me rodea, son los libros que me gusta leer y las series que me gusta ver. Mis lecturas favoritas son Lionel Shriver, A.M. Homes, J.K. Rowling, Caitlin Moran, Paul Auster, Sue Townsend, Millás, Lindo, Vila-Matas… y muchos clásicos: Woolf, las Brontë, Balzac, Dumas, Flaubert, Lawrence, Elliot…  

- ¿Cuáles son tus proyectos ahora? 

Pues la segunda parte de La Caricia y un proyecto para una serie.

lunes, 27 de noviembre de 2017

ENCUENTRO CON JESÚS CAÑADAS Y "LAS TRES MUERTES DE FERMÍN SALVOCHEA"

El pasado 22 de noviembre, gracias a Roca Editorial y al buen hacer de Silvia Fernández, tuvimos la ocasión de compartir conversación con Jesús Cañadas, que se encontraba en Madrid (y esa misma tarde viajaba a Salamanca) para presentar su libro Las tres muertes de Fermín Salvochea. Aprovechamos un rato a mediodía, antes de comer, en el Hotel Gran Vía Catalonia, para acomodarnos y preguntarle sobre la novela y sobre Salvochea que, históricamente, es un personaje muy interesante. Alcalde anarquista de Cádiz entre 1871 y 1873 y procedente de una familia adinerada, gobernó sobre todo para los más necesitados, para el pueblo llano, lo que le granjeó muchos enemigos entre la clase pudiente y la iglesia. Jesús nos contó que ya forma parte de la mitología de Cádiz y que allí cualquiera sabe quién fue. 


Jesús Cañadas es gaditano, nacido en 1980, licenciado en Comunicación por la Universidad de Granada. Su primera novela es del 2011, El baile de los secretos. En 2013 publicó Los hombres muertos. Su novela más reciente es del 2015 antes de Las tres muertes de Fermín Salvochea, es Pronto será de noche, un thriller apocalíptico.

Ante un libro tan original como el que teníamos entre manos, la pregunta obligada era de dónde surge la idea de escribirlo. Jesús respondió tajante: este libro nace del hartazgo. O, como dicen en Cádiz, de la "jartura" que él tenía de ver cómo un enorme porcentaje de obras de ficción se ambientan en los mismos sitios. Siempre asesinos en serie en Nueva York, siempre los marcianos cargándose la Casa Blanca y él se preguntó: ¿por qué no llevarlo a un sitio más cercano? ¿Por qué no acercar una ficción a algo más suyo, a su Cádiz natal? En una novela suya anterior, Los hombres muertos, ya se había ido hasta Providence, Londres, Berlín, Damasco... y ahora le apetecía venirse a Cádiz. Por eso decidió ambientar la novela allí para, después, adornarla con los mimbres que a él le gustan: misterio, suspense, un toquecito gótico, algo sobrenatural, un poquito de miedo, acción, aventura... Esas son las coordenadas en las que habitualmente se mueve al escribir y las quería en su ciudad. Y realmente era un reto porque cuando se piensa en Cádiz se piensa en sol, en una ciudad luminosa, playa, "pescaíto" frito y chirigotas. Llevar allí una historia de suspense y misterio, más oscura, suponía un desafío. Este es el DÓNDE de la novela.


Para el CUÁNDO, le apetecía irse un poco al pasado, para lo que empezó a escarbar en la historia de Cádiz. Podría haber situado la novela en 1812, pero era un momento muy manido desde el bicentenario de la Constitución de Cádiz. Fue entonces cuando se topó con la figura de Fermín Salvochea, un inmortal del acervo popular de Cádiz, el alcalde que se puso de parte de los pobres. Pero además hay otras leyendas en la ciudad, sobre todo porque es una ciudad con más de tres mil años de historia en la que han vivido fenicios, tartesos, romanos,árabes, cristianos... que han ido creando capas en ella, no sólo físicas sino también culturales y de muchas historias. A todo eso quería sumarle un puntito fantástico pero pasado por el tamiz de las cosas que le interesan, por lo que decidió coger a Salvochea y rodearle de las leyendas que a él le contaba su padre de pequeño.

Una de esas leyendas se refiere al teatro romano de Cádiz, que se sabe que es uno de los más grandes del mundo pero que se encuentra casi todo bajo tierra, sólo se pueden visitar algunas filas superiores de gradas. Está rodeado, además, por lo que se supone que es un auténtico laberinto de cuevas subterráneas que se extiende por todo Cádiz y que llegaron a usar los piratas y contrabandistas para sus chanchullos. Ese laberinto se llama Las Cuevas de Maríamoco, que se supone que era una bruja que vivía en ellas y se comía a los niños. También está la leyenda del hombre-pez, un tipo que apareció varado en la playa, al que llevaron a la iglesia de Santo Domingo para reanimarle. Aquel hombre sólo sabía decir "liérganes, liérganes" y más tarde se supo que había llegado a nado desde el pueblo cántabro de Liérganes. Con todo esto se decidió a crear una trama que envolviese a las leyendas y convertir Cádiz en una especie de realismo mágico pero tenebroso, creando una mitología que aunase todas esas historias.

Pero ahora le faltaba el QUÉ: hubo que darle, decía Jesús, muchas vueltas al "chícharo" para que cuadrase todo. Lo malo fue que cuando ya había empezado la novela se dio cuenta de que Salvochea como protagonista no funcionaba. Y no lo hacía por su carácter de leyenda y porque no podía anclar la visión del lector a un personaje casi mitológico. El lector necesita un ancla más cercana a él, por eso pensó en darle un contrapunto a Salvochea, una especie de Doctor Watson de Cádiz. Y ahí es donde entra la parte personal de la novela: el Doctor Watson que le dio era un borracho, un putero y un vividor basado realmente en la figura de su abuelo Juaíco que fue barbero en el Cádiz de los 40 y 50 del siglo pasado, que tuvo dos peluquerías y las perdió jugando a las cartas y que sembró la ciudad de hijos ilegítimos. Nos confesaba Jesús que, cuando a él le contaban cosas de su abuelo siempre pensaba que era alguien muy lamentable pero del que podía salir un gran personaje literario. Y por eso lo eligió. Aunque el QUÉ de la novela no va sólo de Salvochea y Juaíco sino que su centro es su protagonista, Sebastián, un niño que ha dejado de creer en su padre y debe aceptar que no es el ser todopoderoso que creía sino que es simplemente su padre. Eso es algo que él tuvo también que hacer en su momento y, de alguna manera, Las tres muertes de Fermín Salvochea le ha servido para hacer las paces con la memoria de su padre.

Acerca del género de la novela, nos aseguró que si le preguntan a él no diría que es una novela fantástica; diría que es una novela negra, de aventuras, costumbrista y transversal. O, como dice José Carlos Somoza, degenerada porque no tiene un género concreto. Y es que en su literatura intenta que estén todas las cosas que le gustan, no sólo el terror. 

Respecto a cómo interpreta la literatura, fue tajante: reivindica mucho el carácter lúdico de la literatura porque nadie empieza en ella leyendo a Schopenhauer. La literatura no tiene que ser sólo necesaria, seria, indispensable... tiene que ser TODO. Nos contó que él se enganchó a la literatura leyendo El pequeño vampiro y ya no la pudo dejar. En cuanto a que su novela ya es, ahora que se ha publicado, de los lectores nos retó, con su mejor humor, a pelear porque se niega a creer que su obra sea ya sólo de los lectores. Un lector le puede dedicar veinte euros y una semana, pero él le dedicó trece meses de trabajo por lo que "lo dejamos en custodia compartida", afirmó.


Se puso sobre la mesa si la novela era también una novela de objetos y Jesús lo corroboró. Los objetos que aparecen, las tijeras, el libro, el reloj, en realidad unen las dos líneas temporales por las que discurre la acción. Están en el pasado y tienen su reflejo en el momento presente. Y es que fue su padre quien le metió el gusanillo de lo fantástico con todas las historias y leyendas que le contó cuando era pequeño. Incluso el personaje de Sebastián basa su nombre en Bastian, de La historia interminable porque tiene que creer en la fantasía. Debe creer. El punto de partida real de Las tres muertes de Fermín Salvochea es Big Fish, película y libro que le marcaron mucho y que, además, conoció el año que murió su padre. En cuanto al Teatro de los Horrores que aparece en la novela, en realidad lo creó para otro de los personajes, el Pani. Cada uno de los protagonistas tiene un conflicto propio, unos miedos. El Pani es hijo de un maltratador, algo que en la época se veía como algo normal. Jesús quería reivindicar ese tema desde la figura de el Pani, de cómo se enfrenta a ello. Y en ese momento Jesús Cañadas nos dejó una frase preciosa: La imaginación no te va a salvar la vida pero te va a ayudar a entenderla.

Las tres muertes de Fermín Salvochea es una novela de niños y monstruos, monstruos imaginarios y también terriblemente reales. También quería que Cádiz se convirtiese en un personaje más pero ¿cómo se podía conseguir eso? Pues a través de sus habitantes, por eso crea un mosaico de personajes ante los que quiso que el lector les imaginase vidas y que pensase en la historia que albergaban dentro de cada uno. Con la gente que puebla Cádiz es como la ciudad está viva en la novela. Y es que Jesús quería que la historia que ha escrito no pudiese ambientarse en otro lugar.

Le preguntamos cuál era su personaje favorito y contestó sin dudar que Antonia. De lejos. Representa a todas las mujeres que han estado en el mundo antes que nosotros, a las que la vida se ha encargado de vapulear física y psiquicamente por activa y por pasiva y que, a pesar de todo, mantienen una dignidad inmensa, mayor que la de todos los que las rodean. Jesús quería que quien leyese su libro recordase lo mucho que han pasado esas mujeres y cómo han seguido adelante con su vida, cómo han resistido todo con una dignidad "acojonante". Antonia, para él, tiene las escenas más memorables de la novela, no por espectaculares sino por significativas. Es un personaje que está basado directamente en su abuela no sólo por nombre sino por todo lo que le rodea, pero quien lo inspira es realmente su madre.

Ya casi terminando la charla, Jesús aseguró que hay que pasárselo bien escribiendo. Se puede hablar de temas muy serios pero dándole un toque fantástico que haga disfrutar al escritor y al lector. Y por qué no, un toque de humor que, en Las tres muertes de Fermín Salvochea, hace que se empatice mucho con los niños protagonistas. También nos adelantó que ya tiene ideas para futuras novelas y confía en que ésta vaya bien para poder sacarlas a la luz. Después hubo firmas, fotografías y más risas porque Jesús Cañadas nos lo puso realmente fácil y mostró un buen humor fantástico. 

Las tres muertes de Fermín Salvochea es un libro distinto, muy entretenido, con personajes que llegan al lector y lleno de magia y misterio. Disfrutadlo, de verdad que merece la pena.

Gracias de corazón a Jesús Cañadas por el buen rato y la complicidad, a Roca Editorial y a Silvia Fernández por organizarlo, a Pepa de Locura de Libros por poner siempre tanto de su parte y a María Cabal por su siempre brillante compañía.