Allá por el año
2012, gracias a una iniciativa de un "libro viajero" conocí Escrita
en tu nombre y a su autora, Amelia Noguera. Una vez que terminabas la
lectura, había que dejar un pequeño comentario y la firma en las páginas de
inicio. Escrita en tu nombre era una novela entonces autoeditada. La
versión en papel la "fabricaba" la propia Amelia en una imprenta
cerca de su casa. Recuerdo que el primer comentario que leí fue "Yo
también me he enamorado de Omid" y también recuerdo que sentí un cierto
escalofrío porque tenía puestas muchas esperanzas en el libro y de pronto pensé
que era romántico... No tengo nada en contra de la literatura romántica, al
contrario, leer es siempre maravilloso, pero a mí no me convence. Ya conocéis
mis gustos. Y no. Sí, había amor en ella. Una historia de amor maravillosa,
pero no era sólo eso como espero saber transmitiros. Ahora la Editorial
Almuzara ha apostado por la novela y la ha publicado y ha sido emocionante
volver a encontrarme con Malena y Omid, con sus vidas. Casi no hay diferencias
con la edición original excepto algunas páginas suprimidas y pequeños añadidos
que no cambian en absoluto la historia.
De nuevo me he
encontrado arropada, cómoda, como visitando la casa de alguien a quien de verdad
quieres y que te acoge y te cuenta cómo le va la vida. He podido escuchar en cada una de sus líneas a los protagonistas, ver en
cada párrafo los mismos lugares que ellos pisaban, hasta oler el paisaje y las
calles de Madrid. Siempre me han fascinado los libros que “cuentan cosas”,
aquellos en los que puedes sumergirte sin miedo porque crean un universo
paralelo lleno de vida, de experiencias, de sucesos que se van enlazando, en
los que cada capítulo te aporta más y más. Quizá por eso me encanta releer de
vez en cuando Cien años de soledad o Cinco horas con Mario, dos
de los ejemplos más claros de ese tipo de libros. Es difícil de explicar, pero
no pierdo nada con intentarlo ¿verdad?.
Escrita en tu
nombre ha conseguido eso. Me ha subyugado, literalmente. Y
he disfrutado tanto de su lectura como la primera vez, aunque ahora lo tengo
muy, muy complicado para tratar de transmitiros esa fascinante sensación. Pero
bueno, como dice el aforismo latino “audaces fortuna iuvat” (la fortuna
favorece a los audaces), así que vamos allá.
LA AUTORA: AMELIA NOGUERA
Después de
cinco años, de varios encuentros, conversaciones, confidencias y hasta torrijas
con un café en Starbucks, considero a Amelia mi amiga. Madrileña, Ingeniera
Informática y graduada en Humanidades, hizo un poco de todo en su vida
profesional: editora, traductora, profesora y hasta directora de publicaciones
editoriales. Después de convertirse en un éxito de ventas en Amazon, en 2014
Roca Editorial publicó su novela La marca de la luna. Posteriormente Suma
de Letras publicó en 2015 La pintora de estrellas y en 2016 la novela corta
Prométeme que serás delfín. Hay una frase de Amelia que me encanta: “Mis
novelas son yo misma y no pienso abandonarlas, a pesar del mercado, a pesar de
las crisis. Hay que seguir creyendo en lo que te hace ser mejor, hasta el
final.”
MAGDA, MALENA, MAGDALENA… Y OMID
No sabía qué me
iba a encontrar cuando, en su momento, me llegó el libro. Pero empecé a leerlo
con mucha curiosidad y algo de prevención (lo confieso) cuando vi, como os
contaba, el primer comentario que habían dejado en él. Pero decidí olvidar
frases y sumergirme en él sin salvavidas alguno. No me avergüenza confesar
que me ahogué en él y hasta se me escapó más de una lágrima emocionada y
alguna sonrisa cómplice, pero es que entendía tan bien a las mujeres de este
libro... Ahora he vuelto a ahogarme con gusto, a perderme en los miedos de
Malena, en el pasado de Omid, en lo que les une sin remedio.
Podría parecer,
por el título de este epígrafe, que es una novela de tres mujeres pero
realmente sólo es una. Tan complicada como solemos serlo todas, que parece que
tenemos una capacidad asombrosa para cambiar o para amoldarnos. O para
convencernos a nosotras mismas de que siendo como otros quieren tendremos más
posibilidad de que nos amen. Siempre he creído que esa es una maldición que
nos está costando superar, porque nunca acabamos de estar contentas con nosotras
mismas y nos boicoteamos constantemente, más pendientes de la aprobación de los
que nos rodean, del bienestar de los que viven con nosotras, olvidando que
también merecemos, simplemente, que nos quieran. Así de simple. Que nos quieran
por ser nosotras, por existir. Y cuando ocurre, no nos lo creemos. Qué
paradoja.
Magdalena, la
protagonista de Escrita en tu nombre, lleva el nombre de una tía suya,
algo muy habitual en las familias españolas. Su tía nunca tuvo una vida fácil
ni feliz y tuvo un triste final, por lo que Magdalena siempre piensa que ese
estigma lo lleva con ella, como una cicatriz perpetua que se inició en la
insripción en el registro. Pero la vida le irá aportando más cicatrices en
el alma que apuntalarán esa idea que tiene de sí misma. Nacida en una
familia humilde pero muy trabajadora, con un padre que hace más horas de las
que puede para mantener a su numerosa prole, Magdalena, que es la mayor, se
echa a la espalda la responsabilidad de ser la hija perfecta, la que no de
problemas, la que consiga brillar en sus estudios para conseguir las becas que
le permitan ir a la universidad.
La novela,
contada en tiempo actual y narrada alternativamente por las voces de Malena y
de Omid (con algunos capítulos cortos que hacen referencia a otros personajes) , va haciendo constantes flashbacks. Primero en la
vida de Magdalena, a la que nunca llaman por ese nombre. Generalmente es Magda
y así es como la conocen sus primeras amistades en el instituto... y Mario, por
el que pierde la cabeza desde que le ve por primera vez. Con el paso del
tiempo, y tras algunos desencuentros, la relación con Mario se formaliza pero
de forma extraña. El nunca busca acercamientos, nunca parece desearla, se
limita a preparar sus oposiciones y consolidar un noviazgo gris, con la idea
básica de que ambos gocen de una vida saneada y tranquila en el futuro. Magda,
ciega ante Mario, con la voluntad anulada y convencida de que todo es como debe
ser, le defiende hasta en lo indefendible y ello provocará hasta terminar con
su mejor amiga. Tras el matrimonio nada cambia, pero Magda sigue pensando, resignada,
que eso es lo normal hasta que una noche todo salta por los aires del modo
más inesperado. Es Mario quien crea a Magda, quien la convierte en alguien
que se conforma con las migajas que le van arrojando, a quien puede manejar a
su antojo, convencido de que ella jamás protestará porque está segura de no
tener razones para ello.
Magdalena,
Magda, también será Malena, un nombre que no tiene un inicio
demasiado feliz, ya que surge por un triste incidente. Pero Malena parece
enfrentarse a las cosas con más coraje y , sobre todo, con más corazón que
Magda. Es como si el nuevo nombre trajese a una nueva mujer que trata
con todas sus fuerzas de ahogar la vocecita regañona y rendida de Magda cada
vez que toma una decisión. Malena conocerá a Omid, un músico iraní exiliado
de su país siendo niño tras la caída del Sha, y que ha vivido una sucesión
de pérdidas y de tristezas que podrían haberle convertido en un vegetal en
cuanto a sentimientos. Pero Omid es luminoso. No sólo porque es atractivo a
rabiar, sino porque sabe disfrutar de cada minuto que le da vida como si fuese
un milagro, un regalo que abrir con ilusión. Y tras los primeros encuentros con
Malena se irá enamorando profundamente y tratará de llevarle a su terreno, que
sea feliz. Pero ese viaje también estará lleno de curvas, túneles y baches.
SUS NOMBRES, SUS ALMAS
Una de las
cosas que más me llega de Escrita en tu nombre es que a lo largo de sus
capítulos se nos van regalando, durante algunas páginas, pedazos de las vidas
de las personas que comparten, de algún modo, el camino de Malena y Omid. Es
como abrir pequeñas ventanas esquineras que nos permiten ver mundos paralelos
al que estamos siguiendo. Y en todas esas páginas, en cada esbozo de vida,
vamos a encontrar auténticas joyas, porque el gran mérito de Amelia es lo bien
que nos dibuja a los personajes aunque parezcan secundarios o poco importantes.
A todos les dota de tanta humanidad y nos son tan reconocibles que no puedes
por menos que sentir cariño por ellos. Hasta en el caso de Mario, a pesar de
todo, aunque con él en lo que caes es en la compasión cuando comprendes lo que
ocurre.
La presencia de
Omid en la vida de Malena es un revulsivo. Ella trata de
defenderse de todo lo que va sintiendo por él porque está harta de sufrir,
harta de pensar que no es digna de ser amada, harta de haber sido siempre una
segundona porque su mejor amiga era la guapa, la ingeniosa, la que se llevaba a
los chicos de calle. Y ella nunca merecía una segunda mirada. No os imagináis
cómo me he sentido de identificada con ella, pero esa es, desde luego, otra
historia. Y a pesar de que Omid rodea a Malena de cariño, de experiencias
hermosísimas y de seguridad, ella jamás acaba de estar convencida, sigue
teniendo un miedo atroz a enamorarse del todo y que él la deje por otra más
guapa y mejor. Un miedo que tomará forma en la figura de la exmujer de Omid,
con la que él terminó definitivamente dos años atrás, una mujer hermosísima,
sensual, irresistible, empeñada en recuperarle a toda costa.
Magda brotará
ahí como una catarata, acallando a Malena y retomando su odioso “ya te lo
dije”. Visto así casi podría pensarse que hay algo que no va bien en la mente
de Malena, pero no es eso. A todas nos pasa. Tenemos esa dichosa
conciencia culpable, ese odioso Pepito Grillo que nos repite que no podemos,
que no debemos, que no nos conviene, que no lo merecemos. Y aquí se llama
Magda. Tan sencillo como eso y tan complicado.
Las vidas de
Omid y Malena se nos van contando desde diferentes tiempos: su infancia, sus
familias, su juventud, su presente incluso cuando no están juntos. Y también
Amelia nos trae sus momentos de unión, sus paseos, sus noches y sus mañanas sin
caer jamás ni en la pornografía ni en el mal gusto, sin contar detalles. Sólo
insinuando lo que ha sido tan intenso. Ambos se nos hacen tan familiares y les
tomamos tanto cariño, que cuando termina la novela te quedas un poco huérfana.
Te da una pena inmensa que acabe cuando has compartido tanto con ellos y has
sido su confidente en todo momento. No, no es una novela de amor, pero sí
trata de él y del modo en que personas tan distintas y tan necesitadas de él se
encuentran. Pero sobre todo es una novela de vidas, de amistad, de retos
superados; de redención, quizá.
Personalmente
creo que es la mejor novela de Amelia Noguera. Sobre todo por cómo hace sentir al lector a medida que se pierde en sus
páginas. Te consideras parte de la historia, espectadora provilegiada no sólo
de las vidas de Malena y Omid, sino porque puedes sentirte identificada al
ponerte, con sus palabras y su modo de narrar, un espejo bien bruñido delante
en el que reconocerte. Con un lenguaje fácil y un estilo que impresiona por su
fluidez, nos hace disfrutar enormemente de la lectura. Y era cierto lo que
ponía en la primera página, en la dedicatoria anterior a la mía ¿recordáis?: yo
también me he enamorado de Omid. Qué difícil es no hacerlo. Pero cómo me
gustaría contar en mi vida con alguien como Malena para cerrarle el pico de una
vez a mi Magda particular.