miércoles, 22 de junio de 2016

NORMAL de R. López Herrero

Lo único cierto es que nunca se sabe. A veces una portada puede hacer que un libro llame o no y no siempre se acierta. Hay libros con portadas espantosas que esconden auténticos tesoros y algunos, con maravillas por delante, te dan ganas de mandarlos a la hoguera purificadora. Igual pasa con algunos resúmenes: pueden abrirte las ganas de leer lo antes posible o ser absolutamente planos y sin vida, pero en ninguno de los dos casos son prueba de nada. En el caso de "Normal", la novela que hoy os traigo, me llamó mucho la atención la sinopsis que de él se hacía en la página de la Editorial Suma y pensé que podría ser una buena lectura para intercalar entre las que tenía empezadas. Sí, es verdad, también pensé que podrían estarme dando gato por liebre, pero en ocasiones las corazonadas salen bien.

No me equivoqué. He descubierto una novela que, sin ser demasiado larga (apenas 254 páginas que se leen en un suspiro) es intensa, mantiene una considerable dosis de intriga, los personajes están bien dibujados y, sin dejar de ser una trama policial, el lenguaje es ágil, directo, muy real, especialmente en los diálogos entre los protagonistas. Nada de acartonamientos ni de frases grandilocuentes, especialmente dentro de la comisaría: naturalidad ante todo, como después os detallaré. Quizá mi afición a series como CSI o Mentes Criminales me han hecho pensar que los policías hablan como catedráticos. Y no. Pero vamos paso a paso.

EL AUTOR: R. LÓPEZ HERRERO


Nacido en Madrid en 1970, Roberto López Herrero es un escritor, guionista, actor, director y locutor de programas de televisión y radio. Ha trabajado en diferentes programas a nivel nacional y autonómico, como Pecado Original, Saturday Night Live, El Método Gonzo, En Antena, Un Paseo por las nubes y A 3 Bandas entre otros.
Curiosamente, el trabajo que le ha dado a conocer al gran público ha sido la locución de "Ninja Warrior" el mítico programa deportivo japonés de televisión en el que cien competidores intentan ganar una carrera de obstáculos dividida en cuatro fases. He de aclarar que desconocía por completo la existencia de este programa y ha sido mi hijo mayor el que me ha aleccionado sobre él. Supongo que será por falta de datos, pero según me contaba detalles yo no dejaba de pensar en una especie de "Humor amarillo" pero un poco más elaborado. Que me perdonen sus muchos seguidores.

Como actor ha participado en algunos capítulos de series como Maneras de sobrevivir o Saturday Night Live y en la radio ha trabajado en programas como "Te doy mi palabra", "La mirada crítica" o "Queremos hablar". En la década de los 90 cofundó Ediciones Cronópolis con Pedro Alcántara y Miguel Medina, dedicada a juegos de rol y que se mantuvo hasta 1997, año en que pasó a convertirse en la actual Ediciones Sombra. En la original, Roberto López Herrero publicó varios juegos de rol como "Jurasia" o "Superhéroes". También es fundador de la web de humor "El Expecial".

Como escritor, es autor de dos novelas de humor: "Antonio mató a Luis en la cocina con un hacha porque le debía dinero" y "Una conspiración mundial secuestró a mi perro para que yo no contara todo lo que sabía". Su último trabajo es la novela que hoy traigo, "Normal", completamente diferente en cuanto a temática con las anteriores y que ha firmado como R. López Herrero. 

UN ASESINO QUE PODRÍA SER CUALQUIERA


A plena luz del dia y frente a siete testigos, un hombre mata a una mujer de un disparo en la cabeza. Todos le han visto y, sin embargo, al prestar declaración ante la policía, son incapaces de dar algún rasgo característico del asesino. Sólo se muestran de acuerdo en una cosa: era un hombre normal. Sin más. 

Félix Fortea, el policía que se hace cargo de la investigación, apenas puede dar crédito. Ninguno de los siete le ha dado una sola pista  a pesar de haberle tenido delante. Gabardina normal, estatura normal, aspecto normal... pero ¿qué es normal para ellos?. La víctima era una ama de casa esposa de un taxista, sin problemas aparentes ni nada oscuro en su vida. Cuando aun están tratando de digerir lo ocurrido, un segundo asesinato en un parking, también por un disparo a quemarropa, acaba con la vida de un hombre delante de su pareja y el hijo de ésta, que padece autismo. Tampoco la mujer será capaz de dar una descripción del asesino. Era normal. Nada destacable. Pero esta vez la víctima era un maltratador.

¿Cómo perseguir y dar caza a un asesino que podría estar a tu lado y no lo sabes? Tampoco las pruebas aportan demasiada luz. Ese hombre normal, que ha estado a la vista de todos, parece un fantasma, una entelequia, pero es capaz de matar a sangre fría. Nada relaciona a las víctimas, ni siquiera investigándolas a fondo. Pero existe. Y lo que es peor, está dispuesto a seguir.

"ERA...NORMAL. NO SÉ CÓMO DEFINIRLO MEJOR"


Ya anticipo que lo mejor de esta novela, además del argumento, es el lenguaje que el autor utiliza. Directo, casi coloquial en ocasiones, narrado en dos voces y con personajes que no son en absoluto paradigmas de la belleza ni genios incomprendidos, consigue que nos sintamos muy cerca de ellos. Porque, al fin y al cabo, lo que ocurre es algo que podría suceder en nuestro propio barrio. Es eso: son normales. Pero ahí esta la cuestión. ¿Qué entendemos por normalidad? ¿Todos tenemos el mismo concepto de ella?

El protagonista, Félix Fortea, policía encargado de la investigación desde el primer momento, pone su propia voz en buena parte de la narración. Con él seguimos las escasas pistas desde dentro: las balas, los interrogatorios, el ambiente de la comisaría, las conversaciones con los compañeros... A él también podríamos catalogarle de "normal". Mediana edad, calvo, un poco friki, amante de Queen y del orden, soltero y conviviendo con varios gatos, no hay nada en él que lo haga destacar, aunque tiene instinto y gran capacidad de trabajo. Su amigo y compañero Manuel Pacheco, es su antítesis: alto, atractivo (al estilo de los galanes clásicos del cine), felizmente casado, con dos hijos y una vida aparentemente hecha, aunque con cierta tendencia a saltar con determinados compañeros. También muy "normal". Dos caras de la misma moneda, pero "normales". Es curioso cómo etiquetamos a la gente.


Cuando se comete el primer asesinato Fortea consulta con la psicóloga para tratar de explicar esa falta de descripciones en los testigos, pero todo lo que a Lara Martell se le ocurre es poco probable. Félix tiene una mente que va a toda velocidad, enlaza unas ideas con otras y pasa de la euforia a sentirse mal consigo mismo en décimas de segundo. He leído en una entrevista con Roberto López Herrero que quería que "el bueno" fuese "el que no estaba normal", contraponiéndole con el asesino que, aparentemente, sí lo es. Cuando es Félix el que lleva el peso de la narración podemos escuchar y sentir todo lo que él escucha y siente. Y, cuando menos, es peculiar. Manuel Pachecho hace mención a sus manías en más de una ocasión, de las que Félix es apenas consciente. Pero todo ese envoltorio no le impide ser un buen policía y empezar una relación con Lara, aunque el incio de ésta sea un poco desastre.

El narrador omnisciente aparece tanto para mostrarnos a otros miembros del equipo policial como Pablo Grau, que está medio apartado por, supuestamente, pegarle una paliza a un detenido o Paula Carrasco, a la que envían para coordinar y ayudar en el caso. Paula es lo que podríamos considerar una policía mediática o "policía tipo Sálvame", que adora estar delante de una cámara y, para ello, no duda en elaborar teorías propias sin respaldo. Tampoco le importa que toda la comisaría esté en su contra. Manuel Pachecho será el más hostil, porque ya se las tuvo con ella en el pasado.

Pero cuando este narrador en tercera persona resulta más inquietante es cuando nos pone delante la figura del asesino. Simplemente es "el hombre". Con él asistiremos a sus crímenes, que siente de un modo tan frío y aséptico que nos damos cuenta de la poca capacidad empática del sujeto. Pero también conoceremos su vida personal. Una vida aparentemente normal... de nuevo, la palabra. ¿Cuántos asesinos conocidos son descritos por vecinos o familiares como "normales"? Siempre he creído que dentro de cada uno tenemos una parte oscura y a veces sale al exterior. Pero ¿cuántos de nosotros podemos decir que no somos normales? El asesino es hombre de férreas convicciones, su mente está cuadriculada de un modo muy concreto y eso es lo que resulta más aterrador: cómo justifica y explica lo que hace.

Pero vamos con el lenguaje porque es, en mi opinión, lo mejor de la novela. Ya os comentaba al principio que, acostumbrados como estamos a las series policiacas en televisión, es habitual escuchar frases como ésta:
- ¿Algún resultado de los restos hallados en el parking, señor Wolf?
Sin prisas, sin alterar el tono, conscientes de la importancia del momento...
Pero aquí tenemos el ejemplo de la novela:
- "Eh, tú, ¿qué tenéis de lo del parking?"
Desde luego, mucho más normal.... y aquí tenemos otra vez la palabreja.

Las partes en las que Félix Fortea nos lleva a su lado, asistimos no sólo a sus pensamientos casi centrifugados, sino a los encontronazos en la comisaría, a las confesiones de Manuel Pacheco (que también tiene un patio trasero detrás de su formal apariencia), a sus miedos, a sus certezas. A lo que empieza a sentir por Lara. Él mismo es consciente de que "conceptos, imágenes y flashes se me acumulan de un modo que no sé explicar". La investigación, cada vez más compleja, le mantiene en un estado constante de alerta. Quizá hay un poco de Roberto en Félix, en cuanto a gustos y hasta apariencia.

El libro tiene un estilo propio y diferente a lo que estamos acostumbrados. Dentro de la densidad y categoría que ha alcanzado la novela negra en España, Roberlo López Herrero, sin alejarse de la calidad, nos trae un ejercicio de estilo para contarnos una historia oscura con un asesino capaz de la cueldad más absoluta sin que se le altere el pulso. Está convencido de que hace lo que debe y de que sus motivos son correctos. Asusta un poco darnos cuenta de cómo alguien con una apariencia que no llama la atención puede ser capaz de semejantes atrocidades. Pero "el hombre" tiene la certeza de que está en posesión de la verdad y por eso no se siente culpable.

En resumen: una novela estupenda, con un argumento original y un planteamiento novedoso que huye de estereotipos y de personajes "a la carta" y que nos hace preguntarnos qué es normal en la vida. Para mi gusto, el final es algo apresurado. Toda la trama se cierra perfectamente, no hay cabos sueltos, pero quizá sale un poquito a la carrera. No empaña el conjunto, desde luego y cerrar una novela así no es sencillo, así que no puedo considerarlo un punto demasiado negativo.

Y en el futuro, quién sabe. Quizá Félix Fortea y Laura Martell vuelvan a la caza de alguien menos normal.





domingo, 19 de junio de 2016

LA MIRADA DE CHAPMAN de Pere Cervantes (CON ENTREVISTA AL AUTOR)



Cuando mi amiga Carmina, del blog “De tinta en vena”, me propuso hacer una lectura simultánea (con la correspondiente reseña) de este libro me cogió en absoluto fuera de juego. En ese momento estaba de trabajo hasta los ojos y leyendo dos libros a la vez, pero la lectura no me cundía. El estrés me quita concentración y capacidad de disfrutar de las páginas que tengo delante, aunque siempre me reservo un par de horas para la noche, cuando ya no tengo otras cosas a las que atender. Acepté el envite, por supuesto. Y lo acepté sin saber ni de qué libro se trataba ni qué me iba a encontrar, pero me fío de Carmina y de su criterio. Además es mi amiga.

Tenía tan poco tiempo esos días que ni investigué sobre el argumento o el autor. Sí que vi una fotografía de la portada, medio tapada por la faja, y me pareció que lo que asomaba era la parte superior de una pirámide maya. Chapman. Pirámide maya. Podéis reíros, pero llegué a pensar que se trataba de un misterio arqueológico o algo de ese estilo. Por suerte el libro me llegó enseguida y pude comprobar, con bastante alegría, que, como de costumbre, había sacado conclusiones muy arriesgadas, en especial porque no era pirámide maya sino naveta menorquina. El autor, Pere Cervantes, me sonaba pero no había leído nada suyo aunque me gustó el resumen y allá fui de cabeza. Sólo puedo decir, y espero saber contarlo como merece, que he disfrutado de una novela apasionante, adictiva, de las que no puedes parar de leer, con personajes reales y muy pegados a la tierra y con una estupenda dosis de intriga y un “malo” que a veces da escalofríos.

Vayamos entonces hasta Menorca y a la “Semana Negra de Ciutadella”, a la sombra milenaria de la Naveta dels Tudons

EL AUTOR: PERE CERVANTES


Nacido en Barcelona en 1971, licenciado en Derecho (aunque asegura haber estudiado la carrera equivocada) y policía desde hace más de veinticinco años, siempre ha destacado en él su capacidad de observación de lo que le rodea, lo que es una gran ayuda para el proceso creativo de sus novelas. No sólo ha ejercido su profesión en España, sino que también ha trabajado para la Unión Europea y la ONU y en terrenos tan complicados como Bosnia Herzegovina o Kosovo, en misiones de paz. Fruto de esa experiencia publicó en 2004 “Trescientos sesenta y seis lunes”, en la que habla sobre la maldad humana y lo que no se ve de las misiones de paz. Actualmente trabaja en la Unidad de Delitos Informáticos de la Policía Nacional.

Estudió y se formó como guionista en la Academia Internacional de Cine de Barcelona y en esa faceta es autor de varios cortometrajes y del guión de la película “Triste y azul” (pendiente de producción). También es co-autor, con Juan Silvestre, de la novela “La soledad de las ballenas”, una suerte de fábula que narra el último mes de vida de un sexagenario, y junto a Oliver Tauste escribió “Tranki pap@s”, un manual para proteger a niños y jóvenes de los peligros de internet.

Sus otros libros son “Rompeolas”, “Internet Negro” y “No nos dejan ser niños”, el primer caso de los policías María Médem y Roberto Rial, a los que ahora volvemos a encontrar en “La mirada de Chapman”.

ASESINATOS EN LA “SEMANA NEGRA” DE CIUTADELLA


Dos años después de los hechos narrados en “No nos dejan ser niños”, la vida ha cambiado para María Médem y Roberto Rial. María se ha separado de Bruno, su marido, y mantienen una tensa relación por la custodia de su hijo Hugo. Sigue viviendo en Menorca y trabajando como policía, ahora comparte casa con una amiga y su hijo adolescente y ha colaborado como co-autora en un libro con su antiguo profesor de Criminología y amigo Paco Galván. El libro va a presentarse en la “Semana Negra” de Ciutadella y para María todo este mundo es nuevo y casi un poco hostil.

Roberto, por su parte, está en Madrid. Mantiene una relación con Alma, una compañera más joven que él y también sigue con su trabajo en la policía. Sin esperarlo, el pasado se le aparece de pronto en la puerta de su apartamento, un pasado que ha llegado para, quizá, descolocarle por completo.

Durante la jornada de presentación del ganador del Primer Premio de la Semana Negra de Ciutadella, que ha recaído en Leo Valdés, en la pantalla del teatro y en los móviles de los asistentes se cuela un video de Youtube en el que se asiste a la brutal muerte en directo del hijo de Julio Soler, propietario del grupo editorial que auspicia el certamen. Es el inicio de una pesadilla que tendrá en los participantes de la Semana Negra su centro y su objetivo.

Ante el cariz que van tomando los hechos y las investigaciones, Roberto y Alma han de desplazarse a Menorca para hacerse cargo de la investigación y colaborar con la policía de allí. Roberto y María, tras dos años casi sin hablar, han de retomar el trabajo y llenar muchos silencios, pero ya no son los mismos. Además la investigación se vuelve cada vez más complicada. Hay un asesino suelto en Menorca y no parece tener intención de parar.

EL HOMBRE DE LA MIRADA CON LAS HORAS CONTADAS


Enfrentarse a una novela que ya ha tenido una “entrega” anterior y de la que, lo reconozco con pesar, no tenía siquiera referencias puede dar cierto vértigo. Pero lo cierto es que “La mirada de Chapman” se lee perfectamente incluso sin contar con el apoyo de la previa. Desde el primer momento, tras un prólogo breve e intensísimo frente a la Naveta dels Tudons, nos atrapa en una narración absorbente, en un caso oscuro, cruel y que parece tener mucho que ver con el mundillo literario aun cuando quienes están en él no entienden nada. Tampoco la policía.

Si en “No nos dejan ser niños” Pere Cervantes usaba la voz de María Médem como narradora para el caso de la asesina de ancianas, en “La mirada de Chapman” es un narrador omnisciente el que se encarga de contarnos desde las alturas todo lo que sucede, tanto en la investigación como dentro de las vidas personales de los protagonistas, principales y secundarios. Incluso ese “hombre de la mirada con las horas contadas”, el asesino, se nos va mostrando desde bastantes ángulos pero de un modo que causa, en mi opinión, un frío enorme, una certeza de que el mal está más cerca de lo que pensamos y bajo los aspectos menos esperados.


Hay una cosa que me ha sacado bastantes sonrisas a lo largo de la novela: los constantes guiños del autor al describir o a “bautizar” a personajes de su novela para que nos resulten tremendamente familiares como la Editorial Júpiter, el caso de Mar Sevilla (tan similar al de Marta del Castillo que casi no se distinguen) o el escritor Aléxis del Árbol. También esa visión un tanto descarnada y como de gabinete de curiosidades que muestra ante lo que rodea al mundo literario, especialmente a la novela negra. Editoras dispuestas a todo para conseguir contratos, premios dados de antemano, escritores endiosados y con un concepto de sí mismos tan alto que resultan pedantes y repelentes, periodistas dispuestos a cantar loas de ellos, blogeras que se creen influyentes sólo por tener cierta relación con editoriales… La crítica que hace Pere Cervantes es ácida e irónica pero, sin dejar de ser ficción, dice verdades inmensas.

María Médem no sólo ha de bregar con un caso complejo que obliga a que su jefa, conocida como la Zurda, pida refuerzos, sino con su propia vida personal. Su ex marido no le está poniendo fácil lo relativo a la custodia del hijo que tienen en común, aunque de repente parece mostrarse sorprendentemente amable y conciliador. Además también le toca lidiar con Garrido, un miembro de su equipo a punto de jubilarse, que apenas tiene ganas de implicarse mucho en nada. Lo que no sabe es que en la vida de Garrido hay motivos más que de sobra para esa actitud. Roberto Rial, en esos dos años, parece haberse oscurecido un poco. Está desengañado, cansado de no poder hacer todo lo que se podría por las víctimas de los delitos. Para colmo un pasado que no esperaba ha llegado de golpe para darle directamente en la cara y complicarle la existencia de forma muy concienzuda.

Su relación con Alma, una agente casi recién llegada al cuerpo, le satisface pero no deja de preguntarse si es suficiente. Reencontrarse con María es a la vez una alegría y un montón de preguntas. Alma es guapa y parece muy segura de sí misma, pero ciertas actitudes de Roberto con ella la hieren más de lo que quiere reconocer. También ella tiene en su pasado agujeros negros que se esfuerza por mantener tapados, aunque siempre parecen dispuestos a saltar como un geiser. En realidad todos los personajes ocultan una parte escondida que se esfuerzan por no mostrar, como hacemos todos de alguna manera. Y eso los hace aun más intensos, más reales.

Hay otros personajes, como el escritor Leo Valdés, que deseas, durante muchas páginas, que alguien le parta la cara. Su soberbia, su egolatría, su actitud despreciativa hacia todo y hacia todos, sin una pizca de empatía te hacen considerarle más un producto de la telebasura que un escritor de éxito. Pero claro, el éxito no es garantía de que la persona que tiene detrás sea una delicia. Muchas veces es todo lo contrario. Valdés es una exageración… ¿o no? Sea como sea resulta tan histriónico que no puedes dejar de pensar que todo es una impostura muy ensayada que ha terminado por creerse.


La narración transcurre creciendo en intensidad, alternando la investigación y las vidas de Roberto, María, Alma o Garrido, dándole un cierto aspecto coral a lo que está sucediendo en Ciutadella. Irán apareciendo tramas paralelas de temas muy actuales, como la corrupción política y urbanística y, al tiempo, iremos descubriendo una mágica y maravillosa isla de Menorca que, a pesar de verse sacudida por hechos tan tremendos, mantiene intacto su encanto. El clima, el viento, los paisajes, el mar pasan a ser también un personaje más poniendo un telón de fondo único y también diferente. No sólo en las ciudades grandes ocurren cosas así.

Hay algo de cinematográfico en toda la novela. Pere Cervantes consigue hacer descripciones precisas sin caer en retóricas vacías para que, mientras leemos, seamos capaces de imaginar hasta el mínimo detalle. Seguramente su formación como guionista tiene mucho que ver en ello. Es gráfico incluso cuando no lo parece y eso, personalmente, me ha encantado. Sabe engancharte con dos pinceladas precisas, tanto en el dibujo de los personajes como en el los lugares, los edificios, los sentimientos.

También, como no podía ser de otra manera (recordemos el trabajo actual de Pere), hay una parte de la investigación dedicada a la informática, al rastreo de IP’s y de direcciones de correo electrónico por ejemplo. Y está contada de forma muy accesible, sin perderse en explicaciones técnicas innecesarias o tediosas, explicando lo justo para que sepamos lo que se está haciendo y cómo, pero sin machacarnos con datos tecnológicos, algo muy de agradecer.

No hay nada de rebuscado en el lenguaje que Pere Cervantes usa a lo largo de “La mirada de Chapman”, un título que hace referencia al apellido del asesino de John Lennon. Tampoco eso es casual, como iremos averiguando a lo largo de sus páginas. Seguir la acción y las diferentes tramas paralelas hace de la lectura de este libro un placer y también te hace tomar partido sin remedio. Es difícil no sentirse cercano a Roberto y a María, aunque el primero a veces lo pone un poquito difícil. En todo momento se mantiene la tensión y seremos los lectores los que vayamos por delante de la policía en lo que es el conocimiento del asesino y sus pensamientos, pero eso no le resta un ápice de interés ni de suspense a la historia.

A mí me ha supuesto el descubrimiento de Pere Cervantes como autor y le auguro un futuro muy prometedor en la novela negra. No sólo por la originalidad de la trama sino por cómo ha sido capaz de plasmarla por escrito, sin caer en tópicos ni en algunos maniqueísmos habituales en la novela policiaca. Ojalá el futuro nos vuelva a traer a María Médem y Roberto Rial. Yo, seguro, les estaré esperando.

ENTREVISTA CON PERE CERVANTES


Para finalizar, me gustaría dejaros una pequeña entrevista que Pere Cervantes tuvo la amabilidad de concederme. Sólo puedo agradecerle sus respuestas y su magnífica disposición. Gracias, Pere, por tu novela y por estar ahí. Es todo un placer conocerte.

- Al hilo de una entrevista hecha hace poco a Lorenzo Silva, en que se le preguntaba por una posible “burbuja” en la novela negra española, manifestaba que es una situación que permite que el talento florezca y, sobre los festivales basados en ella, aseguraba que no escuchaba a nadie decir que hay demasiados bares. Tu visión en la novela de estos festivales es algo descarnada, como un esperpento o una feria de curiosidades. Es ficción, claro, pero ¿cuál es tu opinión real sobre la novela negra actual y sobre los diferentes certámenes que se organizan?


Como muy bien dices lo que reflejo en “La mirada de Chapman” (Ediciones B) es ficción. Si te soy sincero me disgusta mucho que se hable de “burbuja” de la literatura negra y policiaca cuando distamos mucho de la importancia que tiene este género en otros países, por ejemplo en Francia. Deberíamos erradicar dicha expresión tan unida al desastre inmobiliario y bursátil de este país y alegrarnos porque de tanto en tanto la cultura muestre ciertos brotes de ilusión. Pero para no marcharme de tu pregunta soy de los que creen que todavía existen pocos certámenes y sobre todo pocos asistentes. Dejemos que crezca la literatura en lugar de analizarla desde el punto de vista del temor. Al menos a mí el término “burbuja” es lo que me induce a pensar. Miedo ante algo que crece.


- Casi todos los personajes de la novela muestran una parte muy oscura de sí mismos, tanto los protagonistas como los secundarios.  ¿Ocultamos todos un pequeño o gran psicópata que sólo espera una oportunidad para salir a la luz?


J)) Bueno, permíteme que haga un matiz. Sí bien es cierto que algunos de mis personajes adolecen de psicopatía, los principales digamos que, más que mostrar su parte oscura, lo que el narrador nos transmite son aquellas emociones que solemos enterrar en la fosa más común de nuestros silencios, que es la misma que alberga nuestros miedos. Miedo a la soledad, al rechazo, a no ser correspondido, a errar, a descubrir que no somos quién creemos que somos,…


 - En una posible tercera entrega de la pareja de policías Rial y Médem hablas de darle voz en primera persona al propio Roberto. Personalmente creo que sería perfecto para entenderle. En “La mirada de Chapman” Rial es más oscuro, quizá, que en “No nos dejan ser niños” pero también se ha acomodado a una situación que no le acaba de cuadrar, como es su relación con Alma. ¿Es sólo el deseo de no estar solo o quiere autoconvencerse de puede ser feliz?
 

En el caso de que haya tercera entrega ( los lectores tendréis la palabra final con el resultado de las ventas, no nos engañemos), la intención sería escribirla en primera persona y en voz de Roberto Rial. De este modo contemplaríamos la trilogía desde tres posiciones muy distintas. En mi opinión Roberto Rial no es un personaje tan oscuro, lo que le ocurre es que se le ha plantado el pasado sin avisar y con muy malas intenciones, y si a eso le añades sus dudas sentimentales en medio de una investigación que termina afectándole de manera directa, … ¿Y si le perdonamos sus silencios y sus reacciones un tanto desajustadas? 


- ¿Cuántas cosas compartes con Roberto Rial? Salvando las distancias ¿cuánto hay de ti en él?
 

Comparto poco salvo el sentido del honor, de la lealtad y la defensa a ultranza de la víctima de los delitos graves. Lo confieso, a menudo utilizo a Rial para desahogarme ante tanta chapuza legislativa y de tanta hipocresía social sobre determinados “presuntos” autores de delitos de sangre, con la reivindicación de sus derechos por encima del sentido común y de las emociones más primitivas.


 - Un tema que tocas de forma tangencial en la novela es la falta de comunicación y de ayuda entre los diferentes cuerpos de seguridad del estado. Visto desde fuera y para una profana como yo a veces es muy evidente. ¿Hasta qué punto repercute en el trabajo policial habitual? 


Es un mal que lo he conocido y lo he sufrido desde que ingresé en el Cuerpo. Como me dijo un policía italiano durante mi estancia en los Balcanes durante dos años con las Naciones Unidas, “a menudo en un cuerpo la mano derecha no sabe que está haciendo la mano izquierda”. Ya no es un tema de circulares internas ni de órdenes, a veces un exceso de testosterona  y de ambición individualizada puede echar por tierra una operación que de coordinarse sería más efectiva.
 

- He visto que perteneces ahora a una unidad de delitos informáticos. Desde tu perspectiva ¿es más fácil cometer o encubrir ciertos delitos gracias al conocimiento de las nuevas tecnologías? ¿Hasta qué punto estamos expuestos por compartir información en redes sociales de todo tipo? 


Internet es una herramienta para todos. Lo que ocurre es que al bueno le amparan menos leyes que al malo. Por mucha legislación internacional de cooperación entre países, la práctica diaria con la que me encuentro es que deja mucho que desear. Estar conectado te convierte en una persona vulnerable y eso has de saberlo. Sí podemos mejorar nuestra gestión de la propia información que volcamos en la red, bueno, eso y muchas cosas más. Pero para ello te invito a que te leas el manual “Internet Negro” (Temas de Hoy, Grupo Planeta) que escribí junto a mi compañero Oliver Tauste. ;))) Con su lectura te garantizo reducir tu vuelnerabilidad.


- ¿Cómo planificas tus novelas? ¿Llevas un esquema y documentación previos y detallados o te gusta ir improvisando sobre un guión básico? ¿Te admites a ti mismo cambios que no esperabas pero que surgen a medida que escribes? 


Soy muy disciplinado, minucioso e incluso diría que obsesivo en a documentación y previa estructura de tramas, subtramas y fichas de personajes con sus propias escaletas de evolución en la historia. No dejo que nada me sorprenda, quiero el absoluto control de todo. Algo que en la vida es un imposible.


-  ¿Tienes nuevos proyectos literarios a la vista? 


El próximo año, probablemente en el mes de marzo , publicaré una novela a la que le he dedicado 5 años de mi vida. Se trata de una novela policiaca con importantes tintes del mundo paranormal y para ello me volqué en la documentación que el tema me exigía. Pero no os asustéis, a pesar de la temática “toco el suelo” y no me voy de madre. Pero si es un tema que me fascina y espero que así lo transmita. Sobre Rial y Médem, los pobres se merecen un descanso.

lunes, 13 de junio de 2016

ESPERANDO AL REY de José María Pérez Peridis

Esta reseña participa en la Yincana Histórica en el apartado "La acción transcurre desde la prehistoria al siglo XII"

Qué complicado me resulta escribir esta reseña. He de reconoceros, aunque parezca de perogrullo, que siempre me es más sencillo escribir sobre libros que no me gustan porque los argumentos me van saliendo solos a medida que leo. Generalmente, cuando es al contrario, cuando una lectura me encanta y me envuelve, es como si se me quedase dentro. La siento y la disfruto pero me cuesta más ponerme a escribir lo que me ha parecido, quizás por eso mis reseñas son "particulares" en ese sentido; creo que las cargo mucho de sensaciones propias. 

Decía que me resulta complicado escribir sobre este libro porque Peridis me cae especialmente bien, tanto por su trayectoria como por su amor al arte con mayúsculas. Me he pasado horas embelesada con la serie de programas que hizo para televisión, "Las claves del románico", casi respirando los lugares, iglesias y los pedazos de historia que contaba. Pero después de pelearme conmigo misma durante días he decidido que, a pesar de todo, tengo que contar lo que me ha parecido. Y no sólo me he peleado conmigo, me he peleado con el libro desde que lo empecé porque lo hice con unas ganas tremendas y a las pocas páginas me desesperé. Ha sido uno de los pocos libros que he tenido en la mesilla, en la mesa del salón, que me he llevado en el transporte público... y cada vez que pensaba en ponerme con él me echaba para atrás. Me suponía un trabajo enorme, no un placer. 

Para alguien enamorada de la historia, como yo, encontrar una novela enmarcada en el siglo XII, cuando todos los reinos de la península estaban disgregados, era una alegría. Las luchas de poder, las intrigas, las divisiones de territorios, las inquinas e incluso asesinatos entre posibles herederos o candidatos al trono estaban a la orden del día. Es una época poco conocida pero apasionante y creí que era una gran oportunidad para dar a conocer más sobre ella. Pero, por desgracia, nada más lejos de lo que esperaba encontrar. Y espero poder explicarme bien en esta reseña y hacerlo con la claridad que el autor y su obra merecen.

EL AUTOR: JOSÉ MARÍA PÉREZ "PERIDIS"


 Arquitecto, dibujante y humorista Peridis nació en Cabezón de Liébana, Cantabria, en 1941 aunque desde muy pequeño está vinculado a la localidad de Aguilar de Campoo. Allí ha llevado a cabo casi la totalidad de su proyecto profesional y personal especialmente impulsando la Fundación Santa María la Real, un centro de estudios sobre el románico español. Ya a finales de los 70 constituyó la Asociación de Amigos de dicho monasterio de Santa María la Real y gracias a ello se consiguió que empezasen los programas de escuelas taller para restaurarlo. Esta iniciativa
se extendió por toda España y ha acabado instaurándose en Latinoamérica y algunas naciones africanas como acicate para el aprendizaje de oficios. 

Una de sus obras más importantes es la Enciclopedia del Románico en la Península Ibérica, en la que recoge un estudio detallado de todos los edifcios e iglesias de este estilo y lo hace de un modo dicáctico pero muy ameno.Su trabajo como arquitecto no le ha impedido colaborar con otras iniciativas culturales relacionadas con museos y catedrales o monasterios. En su trabajo como humorista gráfico, crea una tira diaria para El País y en televisión grabó tres temporadas de la fantástica serie "Las claves del románico" y más recientemente "La luz y el misterio de las catedrales". Ambas inspiraron libros divulgativos editados por Espasa con unas ediciones maravillosas.

Su primera novela, "Esperando al rey", consiguió ganar el premio Alfonso X de Novela Histórica en 2014. Este año ha publicado "La maldición de la reina Leonor", ambientada en la misma época que la anterior.

UN PEQUEÑO RESUMEN


En 1155, en Valladolid, el rey Alfonso VII reune a su corte para comunicar una noticia trascendental: cuando él fallezca su reino no irá a parar a manos de su hijo mayor, como es lo habitual, sino que lo dividirá en dos. Sancho, el promogénito, de carácter más tranquilo y reflexivo, heredará Castilla y Fernando, el menor, más impulsivo y poco dado a pensar las cosas dos veces, se quedará con la corona de León.

Esta decisión hace tambalear los cimientos de la corte y también provocará


que los nobles y familias notables comiencen a tejer redes de adhesión a un rey o a otro, tratando, incluso, de buscar la caída del contrario para hacerse con la integridad del territorio. Alrededor de los dos reyes, partidarios y detractores también mueven sus piezas intentando medrar o conseguir tierras y parabienes. Seguiremos en la trama, la mayor parte de las veces, las vicisitudes personales de algunas familias nobles así como las intrigas que se producen, sobre todo, a raiz de la muerte del rey Sancho, que deja un heredero de apenas tres años.

Criar y educar a ese heredero va a ser una tarea complicada encargada a personas de confianza del rey fallecido y sobre todo, es prioritario protegerle de posibles atentados de partidarios de Fernando. Fernando, a su vez, se ve inmerso en guerras de frontera con tropas árabes en una época convulsa y complicada y su carácter, demasiado temerario e impulsivo, no ayuda.

EXPLICANDO MIS MOTIVOS

 

A priori el tema era apasionante. Una época quizá de las más desconocidas de nuestra historia, cuando aun los reinos de la península estaban separados. Una época llena de guerras, de asesinatos por poder, de intrigas, de matrimonios concertados en los que las mujeres eran moneda de cambio para conseguir tronos, tierras o dinero. En la novela algunas de esas mujeres cobran protagonismo de forma importante pero, sinceramente, me parece que no están nada bien retratadas psicológicamente. Lo cierto es que ninguno de los personajes lo está y eso me ha causado, aparte de la decepción, un profundo enfado, no lo he podido evitar. 

El problema básico, y voy a decirlo sin paños calientes, es que Peridis demuestra una falta de oficio como escritor clamorosa. No niego que haya sido un trabajazo para él, pero es desesperante ir página tras página descubriendo saltos imposibles en la narración, ausencia de lógica al hilar unas escenas con otras, diálogos tan acartonados que chirrían por todas partes, escenas de acción descritas sin tempo, sin intensidad, casi de forma infantil... Después os podré algunos ejemplos para que podáis haceros una idea. Tampoco son lógicas la mayoría de las reacciones de los protagonistas ni muchas de las cosas que les pasan, sobre todo en el tema de las relaciones entre hombres y mujeres, cosa que detallaré ahora.

Es cierto que el tema del sexo en esa época es bastante desconocido. Las mujeres eran casadas por intereses concretos, sobre todo las de familias nobles, y su "pureza" hasta el momento de la boda era conservada con celo. Después... bueno, ya se sabe lo que el dicho mantiene: la mujer del César no sólo debe ser honesta sino parecerlo, aunque con los maridos en continuas batallas y meses y meses fuera de casa seguramente buscarían otros entretenimientos. Sin embargo en esta novela desde muy tempranas edades las mujeres se permiten retozar a su antojo (cosa que a mí me parece genial pero que en este caso suena muy, muy raro), quedarse embarazadas a la primera de cambio o mostrarse abiertamente disponibles. Incluso una de las protagonistas principales, hija de un noble de gran calado, permite que un crío de trece años se tome libertades muy íntimas en su cama. Aun cuando ese crío posteriormente fuese a convertirse en el rey Fernando, permitirle esas cosas no es lógico. Como tampoco lo es que a quienes se lo cuenta no le afeen la conducta y todo parezca nada más que una travesura. 

Desde el principio es evidente que la narración de las escenas de acción no es el fuerte del autor. Casi al principio de la novela, en un momento en que algunos protagonistas se hallan en Santiago de Compostela, visitando las obras de lo que después sería la nueva cubierta y el Pórtico de la Gloria, el aun príncipe Fernando trata de hacerse el "machito" ante la concurrencia y se pone a andar por los tejados sin protección alguna. Curiosamente es el históricamente famosísimo Maestro Mateo quién les guía (y aprovecha para, en esos días, disfrutar de la compañía nocturna de una de las damitas, apenas adolescente, que es verle y ponerse con las hormonas disparadas, buscando su cama... increíble) y el que se ve obligado a salvar la vida del príncipe. He aquí un pedacito de lo que podemos leer:

"Mateo no lo dudó dos veces, salió corriendo tras él y como tenía el calzado apropiado y andaba por los tejados como un gato, después de unas cuantas zancadas, aun a riesgo de ser arrastrado, consiguió agarrar al príncipe por un brazo y evitó que se precipitara al vacío. El regreso no estuvo exento de peligros porque el príncipe estaba agarrotado y Mateo, caminando a gatas, tuvo que subirle arrastrándole sobre las lajas"  

¿Dónde está aquí la tensión por el momento de pánico, por el peligro cierto? Todo es lineal, no hay un ápice de intensidad. Y como este ejemplo la novela está plagada de ellos. Incluso en escenas de batallas, de luchas con animales, de enfrentamientos dialécticos... todo sigue en esa línea plana en la que, por mucho que lo intentas, no puedes sumergirte en la acción porque la acción no está ni te llama a que la sigas. Quizá la palabra sea tedio. A nivel personal no me gusta que cuando algo puede resultar apasionante, el modo en que está contado lo convierte en un páramo

 Otra cosa que me ha llamado poderosamente la atención son las incongruencias y la mala resolución de ciertas escenas. En un determinado momento uno de los protagonistas intenta violar a una de las damas (de nuevo contado de tal manera que parece que lo está haciendo de una aburrida noticia económica) y la esposa del agresor descubre la escena a la luz de la vela que porta. No reacciona, no se muestra horrorizada, sólo se acerca a mirar y entonces... 

"Al inclinarse Constanza, la ardiente cera cayó en chorretones sobre la espalda del agresor que, pensando que era atacado por un espectro, huyó despavorido del aposento, se vistió de mala manera, despertó a sus leales y salió galopando del castillo..."

La verdad, no le veo la lógica ni la verosimilitud por ninguna parte, es como si muchas escenas y hechos se hubieran contado con retales.

Los saltos en la narración son continuos al igual que de unas escenas a otras, pero no están hilados, son tan simples que parecen hechos a la carrera. Son abundantes las ocasiones en que algunos de los protagonistas llegan a un lugar o están en algún sitio concreto, pasan cuatro cosas deslabazadas, sin demasiado orden ni concierto, y, sin más, sucede algo que no tiene nada que ver con lo que estamos leyendo y todo cambia de golpe, sin solución de continuidad. La trama se embarulla en muchos momentos ya que no acaba de determinar dónde están los personajes ni si ha pasado mucho tiempo o poco desde la escena anterior por lo que a veces tardas en centrarte y en saber dónde estamos y con quién.

Quizá lo peor de todo sean dos cosas: los diálogos y la caracterización de los personajes. Respecto a los diálogos, carecen por completo de naturalidad. Están acartonados, son rígidos, poco realistas. Nadie, ni siquiera en aquella época, hablaría así habitualmente, por no mencionar ya las situaciónes más tensas o románticas. Es como si los personajes se limitasen a seguir un guión y nada hay en ellos que muestre empatía, intensidad, pena, dolor, pasión. Incluso en situaciones supuestamente traumáticas las palabras de los personajes están tan fuera de lugar que no sabes si echarte a reir o, lamentándolo mucho, lanzar el libro por la ventana. Un ejemplo claro. Tras una soberbia paliza, dos novicios son atados a un árbol y allí les dejan, malheridos y sin fuerzas para nada. Cualquiera, si escuchase a alguien que pasa cerca, pediría, como mucho, socorro. Pero ellos sueltan un discurso:

"¡Socorrednos, por el amor de Dios, que estamos a punto de perecer devorados por los buitres! Han sido los de Castro para vengarse. Pero también han pasado de largo muchos viajeros. La mayor parte ni siquiera nos oían, pero otros en cuanto nos divisaban escapaban corriendo..."

Y sigue así un rato largo. Ganas me dieron en ese momento de dejar de leer y meter el libro en el rincón más apartado de mi estantería, pero la maldición de no poder dejar un libro a medias se impuso de nuevo. 


Luego está lo que mencionaba de la caracterización de los personajes. Mal definidos, sin apenas descripciones de los mismos, sin detallar su personalidad excepto en contadas ocasiones y, en esos casos, abundan los estereotipos. Tampoco son creíbles en su mayoría. Los "malos" lo son tanto que a veces con una pura parodia, como los Castro, que pasan de estar manteniendo una conversación más o menos normal a amenazar con cortar el cuello a un perro sin que sepamos en qué momento han perdido así el norte. Y los "buenos", entre que sus reacciones no tienen nada de realistas ni de normales, y que a veces se comportan de modo que parece que han de cuadrar en lo que está contando el autor, no acaban de caer bien. Muchas veces he tenido la sensación de que Peridis creaba la escena y luego ya colocaba los personajes y les hacía decir algo, de ahí esa falta de naturalidad.

Algunas de las cosas que dicen o las frases que se cruzan tampoco son, lo que se dice, lógicas. Por poner dos breves ejemplos. Uno de los nobles protagonistas, en su lecho de muerte, habla con su hija. Agoniza y trata de aconsejarla. Ella es la esposa de otro noble de gran alcurnia pero el rey Fernando siempre se ha sentido atraído por ella a pesar de ser un impresentable y primo carnal. Y, como en un mal chiste, va el padre y le suelta:

"Sólo debes aceptar casarte con Fernando si algún día te quedaras viuda, pero la dispensa no creo que ni el cardenal Jacinto pueda concederla (...) Eso sí, que no se le ocurra a Fernando matar a Nuño para dejarte viuda ni tú se lo consientas"

 A ver si lo he entendido: no pueden obtener dispensa por su grado de consanguinidad pero a pesar de ello el padre le dice que si se queda viuda, bueno, que vale... Caramba con los consejos paternos.

Claro que peor es el caso del niño de tres años heredero del rey Sancho. Recordadlo bien: tiene tres años. Y cuando van a verle unos nobles a presentarle sus respetos, la criaturita dice como si tal cosa:

 "Pasad, señores míos, que me siento muy honrado de vuestra visita. ¿Verdad que la cuesta para subir al castillo es muy empinada para los caballos?"


CONCLUSIONES FINALES 

Esta novela, "Esperando al rey", ha sido galardonada con el premio Alfonso X el Sabio de Novela Histórica el pasado 2014.Y lo que pensaba mientras la leía es que es otro caso palmario de premio dado por el nombre del autor. No niego, nunca lo he hecho, que Peridis se haya documentado y que conozca la época perfectamente pero es evidente que lo de escribir ficción no es lo suyo. Y lo digo desde el respeto másprofundo a su persona y a su trayectoria, una cosa no quita la otra. Se puede ser un auténtico experto en un campo y, al mismo tiempo, no saber plasmarlo.

Mi decepción se debe tanto a esa falta de oficio, a las evidentes carencias que demuestra el autor a la hora de elaborar una narración fluida e interesante, como a que es imposible mantener esa atención constante de las novelas que te atrapan. Saltos constantes, escenas que acaban de modo intempestivo, falta de datos acerca del tiempo transcurrido, personajes completamente planos, sin personalidad, con los que no empatizas ni aprecias... El punto de partida es genial pero Peridis no ha sabido, en absoluto, contar las cosas. Y creedme que lamento mucho decir algo así por las razones que os decía al principio y por lo bien que sabe transmitir los datos históricos cuando lo hace hablando; por escrito es muy diferente. 
 
Es su primera novela y se nota.Tiene las carencias típicas de quién acaba de empezar en la narrativa y he terminado con una sensación muy extraña. A veces parece escrita como literatura juvenil. Otras veces intenta dar una sensación de mucha seriedad pero se queda lamentablemente corto. En los diálogos es cuando más se manifiesta, al igual que en las escenas que supuestamente son de acción y quedan, sintiéndolo mucho, pueriles y sin fondo. Incluso he llegado a enfadarme mucho. Todo ello me ha llevado a que sea una lectura árida y pesada, que jamás me apetecía retomar... y me apena profundamente.

No puedo recomendar este libro, ni siquiera para los muy amantes de la novela histórica. La época es apasionante pero la novela es agotadora. Demasiados puntos en contra, me temo. Ahora bien, como para los gustos se hicieron los colores, puede que alguno de vosotros la leais y os guste. Me encantaría compartir pareceres.