jueves, 20 de abril de 2023

EL TABLERO DE LA REINA de Luis Zueco

Confieso que me prendé del modo de escribir de Luis Zueco cuando leí El castillo, que me vino recomendada por muchos amigos amantes de la lectura. Y, desde entonces, he seguido su carrera literaria paso a paso, empapándome por completo de cada cambio de temática y de las perfectas recreaciones que hace de la época a la que nos traslade. Para mí, leer a Luis Zueco es una experiencia de inmersión total y siempre consigue que me olvide del mundo para viajar con él en el tiempo. Además dota a sus personajes de una personalidad tan marcada que es sencillísimo ponernos en su piel, amarlos, odiarlos o desear que les caigan todos los males del infierno. En su última novela, El tablero de la reina, que hoy os traigo, Luis nos lleva al siglo XV, al momento en que Isabel de Castilla está moviendo fichas para conseguir alcanzar su propósito de ser reina de Castilla. Y lo de "mover ficha" os aseguro que está traído con intención.

Cuando leí el resumen, a pesar de lo poco que me gusta, porque o me destripa la novela entera o me la desdibuja, ya me ganó, porque me declaro fan irredenta de Isabel de Castilla y, a medida que iba leyendo, más crecía mi burbuja temporal. Intentaba aprovechar sobre todo las noches, para no tener interferencias externas. Que me lo he pasado de maravilla leyendo esta novela se nota, ¿verdad?. Pasad, que os cuento con más detalle.

COMIENZA LA PARTIDA

Año 1468. Gadea, una jovencita inteligente y apasionada del ajedrez, se ve obligada a abandonar su hogar en Toledo tras un progromo en el que pierde a toda su familia. Y Ruy, un cronista de la Historia, apasionado de los libros, llega a Segovia para encargarse de la misión de formar al joven rey Alfonso. Pero Castilla atraviesa momentos cruciales y convulsos. Alfonso de Trastamara va a morir en circunstancias extrañas y Enrique IV es coronado rey. Isabel, su hermanastra y la única que podía oponerse a sus planes, es obligada a firmar la paz. Lo hace, aunque sabe que sus movimientos, desde ese momento, irán dirigidos a un solo fin: convertirse en reina.

El extraño asesinato de un noble en la Corte, ya de por sí alterada por todo lo que está sucediendo, lleva a que Gadea y Ruy se unan para encontrar al culpable en un momento crítico para Castilla. Las conspiraciones se suceden e Isabel comienza a tomar posiciones en el tablero en que se ha convertido su vida y la de quienes la rodean. 

Que Luis Zueco maneja la documentación histórica como pocos, es un hecho. En esta novela ha hecho puro encaje de bolillos entre el ajedrez y los hechos que sucedieron en Castilla en el siglo XV, creando un paralelismo fascinante. Por un lado está el juego en sí mismo, la lucha de uno contra uno, en el que priman la inteligencia y la estrategia y que, en este momento, está empezando a cambiar ciertas reglas; por otro, la metáfora que supone el juego respecto a la lucha de poder que se está viviendo en Castilla y que mantiene en jaque a la Corte, a Enrique IV, a Isabel y a todos sus partidarios.

La novela es ambiciosa, pero cumple con creces. Tenemos emoción, asesinatos, intrigas palaciegas, ajedrez, libros, Historia... es una novela histórica, pero también hay en ella mucho de thriller y del ritmo de este a lo largo de las páginas. Un mestizaje interesante que siempre resulta muy cautivador para el lector. También ayuda a ese interés la estupenda mezcla de personajes ficticios con reales y aquí me declaro rendida admiradora de cómo ha dibujado Luis a Jorge Manrique, un caballero con las lealtades claras y una personalidad arrolladora. Mi imagen de Manrique es la que, creo, todos tenemos: su retrato, más o menos favorecedor, en los libros de literatura. Pero aquí habla y camina y recuerda y toma decisiones...y yo me he rendido ante él. Con armas y bagajes.

Las mujeres protagonistas en El tablero de la reina no son etéreas damiselas que bordan y esperan a su hombre en la ventana. Gadea es joven, pero tiene una gran inteligencia y es una maestra jugando al ajedrez. Isabel de Castilla tiene las ideas claras y no va a dejar que nadie se interponga en su camino. Y Beatriz Galindo, la Latina, maestra de latín de Isabel, es culta y decidida. Son mujeres fuertes, que no se dejan amedrentar y que luchan por lo que quieren, aunque, quizá, sus personalidades y sus certezas sean demasiado "modernas" para los amantes más académicos del género histórico. Ruy, por su parte, maneja con soltura libros y cultura, conoce la Historia. Resulta el contrapunto perfecto.

Como explica Luis en las primeras páginas del libro, en ese momento las reglas del ajedrez empezaban a cambiar y también que el juego se ha ido adaptando a los tiempos que se han ido viviendo. El paralelismo que crea entre cómo la figura más importante del tablero pasa a ser la reina y el ascenso, lento pero inexorable, de Isabel al trono, es maravilloso, en mi opinión. Demuestra cómo un pequeño cambio en algo que aparentemente no tiene importancia puede provocar una auténtica revolución en cosas y causas más grandes. 

Una de las mejores cosas que ofrece esta novela es la ambientación. Me ha enamorado especialmente la que hace del Madrid del siglo XV, tan diferente a lo que conocemos y que en tiempos de Enrique IV tuvo más importancia de lo que creemos (un gran mercado, la concesión del título de "Muy noble y muy leal", la segunda boda del rey y el nacimiento de su hija Juana - posteriormente conocida como la Beltraneja- entre otros hechos). Es fácil sentirse dentro de la novela, sea cual sea el lugar por el que Luis nos lleve.

Con El tablero de la reina, Luis Zueco da otro paso adelante como escritor de novela histórica y también como innovador del género. Es osado, se atreve a mezclar estilos, hechos y personajes haciendo de sus tramas una lectura apasionante. Mención aparte merecen los diálogos, naturales, frescos, adaptados al momento y nada acartonados. 

Así pues, una vez colocadas todas las fichas en el tablero, empiezan moviendo las blancas. Y como dice Luis al inicio del libro: "Si me lo permiten, les daré un consejo antes de empezar esta lectura: no pierdan nunca el control del centro del tablero, enroquen al rey para protegerlo, todos querrán matarlo, y no duden en sacrificar las piezas necesarias para avanzar posiciones. Y piensen que hasta el último peón puede alcanzar la octava casilla y cambiar su destino. Comienza la partida, muevan ficha."

 


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