Siempre me ha parecido que hablar de personajes tan sobradamente conocidos es un riesgo, porque más o menos todos tenemos una imagen ya forjada. Obviamente documentarse es la principal tarea para que el resultado sea creíble, pero, en mi opinión, el autor debe ser valiente para dotar a su protagonista de características inesperadas. Para ser capaz de darle vida y que dejemos de verle como una estatua más o menos hermosa y podamos imaginarle hablando, tomando decisiones, creciendo, sintiendo, amando... vamos, que salte de las páginas de la Historia para que le contemplemos como ser humano, con sus virtudes y sus defectos. Y ahí es cuando el escritor puede ficcionar o "hacer trampa", pero con coherencia. Ninguno sabemos, por ejemplo, qué voz tenía Napoleón o si a Julio César le gustaban las verduras, pero sobre ello podemos escribir poniendo la imaginación por delante. Siempre he dicho que Dumas en eso fue un genio, haciéndonos creer que Richelieu era un malo de manual solo preocupado por tocar las narices a la reina. En esta novela Olga hace este tipo de ejercicio, partiendo de los datos que se conocen de Pericles y rellenando los huecos logrando una historia sólida, creíble y visual. Vamos, pues, a descubrirla.
"LOS HOMBRES ILUSTRES TIENEN TODA LA TIERRA POR TUMBA" - PERICLES
La novela arranca en el 440 a.C. con Pericles comandando las naves griegas frente a la isla de Traiga, en la guerra contra Samos. La victoria que consigue, gracias a sus ingeniosas maniobras, causan admiración especialmente a Lisicles, que va a ser el narrador de la historia. Partiendo de ese momento, será testigo de los fastos y el recibimiento que se hacen en Atenas, honrando a los vencedores y a los caídos en la batalla. Invitado a la cena que Pericles da en su casa junto a su esposa, Aspasia de Mileto, Lisicles se siente a la vez honrado y fascinado. Su admiración por Aspasia, capaz de discutir de filosofía con el propio Sofocles, se mezcla con la que siente por Pericles.
A partir de este momento, Lisicles comienza a reconstruir la vida de Pericles desde su infancia, a como su familia fue condenada al ostracismo y obligada a salir de Atenas. Pero Jerjes amenaza a toda Grecia y aunque Temístocles consigue su regreso para defender la ciudad, el avance demoledor del rey persa obliga a que esta tenga que ser desalojada. La autora nos va a ir desgranando las vicisitudes de lo que está sucediendo en Atenas y las campañas militares contra los persas (incluyendo la gesta de los 300 en las Termópilas) y, por otra parte, qué está sucediendo en la vida de Pericles, cómo va adquiriendo conocimientos y experiencia.
Su evolución es el tema principal de la novela, la forja de los cimientos de Pericles para convertirse en el gran estadista que fue. Su vida personal, su juventud, su formación, su primer matrimonio, su amor por Aspasia de Mileto...Aparecen también muchos personajes históricos que con su experiencia y ejemplo marcarán también el carácter del protagonista, como el ya mencionado Temístocles, Sofocles, Esquilo o Pausanias.
Desde el primer momento, Olga Romay demuestra un gran conocimiento de la época tanto en detalles más o menos mundanos como los vestidos, adornos y sus colores, como en las tácticas de guerra de las trirremes griegas. Lisicles, que se erige en narrador de la historia, realmente sólo es protagonista al principio: posteriormente se convierte en el cronista de la vida de Pericles. He de decir que este es el aspecto que me ha convencido un poco menos de la novela, porque Lisicles no estaba presente en la juventud de Pericles, en sus campañas militares o en lo que sucedía en la Asamblea de Atenas, sin embargo lo cuenta con todo lujo de detalles, como si hubiese estado allí. Obviamente lo que la autora pretende es explicar pormenorizadamente cómo Pericles alcanzó poder y fama y su crecimiento como figura política e histórica y Lisicles es testigo solo de su vida desde la victoria de Samos. Pero salvando este detalle, la reconstrucción es realmente buena.
La novela tiene un buen "tempo" narrativo, la lectura se hace ágil y los episodios militares y de guerra están contados con brío. Asistimos a una etapa muy convulsa en Grecia, desde las primeras invasiones de Jerjes y la victoria de Temístocles en Salamina hasta la unión de las polis y la batalla de Platea. Se nos muestran las fiestas en honor a Dionisos, el teatro, la vida en la calle. La recreación de la época y de la Atenas más clásica es muy buena, muy visual, llena de detalles que la dotan de vida.
Un detalle curioso que me ha gustado especialmente es cómo los dioses se inmiscuyen de vez en cuando en la acción y en algunas decisiones de los protagonistas, a veces comportándose como seres etéreos y a veces tomando forma humana. Me parece un recurso muy original. El papel de las mujeres, si bien está marcado por las costumbres y convencionalismos de la época por los cuales eran amas de su hogar y poco más, muestra como algunas fueron capaces de formarse y mostrar un carácter diferente, como Aspasia o Elpídice, el primer amor de Pericles. Ambas muestran una personalidad fuerte y unas convicciones propias distintas al resto.
Estamos ante una novela histórica llena de hechos que fueron fundamentales y también muy bélica, aunque lo que más brilla son las descripciones del día a día y de los momentos felices de la ciudad. El trabajo que tiene detrás se nota, pero no apabulla y en todo momento resulta una lectura muy entretenida, muy visual y llena de detalles que nos trasladan por completo a la época. Por cómo la termina, creo que Olga Romay tiene pensado continuarla, pero eso ya es otra historia.