lunes, 10 de julio de 2023

SACAMANTECAS de Vic Echegoyen

 

En los últimos años, el premio Wilkie Collins de Novela Negra que organiza MAR Editor me ha deparado estupendas sorpresas, principalmente por la originalidad de las novelas ganadoras, que se salen por completo de los parámetros habituales del género. Vaya por delante que, últimamente, la novela negra está sufriendo un proceso de hibridación muy notorio. Esta es una opinión muy personal, claro. Lo de las etiquetas nunca me ha gustado mucho y me convence menos, pero, como ya he mencionado en alguna ocasión en este blog, si se cumpliesen los parámetros estrictos de lo que es realmente una novela negra canónica, en España solo la escribiría Juan Madrid. Creo que este mestizaje enriquece el género, que cada vez tiene las fronteras más permeables y permite la "invasión" o la cohabitación con otros, como la histórica, la ciencia ficción o la romántica. Sea como sea, hay uniones con resultados realmente buenos y otros no tanto, pero ese ya sería tema para un post un poco más serio. De esos sesudos que generan controversia.

Este año, el premio Wilkie Collins ha recaído en la novela Sacamantecas, de Vic Echegoyen, autora de carrera reconocida y premiada en el campo de la novela histórica. Su último título de ese género, Resurrecta, tuvo una muy buena acogida tanto de crítica como de público. Me sorprendió el veredicto del jurado, lo confieso sin ambages, porque no veía a Vic como autora de novela negra y no estaba muy convencida respecto a lo que podría haber en sus apenas 231 páginas. Pero para todo hay una primera vez y ahora, ya terminada, he de decir que me he encontrado con una historia distinta por completo a lo que suele ser más habitual y que me ha llevado al universo que ha creado en ella sin ninguna dificultad. Y me mola, caramba, me gusta que me zarandeen y me lleven por caminos insospechados. Acompañadme, que os cuento.

"DE TODOS MODOS, ¿QUÉ ES UNA PERSONA MENOS EN LA FAZ DE LA TIERRA?" - TED BUNDY

Maté a los tres años de edad: ese fue el principio.

Con esta frase arranca Sacamantecas, narrada en primera persona por su protagonista, una mujer que nació con instinto asesino y que va dejando muchos muertos a su espalda sin que nadie sospeche de ella. Los primeros años de su vida transcurren en un pueblo de la sierra de Madrid, aún alejado de la gran urbe pero con la certeza de que más tarde o más temprano será absorbido por ella. Estamos en un futuro no demasiado lejano, pero sí lo suficiente para que la sociedad haya cambiado. La familia de nuestra protagonista, compuesta por sus padres, un hermano mayor y una hermana pequeña a la que jamás ha tolerado y a la que secretamente teme, tampoco es demasiado normal. Balti, el hermano mayor, tiene una especial habilidad para meterse en problemas y para "desaparecer" a los amigos que va haciendo, hasta que él mismo cae en uno de sus peligrosos juegos. Esto supone un punto de inflexión para todos: su madre se niega a aceptar la realidad y ella se sumerge cada vez más en su propio mundo, en el que no tienen cabida ni el ruido, ni la compañía ajena. Solo los libros le aportan refugio.

Es consciente de lo que hizo. De lo único que se arrepiente es de que se equivocó de objetivo. Y repetirá sin que nadie piense, ni por un instante, que ha sido ella porque, de cara a todos, es alguien muy normal y que, aparentemente, no causa problemas. Incluso, tras terminar su etapa escolar, consigue un trabajo con un fotógrafo. El pueblo comienza a agobiarla y decide mudarse a la capital para unos cursos que la faciliten entrar en la administración. Allí consigue la soledad que tanto ansiaba y el anonimato deseado, pero poco a poco su instinto se despereza y, a su alrededor, las muertes comienzan a sucederse. Especialmente de niños.

Los amantes de las etiquetas quizá podrían bautizar a esta novela como un thriller de ambientación distópica, aunque ese último aspecto lo vamos descubriendo a través de la propia narración de la protagonista: la descripción del sistema educativo o de la tecnología que, incluso, se ha enseñoreado de quienes ofrecen un mundo mejor repartiendo folletos; el Madrid al que llega, que nos resulta tan conocido como ajeno. Me ha gustado mucho ese aspecto que, en cierta manera, me recordaba un poco, salvando las distancias, a lo que hacía Asimov en sus cuentos: todo parece igual a lo actual, pero va introduciendo detalles, hechos o noticias que nos van empapando en la realidad de ese futuro que ha creado. Un futuro hostil, oscuro, clasista y deshumanizado que se hace realidad en un Madrid en el que hay zonas a los que muchos no pueden acceder y otras que no pasan de ser inmensos suburbios, sometido a una burocracia agigantada y lenta que se ha convertido en una suerte de monstruo de mil cabezas.

Una característica que es "marca de la casa" de Vic Echegoyen es escribir sin adjetivos, lo que me parece todo un brillante ejercicio de contención en su estilo. ¿Os lo habéis planteado alguna vez? No hablo ya de los epítetos, que casi se agotan en sí mismos (ya sabemos que la hierba es verde, no hace falta reiterarlo), sino de todos aquellos que adornan a los sustantivos para ayudarnos a crear una imagen. No los he echado de menos ni una sola vez, de hecho he tenido que releer algunas páginas para ser consciente de ello. Decía Munshi Premchand que la belleza no necesita adornos, pero qué complicado es a veces no caer en la necesidad de explicaciones.

El discurrir de los pensamientos de la protagonista nos hace acompañarla en cada uno de sus pasos y hace que, constantemente, nos preguntemos si nació ya con una tara que le impele a matar (y que, posiblemente, también tenía su hermano mayor) o si lo que la rodeaba la fue moldeando y haciendo crecer la simiente del asesinato en su interior. Hay críticas muy feroces en Sacamantecas a la política y a los medios de comunicación, esos que buscan la noticia más escabrosa posible y opinar sobre ella con tal de conseguir audiencia. También hay detalles que gotean melancolía, como el cine, casi en ruinas, en el que proyectan películas clásicas que la protagonista encuentra por casualidad y en el que se siente como en casa. 

Es curioso y a veces un poco inquietante "escuchar" el pensamiento de alguien como ella, que no muestra ninguna empatía ni arrepentimiento. Que justifica lo que hace cargada de razones. Igualmente resulta fascinante que Vic Echegoyen no se recreé en ningún momento en el modo de matar de la protagonista, pero consiga que de todas maneras nos recorra un escalofrío. Hay algunos puntos de humor de marcada ironía que, a pesar de todo, nos sacan una sonrisa. Y es que lo que empezó por un empujón, acaba convirtiéndose en su modo de vida. Sus estudios y las prácticas la ayudan a irse borrando a sí misma y a seguir desapareciendo para el mundo. Sin embargo, dentro de ella hay algo que se va rompiendo sin que sea consciente. También va a tener que padecer su particular bajada a los infiernos.

Sacamantecas es una novela que obliga a pensar acerca de la naturaleza humana, no solo la de la asesina que la protagoniza. Y también nos hace plantearnos qué estamos haciendo en nuestro presente. A dónde vamos. Qué estamos construyendo. Hasta qué punto estamos narcotizados por la tecnología y nuestros puntos de vista contaminados por las consignas que se nos repiten. Merece mucho la pena caminar junto a su protagonista y tratar de comprender lo imposible. Creo que uno de los grandes méritos de Vic es que en ningún momento sentimos odio o desprecio por una asesina en serie. Es posible entender por lo que pasa; en ocasiones, casi compartimos sus motivos, especialmente cuando nos muestra lo que se esconde detrás de ciertas caras sonrientes y modales de revista.

Si buscáis una lectura diferente y que sepa sorprenderos, no dudéis en dejaros caer dentro de las páginas de Sacamantecas. Que no os despiste esa portada con cierto toque "steampunk", porque lo que hay dentro poco tiene de victoriano o de retrofuturista. Creo que es un acierto que los ojos de la mujer que hay en ella estén tapados: no es fácil dibujar el abismo que nos lleva de cabeza al mal.




1 comentario:

  1. Fabuloso lo que nos cuentas. Pero bueno, no sé de qué me asombro siendo tu blog. He leído a Vic Echegoyen en su faceta de histórica donde creo que brilla con luz propia y tras leerte a ti tengo una necesidad imperiosa de hacerlo en esta nueva faceta. Mil gracias por contarnos lo así de bien.

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