Los que me conocéis sabéis que hay dos géneros por los que siento pasión: la novela negra y la histórica. Si ambas de unen y lo hacen con una buena intriga, con pasión y sin caer en larguísimos párrafos explicativos (de esos en los que el escritor quiere demostrar todo lo que saben) mi disfrute está más que asegurado. Llegué a La cajita de rapé gracias al Club de Lectura QLL y, a priori, no sabía muy bien lo que me iba a encontrar. Pero había algo que tiraba mucho de mí: que se desarrollaba en Madrid, en 1861 (una época convulsa politica y socialmente) y en mi barrio de siempre, la Latina y había un crimen, una ivestigación y alguna trama paralela, así que no lo dudé. Es la primera novela de Javier Alonso García Pozuelo y este autor promete, así que habrá que seguirle de cerca.
EL AUTOR: JAVIER ALONSO GARCÍA-POZUELO
Javier es licenciado en medicina y cirugía y, además, diplomado en cooperación internacional.Durante más de diez años ejerció como profesor de salud pública, epidemiología y educación sanitaria, actividad que compaginó con el trabajo de redactor, corrector y editor de textos científicos. Su actividad docente es paralela a su pasión por la literatura, la historia y la música. De hecho desde hace años mantiene un blog llamado Cita en la glorieta en el que suelen aparecer diversas colaboraciones literarias e históricas y que podéis ver en este enlace: http://citaenlaglorieta.blogspot.com.es/p/la-cajita-de-rape.html
UN ASESINATO EN CASA DE LOS RIBALTER
Corre el año 1861 y el inspector Benitez está al cargo de la comisaría de La Latina, un cargo en el que lleva ya casi veinticinco años. La posibilidad de ascender a inspector jefe de Madrid está ahí, al alcance de la mano, pero se cruza en su camino el asesinato de una de las criadas de la familia Ribalter, adinerada y con mucha influencia. Lo que en principio parece una muerte provocada por ladrones que entraron a robar en la casa se va complicando paulatinamente, sobre todo cuando empiezan a salir a la luz secretos de la familia Ribalter que se remontan a la estancia, muchos años atrás, del señor Ribalter en Cuba, donde amasó su fortuna.
El inspector Benítez junto a su nuevo ayudante, Ortega, un joven abogado de Málaga sin experiencia policial previa, se ponen a trabajar para esclarecer la muerte de la criada pero el caso se va complicando cada vez más. Además Madrid está expectante por la inminente apertura de las Cortes. La ilusión popular por la unión de las fuerzas que en ellas se representan y que sirvió para hacer un frente común en la Guerra de Marruecos, se ha ido abajo. Ahora O'Donnell y su Unión Liberal se enfrentan a muchas voces disidentes sobre todo depués de la actuación del gobierno contra los campesinos andaluces en la sublevación de Loja.
Benitez no sólo tendrá que enfrentarse a los problemas y los misterios que se esconden detrás del asesinato de la criada, sino también a sus propios demonios personales y poner a prueba su integridad frente a la cara más miserable y mezquina del poder.
Soy una apasionada de mi ciudad, de Madrid. Y si hay algo que me fascina es comprobar cuánto de la geografía de hace un tiempo queda presente hoy. Javier Alonso ha hecho una recreación del Madrid de 1861 realmente fiel: un Madrid que trataba de modernizarse a pasos agigantados pero en el que también convivía ese aspecto de "poblachón manchego", que dijo Francisco Umbral, en el que se alojaban las clases más bajas. El barrio de La Latina era un buen ejemplo de ello: casas señoriales y de "gente bien" a apenas dos calles de distancia de las viviendas más pobres y modestas.
El protagonista principal, el inspector Benítez, es un hombre ya curtido, con experiencia. Resulta un personaje con carisma, con el que simpatizamos desde el primer momento. Además, para más interés, cuenta con algunas aristas y esquinas oscuras en su vida privada pero que no afectan a su capacidad de investigación. En una época en que las ciencias forenses eran casi una quimera, Benítez intenta atar todos los cabos, entender todos los porqués, fijarse en todos los detalles. Admirador de Vidocq (el afamado director de la Sureté National y uno de los primeros investigadores privados) de quien está traduciendo las memorias en sus ratos libres, intenta siempre ir por delante, aunque en esta ocasión las circunstancias del caso, cada vez más enmarañadas, le ponen a prueba: lo que en principio parecía un robo que se había complicado a sus autores (de ahí el asesinato de la criada) va adquiriendo matices cada vez más oscuros. Un segundo asesinato dificulta aun más la investigación.
La novela está escrita en presente, lo que facilta que vayamos sabiendo lo que Benítez y sus ayudantes van averiguando en tiempo real. No es un recurso fácil, pero Javier Alonso lo solventa con sencillez y buen hacer, dándonos una visión "actual" de la época y del modo en que se vivía y se llevaban a cabo las pesquisas policiales por entonces. La geografía de Madrid, con sus luces y sus sombras, es reconocible a pesar de que por entonces estaba cambiando a pasos agigantados. Recordemos que la Puerta del Sol estaba terminando en ese año 1861 su remodelación, por ejemplo. También Javier recoge los diferentes acentos y modos de hablar de los habitantes, que muchos eran llegados de fuera o tenían una educación muy baja.
No sólo en La cajita de rapé encontraremos la investigación del robo y los crímenes, también viviremos en primera persona los avatares políticos de una época complicada, con los trabajos de las Cortes paralizados por el enfrentamiento de los dos principales partidos políticos (no hemos cambiado mucho, al parecer), si no que también asistimos a tertulias en las que lo literario manda, con continuas referencias a escritores y obras. De hecho el inspector Benítez es un apasionado de la literatura y guarda en su poder valiosos ejemplares únicos. Y, al ser esta novela un gran espejo del Madrid de la época, destacan las notas gastronómicas, los platos típicos que en aquellos años se comían tanto en los lugares de más postín, como el restaurante Lhardy (abierto en la Carrera de San Jerónimo desde 1839) hasta en los figones de barrio o en las casas particulares.
El título, como bien nos dijo Javier en el encuentro que tuve la suerte de compartir con el Club de Lectura, hace referencia a un "macguffin", una técnica utilizada por los guionistas de cine para hacer que la historia avance, una excusa para iniciar una acción que provoque varias reacciones. En realidad el objeto no es importante en sí mismo, aunque aparezca en varios momentos de la obra y nos cree curiosidad saber cuál es su importancia. Pero es mucho más importante para el lector conocer los pormenores que rodean a esa cajita, saber qué está ocurriendo y quién hay detrás del robo y los asesinatos. A veces nos pasa desapercibida, pero su existencia va a justificar muchas de las cosas que sucederán en la novela.
El inspector Benítez, viudo desde hace años y con dos hijas, es un hombre íntegro que trata de hacer su trabajo lo mejor posible. Pero muchas veces topa de cabeza con impedimentos de carácter más político o con "recomendaciones" de sus superiores para que haga o no alguna cosa. La clara posibilidad de ascender a inspector jefe de Madrid depende en gran medida de que el caso quede resuelto. Pero ¿con la verdad completa o con la verdad que esperan algunos? El tiempo, además, corre en su contra y hay testimonios que, sin motivo aparente, cambian de versión.
La cajita de rapé es una novela con enormes atractivos, que mantiene el interés desde la primera página y que nos ofrece una visión de la época y de Madrid apasionante. Perfectamente documentado pero sin alardes, Javier nos regala un cuadro costumbrista en el que es fácil sentirse dentro y caminar junto a los personajes en una trama que se va complicando a cada paso. Para mí ha sido una agradibilísima sorpresa y sólo puedo recomendar su lectura.
¿Acompañareis al inspector Benítez a revelar los secretos que esconde el robo en casa de los Ribalter?
LA CAJITA DE RAPÉ
Soy una apasionada de mi ciudad, de Madrid. Y si hay algo que me fascina es comprobar cuánto de la geografía de hace un tiempo queda presente hoy. Javier Alonso ha hecho una recreación del Madrid de 1861 realmente fiel: un Madrid que trataba de modernizarse a pasos agigantados pero en el que también convivía ese aspecto de "poblachón manchego", que dijo Francisco Umbral, en el que se alojaban las clases más bajas. El barrio de La Latina era un buen ejemplo de ello: casas señoriales y de "gente bien" a apenas dos calles de distancia de las viviendas más pobres y modestas.
El protagonista principal, el inspector Benítez, es un hombre ya curtido, con experiencia. Resulta un personaje con carisma, con el que simpatizamos desde el primer momento. Además, para más interés, cuenta con algunas aristas y esquinas oscuras en su vida privada pero que no afectan a su capacidad de investigación. En una época en que las ciencias forenses eran casi una quimera, Benítez intenta atar todos los cabos, entender todos los porqués, fijarse en todos los detalles. Admirador de Vidocq (el afamado director de la Sureté National y uno de los primeros investigadores privados) de quien está traduciendo las memorias en sus ratos libres, intenta siempre ir por delante, aunque en esta ocasión las circunstancias del caso, cada vez más enmarañadas, le ponen a prueba: lo que en principio parecía un robo que se había complicado a sus autores (de ahí el asesinato de la criada) va adquiriendo matices cada vez más oscuros. Un segundo asesinato dificulta aun más la investigación.
La novela está escrita en presente, lo que facilta que vayamos sabiendo lo que Benítez y sus ayudantes van averiguando en tiempo real. No es un recurso fácil, pero Javier Alonso lo solventa con sencillez y buen hacer, dándonos una visión "actual" de la época y del modo en que se vivía y se llevaban a cabo las pesquisas policiales por entonces. La geografía de Madrid, con sus luces y sus sombras, es reconocible a pesar de que por entonces estaba cambiando a pasos agigantados. Recordemos que la Puerta del Sol estaba terminando en ese año 1861 su remodelación, por ejemplo. También Javier recoge los diferentes acentos y modos de hablar de los habitantes, que muchos eran llegados de fuera o tenían una educación muy baja.
No sólo en La cajita de rapé encontraremos la investigación del robo y los crímenes, también viviremos en primera persona los avatares políticos de una época complicada, con los trabajos de las Cortes paralizados por el enfrentamiento de los dos principales partidos políticos (no hemos cambiado mucho, al parecer), si no que también asistimos a tertulias en las que lo literario manda, con continuas referencias a escritores y obras. De hecho el inspector Benítez es un apasionado de la literatura y guarda en su poder valiosos ejemplares únicos. Y, al ser esta novela un gran espejo del Madrid de la época, destacan las notas gastronómicas, los platos típicos que en aquellos años se comían tanto en los lugares de más postín, como el restaurante Lhardy (abierto en la Carrera de San Jerónimo desde 1839) hasta en los figones de barrio o en las casas particulares.
El título, como bien nos dijo Javier en el encuentro que tuve la suerte de compartir con el Club de Lectura, hace referencia a un "macguffin", una técnica utilizada por los guionistas de cine para hacer que la historia avance, una excusa para iniciar una acción que provoque varias reacciones. En realidad el objeto no es importante en sí mismo, aunque aparezca en varios momentos de la obra y nos cree curiosidad saber cuál es su importancia. Pero es mucho más importante para el lector conocer los pormenores que rodean a esa cajita, saber qué está ocurriendo y quién hay detrás del robo y los asesinatos. A veces nos pasa desapercibida, pero su existencia va a justificar muchas de las cosas que sucederán en la novela.
El inspector Benítez, viudo desde hace años y con dos hijas, es un hombre íntegro que trata de hacer su trabajo lo mejor posible. Pero muchas veces topa de cabeza con impedimentos de carácter más político o con "recomendaciones" de sus superiores para que haga o no alguna cosa. La clara posibilidad de ascender a inspector jefe de Madrid depende en gran medida de que el caso quede resuelto. Pero ¿con la verdad completa o con la verdad que esperan algunos? El tiempo, además, corre en su contra y hay testimonios que, sin motivo aparente, cambian de versión.
La cajita de rapé es una novela con enormes atractivos, que mantiene el interés desde la primera página y que nos ofrece una visión de la época y de Madrid apasionante. Perfectamente documentado pero sin alardes, Javier nos regala un cuadro costumbrista en el que es fácil sentirse dentro y caminar junto a los personajes en una trama que se va complicando a cada paso. Para mí ha sido una agradibilísima sorpresa y sólo puedo recomendar su lectura.
¿Acompañareis al inspector Benítez a revelar los secretos que esconde el robo en casa de los Ribalter?
Pues había visto este título pero no había prestado mucha atención y ahora,pues oye que después de leerte me parece muy atractiva.
ResponderEliminarUn beso
No lo concocía pero no tiene mala pinta, habrá que apuntarla.
ResponderEliminarBesos
Pues no conozco al autor pero lo que cuentas me resulta muy interesante así que va directo a mi librerina. Besinos.
ResponderEliminar¿Librerina? Eso me suena a Asturias. ¿Me equivoco, Mar? Saludines, Javier
EliminarPues me ha pasado como a Inés, que a hasta ahora no le había hecho mucho caso pero ahora me has picado bastante la curiosidad.
ResponderEliminarBesos.
Me había pasado desapercibido este libro y tiene una pinta estupenda tal como lo cuentas.
ResponderEliminarUn beso ;)
Ya ando por aquí!! Muacksssss!
ResponderEliminarYa me había fijado y mucho en esta novela, pero no se puede leer todo, aunque queda ahí apuntadita. Besos.
ResponderEliminarTal cual. Estupenda novela castiza. Muy recomendable.
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Concha! Besos, Javier
Eliminar¡Muchísimas gracias por la reseña, Yolanda! ¡Qué buen comienzo de semana! Un besazo, Javier
ResponderEliminarPues no conocía esta novela y por lo que cuentas podría gustarme mucho, de hecho me ocurre como a ti y es que aúna dos géneros que me encantan.
ResponderEliminarBesos.
La verdad es que le tenía echado el ojo, pero no he visto muchas reseñas. Está claro que la historia tiene ingredientes para gustarme aún sin ser de Madrid, que para eso también hay un protagonista de Málaga 😂😂😂.
ResponderEliminarBromas aparte, me la apunto por si hubiera hueco. Ahora estoy muy comprometida.
Besos
Hola, María Ángeles.
EliminarNo sólo hay un personaje protagonista que procede de Málaga sino que en la trama tiene mucha importancia un levantamiento campesino que ocurrió en el verano de 1861 y en el que participaron muchos jornaleros malagueños. Eso por no mencionar que una de las pesquisas del inspector Benítez se basa en un vino de Málaga que aparece en el lugar del primer crimen.
Y, por si la “conexión malagueña” no te he convencido para que le hagas un huequecito a mi cajita, je, je, abajo te dejo una página donde está el enlace a todas las reseñas que se han escrito hasta ahoora. A ver si alguno de los reseñadores es más persuasivo que yo.
Un beso desde Madrid,
Javier
http://citaenlaglorieta.blogspot.com.es/p/resenas-de-la-cajita-de-rape.html
Acabo de descubrir tu blog gracias a Javier y es que terminé "La cajita de rapé" la semana pasada y la tengo pendiente de reseñar. De momento solo diré que me ha gustado, como a ti, aunque he pasado por tu reseña de puntillas. Cuanto tenga la reseña me paso de nuevo por aquí y comparamos impresiones ;)
ResponderEliminarUn abrazo!
A mí me ha hecho gracia el nombre de la familia, Ribalter, porque me ha sonado a familia catalana. Además del apellido está el hecho de que hicieron fortuna en Cuba. Tu reseña me ha puesto los dientes largos, así que tarde o temprano se los hincaré a esta novela. Besos!!! :-)
ResponderEliminarHola, Cay. Buenas tardes.
EliminarEl apellido Ribalter no es casual. José Antonio Ribalter procede de Sant Feliu de Guíxols y, como no fue el primogénito de su familia, el hereu en las antiguas leyes catalanas, decidió emigrar a Cuba para labrarse un porvenir.
Y no es el único catalán en la novela. Hay un tal Nicolás Vilanova que tamnién tiene mucha imortancia en la trama. Ya lo descubrirás si, al final, le hincas esos dientes que Yolanda te ha puesto tan largos.
Saludos, Javier