Ambientada en el siglo II a.C, en plena época de la República, una de las preguntas que le hice a Juan fue por qué se hacía más hincapié, tanto en la literatura como en el cine, en el periodo del Imperio porque, en cuanto a intrigas, guerras y política, la República tuvo mucho de todo y cuenta con momentos absolutamente apasionantes. Los emperadores dan más juego, concluímos. Y es cierto en parte, es más sencillo orientar el foco hacia una sola persona, espeialmente si esa persona es cruel, llena de vicios o simplemente extravagane. O si es un compendio de virtudes. Pero reconozco que, mientras Roma fue una República, sucedieron hechos únicos de las que aún se pueden escribir muchos libros.
DELENDA EST CARTHAGO
Roma es ya la máxima potencia del Mediterráneo una vez derrotado Aníbal y tras haber vencido a Siria y Macedonia. Corre el siglo II a.C y, a pesar de que la República se ha desangrado tanto en sus ejércitos como en las arcas públicas, hay determinadas e influyentes familias predominantes en el Senado que siguen empeñadas en aumentar su prestigio, sus cargos y su poder gracias a las gestas militares. La paz no les interesa, ya que no sirve a sus propósitos. Por ello, no van a dejar de tejer una fuerte red de intrigas y alianzas para seguir abriendo frentes bélicos al precio que sea.
Los nietos del gran Escipión el Africano, Tiberio y Cayo Sempronio Graco, serán algunos de los más activos en estos planes amparados por su madre, Cornelia, una mujer que parece representar en sí misma todas las virtudes de la matrona romana, si bien, dependiendo de quién cuente la historia, Cornelia es la gran matrona o la gran manipuladora. Las mujeres en Roma, especialmente las pertenecientes a las grandes familias, sabían muy bien cómo manejar los hijos desde las espaldas de los hombres que estaban en primera fila. Ese era su poder. También será el momento para que destaquen Escipión Emiliano y Apio Claudio Pulcro, ambos empujados por su ambición y sus deseos de convertirse en personajes públicos muy influyentes, respaldados por victorias. El empuje popular a volver a abrir frentes de guerra lo da Marco Poncio Catón, que ya anciano y con escasas fuerzas pero con su carisma intacto, no deja de proclamar que Cartago debe no ya ser vencida, sino destruída: Carthago delenda est.
El primer senador de Roma no es solo la narración de una época única y fascinante, sino una novela de corte muy clásico que los amantes del género histórico apreciamos en lo que vale. Porque, además, está escrita de una manera muy visual, poniéndonos ante los ojos una recreación fiel de la Roma de la época, tanto desde dentro de las calles de la gran urbe como en los frentes de batalla, que se describen con mucha fuerza. No son meros relatos de asedios o movimientos de ejércitos, nos vamos a ver dentro de las tropas romanas, junto a Escipión Emiliano, y sintiendo la incertidumbre, el miedo y la estrategia de la Tercera Guerra Púnica.
Para darle aún más interés, nos vamos a ver en las puertas de las guerras íberas y lusitanas, que tuvieron lugar en la Península Ibérica. Pero, sobre todo, vamos a ser conscientes de las enormes diferencias que existían entre la Roma patricia, la de las familias influyentes, la de los senadores y gentes principales de la ciudad, y la Roma real, la de los ciudadanos de a pie. El primer senador de Roma es también un magnífico manual para conocer costumbres y ritos de los romanos, la educación de los hijos de las familias predominantes y cómo se planificaban y se llevaban a cabo las guerras, promovidas, en muchos casos, por intereses políticos.
Lo que más me ha gustado es que en ningún momento he tenido la sensación de estar ante un decorado o ante personajes acartonados, perdidos en el tiempo. Todos es profundamente real y se hace casi presente. Las personalidades de Catón y Escipión Emiliano destacan por encima de las demás a pesar de las diferencias que les adornan (uno ya anciano, que ha hecho de la austeridad su modo de vida, pero que mantiene su prestigio, y el otro joven, con empuje y mucha ambición y un modo de vida más distinguido y selecto). Hay algo oscuro en Escipión Emiliano, a pesar de su sobresaliente biografía, un personaje que Juan Torres ha sabido dibujar con una brillante gama de matices y eso le convierte en un protagonista muy atractivo para el lector.
No sobra ni una página en El primer senador de Roma. Desde el primer momento nos vamos a ver arrastrados por una acción que no decae en ningún momento y que nos mantiene interesados hasta el final. Empatizaremos con algunos protagonistas y detestaremos a otros, pero jamás vamos a permanecer impasibles ante lo que vamos leyendo, porque estaremos disfrutando de una época y unos hechos poco conocidos pero que siguen muy vivos y palpitando con fuerza. Creedme, el viaje merece la pena.
Tal y como la pintas tiene pinta de ser una de esas lecturas imprescindibles para quien le guste la novela histórica. Besos.
ResponderEliminarMe alegro de que hayas disfrutado con su lectura, a mi me gusta la novela histórica pero no la ambientada en esta época. Besos
ResponderEliminarLa época me cuesta, no te lo voy a negar, aunque lo cierto es que cuando me animo termino disfrutándolo.
ResponderEliminarBesos.
Preciosa, este post va directo al buzón de correos de mi marido. Le va a encantar. Besos reina mía.
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