lunes, 1 de febrero de 2021

LOS AUSENTES de Juana Cortés Amunarriz

Por mucho que haya determinadas voces que quieran taparlo, blanquearlo o, incluso, justificarlo, el dolor causado por el terrorismo de ETA sigue ahí. En los casi mil muertos, en los heridos, en sus familias que jamás van a volver a ser las mismas. Es una llaga que puede que, con los años, deje de supurar, pero que siempre escocerá de algún modo, principalmente en las víctimas, pero también entre quienes tuvimos la desgracia de vivir los terribles "años del plomo", en los que daba miedo encender la radio o la televisión cada día pensando qué nueva atrocidad nos íbamos a encontrar. No podemos dejar de recordar, no podemos convertir a las víctimas en números y dejarlas en una esquina de la historia, allí donde no molesten a ciertos sectores que, en el colmo de la mezquindad, dejan caer que "es agua pasada". Quizá yo no sea nada políticamente correcta, pero me niego. Reivindico su memoria y desprecio con toda mi alma a quienes fueron capaces de matar, generalmente por la espalda o de lejos, como los cobardes que fueron y son. 

No he leído Patria, podéis llamarme lo que queráis, pero sé que me iba a doler en exceso y bastante dolor tengo ya en mi vida para sufrir gratis. Y con la novela que hoy os traigo, Los ausentes, tuve mis días de dudas por el mismo motivo. La cita para un encuentro Zoom con la autora me dio un empujoncito y es verdad que la devoré en apenas dos tardes, aunque me arañó el alma con fuerza y cerré el libro con un peso demasiado reconocible en la boca del estómago. No, desde luego que no deja indiferente, es imposible que lo haga. La maldad siempre nos tatúa por debajo de la piel. 

Y TÚ, VIUDA, LLORARÁS

Año 2007. La última "tregua" de ETA ha acabado de la peor manera posible y, entre sus filas, se busca dar un golpe de efecto que vuelva a colocarles en primera línea. Dos encapuchados secuestran a punta de pistola a Bixen Alzola, un profesor de universidad cuyo único pecado es haber levantado la voz por el fin de la violencia y encontrar vías pacíficas para acabar con ella. Esa tarde Leire, su mujer, recibe la llamada que le cambiará la vida: la que le comunica que su marido ha sido secuestrado. También le dan las pautas que ha de seguir si quiere volver a verle vivo. Durante toda la noche, con su mundo hecho pedazos y desgarrada de miedo, Leire recuerda a tantos y tantos muertos, tantas familias rotas, tantas viudas. Sabe que la suerte de Bixen está echada, pero toma una decisión: no va a rendirse sin luchar. No va a permitir que maten a su marido.

Las siguientes veinticuatro horas son, en realidad, el libro entero. Leire deja de ser quien ha sido siempre para convertirse en lo que más detesta, pero le han dado la mejor razón del mundo. Y comienza por poner otro peón en la partida: sí, tenéis a Bixen; y yo tengo a alguien que le importa mucho a uno de vosotros. Subo la apuesta. 

A lo largo de las páginas de Los ausentes la pregunta que nos ronda constantemente es qué haríamos nosotros en una situación similar y es la angustia la que se enseñorea de toda la trama, encogiéndonos el estómago y sintiendo un frío cada vez más intenso, ese que nace del miedo. A medida que iba leyendo también me preguntaba a dónde me iba a llevar, porque la espiral es cada vez más intrincada y más dura. Bixen, encerrado en un zulo y vigilado, no acierta a imaginar el infierno que se está desatando fuera. El comando terrorista, en su soberbia de sangre y pistolas, se enfrenta a algo inesperado: la víctima, porque Leire lo es también, no se limita a callar y morir. Se ha rebelado. Se les encara poniéndose a su nivel


El paisaje del País Vasco es un telón de fondo impecable que hace juego con los sentimientos que va despertando la novela: toda la gama de grises, los bosques oscuros y empapados, las casas ocultas y heladas, la humedad, el frío, la noche cayendo demasiado temprano... todo va a juego con lo que se nos pone ante los ojos. El viaje interior de Leire hacia lo más oscuro de sí misma es fruto de la rabia aunque hay momentos en que le llegan rayos de luz a ese pozo negro y se cuestiona, pero su amor por Bixen y su necesidad de recuperarle no le permiten más debilidades. 

Entre los miembros del comando, "cachorros" amamantados por eslóganes de fácil digestión y el discurso recurrente de tener razón, hagan lo que hagan, no vamos a encontrar a ninguno con el que empatizar. Son lo que son, tienen claro lo que hacen y les importa nada y menos el dolor que causen. Vamos a conocer, casi de forma tangencial, un poco de la vida privada de alguno de ellos, de cómo han llegado hasta allí, pero eso no les humaniza, al menos en mi opinión. Se creen "gudaris" y son asesinos que cambian el verbo matar por ejecutar, se erigen en jueces y verdugos amparados por una verdad que es solo suya y que, en ese momento, ya estaba más que cuestionada. 

Si bien los etarras a quienes conocemos en Los ausentes (Azeri, Tor, Chus, Maider o Roque) se nos muestran así y no hay segunda lectura posible, para mí el peor de todos es Kuti. Kuti jamás se ha manchado las manos, nunca ha estado en primera línea, pero señala, pone en la diana y, sobre todo, utiliza su voz y su imagen para justificar y amparar, para lanzar sus discursos en los que excusa y defiende a quienes matan. Se parece mucho a otros miserables que siguen delante de atriles y micrófonos para lo mismo. La única inocencia pura en toda la novela es la de Ander, pero esa prefiero que la descubráis vosotros.

Es imposible cerrar Los ausentes sin más. A mí me costó recomponerme. A base de capítulos cortos, que nos van llevando de un protagonista a otro, la novela adquiere velocidad, intensidad y crece en angustia. A veces cuesta respirar. Sin ser una lectura "amable", es de esas que se te pegan y que recuerdas. Quizá, y esta, como siempre, es una opinión muy personal, no habría venido mal explicar con algo más de detalle un par de cosas al final, pero lo que está claro es que la autora ha buscado más que nos hagamos preguntas y nos respondamos a nosotros mismos, que darnos todo masticado. 

Leed Los Ausentes. Creo que es una novela necesaria, aunque nos ahogue en agua helada. Y contadme, porque hay mucho de qué hablar una vez acabada.

7 comentarios:

  1. Si antes de leerte era para mi una lectura segura, ahora más. Besos.

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  2. Pues como ando un poco apartada de las novedades editoriales esta lectura se me había hasta pasado aunque te digo desde ya que voy a intentar leerla. Yo sí he leído Patria y es una novela que no deberías dejar pasar, Yolanda, duele, pero una obra maestra. Si no, al menos, sigue la serie está muy bien adaptada.
    Besos

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  3. Pues andaba yo con dudas con esta novela... Atraerme me atrae horrores desde que la vi entre las novedades, el tema me interesa muchísimo (por cierto, aquí hago un inciso, leer Patria duele sí, pero léela!!), pero con este tipo de lecturas siempre temo el cómo esté tratado un asunto tan delicado. Sea como sea me acabas de dejar con ganazas a tope. Tengo que hacerme con ella.
    Besos.

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  4. Tan solo hay un tema sobre el que me niego a leer, por motivos personales, y es todo aquel relacionado con esta banda terrorista. Hace poco hice una excepción leyendo Nunca fuimos héroes, la cual disfuté, pero no creo que lo vuelva a hacer nunca más. Besos

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  5. Fantástica reseña. A mi esta novela me ha dejado jodida. Coincido contigo plenamente en tus apreciaciones. He sentido asco por Kuti y dolor por las victimas. Una novela necesaria.
    Gracias por tu magnífica reseña y tu gran criterio lector. ANA LECTURAS Y CURIOSIDADES

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  6. Yo sigo con dudas con esta novela, de primeras no creas que me llamaba pero poco a poco me voy interesando, ya veré qué hago.
    Un beso

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  7. Qué ganas tenía de leer tu reseña. Coincido contigo en muchos puntos. Por ejemplo, en preguntarse hacia dónde nos lleva la trama. Y por supuesto, en ese final, que a mí me hubiera gustado que fuera también algo más explícito. Por lo demás, me gustó mucho esta novela. Besos

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