miércoles, 6 de octubre de 2021

LOS DIEZ ESCALONES de Fernando J. Múñez

Me gusta mucho cuando los autores deciden romper por completo con la novela que les ha reportado más o menos fama y se lanzan de cabeza a tramas diferentes, a épocas distintas. Aunque su esencia como escritor esté presente, saber girar y mimetizarse con una nueva historia que en nada se parece a la anterior es, en mi opinión, una muy buena señal para tenerle en cuenta como autor a seguir. Conocí a Fernando J. Múñez como escritor como creo que casi todos: cuando publicó La cocinera de Castamar, un libro que le ha reportado reconocimiento y que se ha llevado a la pequeña pantalla en forma de serie. Y a él, personalmente, en la Feria del Libro de Madrid de 2019, gracias a un divertido encuentro dentro de la propia feria que organizó la editorial. Lo que más me llamó la atención fue su alegría, la complicidad sonriente que mostró en todo momento y la felicidad que irradiaba viendo a su "criatura" ponerse de largo. Nos ganó a todos, creo.

La cocinera de Castamar me gustó como lectura, pero mi querencia por la novela histórica ha hecho que Los diez escalones me haya gustado más, a pesar de algún pequeño "pero" que más adelante os contaré. Aunque ya os adelanto que no son "peros" graves ni que ensombrezcan la novela; además son impresiones personales de las que, por supuesto, podéis discrepar. Nos vamos a la Castilla del siglo XIII y el recorrido va a ser muy interesante.

"AÚN NO SE HA ESCRITO NINGÚN LIBRO DONDE EL ASESINO SEA EL LECTOR." - UMBERTO ECO.

El cardenal Alvar León de Lara regresa a la abadía cisterciense de Urbión, en la que se formó y pasó su juventud, a petición de Rafael, su antiguo mentor y prior del monasterio. La petición es urgente, pero Rafael solo le hace saber que ha encontrado un extraño manuscrito de cuya lectura, de caer en malas manos, podrían derivarse consecuencias muy peligrosas. Alvar vuelve a la abadía después de veinte años de ausencia. De allí partió con el corazón desgarrado por el amor imposible de Isabel y ahora, quizá, deba enfrentarse de nuevo a ella además de conocer lo que su maestro quiere desvelarle. Un poco antes de llegar a la abadía, Alvar se encuentra con Mario, el joven monje que se le ha asignado como ayudante y que ha acudido a su encuentro.

A su llegada, Rafael le explica que un gran y terrible secreto se esconde tras los muros que les rodean, algo que puede, incluso cambiar el rumbo de la cristiandad y quiere que Alvar le ayude con él. Pero antes de que pueda detallarle qué es y qué sucede, Rafael muere envenenado. El ambiente enrarecido que Alvar ha detectado desde que cruzó las puertas de la abadía se tensa aún más. Hasta sus antiguos compañeros parecen mirarle con recelo. La muerte de Rafael abre la puerta a un infierno inesperado: enigmas escondidos, crímenes inexplicables, extraños símbolos, pistas que pueden conducir a un peligro cierto...Alvar deberá enfrentarse a todo ello y hacer lo posible por saber la verdad de lo que le contó Rafael y quién está detrás de todo. También luchar contra sí mismo cuando vuelve a tener enfrente a la mujer que ha marcó su vida, incluso habrá de pelear por mantenerse vivos.

Antes de seguir, he de confesaros algo: cuando comencé la novela e iba avanzando en la historia, torcí el gesto. Había tantas cosas que me recordaban a la monumental El nombre de la rosa (libro que forma parte de mis relecturas obligadas cada cierto tiempo) que me dio la sensación de que el autor trataba de seguir su estela demasiado cerca. Y mi vena tiquismiquis se activó con todas las alarmas. Pero al mismo tiempo me gustaba lo que estaba leyendo, el modo de narrar de Fernando J. Múñez, así que decidí quedarme y disfrutar sin más. Fue una muy buena decisión, desde luego. 


 La ambientación es, quizá, lo mejor. No solo la recreación de la época, sino lo bien que nos encierra Fernando dentro de los muros de la abadía, la sensación de peligro, la tensión siempre constante con el ritmo justo. El mundo religioso dentro de la abadía también se nos muestra con detalle: la fe y el miedo al infierno, la devoción, pero también las dudas a las que se enfrentan los monjes, su naturaleza humana pugnando por saltar por encima de los votos.  

Hay también momentos duros, con el maltrato y la violencia sexual como telones de fondo. Ahí es donde la figura de Isabel, que tras la partida de Alvar veinte años atrás se vio obligada a casarse con Sancho Osorio, cobra dolorosa importancia. Pero ella es una mujer que, aunque vive la época que le ha tocado con sus obligaciones, sus silencios y sus renuncias, sabe sobreponerse a lo peor y saca fuerzas de donde ya parece que no quedan. Tanto ella como Alvar me han parecido dos personajes poderosos, de esos a los que el lector se queda pegado y sufre, ama y vive con ellos. A Mario es imposible no cogerle cierto cariño: le vamos a ver madurando a marchas forzadas siempre al lado de Alvar, fiel y comprometido. Alvar, a pesar de su condición religiosa, es valiente, entregado y leal, todas las buenas condiciones del caballero medieval, pero, a su vez, tiene una fantástica capacidad de raciocinio, es observador y sabe sacar conclusiones. Desde mi punto de vista tiene una pizca de fray Guillermo de Baskerville, otra de Sherlock Holmes, un poquito de la disciplina y valores templarios y una ligera sombra del agente Pendergast. Aunque seguramente todo esto es solo cosa mía.

En mi opinión Los diez escalones, aún siendo una novela histórica por el contexto en el que se sitúa, tiene un mestizaje interesante: es también un thriller intenso, con crímenes y misterios por resolver, y muestra algunos toques de novela de aventuras. Además, como os decía más arriba, está escrita de un modo muy cuidado, tratando de ser fiel al momento histórico en el que está. La narración fluye y la lectura se hace bastante ágil. Y aquí uno de mis "peros": creo que, en ocaciones, el autor le da un exceso de importancia a detalles que luego resultan nimios o apenas tienen importancia y eso provoca un exceso de páginas en algunos momentos. Personalmente hubiese acortado algunas cosas, pero es verdad que esto no afecta al resultado final. Además el ritmo no deja de aumentar, en la parte final es casi trepidante. Entre esto y las ganas que tienes de saber qué sucede, de quién es el responsable de lo que sucede y de que se de respuesta a todos los misterios, las últimas cien páginas volaron en mis manos.

Una semana es el tiempo que recorre la trama de Los diez escalones. Una semana llena de intriga, de asesinatos, de dolor, de misterios por resolver y también de amor. Y es que, en ocasiones, basta una semana para recolocar el mundo que nos rodea o terminar por echarlo abajo. Leed la novela y descubrid cuál de las dos opciones triunfa.



5 comentarios:

  1. Creo que con una palabra lo explico claro. Novelon

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  2. Me pasó lo mismo que a ti, para mí el nombre de la rosa es una de mis novelas favoritas, la habré leído como 6 o 7, y cada vez que oigo abadías y crímenes, no puedo por menos de compararlas, mal por mi parte, porque me he encontrado en los diez escalones, una gran novela.

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  3. Hola, el año pasado leí La cocinera de Castamar y me gustó mucho, esta novela la tengo apuntada y por tu reseña se que también va a gustarme. Me encantan las historias en que eras capaz de identificarte con los personajes e involucrarte en su alegrías y tristezas. Así que la leeré, aunque no se cuando. Besos.

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  4. Hola,
    a mí me llamó la atención nada más leer su sinopsis, cosa que no me pasó con la anterior del autor que, de hecho, no he leído ni tengo intención, pero esta novela me gustó mucho, más de lo que esperaba. En general, coincidimos en impresiones.
    Un beso, guapa

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  5. Me ha encantado la frase de Eco. En cuanto a la novela, a mí ese monje de la cubierta y la ambientación ya me parecieron seductores. Besos

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