viernes, 15 de octubre de 2021

¡PELAYO! de José Ángel Mañas

La mítica batalla de Covadonga está en nuestra memoria colectiva como aquella que permitió a los cristianos, encabezados por don Pelayo, comenzar la Reconquista para recuperar el territorio que los musulmanes habían ocupado a sangre y fuego tras vencer a don Rodrigo en la batalla de Guadalete, victoria que pudo ser posible gracias a la traición del conde don Julián y los hijos (o hermanos, depende de las fuentes) de Witiza. Recuerdo siempre la anécdota con mi hermana, poseedora de muchos talentos, habilidades y sabidurías, pero una auténtica negada para la Historia: suele decir que lo único que fue capaz de aprenderse era lo de "la victoria de don Pelayo en Covadonga no pasó de ser una mera escaramuza", que les repetía su profesor de la materia. De ahí en adelante, poca cosa. Ni le gusta ni le llama y para dudas o ayuda de sus hijos me suele pedir socorro. 

En los últimos años parece que el interés por la España visigoda ha ido creciendo, sobre todo a nivel de novela histórica. Y es cierto que es un periodo apasionante, con importantes avances en el campo de las leyes y con unas luchas de poder que darían hasta para series o películas. Pero don Pelayo se nos difumina. Realmente ¿quién era, de dónde venía? Pocos datos ciertos y seguros hay de él. Dos crónicas del siglo IX recogen parte de su vida, pero sobre todo para incidir en su legitimidad para acceder al trono, para marcar una continuidad con lo que fue el reino visigodo con capital en Toledo. Certezas absolutas, muy pocas. Y con eso juega José Ángel Mañas para escribir su novela, una ficción histórica que resulta muy entretenida de leer, pero que ha de tomarse con lo que es. Vayamos, pues, al siglo VIII de su mano a descubrir lo que nos ha preparado.

LA LARGA SOMBRA DE DON RODRIGO

Adosinda, hermana de Pelayo, toma la voz y la palabra para narrarnos en primera persona los hechos sucedidos entre la derrota de los ejércitos de don Rodrigo en el año 711, tras el desembarco de los musulmanes al mando de Tariq, hasta la victoria de su hermano y sus hombres en el 722 en Covadonga. Adosinda se nos muestra como una testigo privilegiada de la mayor parte de lo acaecido y nos hablará también de la infancia y la juventud de Pelayo, de su cercanía como espatario al rey Rodrigo, de su profundo deseo de dedicarse a la vida religiosa, de sus vaivenes emocionales. Pero también nos relata su propia vida y la de aquellos que acompañaron a Pelayo, un relato marcado, de alguna manera, por un cierto resquemor primero y, posteriormente, por un odio cada vez más acusado. Una historia llena de pocas luces y muchas sombras, de pactos y matrimonios de conveniencia, de tensión, de conjuras y traiciones. 

Narrar en primera persona en una novela de este tipo me parece a la vez valiente y muy arriesgado. Es cierto que el relato de Adosinda convierte a los personajes en cercanos, podemos conocer sus miedos, sus decisiones y sus pasos desde su posición tan próxima al protagonista. Pero en muchos momentos esa voz, aún siendo la suya, desaparece al contarnos sucesos, viajes y hechos que ella no pudo ver ni compartir. Ahí es cuando me ha chirriado un poco: por muy bien que le llegasen las noticias, es complicado dar una visión tan perfecta, diálogos de los protagonistas incluídos, por parte de Adosinda. Y ella la da. No quiero decir con esto que la novela avance a trompicones ni que estos episodios rompan la unidad del argumento, es solo una impresión personal. Otra cosa que no me ha convencido es cuando hablan "lugareños" de Concana, en la actual Cantabria, lo hacen con ese localismo tan suyo de terminar las palabras en "u" (religiosu, pueblu) o con términos propios (cova, lloca). Aparte de su lengua propia, el autor asegura que hablaban un "tosco latín", por eso me parece una licencia excesiva. Supongo que lo hace para marcar sin género de duda el lugar donde Pelayo está, pero, igual que en el caso anterior me chirría.

Hay, como os decía al principio, pocos datos sobre don Pelayo que podamos considerar absolutamente ciertos. Las fuentes escritas sobre su vida, la Crónica Albendense y la Crónica del rey Alfonso III, ambas del siglo IX, aportan una visión casi global, genérica. De hecho, en la primera, ni siquiera aparece junto a don Rodrigo. Es en la segunda, en su versión más "vulgar" (la conocida como Crónica Rotense), en la que sí aparece como espatario de Rodrigo, cuenta su huida tras la derrota, sus relaciones con Munuza, su viaje a Córdoba desde Asturias y lo que es más importante para esta novela, la existencia de una hermana a su lado. Imagino que las fuentes del autor van más en este sentido, porque es poco más o menos el periplo que Pelayo va realizando en la novela para acabar convirtiéndose en quien fue, incluyendo la huida a Mérida, la muerte de Rodrigo (que también está envuelta en el misterio), la llegada a Asturias y el viaje que realiza a Córdoba para entrevistarse con el cadí y quejarse por el aumento de los impuestos que Munuza ha ordenado.


Lo que Mañas ha hecho ha sido rellenar los huecos utilizando la información (escasa) que hay sobre la época, un momento histórico profundamente convulso, complicado y lleno de enfrentamientos en una Hispania arrasada. Adosinda nos da una imagen poco "romántica" de don Pelayo. Nada de héroe que sabe lo que ha de hacerse y cuando, sino un hombre lleno de dudas, a quien se le echa abajo su vocación religiosa y que, en muchos momentos, ni siquiera sabe por dónde ir. Ella es un poco la voz de su conciencia, la que trata de hacerle ver cuál es su obligación y lo que la sangre de su estirpe le grita, ya que en la narración se le hace descendiente de Favila, duque de la nobleza visigoda, hecho solo recogido en su crónica por el obispo Sebastián, sobrino de Alfonso III. Adosinda sufre por no ser ella quien tome las decisiones y sufrirá más tarde por amor en dos ocasiones, culpando de ello a su hermano.

Los once años que transcurren desde la derrota de don Rodrigo a la victoria en Covadonga pasan ante nuestros ojos a buen ritmo (la novela tiene apenas 315 páginas), con más de un salto temporal hacia adelante en busca de agilizar la trama. Desde luego, la visión que Adosinda da de su hermano se aleja muchísimo del gran guerrero unificador, del creador de la nueva estirpe de reyes astures. A veces, desde su mirada, puede parecer francamente odioso. Es como si se le borrase la luz bajo la que estamos acostumbrados a mirarle. Pero creo que sí puede favorecer para recuperar el interés por su figura que, a pesar de lo que supuso su victoria, históricamente es casi un misterio.

¡Pelayo! es una novela muy entretenida, que se lee con facilidad y que, sin grandes descripciones y con bastante precisión, nos sumerge en la época y en la vida de sus protagonistas y en la que José Ángel Mañas ha puesto corazón y ganas. Una novela que nos hace, quizá, buscar otras miradas a quienes fueron Rodrigo, Pelayo, Tariq o Egilona, esposa de don Rodrigo. Incluso, como ya me ocurrió con la novela de José Zoilo, El nombre de Dios, recuperar aquellos maravillosos romances de la pérdida de Hispania por culpa del "encadilamiento" de don Rodrigo por Florinda, la Cava.

Y sin querer restar méritos a la novela, que los tiene, quizá debería haberse cuidado un poquito más la edición, ya que hay algunos errores que no son graves ni afectan al relato pero que a mí particularmente me han saltado a los ojos (ya conocéis mi tendencia a detectarlos). Alguno en concreto como si el autor se hubiese planteado escribir la novela en tercera persona y, al pasarlo a primera, ciertas frases se han quedado ahí. Lo importante es recordar, siempre lo digo. No podemos dejar de recordar lo que fuímos, lo que hicimos, porque gracias a ello somos lo que somos. Y don Pelayo merece ser reconocido y recordado porque, gracias a él y a quienes le sucedieron, no vivimos bajo la media luna del Islam. ¡Pelayo! es una buena manera de hacerlo.


 


7 comentarios:

  1. Gracias Yolanda, me ha pasado lo mismo con la primera persona, pero como comentas en general es una novela entretenida, que homenajea un poco a este personaje en cierta manera olvidado y que está escrita en modo aventura para el disfrute del lector. Besos

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  2. Hola, soy asturiana y claro, la figura de Pelayo me llama mucho la atención. Ya me imagino que con los pocos datos que existen sobre él gran parte de la novela procederá de la imaginación del autor, aunque se ajuste a la época y al momento histórico, aun así lo que cuentas me resulta muy interesante.
    Una pena que la edición tenga esos errores, que aunque no sean graves pueden molestar e incluso sacarte de la historia. Un abrazo.

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  3. Ay esos errores y fallitos... algunos parece que tenemos un detector para ellos y aveces preferiría que no fuera así porque efectivamente muchas veces no desmerecen la lectura y aún así yo, cuando empiezo a verlos, ya voy de punta.
    Besos.

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  4. Qué diferente este libro al que el autor publicó la última vez. En tu espacio siempre encuentro títulos que le van a encantar a mi señor esposo. Este es otro más del que le hablaré luego. Besos guapa

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  5. Me encantará conocer más de esta figura insigne pero desconocida. Da gusto leerte. Enhorabuena

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  6. Una figura emblemática donde las haya. Y te entiendo cuando hablas de esos pequeños detalles de edición que aunque no restan en la narración sí que chirrían a los ojos.

    Un besazo,

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